Gran Bretaña, el «peor lugar» para ser niño

LONDRES.- Pocas escenas de la literatura han pintado con desgarro más elocuente la crueldad de la era victoriana que aquella en la que el pequeño Oliver Twist, recién llegado a un hospicio, recibe una dura paliza por pedir, plato vacío en mano, «un poco más» de sopa.
La reacción de los mayores ante un pedido similar hoy en día es diametralmente distinta, pero el resultado parece ser igualmente traumatizante. Según un estudio de Unicef, los chicos británicos sufren ahora tanto o más psicológicamente que los de la época de las novelas de Charles Dickens. Pero mientras en el siglo XIX el drama pasaba porque se les daba poco y nada, el problema ahora consiste en que se les da «demasiado».
El informe, financiado en parte por el Departamento de Educación británico, fue encargado en busca de respuestas a un documento anterior de Unicef que había descripto a Gran Bretaña como «el país donde los niños se sienten más infelices» y «el peor lugar para ser un niño» de entre las 21 naciones más desarrolladas.
Los expertos atribuyen este estado de cosas a que los niños británicos viven atrapados en un «círculo de consumismo compulsivo» creado por sus padres, quienes no hacen otra cosa que darles regalos para compensar las largas horas que pasan fuera del hogar. El fenómeno afecta a la niñez británica en su conjunto, sin distinciones étnicas ni sociales, es decir, tanto a ricos como a pobres.
Este dato parece dar crédito a quienes aseguran que fue el consumismo, y no la pobreza, lo que motivó la ola de saqueos que tuvo en vilo a Gran Bretaña hace un mes. La mayoría de los robos fue perpetrada contra tiendas de ropa y de electrodomésticos. Un 55% de los 1715 arrestados eran jóvenes menores de 20 años.
«Estos chicos no salieron a reclamar un techo sobre su cabeza -sostiene Kristian Niemietz, investigador del Institute of Economic Affairs-. Lo que buscaban eran productos de buena marca y de entretenimiento. El Reino Unido dedica un 3,5% de su PBI al pago de subsidios a los más desfavorecidos, una cifra superior a la que destinan Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia, Noruega y Suecia. La pobreza no tiene nada que ver con este tema.»
Los investigadores de la agencia de Unicef entrevistaron a 250 niños de distintas clases en Gran Bretaña, España y Suecia, para determinar qué era lo que los hacía felices.
Los chicos de los tres países coincidieron en colocar en el tope de la lista el tiempo que pasan con sus familias. Pero lo que llamó la atención a los expertos es que los británicos fueron los únicos en dar a las posesiones un papel crucial en el alcance de la felicidad. Si bien se quejan de sufrir la presión de satisfacer todos sus deseos, sus padres no dejan de hacerlo.
«Nuestra impresión es que muchas familias usan aquí las cosas materiales para cubrir el hueco creado por problemas como el divorcio, el desempleo o los bajos ingresos -indicó Agnes Nairn, coordinadora del informe-. Una niña nos dijo que ella consideraba un buen día aquel en el que le compraban un par de zapatos nuevos, pero al mismo tiempo nos contó que sus padres se habían separado y que recibía 10 libras cada vez que iba a visitar a su papá.»
Los padres británicos trabajan más horas que sus pares suecos y españoles. Esto contribuye a que estén demasiado cansados para jugar con sus hijos. Muchos no tienen tiempo para compartir tan siquiera una comida. En los hogares, la TV es una «niñera» (a la BBC se la llama, desde hace muchos años, «la tía») y los dormitorios infantiles son «centros de comunicación» donde las computadoras y consolas de juegos ocupan el lugar dejado por las casas de muñecas y las maquetas de aviones.
En Suecia, las excursiones de pesca, campings y otros paseos en familia son parte del ritmo natural de la vida. En España, si bien es cierto que los padres trabajan muchas horas, los niños suelen disfrutar de la atención de sus madres, abuelos y tíos.
«Todo vale»
Pero lo que distingue aún más a los padres británicos del resto es su obsesión por darles a sus hijos los artículos más caros. Esto se ve con más frecuencia en los hogares de bajos recursos, donde la compra de objetos de lujo se considera el medio normal de integración al resto de la sociedad. Uno de los ejemplos más sorprendentes fue el de una madre soltera desempleada que compró una compleja consola de Nintendo DS a su hijo de tres años, convencida de que ésa era la única forma de evitar que fuera relegado por sus compañeros en la guardería de su barrio.
Los chicos suecos y españoles tienen menos juguetes que los británicos y aceptan de buen talante que sus familiares reparen aquellos que estén rotos, lo que no suele ser aquí el caso. Sue Palmer, autora del libro Infancia tóxica ( Toxic Childhood ), estima que, al asociar la felicidad personal y el respeto a los mayores con la adquisición de cosas materiales, cuando éstas no aparecen, no hay que sorprenderse si algunos chicos salen a buscarlas de forma poco ortodoxa.
«En una sociedad secular y motivada sólo por consumismo como lo es la nuestra, el único valor ético reconocido por la mayoría de los adultos es una vaga noción de relativismo moral. Para muchos niños que están solos en sus habitaciones o en la jungla de la calle, esto se traduce en un «todo vale». Los hemos dejado demasiado tiempo a merced del mercado y, si no actuamos pronto, las consecuencias serán nefastas», advirtió.
Por el informe, el director de Unicef, David Bull, pidió al gobierno que prohíba la publicidad de productos dirigidos a niños y que tome medidas que reduzcan las horas de trabajo de las familias y alienten su permanencia en los hogares.No fue la pobreza
El estudio de Unicef llevó a muchos expertos a opinar que la principal causa de los disturbios de Londres, en julio pasado, fue el consumismo y no la pobreza o el malestar social.
La falta de tiempo
Los británicos trabajan más horas que personas de otros países europeos. Según el informe, los padres británicos buscan compensar esas largas ausencias con regalos materiales.
La felicidad tiene forma de zapatos
Una niña entrevistada por los investigadores de Unicef contó que consideraba que un día feliz era aquel en el que le regalaban zapatos nuevos..

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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