Es difícil explicar que un Estado recurra a los mismos procedimientos que usan los fondos buitre, que emplean tretas innobles y dispersan versiones sobre empresas codiciadas para bajarles el precio y apropiarse de ellas. Es el mismo método al que recurrió el kirchnerismo para hacerse, por vía directa o de terceros, del dominio accionario de YPF, propiedad mayoritaria de la española Repsol. Es más complicado aún explicar esas maneras en un gobierno que denuncia el lobby de los fondos buitre hasta para justificar por qué 40 países protestaron ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por el cierre aquí de importaciones.
No hay interlocutores en la Argentina. No es un problema menor para inversores y funcionarios del exterior. El presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, postergó el viaje a Buenos Aires que se proponía hacer esta semana, presuntamente porque no tenía agenda aquí con nadie del Gobierno. El conflicto no es sólo de agenda. La confianza en los funcionarios argentinos está muy debilitada o se ha extinguido. Julio De Vido es ahora el encargado de presionar a los gobernadores petroleros (y lo hace con la convicción de los conversos) para que desplumen a YPF. De Vido era, hasta hace poco, el principal divulgador de las ventajas de la YPF argentinizada con la incorporación de la familia Eskenazi.
La opinión de la Presidenta está igualmente en duda. Suele cambiar de ideas con demasiada frecuencia y también acostumbra a desconocer a los aliados muy rápidamente. La palabra de un líder político, y su perseverancia en el respeto de los acuerdos, es un capital invalorable que Cristina Kirchner subestimó siempre. Ella misma promocionó la gestión de los Eskenazi en YPF hasta fines del año pasado. Luego decidió denunciar los acuerdos que había hecho su propio esposo (la compra de acciones con dividendos por parte de los Eskenazi) y condenó a españoles y argentinos de YPF, sin darles el derecho a la defensa. El diálogo, que ella proclama ente el secretario general de las Naciones Unidas por las Malvinas, está clausurado en el caso YPF. Si fuera cierto que los británicos hacen uso del poder para no dialogar, la presidenta argentina comete el mismo pecado: cree también que el poder da derechos.
YPF está en medio de una tormenta de rumores desde hace más de dos meses. El valor de la empresa ha caído casi a la mitad en ese tiempo. Ayer las acciones se desplomaron en la Bolsa de Buenos Aires, pero ya había padecido un notable derrumbe el día anterior en la Bolsa de Nueva York. Las versiones señalan que habría dos o tres alternativas para estatizar parcial o totalmente la empresa. Una posición menos radical la lideraría De Vido, ya sin mucha influencia en la administración. La línea más fundamentalista reconocería como jefe al viceministro de Economía, Axel Kicillof. Rumores viejos o nuevos, que duran a veces un solo día.
Algunos empresarios petroleros suponen que la portentosa YPF podría caer milagrosamente en sus manos en medio de esta contienda. Es el caso de Carlos Bulgheroni, retratado por el diario español El Mundo como el candidato del kirchnerismo para hacerse cargo de la compañía. Bulgheroni es un viejo y fuerte crítico de la gestión petrolera de YPF, anterior y posteriormente al desembarco de los Eskenazi en la mayor empresa argentina. Bulgheroni es un empresario petrolero. Es menos descifrable que el gobierno de los Kirchner se ofusque ahora por la gestión petrolera de Repsol cuando les dio la explotación de innumerables pozos petroleros a empresarios sin experiencia en esos negocios, aunque todos portadores del preciado carnet de amigos del poder. ¿Cuánto han invertido? ¿Qué es de la vida de esos pozos?
Está confirmada, en cambio, la asombrosa presencia de perdurables influyentes. Es el caso del ex ministro menemista Roberto Dromi, que trocó de cerebro de las privatizaciones en los años 90 a arquitecto jurídico de la estatización petrolera en tiempos kirchneristas.
En los 90, Dromi era conocido por sus asiduos y aceitados vínculos con las empresas españolas que llegaron a la Argentina, sobre todo con Iberia y con Telefónica. Repsol se hizo cargo de YPF cuando ya Dromi no estaba en el gobierno de Menem, pero todavía influía entre sus funcionarios. Ahora, Dromi es asesor de un importante y conocido banco de inversión y del propio ministro De Vido. ¿Qué mejor desarmador, en última instancia, que el que armó todo?
El petróleo es un negocio inabordable en tiempos kirchneristas. Cristina Kirchner le aseguró al presidente chileno, Sebastián Piñera, que le devolvería la concesión del pozo que le habían quitado a la empresa estatal chilena de petróleo, ENAP, apenas 24 horas antes de la visita de la presidenta argentina a Santiago. Los funcionarios de ENAP no quieren saber nada con la devolución de ese pozo; nunca pudieron recuperar la inversión que hicieron. Cristina le aseguró a Piñera que el pozo volvería a ser de ENAP, pero sin la sociedad con YPF. Como se ve, es la Presidenta, y no los presionados gobernadores, la que decide sobre los pozos.
El gobierno español prepara una dura reacción si la administración argentina tocara los intereses de su principal empresa. El clima en España es ahora el peor que le tocó a un gobierno argentino desde 1983. De alguna manera, esa atmósfera la reflejó ayer el diario español El País en uno de los más duros editoriales que haya escrito sobre el gobierno de los Kirchner. Llegó a preguntarse si sería posible que acciones de tal naturaleza contra empresas privadas fueran perdonables en un país que está en el G-20, como lo está la Argentina. Una pregunta es inevitable: ¿Cristina Kirchner hubiera llegado tan lejos contra capitales españoles si España no estuviera atravesando la más grave crisis económica de su democracia? Seguramente no.
Hay cosas que los extranjeros no pueden entender, pero el problema del gobierno argentino es que se está quedando sin recursos. Tampoco quiere pagar ningún precio político. Como el déficit de los subterráneos debe ser arreglado por Mauricio Macri, YPF debió hacerse cargo de parte del inexplicable y monumental déficit de Aerolíneas Argentinas. La petrolera bajó el precio del combustible de los aviones, que es el principal insumo de la compañía aérea. Es poco. También debería hacerse cargo de gran parte del gas importado y venderlo en el país a pérdida. La caja de YPF es un recurso importante entre penurias actuales y por venir, como lo fue en el conflictivo 2008 la renta de los productores agropecuarios.
Eso explica la voracidad de hoy, la clausura del diálogo y la cancelación de cualquier noción de legalidad. El futuro, que está en riesgo, nunca fue prioridad ni materia de los Kirchner..
No hay interlocutores en la Argentina. No es un problema menor para inversores y funcionarios del exterior. El presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, postergó el viaje a Buenos Aires que se proponía hacer esta semana, presuntamente porque no tenía agenda aquí con nadie del Gobierno. El conflicto no es sólo de agenda. La confianza en los funcionarios argentinos está muy debilitada o se ha extinguido. Julio De Vido es ahora el encargado de presionar a los gobernadores petroleros (y lo hace con la convicción de los conversos) para que desplumen a YPF. De Vido era, hasta hace poco, el principal divulgador de las ventajas de la YPF argentinizada con la incorporación de la familia Eskenazi.
La opinión de la Presidenta está igualmente en duda. Suele cambiar de ideas con demasiada frecuencia y también acostumbra a desconocer a los aliados muy rápidamente. La palabra de un líder político, y su perseverancia en el respeto de los acuerdos, es un capital invalorable que Cristina Kirchner subestimó siempre. Ella misma promocionó la gestión de los Eskenazi en YPF hasta fines del año pasado. Luego decidió denunciar los acuerdos que había hecho su propio esposo (la compra de acciones con dividendos por parte de los Eskenazi) y condenó a españoles y argentinos de YPF, sin darles el derecho a la defensa. El diálogo, que ella proclama ente el secretario general de las Naciones Unidas por las Malvinas, está clausurado en el caso YPF. Si fuera cierto que los británicos hacen uso del poder para no dialogar, la presidenta argentina comete el mismo pecado: cree también que el poder da derechos.
YPF está en medio de una tormenta de rumores desde hace más de dos meses. El valor de la empresa ha caído casi a la mitad en ese tiempo. Ayer las acciones se desplomaron en la Bolsa de Buenos Aires, pero ya había padecido un notable derrumbe el día anterior en la Bolsa de Nueva York. Las versiones señalan que habría dos o tres alternativas para estatizar parcial o totalmente la empresa. Una posición menos radical la lideraría De Vido, ya sin mucha influencia en la administración. La línea más fundamentalista reconocería como jefe al viceministro de Economía, Axel Kicillof. Rumores viejos o nuevos, que duran a veces un solo día.
Algunos empresarios petroleros suponen que la portentosa YPF podría caer milagrosamente en sus manos en medio de esta contienda. Es el caso de Carlos Bulgheroni, retratado por el diario español El Mundo como el candidato del kirchnerismo para hacerse cargo de la compañía. Bulgheroni es un viejo y fuerte crítico de la gestión petrolera de YPF, anterior y posteriormente al desembarco de los Eskenazi en la mayor empresa argentina. Bulgheroni es un empresario petrolero. Es menos descifrable que el gobierno de los Kirchner se ofusque ahora por la gestión petrolera de Repsol cuando les dio la explotación de innumerables pozos petroleros a empresarios sin experiencia en esos negocios, aunque todos portadores del preciado carnet de amigos del poder. ¿Cuánto han invertido? ¿Qué es de la vida de esos pozos?
Está confirmada, en cambio, la asombrosa presencia de perdurables influyentes. Es el caso del ex ministro menemista Roberto Dromi, que trocó de cerebro de las privatizaciones en los años 90 a arquitecto jurídico de la estatización petrolera en tiempos kirchneristas.
En los 90, Dromi era conocido por sus asiduos y aceitados vínculos con las empresas españolas que llegaron a la Argentina, sobre todo con Iberia y con Telefónica. Repsol se hizo cargo de YPF cuando ya Dromi no estaba en el gobierno de Menem, pero todavía influía entre sus funcionarios. Ahora, Dromi es asesor de un importante y conocido banco de inversión y del propio ministro De Vido. ¿Qué mejor desarmador, en última instancia, que el que armó todo?
El petróleo es un negocio inabordable en tiempos kirchneristas. Cristina Kirchner le aseguró al presidente chileno, Sebastián Piñera, que le devolvería la concesión del pozo que le habían quitado a la empresa estatal chilena de petróleo, ENAP, apenas 24 horas antes de la visita de la presidenta argentina a Santiago. Los funcionarios de ENAP no quieren saber nada con la devolución de ese pozo; nunca pudieron recuperar la inversión que hicieron. Cristina le aseguró a Piñera que el pozo volvería a ser de ENAP, pero sin la sociedad con YPF. Como se ve, es la Presidenta, y no los presionados gobernadores, la que decide sobre los pozos.
El gobierno español prepara una dura reacción si la administración argentina tocara los intereses de su principal empresa. El clima en España es ahora el peor que le tocó a un gobierno argentino desde 1983. De alguna manera, esa atmósfera la reflejó ayer el diario español El País en uno de los más duros editoriales que haya escrito sobre el gobierno de los Kirchner. Llegó a preguntarse si sería posible que acciones de tal naturaleza contra empresas privadas fueran perdonables en un país que está en el G-20, como lo está la Argentina. Una pregunta es inevitable: ¿Cristina Kirchner hubiera llegado tan lejos contra capitales españoles si España no estuviera atravesando la más grave crisis económica de su democracia? Seguramente no.
Hay cosas que los extranjeros no pueden entender, pero el problema del gobierno argentino es que se está quedando sin recursos. Tampoco quiere pagar ningún precio político. Como el déficit de los subterráneos debe ser arreglado por Mauricio Macri, YPF debió hacerse cargo de parte del inexplicable y monumental déficit de Aerolíneas Argentinas. La petrolera bajó el precio del combustible de los aviones, que es el principal insumo de la compañía aérea. Es poco. También debería hacerse cargo de gran parte del gas importado y venderlo en el país a pérdida. La caja de YPF es un recurso importante entre penurias actuales y por venir, como lo fue en el conflictivo 2008 la renta de los productores agropecuarios.
Eso explica la voracidad de hoy, la clausura del diálogo y la cancelación de cualquier noción de legalidad. El futuro, que está en riesgo, nunca fue prioridad ni materia de los Kirchner..
¡La Caja! ¡El manotazo a la Caja…! Clásico de clásicos…