Por cada dólar que vale YPF, hay otro dólar de deuda que hoy pesa en su balance. En rigor, con cada minuto que pasa, YPF aumenta su deuda en mayor proporción que su activo y su patrimonio, algo que representa un incremento de más de $ 1 millón por hora.
Según los números que la propia compañía presentó en la Bolsa de Nueva York, su pasivo a fines de 2011 (lo que la empresa adeuda a otros) asciende a u$s 8.351 millones, paradójicamente una cifra apenas superior de los u$s 8.342 millones que vale la empresa, a u$s 21 por acción. El gran pecado mortal de YPF fue descapitalizarse, es decir, distribuir entre los accionistas todas las ganancias que tenía, pero además una parte de su patrimonio a expensas de los planes de inversión y exploración de hidrocarburos, o de la financiación de parte de ellos con nueva deuda, señaló un ex directivo de la firma que participó en numerosas decisiones hace algunos años.
El cuadro de situación, la relación entre los activos y pasivos de la compañía, y la velocidad a la que aumentan esos compromisos futuros, es la peor combinación existente entre estas variables desde que la firma fuera privatizada en 1999: disminución de las reservas pasó de 15 años en 1998 a 4,8 años en 2009, aumento del endeudamiento, desproporción del reparto de dividendos respecto de las ganancias hasta 250% y reducción del patrimonio, todo cabe en este universo llamado YPF porque, en opinión de los especialistas, el deterioro no es nuevo y el tiempo, siempre diestro escultor de lo aparenta quimérico, le ha exigido sacrificios de inversión y financiación a la empresa que ésta no ha podido satisfacer.
Las razones para que esto tenga lugar hay que buscarlas en la férrea condición de descapitalización que significó el acuerdo auspiciado por el ex presidente Néstor Kirchner entre Repsol y la familia Eskenazi, ya que, tal como se comunicó a la Comisión de Valores de EE.UU. (SEC, por sus siglas en inglés) el convenio obligaba a YPF a repartir dividendos por, al menos 90% de los ganancias netas declaradas, por 10 años. Con esos dividendos se suponía que la familia Eskenazi, a través de la firma Petersen Energía y Petersen Energía Inversora (ambas españolas) pagaría el préstamo que tomó de un consorcio de bancos y del propio Repsol para quedarse con el 25,4% de la compañía.
Esta árida (el verbo queda corto) condición financiera para cualquier compañía fue fatal para YPF. Hay que mencionar que cualquier petrolera en el mundo reparte un promedio del 30% de las ganancias, no del 90%. Sólo así se comprende que, por ejemplo, en el año 2008, YPF repartió 250% de sus ganancias entre sus accionistas, es decir que por cada u$s 1 que ganó ese año, entregó u$s 2,50 en concepto de dividendos, lo que indudablemente le trajo consecuencias que decantaron en un mayor endeudamiento, la única forma para no caer definitivamente en un impago. Los números oficiales de los balances presentados por YPF en la Bolsa porteña (que pueden consultarse en la página de la Comisión Nacional de Valores www.cnv.gob.ar, en el apartado Información Financiera, Emisora, YPF) hablan por sí solos: el activo de la empresa (los bienes, derechos y recursos de la compañía) desde el ingreso del Grupo Petersen, pasó desde los $ 38.102 millones al
31 de diciembre de 2007, a los
$ 55.399 millones del 31 de diciembre de 2011, lo que significa un incremento del 45%. El pasivo pasó en las mismas fechas, de $ 12.042 millones a $ 36.664 millones, es decir, aumentó un 204%. Si bien el deterioro de los números no es nuevo, los especialistas consultados señalan que en el último año, el endeudamiento duplicó su velocidad. En rigor, mientras en 2010 la deuda creció en $ 5.503 millones, en 2011 la cifra saltó en $ 9.115 millones.
En este sentido, otro rasgo distintivo para la petrolera es que su patrimonio neto hoy en $ 18.735 millones, representa apenas la mitad de los $ 36.664 millones de su pasivo. Es extraño, por no decir que no existe, una compañía petrolera en el mundo que tenga su patrimonio al 50% de sus pasivos, señaló el director financiero de una compañía del rubro.
La ruta de la deuda
Al descifrar los números del endeudamiento conviene pararse en los préstamos contraídos por YPF con bancos y en el mercado de capitales. Mientras en 2009 el stock de préstamos era de $ 6.819 millones, en 2011, esa cifra llegó a $ 12.767 millones, lo que representa un incremento de 87%. Así, YPF se endeudó con bancos y emisiones de bonos en unos $ 247 millones por mes durante los últimos 2 años. También en los préstamos de corto y largo plazo con proveedores en el balance se lo llama cuentas por pagar se descubre que en los últimos dos años estos han crecido en forma pronunciada alcanzando un nivel a fines de 2011 de $ 18.795 millones, un salto del 83%. En la síntesis, se demuestra que en los últimos 4 años, la empresa pasó de ser superavitaria por u$s 800 millones, a deficitaria en u$s 2.670 millones.
Los altos niveles de deuda de corto plazo y la perspectiva de un mayor nivel de endeudamiento como resultado de elevados pagos de dividendos y crecientes niveles de inversiones han impactado en el balance de la compañía, dijo Daniela Cuan, analista senior de la agencia calificadora de riesgo Moodys.