Alejandro Bercovich
Sin decir agua va y como si no hubiese sido derrotado en las urnas hace apenas seis semanas, el kirchnerismo le impuso el presidente del Banco Central al próximo gobierno. Con votos de la oposición radical, que hasta lo ponderó por su mesura, el mendocino Juan Carlos Fábrega obtuvo la venia de la Comisión de Acuerdos del Senado que durante tres años le habían negado a Mercedes Marcó del Pont y se quedará hasta 2019, aunque el plazo luzca disparatado mientras haya que seguir sacrificando 800 millones de dólares por semana. El establishment, por su parte, desplegó en estos días todas sus velas para arrimarse como sea al nuevo equipo económico. Pese a que recibieron con frialdad el discurso de Axel Kicillof en la Conferencia Industrial de la UIA, ejecutivos de todos los sectores tomaron nota de que el Gobierno reunificó en él la conducción de la economía para aplacar las internas que desataron la actual crisis cambiaria. El jefe del Palacio de Hacienda volará hoy a China para cerrar la gira que inició Julio De Vido por Rusia con el objetivo que se adelantó en esta columna el viernes pasado: reforzar las reservas del Central con préstamos para infraestructura de esas dos potencias orientales, mientras devalúa el peso a contramano de previas declamaciones y apuesta a desarmar de a poco el cepo cambiario.
Kicillof se explayó más de lo previsto ante los industriales el lunes y debió apurar a los gritos a Augusto Costa, el reemplazante de Guillermo Moreno, porque llegaba tarde desde el remoto Sofitel de Los Cardales a una conferencia de prensa en Economía. A Costa lo frenó en el camino de salida no menos de una docena de ejecutivos. Todos le entregaban tarjetas personales y le pedían reunirse con él antes del ritual éxodo navideño a Punta del Este. Algo parecido a lo que le había pasado la semana anterior a Kicillof en la Convención Anual de la Cámara de la Construcción, donde el gerente de una constructora fue a llevarle la suya al baño de caballeros y le preguntó sin sonrojarse “¿hasta acá te tengo que seguir?”.
Los industriales aplaudieron poco y no escondieron sus quejas tras lo que algunos consideraron “una clase de facultad”. Miguel Acevedo, de Aceitera General Deheza, opinó que había hablado “más de política que de economía”. Martín Berardi, de Siderar, agregó que “tiene razón en que hay que invertir más, pero entonces que habilite la amortización acelerada de la maquinaria”. Más entusiasmado se mostró ante este diario Isaías Draier, del laboratorio Elea: “Yo lo vi muy bien. Y lo que dijo que hay que hacer es lo que hace la industria farmacéutica desde hace años. Por eso somos competitivos”, analizó.
En el patricio hotel Alvear, el miércoles, el mismo Héctor Méndez que había presidido la Conferencia de la UIA se sentó a la mesa principal del Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (CiCyP) junto al anfitrión Eduardo Eurnekian, al jefe de la influyente COPAL, Daniel Funes de Rioja, a Santiago Blaquier (Ledesma) y al presidente de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere. Todos siguieron embelesados el discurso que desgranó el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, sobre la división de poderes y la seguridad jurídica para la propiedad privada. Ironías de la historia: a Eurnekian lo flanqueaba el embajador ruso en Buenos Aires, Víctor Koronelli, quien de joven llegó a trabajar en la legación de la URSS en La Habana.
El dueño de Aeropuertos 2000 intentará ganar junto a sus socios de la estatal rusa Inter Rao la licitación que relanzó esta semana el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, para la represa neuquina de Los Chihuidos, que requerirá unos u$s 5.000 millones de la banca de fomento de ese país. De Vido voló a Moscú para aceitar ese crédito y se sumará a Kicillof el lunes en Beijing. En la capital china espera a ambos el cordobés Gerardo Ferreyra, de Electroingeniería, a quien el Gobierno adjudicó la construcción de otro complejo hidroeléctrico, el Kirchner–Cepernic. Como los socios rusos de Eurnekian, los chinos de Ferreyra pugnan por proveer la tecnología que usará Argentina en las represas y por quedarse con activos energéticos en la región. Por eso el China Development Bank (CDB) envió una carta al secretario de Finanzas, Pablo López, para confirmarle que el dinero está y negociar en qué plazos lo gira.
Me quiero ir
Sin acuerdo en el Senado para terminar de cumplir el deseo de irse que expresó involuntariamente ante la TV griega, Hernán Lorenzino empezó a torpedear en privado a Kicillof. Al igual que Moreno, quien les aclaró a varios grandes jugadores del consumo masivo que les dejaba “las manos libres” días antes de la macondiana fiesta de despedida que le armó el viernes pasado UPCN, el primer ministro que acepta renunciar para asumir como subordinado de su sucesor transmitió su punto de vista a un puñado de financistas: si no hay pacto con el Club de París, les dijo, la estrategia oficial para recomponer las reservas fracasará. Por eso se apuró a elevar al Secretariado de ese club de países ricos acreedores un pedido formal para retomar las negociaciones, que Kicillof siempre siguió con desdén. También gritó gol cuando supo que Capitanich había mencionado esas tratativas ante los 700 industriales que pagaron entre 20 y 30 mil pesos por cada mesa la Conferencia de la UIA.
Quien sí logró acuerdo del Senado –y en tiempo récord– fue Fábrega, quien desde el lunes empezará a mostrarse más activo y empezará por auditar las designaciones que firmó a último momento Marcó del Pont. El banquero central sólo reveló hasta ahora en el Congreso que “se está trabajando para corregir la caída de reservas”, pero en sus tres semanas al frente de Reconquista 266 administró la “devalueta” que Cristina Kirchner condenaba en sus discursos pre-licencia médica. Mientras tanto, soporta con nervios de acero una sangría récord que fluctúa entre los 100 y los 200 millones de dólares diarios. Tanto él como Kicillof creen que hay que tolerar el drenaje mientras se alinean los distintos dólares que parió el control de cambios de 2011. El paso siguiente que proyectan, que empezó a ponerse en marcha ayer, es aflojar de a poco ese cepo a la compra de divisas.
La banca privada festejó a Fábrega, no sólo por la buena relación que tejieron cuando él piloteaba el Nación sino también por la normalización que implica la venia del Congreso. En el Central especulan con que antes de las Fiestas también podrían lograr acuerdo del Senado los cuatro nuevos miembros que desembarcaron en su directorio: los “fabreguistas” Juan Carlos Belmonte y Eduardo Barbier, el “coquista” Sebastián Aguilera y el “kicillofista” Germán Feldman, quien reemplazó al flamante secretario de Finanzas, Pablo López. En el Central, así, Kicillof no acrecentó su poder sino que se limitó a mantenerlo.
Sin decir agua va y como si no hubiese sido derrotado en las urnas hace apenas seis semanas, el kirchnerismo le impuso el presidente del Banco Central al próximo gobierno. Con votos de la oposición radical, que hasta lo ponderó por su mesura, el mendocino Juan Carlos Fábrega obtuvo la venia de la Comisión de Acuerdos del Senado que durante tres años le habían negado a Mercedes Marcó del Pont y se quedará hasta 2019, aunque el plazo luzca disparatado mientras haya que seguir sacrificando 800 millones de dólares por semana. El establishment, por su parte, desplegó en estos días todas sus velas para arrimarse como sea al nuevo equipo económico. Pese a que recibieron con frialdad el discurso de Axel Kicillof en la Conferencia Industrial de la UIA, ejecutivos de todos los sectores tomaron nota de que el Gobierno reunificó en él la conducción de la economía para aplacar las internas que desataron la actual crisis cambiaria. El jefe del Palacio de Hacienda volará hoy a China para cerrar la gira que inició Julio De Vido por Rusia con el objetivo que se adelantó en esta columna el viernes pasado: reforzar las reservas del Central con préstamos para infraestructura de esas dos potencias orientales, mientras devalúa el peso a contramano de previas declamaciones y apuesta a desarmar de a poco el cepo cambiario.
Kicillof se explayó más de lo previsto ante los industriales el lunes y debió apurar a los gritos a Augusto Costa, el reemplazante de Guillermo Moreno, porque llegaba tarde desde el remoto Sofitel de Los Cardales a una conferencia de prensa en Economía. A Costa lo frenó en el camino de salida no menos de una docena de ejecutivos. Todos le entregaban tarjetas personales y le pedían reunirse con él antes del ritual éxodo navideño a Punta del Este. Algo parecido a lo que le había pasado la semana anterior a Kicillof en la Convención Anual de la Cámara de la Construcción, donde el gerente de una constructora fue a llevarle la suya al baño de caballeros y le preguntó sin sonrojarse “¿hasta acá te tengo que seguir?”.
Los industriales aplaudieron poco y no escondieron sus quejas tras lo que algunos consideraron “una clase de facultad”. Miguel Acevedo, de Aceitera General Deheza, opinó que había hablado “más de política que de economía”. Martín Berardi, de Siderar, agregó que “tiene razón en que hay que invertir más, pero entonces que habilite la amortización acelerada de la maquinaria”. Más entusiasmado se mostró ante este diario Isaías Draier, del laboratorio Elea: “Yo lo vi muy bien. Y lo que dijo que hay que hacer es lo que hace la industria farmacéutica desde hace años. Por eso somos competitivos”, analizó.
En el patricio hotel Alvear, el miércoles, el mismo Héctor Méndez que había presidido la Conferencia de la UIA se sentó a la mesa principal del Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (CiCyP) junto al anfitrión Eduardo Eurnekian, al jefe de la influyente COPAL, Daniel Funes de Rioja, a Santiago Blaquier (Ledesma) y al presidente de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere. Todos siguieron embelesados el discurso que desgranó el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, sobre la división de poderes y la seguridad jurídica para la propiedad privada. Ironías de la historia: a Eurnekian lo flanqueaba el embajador ruso en Buenos Aires, Víctor Koronelli, quien de joven llegó a trabajar en la legación de la URSS en La Habana.
El dueño de Aeropuertos 2000 intentará ganar junto a sus socios de la estatal rusa Inter Rao la licitación que relanzó esta semana el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, para la represa neuquina de Los Chihuidos, que requerirá unos u$s 5.000 millones de la banca de fomento de ese país. De Vido voló a Moscú para aceitar ese crédito y se sumará a Kicillof el lunes en Beijing. En la capital china espera a ambos el cordobés Gerardo Ferreyra, de Electroingeniería, a quien el Gobierno adjudicó la construcción de otro complejo hidroeléctrico, el Kirchner–Cepernic. Como los socios rusos de Eurnekian, los chinos de Ferreyra pugnan por proveer la tecnología que usará Argentina en las represas y por quedarse con activos energéticos en la región. Por eso el China Development Bank (CDB) envió una carta al secretario de Finanzas, Pablo López, para confirmarle que el dinero está y negociar en qué plazos lo gira.
Me quiero ir
Sin acuerdo en el Senado para terminar de cumplir el deseo de irse que expresó involuntariamente ante la TV griega, Hernán Lorenzino empezó a torpedear en privado a Kicillof. Al igual que Moreno, quien les aclaró a varios grandes jugadores del consumo masivo que les dejaba “las manos libres” días antes de la macondiana fiesta de despedida que le armó el viernes pasado UPCN, el primer ministro que acepta renunciar para asumir como subordinado de su sucesor transmitió su punto de vista a un puñado de financistas: si no hay pacto con el Club de París, les dijo, la estrategia oficial para recomponer las reservas fracasará. Por eso se apuró a elevar al Secretariado de ese club de países ricos acreedores un pedido formal para retomar las negociaciones, que Kicillof siempre siguió con desdén. También gritó gol cuando supo que Capitanich había mencionado esas tratativas ante los 700 industriales que pagaron entre 20 y 30 mil pesos por cada mesa la Conferencia de la UIA.
Quien sí logró acuerdo del Senado –y en tiempo récord– fue Fábrega, quien desde el lunes empezará a mostrarse más activo y empezará por auditar las designaciones que firmó a último momento Marcó del Pont. El banquero central sólo reveló hasta ahora en el Congreso que “se está trabajando para corregir la caída de reservas”, pero en sus tres semanas al frente de Reconquista 266 administró la “devalueta” que Cristina Kirchner condenaba en sus discursos pre-licencia médica. Mientras tanto, soporta con nervios de acero una sangría récord que fluctúa entre los 100 y los 200 millones de dólares diarios. Tanto él como Kicillof creen que hay que tolerar el drenaje mientras se alinean los distintos dólares que parió el control de cambios de 2011. El paso siguiente que proyectan, que empezó a ponerse en marcha ayer, es aflojar de a poco ese cepo a la compra de divisas.
La banca privada festejó a Fábrega, no sólo por la buena relación que tejieron cuando él piloteaba el Nación sino también por la normalización que implica la venia del Congreso. En el Central especulan con que antes de las Fiestas también podrían lograr acuerdo del Senado los cuatro nuevos miembros que desembarcaron en su directorio: los “fabreguistas” Juan Carlos Belmonte y Eduardo Barbier, el “coquista” Sebastián Aguilera y el “kicillofista” Germán Feldman, quien reemplazó al flamante secretario de Finanzas, Pablo López. En el Central, así, Kicillof no acrecentó su poder sino que se limitó a mantenerlo.