La estatización de un gigante resucita un viejo debate en Francia

Política industrial
El Estado comprará el 20% de Alstom tras aprobar su alianza con el grupo norteamericano General Electric; «es un éxito para el país», dijo el ministro de Economía
PARÍS.- Nacionalización o desindustrialización . Ese debate, que atraviesa desde hace más de un siglo el mapa de Europa y América latina, acaba de resucitar en Francia con la decisión del gobierno de estatizar una parte del gigante industrial Alstom.
«Es una victoria para Alstom, un éxito para Francia y un innegable logro político para los partidarios del retorno del Estado a la economía», declaró anoche un triunfal Arnaud Montebourg, ministro francés de Economía.
Pocos minutos antes, a través de un comunicado,Alstom anunciaba que había «retenido por unanimidad» la oferta del norteamericano General Electric (GE) para comprar sus actividades en el sector energético, evaluadas en 12.350 millones de euros. Al mismo tiempo, el gobierno francés informó que comprará el 20% del capital del gigante de la electricidad, energía nuclear y transporte a la empresa Bouygues, principal accionista, que poseía hasta ahora el 29,4% del paquete accionario.
«Para el gobierno, su ingreso en el capital de Alstom es la condición sine qua non para autorizar cualquier acuerdo de asociación», había advertido Montebourg el viernes en una carta al presidente de General Electric, Jeffrey Immelt.
Con ese 20%, el Estado francés será el principal socio de GE en tres áreas donde la empresa estadounidense y Alstom tendrán cada una 50% del capital: distribución eléctrica, energías renovables y turbinas nucleares. Francia tendrá una «acción de oro» adicional, que le permitirá ejercer un derecho de veto en esas joint ventures.
Y aunque GE se quedará con la parte más importante de Alstom -su sector global de construcción de turbinas de gas-, para Montebourg y el gobierno el acuerdo permitió salvar un histórico principio de la política industrial francesa: el papel central del Estado.
En los tres meses que duraron las negociaciones, abundaron los desacuerdos en el seno del gobierno. Incluso el mismo Montebourg cambió de opinión varias veces. Hasta hace poco, el ministro preconizaba la venta a Siemens. El grupo alemán terminó uniendo fuerzas con el japonés Mitsubishi Heavy Industries con objeto de proponer un acuerdo que pudiera superar a GE.
Para el gobierno, la decisión de intervenir en el acuerdo se impuso a fines de abril, cuando filtró la información de que Bouygues, en frágil situación financiera, estaba decidido a vender el sector energético de Alstom al mejor postor. «Es verdad que el Estado francés impidió que Alstom fuera tirada por la ventana y se desmantelara un ícono de la industria», reconoció Joe Kaeser, director ejecutivo de Siemens.
«El éxito de esta operación lo debemos al esfuerzo de Arnaud Montebourg», dijo ayer el primer ministro Manuel Valls. Tal vez lo haya hecho para exorcizar el riesgo de que el ministro de Economía cumpla su amenaza de renunciar, molesto por el reciente giro del presidente François Hollande a favor de una política más liberal. «Valls prefiere ver a su exuberante colega en el gabinete que causando problemas desde afuera», ironizó un asesor del jefe de gobierno.
En un país acostumbrado a la omnipotencia del Estado, la cruzada de Montebourg encontró un amplio apoyo en todos los sectores. Hace diez años, el ex presidente conservador Nicolas Sarkozy, por entonces ministro de Finanzas, salvó una primera vez a Alstom con fondos públicos. En aquel momento, para evitar que cayera en manos de Siemens.
Ésta tampoco fue la primera vez que el gobierno socialista acude en ayuda de un gran grupo industrial francés. A comienzos de año, Montebourg compró acciones de PSA Peugeot Citroën por un valor de 800 millones de euros para equiparar la inversión del chino Dongfeng a fin de evitar la quiebra del constructor automotriz francés.
«La decisión de invertir dinero público se produce cada vez que el gobierno considera que la globalización amenaza el tejido industrial y tecnológico francés con la consiguiente destrucción de puestos de trabajo», explica el economista Philippe Dessertine.
Montebourg convenció a Manuel Valls de extender por decreto el veto gubernamental que protegía a los sectores estratégicos contra cualquier operación hostil extranjera. Ahora, además de la defensa y la tecnología, están incluidos la energía, los transportes, las telecomunicaciones, el agua y los sectores de la salud.
Un grupo estratégico
Alstom es una de las joyas empresariales de Francia
El gigante industrial emplea a 18.000 personas en Francia, sobre un total de 90.000 en todo el mundo. Su volumen de negocios en el último ejercicio fiscal superó los 20.000 millones de euros
Se especializa en la distribución eléctrica, las energías renovables y las turbinas nucleares
Alstom contará con la participación del estado francés, que compró un 20% de sus acciones, y de la multinacional norteamericana General Electric. Francia tendrá además una «acción de oro»
El grupo suministra a la eléctrica EDF las turbinas de vapor para los reactores de sus centrales nucleares
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