La mística de una nueva época

La información dice que la desocupación bajó al 6,4 %; que ya son más de medio millón los jóvenes inscriptos para percibir la asignación por estudios del Plan Progresar; que el dólar se estabiliza con rumbo a la baja; que los empresarios industriales y los gremios representativos del sector metalúrgico y de la construcción firmaron un documento de apoyo al modelo político económico del Gobierno Nacional; que la más poderosa empresa petrolera de Malasia decidió invertir en nuestro yacimiento de Vaca Muerta; que la campaña de Precios Cuidados avanza viento en popa; que el turismo local rompió nuevamente todos los récords de consumo, pasajes y hotelería en estas vacaciones; y que se organiza una gran movilización popular para acompañar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner el día en que brinde su informe anual ante el Congreso, el próximo 1° de marzo.
La información dice que, al mismo tiempo que suceden aquellas noticias, miles de pibes se quedarán sin vacantes escolares en la ciudad de Buenos Aires; que la violencia de las bandas narcos sigue azotando a Rosario; que los opositores argentinos en su gran mayoría salieron a apoyar a los opositores destituyentes venezolanos que hoy incendian Venezuela; y que continúan remarcando precios a su antojo algunos poderosos grupos económicos generando un clima de psicosis gondolera.
Entre estos carriles tan distintos se dispara la vida en el año que comienza a andar.
Queda claro que a la oposición mediática no hay pororó que les caiga bien. Se empeñan en cada tranco de la realidad a dinamitar la construcción colectiva de un proyecto de país que le permite al pueblo argentino en su conjunto vivir cada vez mejor.
Veamos sino.
La oposición política mediática pedía actualizar el valor del cambio; y el Gobierno lo actualizó. Pedían políticas de inclusión para los jóvenes que ni estudian ni trabajan; y el Gobierno creó el Plan Progresar. Pedían reformular los índices que publica el Indec; y el Gobierno creó el más moderno y completo registro de precios al consumidor en la historia del Estado. Pedían que haya más inversiones externas; y nuestra YPF trae a la petrolera Petronas a invertir en la Argentina. Pedían que haya acuerdo con el Club de París por la deuda contraída por anteriores gobiernos; y en ese camino estamos.
Pero nada les viene bien.
Para hablar y despotricar contra el Gobierno y la Presidenta, para decir que “todo está mal”, para intentar una y otra vez bajar la moral y la esperanza a un pueblo que avanza en medio de un mundo cada vez más caótico, para apuntar contra la juventud y en particular contra la militancia que se identifica con el proyecto nacional, popular y democrático, para eso sí son mandados a hacer, desde la derecha a la falsa izquierda y viceversa.
En los años ’60 y ’70 del siglo pasado, la militancia política entregaba la vida, acertada o equivocadamente, por sus convicciones. Casi puramente por sus convicciones. Muchos guardaban el eco de los días peronistas del primer y segundo gobierno de Perón. Miraban el futuro desde ese pasado glorioso de nuestro pueblo. Y después leían al Che y a Fidel y a la Resistencia peronista y a Mao y a Lenin y a Ho Chi Minh, al Cordobazo y al Mayo Francés. Pero si observaban el espacio inmediato que los circundaba, todo sabía a esa amarga desolación causada por las distintas dictaduras que sucedieron a la “revolución libertadora” de Aramburu y Rojas.
Esa actitud de vida sólo se entendía y entiende por eso que algunos llamaban y aún llaman, mística. Y no pocas veces esa mística revolucionaria suplía y/o disimulaba la propia debilidad y orfandad política.
A diferencia de aquella, la mística de ahora, la de esta época, la de este siglo, está llena de realidades efectivas y se templa confrontando contra los intereses poderosos que quieren retrotraernos al siglo pasado.
Hoy no hay más lugar para la desolación. Ser parte de un continente que en este tramo de la historia está gobernado mayoritariamente por movimientos populares es una maravilla a la que están convocadas sólo algunas generaciones privilegiadas; como la generación presente.
Es cierto que las partes blandas de la democracia suelen huir de la confrontación cuando se llega a un punto de calentamiento y hervor transformador. Es lo que está ocurriendo ahora. Para comprobarlo alcanza con ver algún programa de los llamados “políticos” (como si hubiera programas que no lo son) y en donde pareciera que todos los gatos, de izquierda a derecha y viceversa, vuelven a ser pardos en la oscuridad que destellan sus afirmaciones. Paciencia. Es parte constitutiva del pensamiento democrático saber respetar y entender las diferencias y las flojeras. Lo importante es tener y compartir con el prójimo la convicción de que estamos en medio de una balacera destituyente en el campo de las ideas económicas, políticas, culturales y sociales. Todo lo que viene ocurriendo en el mundo, en la región y en la Argentina se entiende en el marco de esa confrontación de proyectos antagónicos para la construcción de perfiles de país.
Si perdemos de vista esta cuestión central, se pierde la brújula que permite saber dónde queda el norte y dónde el sur.
Lo dijimos otras veces: la cobertura mediática de la tan meneada inflación y la tan usada inseguridad es parte de una operación política de la derecha; del mismo modo que lo es el ocultamiento de la situación real de la economía popular.
Por eso, quien acierte en representar la continuidad y la profundización del proyecto de país que lidera Cristina, expresará seguramente en el próximo período presidencial la voluntad de un pueblo de vivir en paz, en democracia y con justicia social.
Pero quien quiera volver a tercerizar el gobierno en las corporaciones económicas mediáticas, tendrá que saber que diciembre del 2001 no le quedará atrás del calendario sino adelante.
Es esto lo que hoy se pone en juego en la región.
A defender la democracia en Venezuela y en toda América latina es la consigna de esta hora.
Y defender la democracia en esta hora es defender la vida.

Acerca de Napule

es Antonio Cicioni, politólogo y agnotólogo, hincha de Platense y adicto en recuperación a la pizza porteña.

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