La OTAN acusa a espionaje ruso de pagar campañas contra el “shale”

Internacionales Martes 24 de Junio de 2014
Se disparó en la crisis con Ucrania
• Dice que es para mantener extorsión energética sobre Europa.
• Tema para Cristina con Putin.
Por: Ignacio Zuleta
El secretario de la organización militar europea ocupó la tribuna de Chatham House, una de las más visibles de Gran Bretaña, para lanzar misil anti-Putin y las ligas que se oponen al “no convencional”.
La OTAN lanzó un misil que no tardará mucho en rebotar en estas costas y que le agrega un tema más a la agenda que conversarán en julio Cristina de Kirchner con Vladímir Putin. El secretario general de esa organización militar denunció que el Gobierno de Moscú y su sistema de espionaje están detrás de las campañas de grupos ambientalistas de Europa que se oponen al desarrollo de la explotación de gas y petróleo no convencional por el método del «fracking» o fractura hidráulica, el mismo que permitirá convertir a la Argentina en una potencia energética por la riqueza de yacimientos como el de Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén.
El danés Anders Fogh Rasmussen, que viene de ser primer ministro de su país, habló hace unos días en la Chatham House en una conferencia del Royal Instituto of International Affairs sobre la situación política de Europa. Cuando llegó el turno de las preguntas sobre la crisis de Rusia-Ucrania disparó: «Me he reunido con aliados que pueden informar de que Rusia, como parte de sus sofisticadas operaciones de información y desinformación, colabora activamente con las llamadas organizaciones no gubernamentales y organizaciones ambientales que trabajan contra el gas de fracking para mantener la dependencia europea del gas ruso importado».
Rasmussen alargó la respuesta con más argumentos sobre la necesidad de que Europa alcance seguridad energética y que para eso necesita desarrollar suministros alternativos necesarios para que un proveedor único de energía no sea capaz de chantajear a «una sola nación».
Europa depende del gas ruso en un 30% de lo que consume y la mitad de ese recurso proviene a través de Ucrania, que libra con Rusia una puja territorial de destino aún incierto.
La reacción de las organizaciones ecologistas fue inmediata y tan ingeniosa como la denuncia del danés: reclamaron pruebas de esa denuncia. Un vocero de ese sector respondió que «la idea de que somos títeres de Putin es tan ridícula que no le queda a uno más que preguntarse qué andan fumando en las oficinas centrales de la OTAN».
Este tipo de denuncias terminan hundiéndose en la intención porque si la OTAN tiene pruebas de esa injerencia rusa en campañas de desinformación no las hará públicas y, como organismo militar que es, se encargará de la contra-información.
El efecto de esa denuncia seguramente tendrá rebote en la Argentina, adonde también se libran peleas entre las empresas petroleras que tienen intereses en este tipo de explotación -YPF, a la cabeza- con sectores ambientalistas que rechazan ese método en la presunción de que produce daños irreparables como contaminación de aguas subterráneas, de la atmósfera, la emisión de gas metano, cambios paisajísticos y hasta terremotos. Entre los políticos que han hecho bandera del anti fracking se ha destacado el senador Fernando Solanas, que el año pasado estrenó el filme documental «La Guerra del Fracking», que recoge testimonios contra esa modalidad de explotación recogidos en yacimientos de Neuquén y otras provincias. Este año registró un clip también documental con el papa Francisco, a quien quiso comprometer en la campaña anti fracking, aunque sólo logró una frase del Pontífice contra la minería contaminante.
La respuesta de las empresas y del Gobierno a esas acusaciones es que si se cumplen las normas de resguardo ambiental el fracking no ofrece daños irreparables. La explotación de este tipo de gas y petróleo ocupa, además, la delantera en la política energética de la administración desde el descubrimiento en 2011 del yacimiento de Vaca Muerta, que convierte a la Argentina en la segunda reserva mundial de ese recurso.
En los Estados Unidos la aplicación del sistema ha cambiado la matriz energética de ese país, que pasó en 2013 de ser un importador de hidrocarburos, a ser un exportador. Ese país negocia con los países europeos la instalación de plantas de inyección para proveerlos de gas y eso abre la posibilidad de reducir la dependencia del continente de los recursos que vienen de Rusia y también de los países árabes. Si ese plan avanza producirá un cambio geopolítico clave en el mapa internacional y está detrás de la denuncia del secretario de la OTAN que ha producido el rechazo de los ambientalistas.
Europa importa el 56% de los recursos de gas de Rusia y de Medio Oriente y mira con alguna ilusión que EE.UU. se los venda a precios más razonables. El valor del gas en este país ha bajado hasta los u$s 2 por millón de BTU -unidad de comercialización del recurso- y en Europa se está pagando entre u$s 6 y 10. En el continente hay seis países que dependen exclusivamente de Rusia, que regula el precio según criterios políticos. Esta situación ha avanzado al punto de que algunos países importadores han estudiado la creación de una central de compras unificada para reforzar la posición como compradores.
Si se observa este cruce desde fuera del contexto de la puja geopolítica es difícil encontrarle efectos en otros continentes. Rusia mantiene una guerra permanente con las organizaciones ambientalistas y el año pasado capturó un buque de Greenpeace, el rompehielos ‘Arctic Sunrise’ que participaba de una campaña contra la prospección por empresas rusas de hidrocarburos en el Mar Ártico. El Gobierno ruso procesó a toda su tripulación, entre ellos a dos argentinos, el responsable del barco y una activista. Estuvieron detenidos varias semanas y fueron liberados después de una campaña internacional. La nave fue liberada recién en la primera semana de este mes después de permanecer embargada más de nueve meses en el puerto de Murmansk.
Hasta donde se sabe en la Argentina, además el Gobierno ruso ha manifestado interés en participar en proyectos de inversión en petróleo y gas en el país, incluyendo los yacimientos en donde hay que aplicar el método del «fracking». Eso lo conversó en Moscú con autoridades de Gazprom Miguel Ángel Gallucio cuando visitó Rusia en 2012, aunque hasta ahora ninguna firma de ese país ha avanzado en ese interés. Rusia tiene grandes yacimientos de explotación convencional y no se conoce que haya avanzado, como Polonia o Gran Bretaña en el «shale».

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