La Unasur en Venezuela

Este era un dato duro que intencionalmente parecía desconocerse o quedaba subsumido y entrampado en la «guerra de trincheras» de una democracia de alto voltaje.
Por eso, a pesar de haberse realizado 14 elecciones desde 1998, en las que nunca se pudo probar ninguna irregularidad importante que hubiese puesto en discusión los resultados, la desconfianza, el fantasma del fraude, los escenarios de violencia, y los pronósticos catastrofistas dominaban el panorama previo a las elecciones del 7 de octubre.
Para la misión de la Unasur los retos eran múltiples. Era la primera después de haberse creado su Consejo Electoral. Se realizaba en una de las elecciones más observadas y con más expectativas, tanto a nivel regional como a nivel mundial. Era la única misión internacional ya que no participaban ni la OEA, el Centro Cárter, ni la Unión Europea. Por último, pero no menos importante, había que demostrar que la Misión era objetiva, independiente e imparcial, es decir que no era una apéndice del dispositivo político del oficialismo.
Junto a una delegación de 45 delegados, la mayoría de ellos funcionarios de los organismos electorales de la Unasur, hicimos un primer esfuerzo para instalar en la opinión pública venezolana, el concepto de acompañamiento, distinto al de observación, la composición técnica y profesional de la misión y sobre todo el carácter político independiente de la misma, ya que es pública y notoria la identificación de la Unasur con los actuales presidentes de la región.
A los efectos de avanzar hacia los objetivos antes señalados, desarrollamos una agenda muy amplia de diálogos con los principales dirigentes políticos de ambas fuerzas, los sectores empresarios, propietarios y responsables de los medios de comunicación –oficialistas y opositores–, las iglesias, organizaciones de observación de carácter nacional, referentes académicos, intelectuales y figuras públicas relevantes.
Era necesario confirmar que el sistema electoral y el organismo que lo regula y lo preside –el Consejo Nacional Electoral– eran percibidos por los principales actores de la vida política, económica, social y cultural como altamente confiable y transmitirle a la sociedad esa verificación. Al mismo tiempo pudimos comprobar que el sistema estaba atravesando exitosamente por 16 auditorías tecnológicas en las cuales los técnicos informáticos de la oposición avalaban y firmaban todas ellas sin ningún cuestionamiento importante.
Esta etapa se cumplió positivamente, transmitiendo confianza de que el sistema electoral venezolano era uno de los más adelantados de la región. En esta tarea fue importante la declaración del ex presidente Cárter, quien afirmó que después de observar 91 procesos electorales por el centro que él preside, llegaba a la conclusión de que Venezuela cuenta con el mejor sistema electoral del mundo.
Al mismo tiempo que la Misión de Unasur distribuía a sus delegados en los principales estados del interior del país, debíamos reforzar en la opinión pública que los candidatos se comprometieran a reconocer sin más, el resultado que emitiera en su primer boletín el Consejo Nacional Electoral, después de cerrado el comicio. Este era uno de los requisitos fundamentales para disipar los rumores, desalentar climas inquietantes y neutralizar las supuestas estrategias de que el perdedor pudiese denunciar fraude para enturbiar el proceso colocando al país bajo una atmósfera de miedo e incertidumbre.
El compromiso de aceptación de los resultados por parte de los candidatos era central para que todo transcurriera en paz y normalidad aunque la diferencia en el escrutinio fueran mínimas. Es por ello que solicitamos reuniones con ambos candidatos. El presidente Chávez, en la entrevista que mantuvimos, ratificó lo que ya había señalado en declaraciones públicas, que iba a aceptar el veredicto de las urnas, sea el que fuese. En las reuniones mantenidas con los diferentes dirigentes opositores nos confirmaron el mismo compromiso de reconocimiento de los resultados, aunque el candidato opositor nunca lo manifestó de manera pública y fehaciente.
La jornada del 7 de octubre fue impactante, por la cantidad de gente en los centros de votación, filas de cerca de 500 metros esperando largas horas para poder sufragar y mostrando un entusiasmo ratificador del compromiso democrático del pueblo venezolano que enviaba una señal contundente a todos los que dudaban de la existencia de una genuina y legitima Democracia Electoral en ese país. El Plan República, implementado y conducido por las Fuerzas Armadas Bolivarianas, en coordinación con el Consejo Nacional Electoral, garantizó exitosamente el orden y el normal desenvolvimiento de los comicios.
Esta suma de factores señalados construyeron el marco para el mejor escenario. La ausencia de incidentes, la masividad en la concurrencia, más del 81% en un país donde el voto no es obligatorio, el anuncio temprano de los resultados, la diferencia indiscutible de más de diez puntos, el reconocimiento de los mismos por parte de la oposición, permitieron que las maniobras irresponsables de adelantar resultados o difundir rumores no provocaran el daño esperado.
Fue una jornada histórica. La democracia en la región salió fortalecida y la alegría de la mayoría se trasladó con sus cánticos y festejos al Palacio Miraflores donde el presidente Chávez sostuvo, desde el balcón de la Casa de Gobierno, que su victoria no sólo consolidaba la democracia venezolana sino que constituía un gran avance para la integración latinoamericana.
También y como dato no menor, la misión de la Unasur había dado un paso importante en la construcción de su Consejo Electoral.
* Jefe de Misión de Acompañamiento Electoral de la UNASUR.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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