Las aspirinetas de Gabriela, los amigos de Daniel y las garrafas de Mordor

  1. Por Alejandro Bercovich
    Aún delicado de salud y esmerilado sucesivamente por Florencio Randazzo y Axel Kicillof, Julio De Vido se las ingenió para demorar durante más de un mes el anuncio del tercer mayor programa de subsidios del país, que vio la luz recién con los primeros fríos del año y desde el lunes pasado alcanza a dos millones y medio de hogares sin acceso a la red de gas. Como en la compra de los trenes chinos del chivilcoyano, el arquitecto entrevió en el reemplazo del plan “Garrafa Plus” una admisión oficial de su escasa efectividad en dos áreas sensibles: transporte y energía. Mientras tanto y muy discretamente, los dos hombres más ricos de la Argentina reactivaron sus contactos con Daniel Scioli, convencidos de que la Macrimanía llegó a su cénit y declinará antes de agosto. Los convenció en parte la lucha fratricida que consume al PRO en su distrito emblema, donde el heredero designado por Mauricio empezó a recibir golpes bajo el cinturón de su rival Gabriela Michetti. Para ella, su pareja desplegó a su vez un importante operativo de recaudación de campaña entre los mismos barones del establishment.
    El anuncio del programa Hogar, que empezó a inyectar $3.500 millones de pesos anuales en las cuentas de quienes dependen de las garrafas para calentarse y reemplazó los subsidios que hasta ahora embolsaban las fraccionadoras de gas licuado a cambio de sostener un precio de $16 que solo se cumplía en los papeles, se vio trunco al menos dos veces por los hechizos de Mordor, como llaman cerca de Kicillof al Ministerio de Planificación. En esa tierra oscura que no es la J.R.R. Tolkien sino la de los pisos más altos del Palacio de Hacienda navega como un cuerpo extraño la secretaria de Energía, la axelista Mariana Matranga, artífice de la idea de invertir la carga de la subvención y entregársela al comprador en vez de al vendedor. El 16 de marzo, Matranga había convocado al Museo del Bicentenario hasta a los directivos de Frávega y Garbarino para que presenciaran el anuncio de los planes Hogar y Renovate. Las objeciones de último momento de los magos de Sauron aplazaron la presentación aquel día y los vendedores de electrodomésticos terminaron asistiendo a la de un paquete para el agro que no los involucraba en absoluto.
    Diez días después, y otra vez sumergida en la implementación del plan que finalmente se haría carne horas más tarde en la Casa Rosada, Matranga fue invitada por Planificación a viajar a Corrientes para poner desde allí en funcionamiento un anillado eléctrico que se iba a anunciar junto al Plan Hogar. Tras esquivar el intento por desplazarla físicamente del acto central, la joven ingeniera se cruzó en un pasillo con el veterano Julio Miguel, quien le recriminó que el aumento de las garrafas de $16 a $20 dibujaría porcentajes incómodos en los titulares de los diarios del día siguiente. En rigor, la garrafa valía 50 ó 60 pesos en el mercado negro hasta la semana pasada, cuando el Gobierno aceptó subirla a $97 pero empezó a entregar $77 por cada una que compren los hogares de bajos ingresos. Incrementando el dinero que se vuelca y redirigiéndolo a la demanda, en Economía juran que el resultado neto para los usuarios no será un aumento sino una rebaja.
    Campaña presidencial de por medio, y pese a que Kicillof pretendió llevarla adelante el año pasado, lo que terminó de archivarse hasta el próximo gobierno es la revisión tarifaria para el área metropolitana, donde al menos hasta el 10 de diciembre se seguirá pagando por la electricidad y el gas de red entre la mitad y la octava parte de lo que vale en las provincias.
    El piola de Shioli
    Los empresarios más ricos del país preferirían un presidente no peronista para los próximos cuatro años, pero empezaron a preocuparse por la virulencia de la interna PRO y su posible impacto en la candidatura de Macri. Por eso reactivaron sus contactos con el búnker sciolista, que desde hace un mes y medio cuenta con una flamante redacción y estudios propios con conexión satelital en San Martín 140, todavía empapelados de naranja pero bien provistos del nuevo merchandising albiceleste con la consigna “Scioli para la Victoria”. Al amigo de la casa Eduardo Eurnekian, quien colocó años atrás en el Banco Provincia a su delfín excavallista Guillermo Francos, se le sumaron en los últimos días el petrolero Alejandro Bulgheroni quien, a diferencia de su hermano Carlos, nunca rompió lanzas con el exmotonauta ni se jugó tan abiertamente por Sergio Massa- y el siderúrgico Paolo Rocca, quien le confesó su simpatía por él al multitasker Jorge Telerman.
    El guiño fue de entrecasa pero inequívoco. El creativo sciolista almorzaba con la presidenta de la Fundación PROA, Adriana Rosenberg, amiga suya de vidas pasadas y antigua contertulia del café La Paz, con quien departía sobre temas mucho menos agrios que la política. El magnate del acero se les sumó sorpresivamente para el postre y le comentó a Telerman lo bien que había visto al gobernador en sus primeras apariciones televisivas sin el habitual casette de la fe y la esperanza, justo después del conflictivo cierre de listas porteño.
    -Es piola tu amigo Shioli ¿eh?- le espetó, pronunciando la “sc” como se debe en la lengua de Dante Alighieri.
    -¿Viste? No sé por qué te sorprende. Vos lo conocés bien- se agrandó Telerman.
    Lo de Bulgheroni fue más discreto pero también notorio dentro de un grupo como Bridas, sindicado entre los principales auspiciantes del alicaído Massa. Sus ondas de amor y paz llegaron junto con las versiones de que busca comprarles la señal América 24 al massista Daniel Vila y al doble agente José Luis Manzano. Quizás busque emular a su archirrival Cristóbal López, quien al margen de los juegos de azar reparte sus intereses entre los medios y el petróleo.
    Toda la cúpula empresarial y los tres precandidatos con mejores chances de suceder a Cristina Kirchner se verán las caras el lunes próximo en la cena anual del CIPPEC, un think tank con fuerte influencia ideológica sobre el PRO pero un barniz académico que lo mantiene convenientemente al margen de La Grieta. Es una de las pocas ocasiones en las que Rocca se deja ver cada año. Lo único que puede convertir a éste en la excepción son las denuncias que se siguen apilando contra Techint por corrupción en Brasil. Ayer, por caso, el diario Valor Económico destapó una nueva investigación judicial -la tercera abierta sobre el holding ítalo-argentino-luxemburgués- para establecer si hubo cartelización en la licitación de Angra 3, una usina que Eletrobras le encargó construir a un consorcio integrado por la “T”.
    Curarse en salud
    En el búnker de la calle San Martín no lograron colar un candidato porteño propio pero enfrían champán para una eventual victoria de Gabriela Michetti en las primeras PASO del PRO, que dejaría muy mal parado al jefe de la fuerza de cara a las presidenciales. Sienten que la senadora les regaló un macrista para votar contra Macri en Capital. Y que sus dardos contra Larreta -especialmente contra los “negocios” que ahora ve peligrar el ministro sin cartera Nicolás Caputo- obligaron a los panmacristas Martín Lousteau y Graciela Ocaña a desbordar también los límites del pacto de no agresión que habían delineado con el armador Marcos Peña para restarle votos a Michetti a cambio de sumar agua para sus respectivos molinos.
    El embajador de Gabriela ante el establishment es su pareja, el lobbista Juan Tonelli, presidente de la cámara de medicamentos de venta libre y a la vez gestor local de los deseos de grandes firmas como Coca-Cola. Un empresario de primer nivel aseguró a BAE Negocios haber rechazado una invitación suya a donar 50.000 dólares para la campaña de su media naranja contra Rodríguez Larreta, con quien comparte algunos nexos, como la amistad con el dueño de Farmacity, Mario Quintana. El activo Tonelli, a quien Macri considera el monje negro detrás de la traición de Gabriela, no tiene motivos para odiar recíprocamente al jefe de Gobierno. Al contrario: fue él quien vetó de un plumazo en 2011 la regulación de la venta libre de medicamentos que había votado la Legislatura. Los enemigos de esa norma, defendida por los médicos y farmacéuticos que no responden a grandes cadenas como la de Quintana, eran los gigantes Bayer, Glaxo y Boehringer-Ingelheim, financistas de la cámara que él preside.

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