Los riesgos de manejar un modelo nuevo en medio de un virtual apagón estadístico

El horizonte que tiene hoy la normalización del sistema de estadísticas públicas aparece como riesgosamente largo. Las nuevas autoridades del Indec aseguraron que recién podrán tener un indicador de precios fiable para el mes de septiembre, y acotado a la región metropolitana. La lógica oficial exhibe el siguiente punto de partida: lo que había no era creíble, con lo cual seguir publicando números huecos era lo mismo que nada. Y ante esa opción, prefirieron «nada».
El interrogante que queda en pie es cómo harán los usuarios de este insumo clave (empresas, gremios, inversores, economistas, entre otros) para manejarse en los próximos meses, mientras esté vigente esta suerte de apagón estadístico.
El propio Indec aconsejó tomar como referencia los indicadores de precios de la Ciudad de Buenos Aires (que ya adquirió otro estatus, al constituirse en la referencia del CER con el que se indexan los activos financieros) y el de la provincia de San Luis, por considerar que mantuvieron fieles a la metodología preexistente del organismo.
Pero no hay relevo para los datos de ingreso que se recogen a través de la EPH o para el desempleo. Donde si los hay, como en el PBI, hay una brecha significativa entre lo publicado por el Indec hasta ahora y la medición privada.
Restaurar el Indec era un paso ineludible para cualquier gestión, ganara Macri o Scioli. El desafío para el Gobierno es que necesita ganar el apoyo delos votantes para este nuevo rumbo económico sin indicadores que permitan evaluar si van bien o mal. ¿Será un riesgo real o medido de antemano?

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