Acerca de Patricio

Patricio es profesor universitario de sociología. Trabaja sobre desigualdad y movimientos sociales. Se crió en un conventillo de la calle Olavarría, pero toda su vida ha sido hincha de River.

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6 comentarios en «Macri al diván: psicología de un líder posmo»

  1. Durante el año 1977 estudié Historia en la «prestigiosa» Universidad Hebrea de Jerusalén. Los criterios epistemológicos me parecían tan elementales que me decidi a abandonarla y jugarme a dibujar caricaturas políticas para sobrevivir. Pero una sola frase de un profesor valió la pena ese año: «En Historia no nos interesa los motivos psicológicos de un personaje, sino por qué hubo tanta gente dispuesta a escucharlo».

    Los textos de psicoanálisis político e histórico no son, precisamente, el punto más fuerte del corpus freudiano. La anécdota transcripta por Natanson del análisis psicológico de Wilson por Freud es un buen ejemplo: aunque fuera cierto que Wilson era un religioso mesiánico, eso no explica el ignominioso Tratado de Versailles, impuesto por Francia como venganza cobarde a la humillación de 1870 y reaseguro frente a la mayor productividad industrial alemana. En fin, que el psicoanálisis de los dirigentes políticos es un viaje de ida.

    En lugar de un penoso psicoanálisis salvaje sobre la personalidad infantil de Macri (válido para la arbitrariedad de un blog, pero no para una columna editorial de un diario), el artículo debería haber empezado por donde terminó. Es decir: por las razones que determinan la fluidez inestable de los agrupamientos políticos en la CABA. Entonces, un buen historiador se habría orientado hacia los procesos de «gentrificación» que, desde la Dictadura en adelante, fueron eliminado los establecimietos industriales del territorio capitalino.
    Una sociedad orientada al comercio, la construcción y los servicios (y cuyos trabajadores residen y votan afuera), posiblemente sea incapaz de fijar lealtades políticas partidarias en torno a intereses de clase estables. En lugar de ello, tenemos desplazamientos histéricos entre «deciles» de ingresos al ritmo fluctuante de la actividad económica, la afluencia de turistas, la telepolítica, etc. Fenómeno posmoderno globalizado, es cierto, pero agudizado en el caso de un distrito electoral que ha perdido los colores de la variedad social de sus residentes.

    Lo que me pareció más interesante y me gustaría leer en un artículo preparado con menos improvisación por Natanson es la respuesta a las dos preguntas comparativas de la introducción al tema y que hacen a la comprensión de las características diferenciales de las políticas de Estado en Brasil y la Argentina; es decir: las oscilaciones violentas entre populismo y liberalismo extremos, en nuestro caso, y la estabilidad bovina (exagero para provocar) de la sociedad brasileña con su continuidad de políticas desarrollistas. Saludos.

    1. Row: yo tambien quisiera ver ese estudio sobre las oscilaciones violentas entre populismo y liberalismo extremo en nuestro pais, donde en ambos casos, ademas, los actores politicos que encabezan esos giros politicos de 180 grados son esencialmente los mismos.

      1. Pasa que los brasucas saben lo que es la monarquía, y fue la aristocracia liberal brasilera la que terminó con los derechos divinos de esa gentuza. Nuestra oligarquía todavía suena con la nobleza de Europa, y se ha enquistado en nuestra elite casi como un romanticismo político. Nadie en brasil sueña con la vieja república, y el varguismo vino a ser el hecho bendito del país burgués. Perón fue confrontativo porque la burguesía nacional (si es que existe) nunca tuvo intenciones de generar un mercado interno, como es el caso del sur de BrASI.
        Me jode estos análisis pedorros que fingen de política comparada. José Natanson ha escrito cosas mejores que esto.

  2. «¿Por qué el neoliberalismo argentino fue salvaje y corrupto, y el brasileño moderado y transparente? ¿Por la mayor profundidad de la crisis de la deuda y el caos macroeconómico que lo antecedieron, o por la calidad del liderazgo de Fernando Henrique frente al de Carlos Menem?» Flojo Natanson, se olvidó de Collor de Melo.

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