Ricardo Caballero
En esta nueva entrega de «El mundo en crisis» entrevistamos a Ricardo Caballero, quien junto con el argentino Guillermo Calvo es uno de los economistas latinoamericanos más destacados y más citados en los círculos académicos de Estados Unidos y Europa. Caballero, de 53 años, es profesor titular de la cátedra Ford de Economía Internacional y hasta el año pasado fue el jefe del Departamento de Economía del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), universidad donde obtuvo su doctorado. Es además codirector del influyente World Economic Laborator y del MIT, que fue fundado por Rudiger Dornbusch y Stanley Fischer en 1992. A lo largo de su carrera, Caballero se desempeñó como investigador visitante o consultor del Banco Central Europeo, la Reserva Federal, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y varios bancos centrales de todo el mundo. Entre sus contribuciones teóricas más importantes se destaca la teoría que combinando conceptos de economía internacional, macroeconomía y finanzas explica la crisis actual como producto de un déficit estructural de activos sin riesgo. Caballero recibió en 2002 la Medalla Frisch de la Sociedad Econométrica y el premio Smith Breeden de la American Finance Association.
Emilio Ocampo: ¿Qué lo atrajo al estudio de la economía y qué economistas lo influyeron en sus épocas de estudiante?
Ricardo Caballero: Su combinación de ambición, relevancia cotidiana y abstracción. La economía trata de contestar a preguntas que afectan nuestra vida de hoy, y su método permite ver con más claridad, aunque muy imperfectamente, problemas extremadamente complejos. Hay muchos economistas que me influyeron, en particular Paul Samuelson, por lo que representó, por su incesante cuestionamiento y por su agilidad mental, incluso cuando estaba en sus 90.
E.O.: Se ha escrito mucho sobre la crisis. Al final de cuentas, ¿fue consecuencia de mucha o de poca intervención/regulación del Gobierno?
R.C.: La regulación es un tema secundario y superficial en el contexto de la crisis. Mucho más significativo fue un desequilibrio macroeconómico que aún persiste y que por tanto reemergerá en alguna otra forma: éste es el déficit de activos financieros seguros (risk free assets). La demanda por estos instrumentos excede en gran medida lo que los sistemas financieros de hoy pueden generar sin incurrir en grandes riesgos ellos mismos. Por supuesto, siempre hay problemas regulatorios que habrá que mejorar, pero éste no es el problema de fondo.
E.O.: ¿Qué encuentra de similar entre las crisis de Estados Unidos y Europa?
R.C.: Hay similitudes, booms de propiedades, sobreendeudamiento y otros. Todas las crisis tienen algo en común y los seres humanos tenemos sesgos de percepción que nos llevan a exagerar estas similitudes. Pero la verdad es que la crisis de EE.UU. tuvo mucho más de pánico que de realidad, mientras que la europea es, en su periferia, un problema más estructural y de solvencia.
E.O.: El mundo desarrollado exhibe ratios de deuda pública sobre PBI no vistos desde el fin de la 2ª Guerra Mundial y altísimos déficits fiscales. Además, la mayoría de los países tiene una población que envejece, lo cual aumentará la presión sobre el gasto público. ¿Cómo podrán los gobiernos manejar la situación sin recurrir al default o a la reestructuración de su deuda? ¿Cree que el mundo irá hacia un escenario de represión financiera?
R.C.: Creo que veremos reestructuraciones de deuda soberana en Europa. Es cuestión de tiempo. Ya hay represión financiera en una zona de Europa. Pero vuelvo a mi tema anterior: el mundo tiene un exceso de demanda de activos financieros seguros, luego aquellos países que aún los producen no tienen necesidad de represión, ya que el costo de servir esa deuda es muy bajo. Estados Unidos, por ejemplo, no tiene un problema de represión financiera, simplemente su tasa de interés de equilibrio es extremadamente baja. El problema lo tienen países como Italia y España, en los que sus deudas dejaron de pertenecer al grupo de elite, ellos necesitan reprimir a sus bancos.
E.O.: Hablemos de la influencia de las ideas de economistas difuntos: Keynes vs. Friedman, los dos gigantes de la macroeconomía del siglo XX. ¿Sus ideas sirven para entender/resolver la crisis actual?
R.C.: A nivel muy general sí, pero esto no es demasiado útil, más allá de lo obvio (en particular respecto de la política de demanda agregada por ahora, Keynes, y más adelante lo será en el aspecto monetario de las intervenciones cuantitativas, lo será Friedman), en la resolución de una crisis específica. Los temas de hoy son muy distintos, simplemente porque el sistema financiero es mucho más sofisticado y complejo que el de sus tiempos.
E.O.: ¿De los economistas contemporáneos quién cree (si es que hay alguno) que tiene las ideas más claras respecto de cómo resolver la crisis?
R.C.: Ben Bernanke ha entendido muy bien la situación de EE.UU., y Mario Draghi está haciendo lo mismo en el contexto europeo. Ambos son exalumnos del MIT, por supuesto.
E.O.: ¿La crisis demuestra alguna falla fundamental en la moderna teoría macroeconómica?
R.C.: Escribí un artículo muy crítico de la metodología de la macroeconomía moderna, pero esto tiene poco que ver con la crisis. Es cierto que el core de la macroeconomía no estaba trabajando en asuntos de crisis, pero muchos de nosotros sí lo estábamos haciendo en la intersección entre la macroeconomía y las finanzas. Es más, muchas de las decisiones de política económica que finalmente sacaron a EE.UU. de la crisis provienen de esta literatura. Los mayores obstáculos fueron políticos, no por fallas de la disciplina teoría económica.
E.O.: ¿Qué han aprendido los economistas de la crisis?
R.C.: Hay una gran cantidad de investigación al respecto. No necesariamente de temas nuevos, después de todo las crisis financieras han existido por mucho tiempo, pero sí. Sí ha habido una reorientación de recursos a estos temas. Creo que también ha quedado en bastante evidencia de que las redes (networks) y la complejidad son dos temas cruciales para entender el tipo de dinámicas que pueden surgir espontáneamente en un sistema financiero moderno.
E.O.: ¿Qué lecciones pueden aprender los policymakers europeos de las crisis de la Argentina y América Latina en general?
R.C.: La periferia de Europa está sufriendo un «sudden stop» (flujo de capitales) típico de una economía emergente. Pero las consecuencias son distintas porque esas economías (Grecia, España, etc.) están insertas dentro del sistema del euro. Mientras se mantengan en este sistema, la crisis se desenvolverá más lentamente, será crónica en vez de aguda. Si salen del euro entonces las crisis se parecerán más a las nuestras, aunque en una escala mucho mayor, ya que tienen sistemas financieros mucho más grandes y no están preparados para enfrentar este tipo de eventos.
E.O.: Schumpeter predijo hace 70 años que el capitalismo sembraría las semillas de su propia destrucción. Hay quienes sostienen que esta crisis significa el fin del capitalismo. ¿Cuál es su opinión?
R.C.: ¿Cuál es la alternativa? ¿El sistema socialista francés de Mitterrand? Una de las grandes tragedias que tenemos en América Latina son esos «ilustrados» tipos que tomaron un par de cursos malos de economía y filosofía en La Sorbonne, y/o participaron en las marchas y ahora sueñan con copiar el idealismo de las juventudes europeas de fines de los 60. Estos movimientos sentaron las bases para décadas de crecimiento perdido. Ese sistema no llegó a ningún lado, incluso en economías con muchos más recursos para despilfarrar que las nuestras. A nivel conceptual fue una ideología pobremente pensada, y un desastre en la práctica. Todo esto no quiere decir que el capitalismo no tenga muchos problemas, y que no requiera constantes ajustes para evitar abusos y desbordes. Pero al final del día es como la democracia, no tiene sustitutos prácticos viables.
E.O.: ¿Cuál es el principal desafío que enfrenta la economía mundial en los próximos diez años?
R.C.: Tendremos una parte muy importante de la economía mundial, Europa, creciendo muy lentamente y con crisis crónicas. Y esto ocurre en un contexto donde otras economías importantes, como EE.UU., tienen mucho menos capacidad de respuesta de política económica que hace tan sólo unos años.
E.O.: ¿Es sostenible el crecimiento que China ha experimentado en las últimas dos décadas?
R.C.: China está entrando en una fase de reorientación de su estrategia de crecimiento, más hacia mercados internos. Todo el mundo, incluidos ellos mismos, esperan que esto reduzca su tasa de crecimiento. Pero es muy temprano para saber cuál será esta nueva tasa. Está lleno de especulaciones de que será en el entorno del 6% al 8%, pero les doy poco peso.
E.O.: Entre 1900 y 2002 el precio promedio de los commodities cayó a una tasa del 1,6% anual. Desde entonces y hasta ahora se han cuadruplicado. ¿Entró el mundo en una era secular de precios más altos para los commodities o se trata de otra burbuja especulativa?
R.C.: No son mutuamente excluyentes. Hemos tenido burbujas, pero también hubo un cambio secular. Ausente un desplome del crecimiento chino mucho más pronunciado del que esperan incluso los pesimistas, seguirán los precios altos de los commodities. Y al mismo tiempo, esta historia de precios altos sostenidos provee una muy buena base para sostener la formación de burbujas especulativas cuando los mercados retomen la confianza. No hay muchas alternativas para estos episodios.
Los problemas en la eurozona y las condiciones favorables en los mercados de commodities agrícolas presentan una oportunidad histórica para la Argentina. ¿Cuál es la mejor manera de aprovechar esta oportunidad? No sé si les alcance para comprar un Gobierno serio.
En esta nueva entrega de «El mundo en crisis» entrevistamos a Ricardo Caballero, quien junto con el argentino Guillermo Calvo es uno de los economistas latinoamericanos más destacados y más citados en los círculos académicos de Estados Unidos y Europa. Caballero, de 53 años, es profesor titular de la cátedra Ford de Economía Internacional y hasta el año pasado fue el jefe del Departamento de Economía del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), universidad donde obtuvo su doctorado. Es además codirector del influyente World Economic Laborator y del MIT, que fue fundado por Rudiger Dornbusch y Stanley Fischer en 1992. A lo largo de su carrera, Caballero se desempeñó como investigador visitante o consultor del Banco Central Europeo, la Reserva Federal, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y varios bancos centrales de todo el mundo. Entre sus contribuciones teóricas más importantes se destaca la teoría que combinando conceptos de economía internacional, macroeconomía y finanzas explica la crisis actual como producto de un déficit estructural de activos sin riesgo. Caballero recibió en 2002 la Medalla Frisch de la Sociedad Econométrica y el premio Smith Breeden de la American Finance Association.
Emilio Ocampo: ¿Qué lo atrajo al estudio de la economía y qué economistas lo influyeron en sus épocas de estudiante?
Ricardo Caballero: Su combinación de ambición, relevancia cotidiana y abstracción. La economía trata de contestar a preguntas que afectan nuestra vida de hoy, y su método permite ver con más claridad, aunque muy imperfectamente, problemas extremadamente complejos. Hay muchos economistas que me influyeron, en particular Paul Samuelson, por lo que representó, por su incesante cuestionamiento y por su agilidad mental, incluso cuando estaba en sus 90.
E.O.: Se ha escrito mucho sobre la crisis. Al final de cuentas, ¿fue consecuencia de mucha o de poca intervención/regulación del Gobierno?
R.C.: La regulación es un tema secundario y superficial en el contexto de la crisis. Mucho más significativo fue un desequilibrio macroeconómico que aún persiste y que por tanto reemergerá en alguna otra forma: éste es el déficit de activos financieros seguros (risk free assets). La demanda por estos instrumentos excede en gran medida lo que los sistemas financieros de hoy pueden generar sin incurrir en grandes riesgos ellos mismos. Por supuesto, siempre hay problemas regulatorios que habrá que mejorar, pero éste no es el problema de fondo.
E.O.: ¿Qué encuentra de similar entre las crisis de Estados Unidos y Europa?
R.C.: Hay similitudes, booms de propiedades, sobreendeudamiento y otros. Todas las crisis tienen algo en común y los seres humanos tenemos sesgos de percepción que nos llevan a exagerar estas similitudes. Pero la verdad es que la crisis de EE.UU. tuvo mucho más de pánico que de realidad, mientras que la europea es, en su periferia, un problema más estructural y de solvencia.
E.O.: El mundo desarrollado exhibe ratios de deuda pública sobre PBI no vistos desde el fin de la 2ª Guerra Mundial y altísimos déficits fiscales. Además, la mayoría de los países tiene una población que envejece, lo cual aumentará la presión sobre el gasto público. ¿Cómo podrán los gobiernos manejar la situación sin recurrir al default o a la reestructuración de su deuda? ¿Cree que el mundo irá hacia un escenario de represión financiera?
R.C.: Creo que veremos reestructuraciones de deuda soberana en Europa. Es cuestión de tiempo. Ya hay represión financiera en una zona de Europa. Pero vuelvo a mi tema anterior: el mundo tiene un exceso de demanda de activos financieros seguros, luego aquellos países que aún los producen no tienen necesidad de represión, ya que el costo de servir esa deuda es muy bajo. Estados Unidos, por ejemplo, no tiene un problema de represión financiera, simplemente su tasa de interés de equilibrio es extremadamente baja. El problema lo tienen países como Italia y España, en los que sus deudas dejaron de pertenecer al grupo de elite, ellos necesitan reprimir a sus bancos.
E.O.: Hablemos de la influencia de las ideas de economistas difuntos: Keynes vs. Friedman, los dos gigantes de la macroeconomía del siglo XX. ¿Sus ideas sirven para entender/resolver la crisis actual?
R.C.: A nivel muy general sí, pero esto no es demasiado útil, más allá de lo obvio (en particular respecto de la política de demanda agregada por ahora, Keynes, y más adelante lo será en el aspecto monetario de las intervenciones cuantitativas, lo será Friedman), en la resolución de una crisis específica. Los temas de hoy son muy distintos, simplemente porque el sistema financiero es mucho más sofisticado y complejo que el de sus tiempos.
E.O.: ¿De los economistas contemporáneos quién cree (si es que hay alguno) que tiene las ideas más claras respecto de cómo resolver la crisis?
R.C.: Ben Bernanke ha entendido muy bien la situación de EE.UU., y Mario Draghi está haciendo lo mismo en el contexto europeo. Ambos son exalumnos del MIT, por supuesto.
E.O.: ¿La crisis demuestra alguna falla fundamental en la moderna teoría macroeconómica?
R.C.: Escribí un artículo muy crítico de la metodología de la macroeconomía moderna, pero esto tiene poco que ver con la crisis. Es cierto que el core de la macroeconomía no estaba trabajando en asuntos de crisis, pero muchos de nosotros sí lo estábamos haciendo en la intersección entre la macroeconomía y las finanzas. Es más, muchas de las decisiones de política económica que finalmente sacaron a EE.UU. de la crisis provienen de esta literatura. Los mayores obstáculos fueron políticos, no por fallas de la disciplina teoría económica.
E.O.: ¿Qué han aprendido los economistas de la crisis?
R.C.: Hay una gran cantidad de investigación al respecto. No necesariamente de temas nuevos, después de todo las crisis financieras han existido por mucho tiempo, pero sí. Sí ha habido una reorientación de recursos a estos temas. Creo que también ha quedado en bastante evidencia de que las redes (networks) y la complejidad son dos temas cruciales para entender el tipo de dinámicas que pueden surgir espontáneamente en un sistema financiero moderno.
E.O.: ¿Qué lecciones pueden aprender los policymakers europeos de las crisis de la Argentina y América Latina en general?
R.C.: La periferia de Europa está sufriendo un «sudden stop» (flujo de capitales) típico de una economía emergente. Pero las consecuencias son distintas porque esas economías (Grecia, España, etc.) están insertas dentro del sistema del euro. Mientras se mantengan en este sistema, la crisis se desenvolverá más lentamente, será crónica en vez de aguda. Si salen del euro entonces las crisis se parecerán más a las nuestras, aunque en una escala mucho mayor, ya que tienen sistemas financieros mucho más grandes y no están preparados para enfrentar este tipo de eventos.
E.O.: Schumpeter predijo hace 70 años que el capitalismo sembraría las semillas de su propia destrucción. Hay quienes sostienen que esta crisis significa el fin del capitalismo. ¿Cuál es su opinión?
R.C.: ¿Cuál es la alternativa? ¿El sistema socialista francés de Mitterrand? Una de las grandes tragedias que tenemos en América Latina son esos «ilustrados» tipos que tomaron un par de cursos malos de economía y filosofía en La Sorbonne, y/o participaron en las marchas y ahora sueñan con copiar el idealismo de las juventudes europeas de fines de los 60. Estos movimientos sentaron las bases para décadas de crecimiento perdido. Ese sistema no llegó a ningún lado, incluso en economías con muchos más recursos para despilfarrar que las nuestras. A nivel conceptual fue una ideología pobremente pensada, y un desastre en la práctica. Todo esto no quiere decir que el capitalismo no tenga muchos problemas, y que no requiera constantes ajustes para evitar abusos y desbordes. Pero al final del día es como la democracia, no tiene sustitutos prácticos viables.
E.O.: ¿Cuál es el principal desafío que enfrenta la economía mundial en los próximos diez años?
R.C.: Tendremos una parte muy importante de la economía mundial, Europa, creciendo muy lentamente y con crisis crónicas. Y esto ocurre en un contexto donde otras economías importantes, como EE.UU., tienen mucho menos capacidad de respuesta de política económica que hace tan sólo unos años.
E.O.: ¿Es sostenible el crecimiento que China ha experimentado en las últimas dos décadas?
R.C.: China está entrando en una fase de reorientación de su estrategia de crecimiento, más hacia mercados internos. Todo el mundo, incluidos ellos mismos, esperan que esto reduzca su tasa de crecimiento. Pero es muy temprano para saber cuál será esta nueva tasa. Está lleno de especulaciones de que será en el entorno del 6% al 8%, pero les doy poco peso.
E.O.: Entre 1900 y 2002 el precio promedio de los commodities cayó a una tasa del 1,6% anual. Desde entonces y hasta ahora se han cuadruplicado. ¿Entró el mundo en una era secular de precios más altos para los commodities o se trata de otra burbuja especulativa?
R.C.: No son mutuamente excluyentes. Hemos tenido burbujas, pero también hubo un cambio secular. Ausente un desplome del crecimiento chino mucho más pronunciado del que esperan incluso los pesimistas, seguirán los precios altos de los commodities. Y al mismo tiempo, esta historia de precios altos sostenidos provee una muy buena base para sostener la formación de burbujas especulativas cuando los mercados retomen la confianza. No hay muchas alternativas para estos episodios.
Los problemas en la eurozona y las condiciones favorables en los mercados de commodities agrícolas presentan una oportunidad histórica para la Argentina. ¿Cuál es la mejor manera de aprovechar esta oportunidad? No sé si les alcance para comprar un Gobierno serio.
Un comentario en «MIT: «Si alguno se va del euro, la crisis se argentinizará»»