Miguel Pichetto
Todo en el Congreso se resume a Cristina de Kirchner. No hay decisión pendiente que no dependa de la Presidencia y en esa lista se incluyen este año hasta las presidencias de las comisiones de Diputados, que deberán repartirse entre los viejos y los nuevos que ingresan con pretensiones.
La expectativa del kirchnerismo para salir de ese juego de acertijos que involucra también a la oposición es que a partir de hoy la Casa Rosada comience a desgranar los nombres de los cargos a cubrir no sólo en el Congreso sino también en el gabinete nacional. No se basan los jefes parlamentarios en ningún adelanto de la Presidente sino en un dato histórico: en 2007 comenzó a revelar su gabinete el 15 de noviembre.
El Poder Ejecutivo tiene quizá más tiempo para las definiciones clave del gabinete, pero en el Congreso los plazos son más cortos. Diputados y el Senado tienen sus sesiones preparatorias, donde se eligen las autoridades, unos días antes del 10 de diciembre, por lo que la expectativa no puede durar hasta el final. Y los problemas como el dólar y los paros aeronáuticos ya están complicando ese escenario.
El ambiente cambió en los pasillos del Congreso desde la semana pasada. Quizá parezca un tema menor, pero el Presupuesto 2012 está a punto de convertirse casi en una anécdota para el período de sesiones ordinarias.
Nada asegurado
El kirchnerismo, que debe asegurar esa ley, junto con la prórroga del impuesto al cheque y el de emergencia sobre los cigarrillos, además de la Ley de Emergencia Pública que Cristina de Kirchner necesitará como el agua para manejar tarifas y marcos regulatorios de servicios en todo el proceso de desmonte de subsidios, no tiene nada asegurado para votar esos proyectos antes del 30 de noviembre, todo lo contrario.
Tanto Agustín Rossi en Diputados, como Miguel Pichetto en el Senado saben que no sólo necesitarán un acuerdo con la oposición para que, a pesar de dar quórum, no les impongan el número para modificar algún artículo en el debate en particular. O lo que sería más peligroso: que le complicaran al Gobierno la renovación del impuesto al cheque, cuarto en la lista de los recaudadores que sostienen las cajas del Estado.
Además de eso, el peligro ahora es que el debate por los controles al dólar desembarque en los recintos (hay varios pedidos de informes de la oposición y hasta citación a Ricardo Echegaray y Mercedes Marcó del Pont por ese tema) junto con la exigencia de una explicación por el decreto conocido ayer por el que Cristina de Kirchner dio marcha atrás con una medida suya tomada en 2007 por la que se transfirió al área civil el control de vuelos (ver nota en Contratapa). Ese conflicto sindical, que complica al Gobierno y lo hace desdecirse en un tema que estalló en ese año en medio del conflicto por los radares faltantes y bajo la custodia de Ricardo Jaime, todavía por entonces secretario de Transporte, trajo muy malos recuerdos al Congreso.
«El ambiente cambió en una semana», reconocían ayer en el kirchnerismo. «No hay ánimo de ponerse a discutir con la oposición. No hay ganas de ejercicio democrático», llegaban a bromear en el bloque de Diputados.
Si esa opción se consagra habrá sesiones recién cuando el kirchnerismo vuelva a tener mayoría propia, es decir, después del 10 de diciembre.
Pero entonces la Presidente deberá apurarse en sus designaciones. Para pasar con el Presupuesto 2012 y las otras leyes a extraordinarias habrá que emitir nuevos dictámenes. Y eso exigirá nombrar no sólo al estratégico presidente provisional del Senado (el hombre que reemplazará a José Pampuro), sino también a los jefes de, al menos, dos comisiones: Presupuesto y Hacienda y Asuntos Constitucionales, en las dos cámaras.
En Diputados la jefatura de Presupuesto y Hacienda queda vacante con la partida de Gustavo Marconato, y Asuntos Constitucionales volverá al control kirchnerista después de dos años de haber estado en manos opositoras. En el Senado se van el santacruceño Nicolás Fernández y Eric Calcagno, por lo que la sucesión debe decidirse también ahora.
Todo en el Congreso se resume a Cristina de Kirchner. No hay decisión pendiente que no dependa de la Presidencia y en esa lista se incluyen este año hasta las presidencias de las comisiones de Diputados, que deberán repartirse entre los viejos y los nuevos que ingresan con pretensiones.
La expectativa del kirchnerismo para salir de ese juego de acertijos que involucra también a la oposición es que a partir de hoy la Casa Rosada comience a desgranar los nombres de los cargos a cubrir no sólo en el Congreso sino también en el gabinete nacional. No se basan los jefes parlamentarios en ningún adelanto de la Presidente sino en un dato histórico: en 2007 comenzó a revelar su gabinete el 15 de noviembre.
El Poder Ejecutivo tiene quizá más tiempo para las definiciones clave del gabinete, pero en el Congreso los plazos son más cortos. Diputados y el Senado tienen sus sesiones preparatorias, donde se eligen las autoridades, unos días antes del 10 de diciembre, por lo que la expectativa no puede durar hasta el final. Y los problemas como el dólar y los paros aeronáuticos ya están complicando ese escenario.
El ambiente cambió en los pasillos del Congreso desde la semana pasada. Quizá parezca un tema menor, pero el Presupuesto 2012 está a punto de convertirse casi en una anécdota para el período de sesiones ordinarias.
Nada asegurado
El kirchnerismo, que debe asegurar esa ley, junto con la prórroga del impuesto al cheque y el de emergencia sobre los cigarrillos, además de la Ley de Emergencia Pública que Cristina de Kirchner necesitará como el agua para manejar tarifas y marcos regulatorios de servicios en todo el proceso de desmonte de subsidios, no tiene nada asegurado para votar esos proyectos antes del 30 de noviembre, todo lo contrario.
Tanto Agustín Rossi en Diputados, como Miguel Pichetto en el Senado saben que no sólo necesitarán un acuerdo con la oposición para que, a pesar de dar quórum, no les impongan el número para modificar algún artículo en el debate en particular. O lo que sería más peligroso: que le complicaran al Gobierno la renovación del impuesto al cheque, cuarto en la lista de los recaudadores que sostienen las cajas del Estado.
Además de eso, el peligro ahora es que el debate por los controles al dólar desembarque en los recintos (hay varios pedidos de informes de la oposición y hasta citación a Ricardo Echegaray y Mercedes Marcó del Pont por ese tema) junto con la exigencia de una explicación por el decreto conocido ayer por el que Cristina de Kirchner dio marcha atrás con una medida suya tomada en 2007 por la que se transfirió al área civil el control de vuelos (ver nota en Contratapa). Ese conflicto sindical, que complica al Gobierno y lo hace desdecirse en un tema que estalló en ese año en medio del conflicto por los radares faltantes y bajo la custodia de Ricardo Jaime, todavía por entonces secretario de Transporte, trajo muy malos recuerdos al Congreso.
«El ambiente cambió en una semana», reconocían ayer en el kirchnerismo. «No hay ánimo de ponerse a discutir con la oposición. No hay ganas de ejercicio democrático», llegaban a bromear en el bloque de Diputados.
Si esa opción se consagra habrá sesiones recién cuando el kirchnerismo vuelva a tener mayoría propia, es decir, después del 10 de diciembre.
Pero entonces la Presidente deberá apurarse en sus designaciones. Para pasar con el Presupuesto 2012 y las otras leyes a extraordinarias habrá que emitir nuevos dictámenes. Y eso exigirá nombrar no sólo al estratégico presidente provisional del Senado (el hombre que reemplazará a José Pampuro), sino también a los jefes de, al menos, dos comisiones: Presupuesto y Hacienda y Asuntos Constitucionales, en las dos cámaras.
En Diputados la jefatura de Presupuesto y Hacienda queda vacante con la partida de Gustavo Marconato, y Asuntos Constitucionales volverá al control kirchnerista después de dos años de haber estado en manos opositoras. En el Senado se van el santacruceño Nicolás Fernández y Eric Calcagno, por lo que la sucesión debe decidirse también ahora.