Por un sistema de justicia que no garantice la impunidad

De un lado, la bofetada colectiva que significa la absolución de los trece imputados por crímenes terribles en la investigación del caso de Marita Verón. Se trata de un precedente judicial que no pasará desapercibido y amplifica la urgencia en materia de transformación de los sistemas y las prácticas judiciales. La decisión absolutoria del Tribunal Oral en la provincia de Tucumán sólo expresa esa terrible nota distintiva en dimensión dramática.
La perversa paradoja de que la intervención de un tribunal que debe garantizar justicia genere tan contundente sensación masiva de impunidad es una oportunidad para no perder de vista que –histórica y estructuralmente– nuestro sistema de justicia tiene pendiente acortar la distancia que lo separa de los intereses populares, de su misión esencial de proteger derechos, de limitar el abuso de poder y de proteger a víctimas de victimarios.
Por supuesto existen excepciones pero no es éste el momento de insistir en esa línea argumental, sino la hora de tomar nota de la demanda popular de transformación de nuestros sistemas de justicia. Eso es tomarse la calidad institucional en serio.
La suerte de este caso –en esta primera etapa– refuerza todos los estereotipos culturales en materia de misoginia y machismo, puesto que ha pretendido invisibilizar el calvario relatado por decenas de víctimas sometidas a las peores formas de explotación. No encuentro forma más explícita de decirlo que la escogida por Sonia Sánchez en su libro Ninguna mujer nace para puta, donde dice “para la puta la culpa, para los prostituyentes la disculpa y para los traficantes la libertad”.
Es imperioso poner el acento no sólo en dejar claras las motivaciones del fallo cuando se conozca y extremar los recaudos del análisis para despejar todo atisbo de distorsión interpretativa al servicio de la injusticia. Urge revisar la conducta de todos quienes hayan intervenido respecto de sus deberes de promover y tutelar, en todo momento, investigaciones penales serias, controladas y controlables, que alejen todo riesgo de sostener casos judiciales que luego, cuando son expuestos y confrontados en la escena del juicio oral y público, se desmoronan por el peso de sus propias deficiencias y se revelan como verdaderas parodias de justicia. Será ésa entonces una revisión pendiente en el caso concreto. Pero en todo, nosotros con nuestra Presidenta a la cabeza debemos ir por transformaciones profundas.
Del otro lado de esta decisión desahuciante, creo que Susana Trimarco merece que pongamos en valor su lucha denodada en estos diez años. Es admirable la elocuencia de su compromiso y en particular ayer, la dignidad con que confirmó su lucha frente a semejante golpe, preocupada en todo momento por la necesidad de buscar justicia, ya no sólo por su hija sino para las miles de mujeres sometidas a formas terribles de esclavitud y tortura sexual.
Es una oportunidad para ir dejando el eufemismo de la expresión “trata” para hablar de esclavitud, que es lo que ocurre con nuestras mujeres violentadas y sometidas a un sistema de explotación prostibularia y empezar a entender que todo, incluso la indolencia de los formulismos jurídicos y los laberintos del proceso judicial, también encuentran su límite.
Durante muchos años –por lo menos hasta la llegada de Néstor Kirchner al gobierno–, Susana batalló completamente sola. Luego lo hizo acompañada por un Estado que progresivamente, sin pausa y reconociendo las cuentas pendientes, ha hecho de la lucha contra la trata de personas un eje de su gestión desde las más diversas áreas de gobierno. Le dimos centralidad en el flamante Ministerio de Seguridad pero nos sabemos precedidos por esfuerzos importantes en el ámbito de los ministerios de Justicia, Desarrollo Social y Trabajo, que hoy nos encuentran trabajando articuladamente.
Las cosas entre nosotros se van profundizando y los cambios se van a producir porque –lejos de las reacciones de sectores fosilizados del Poder Judicial que se esconden en declaraciones cuasiextorsivas sin firma y sin mirar de frente al pueblo porque están ocupados en vincularse con los poderosos de siempre– la explosión de la demanda de un sistema de justicia distinto marca la perfecta sintonía que hay entre las personas de a pie y los dichos de la Presidenta de todos los argentinos el pasado domingo en ocasión de la celebración del Día de la Democracia y los Derechos Humanos, acerca de las necesidades de poner también al sistema judicial en línea con la construcción de una democracia genuina al servicio del pueblo.
El fallo y las reacciones que genera nos dan esperanzas de que esta vez podrá producirse una revisión profunda porque la injusticia del caso concreto se topó con un no va más que se despliega en la masiva indignación popular que camina junto a Susana Trimarco en su reclamo y que clama, solidaria y colectivamente, por mucho más que un caso. Exige, ni más ni menos, que justicia.
* Ministra de Seguridad.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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6 comentarios en «Por un sistema de justicia que no garantice la impunidad»

  1. Guarda con suplantar el análisis de la prueba con tribunales populares. Es un peligro grave que primen las pasiones ahí donde debería reinar el análisis desapasionado.

    Debe tenerse presente que en cada caso que alcanza la luz pública, se desarrollan dos juicios en simultáneo: a) El «Juicio judicial» y b) El Jucio Mediático. No sé cuál será peor. El primero toma tiempos vaticanos, al decir de MW, pero (debiera) basarse en acreditaciones concretas y peritos en la materia. El segundo es una parodia estilo «justicia express», donde opina mi desde tía Chola en adelante, y la «prueba» pasa a ser un mongofio de suposiciones, presunciones, dimes y diretes, conversaciones en la cola de la verdulería, prejuicios y «Ahora dicen…». Ojo con el «juicio mediático». Sería gravísimo.

    Dicho ésto, claro que la «famiglia judicial» debería sufrir un zarandeo que la oxigene. La peor solución sería sustituirla por el Juicio Mediático. La segunda peor solución sería elegir los jueces por voto popular (o por el «humor social»): Ésto los convertiría, además de eternos, en legítimos e irremovibles. La tercera peor solución es tornarlos designables y removibles por un Consejo de la Magistratura compuesto POR ELLOS MISMOS (la famiglia), con un x porcentaje de políticos electos por el voto popular para disimular.

    A mi entender, de cola de la verdulería aclaro, la oxigenación de «la famiglia» necesitaría pasar al menos por dos puntos:

    1. Un Consejo de la Magistratura compuesto en un 100% por políticos electos por el voto popular, que se renovarían elección x elección, y

    2. Una validación periódica de la calidad de sus fallos frente a los aspirantes a ocupar su silla, algo así como lo que en el ámbito científico o académico son antecedentes y oposición. Y el que no pasa por «la prueba de la blancura», a casita sin jubilación.

    Pero nunca, nunca, sustituir lo malo por lo peor.

  2. es bueno ocuparse del tema de como democratizar la justicia.A mi me resulta inadecuada la expresion.Mas bien seria como democratizar el funcionamiento del poder judicial.Pienso que la justicia es un valor y como tal implica un concepto universal e inamovible.Recuerdo la idea platonica de dar a cada uno lo que le corresponde,y aca puede tratarse de que es lo que a cada uno le corresponde,por la diversidad de sujetos y situaciones.Anoche consulte a una abogada sobre el tema y,como buena anti-K me contesto:democratizar la justicia es someterla al gobierno,lo que me dejo sin chance.Les pido a los que saben que aporten sobre el tema,que no lo politicen demasiado,que lo analicen conceptualmente.Eduardo Real desconfia,con alguna razon,de la intervencion de los jurados en los juicios.Claro que las pruebas son fundamentales,pero¿por que en EEUU los jurados funcionan bien?Un pais que aplica aun la pena de muerte y que tiene una poblacion que para mi no es mas culta que la nuestra nos da ese ejemplo.Se que estan mas habituados a participar en cuestiones concretas comunitarias y locales,cosa que nosotros aun no hacemos.Otro asunto es el control de calidad de la actuacion de los abogados,su acceso a los niveles de juez y camaristas,en medio de un sistema que es «injustamente»lento como me consta personalmente(lo que para mi ya es corrupcion)y que,si no debe ser controlado por los politicos¿por quien tiene que serlo?

    1. De lo que nadie habla y creo yo que es fundamental es de la etapa de instrucción. De la investigación antes del juicio que es muchas veces lo que condiciona el veredicto. Creo que más alla del clamor popular por la causa de marita veron nadie leyo todo el veredicto y demas para ver en que se basaron para absolver. Se le cae a los jueces directamente sin prestar atención si la investigación que hace la policia alla sido un desastre(intencionalmente o por ineptitud). No estoy diciendo que los jueces sean santos o no. No lo se, pero aun nadie ha leido lo suficiente como para realmente opinar.

      El presidente de la corte de tucuman diciendo que el fallo seguramente no se mantendra. Que todos queriamos otro fallo si, pero tampoco como dice Eduardo que el tribunal mediatico y popular sea lo que mueva la balanza a la hora del veredicto sino un proceso de investigación serio de un juicio justo y jueces ideones. Se entendio ,no?

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