Perón fue la punta del iceberg del mayor movimiento social argentino que aglutinó en su interior a la gran mayoría de la clase trabajadora desde 1943 hasta la década que comenzó en 1989.
Debido a este liderazgo en tiempos peronistas se nacionalizó el Banco Central (otra que Redrado), el comercio exterior, se creó el IAPI, la marina mercante, se legalizó el trabajo agrario con el estatuto del peón, se garantizaron los aguinaldos, las vacaciones, el seguro social, la mujer comenzó a participar en política formalmente, se desarrolló la industria de un país que llegó a tener de invitado al presidente de noruega para ver los aviones argentinos, todo esto plasmado en la Constitución de 1949.
Los que nacimos a fines de los 70 y los ochenta vimos como ese andamiaje de país se iba al tacho. Crecimos con los gobiernos de un Alfonsín que despertó una esperanza que no se animó a llevarla hasta el fondo, con la hiperinflación que destruyó los salarios, para llegar a los noventa donde los sectores concentrados de la economía aliados con los partidos tradicionales reinventaron la pobreza y el desempleo, volviendo al país a los años previos a la llegada de Perón. Privatizando todo lo que pudieron, y degradando todas las instituciones vinculadas al Estado diciéndonos que nosotros seriamos según lo que consumiésemos. Así se fue forjando otro país hasta que llegó Kirchner y le siguió Cristina. Escucho muchas veces a compañeros o amigos de edades que rondan los 50 o más diciéndonos que con Perón tenían críticas. Pero nosotros antes que las críticas vemos el país que era la Argentina hace no mucho. Esto no quiere decir que aceptemos todo mansamente, pero nuestra discusión corre por otros carriles. No es nuestro debate si el PRT se cortó solo a si el pase a la clandestinidad de Montoneros está bien o mal, eso es historia, nosotros nos ecolumnamos con esos proyectos de sociedad, pero no es nuestra tarea estudiarlos para posicionarnos en la actualidad, sino estudiarlos para no repetir errores, en un contexto diferente, así como estudiamos a San Martín y Moreno, no para criticarlos y decir que les faltó sino para conocer nuestra historia y visualizar como ellos pensaron que debía ser la vía de la liberación. Hoy la vía la tenemos que construir nosotros recuperando lo que nos parece bien y dejando a un lado lo que creemos que no sirve.
Por eso nosotros no entramos en la crítica de Perón. Porque para criticarlo primero queremos que se diga la palabra Perón en las Universidades, en los centros de Trabajo, en los barrios. Y después que conozcamos como estábamos y como estamos hoy hagámosnos todas las críticas que queramos pensando en como salimos de la situación en que nos encontramos después de tantos años de destrucción de nuestra sociedad. Por eso la tarea no es sólo de Cristina o Néstor, sino que todos tenemos responsabilidades, las organizaciones sociales también se tienen que preguntar que hicieron con los cargos que les dieron, con el dinero recibido, con las herramientas que se pusieron a su disposición. Que ocurrió cuando nos dijeron que si después de tantos años que no, ¿estabamos preparados para un “ahora si”? temo pensar que solo algunos estaban preparados.
Perón decía que las oportunidades las aprovechan los que se prepararon para aprovecharlas. Y en esto también tenía razón.
Desde nuestro espacio creemos que ser peronista es una identidad que aún sigue vigente y que el pueblo la sigue sintiendo como el arma que tiene contra el avasallamiento de los poderosos. Un arma que no vamos a negar parece que tiene mucha pelusa, y le falta aceite, pero sigue sirviendo para lo que se inventó, para tirarle un tiro a las cadenas y liberarse.