¿Qué Rodrigazo?

Daniel Muchnik Periodista. Ensayista
Muchos se han preguntado: ¿Cómo es posible que un ministro de la inteligencia y la responsabilidad de Roberto Lavagna ha podido intercalar en el escenario futuro la posibilidad de un “Rodrigazo”?
Lavagna, que es peronista, tiene buenas relaciones en el radicalismo pero no está jugando a ninguna candidatura, no pretende puestos en el gobierno, no intenta dinamitar el despacho de ningún funcionario de la actual administración, no tiene alma de profeta, no se caracteriza por envolverse en el Apocalipsis.
¿Por qué dijo lo que dijo? ¿Por qué así lo creé? ¿Por qué su olfato desarrollado lo lleva a esa conclusión? Lavagna no habla gratuitamente. Alguna razón tiene para decir lo que dice.
Pero su afirmación, que repitió en dos oportunidades (la última en un reportaje que le efectuara la apreciada colega Magdalena Ruiz Guiñazú en el diario Perfil) ha sido motivo de polémicas a lo largo de la semana. En el mundo de los economistas son varios los que han permanecido en absoluto silencio. Otros, en cambio, aprobaron silenciosamente. Pero no faltaron quienes consideraron el pronóstico de Lavagna como una gran exageración. ¿Pero, qué quiere decir un “Rodrigazo” en el contexto en el que lo usó Lavagna? ¿A un final abrupto y desesperado? ¿Quizás a la observación de que hay un significativo atraso cambiario y trabas productivas que pueden llevar a una explosión?
Alfonso Prat Gay, diputado de la Coalición Cívica, declaró el martes pasado a este diario que cuando él era el timón del Banco Central, hace siete años, el dólar valía tres pesos. Si se aplicara a ese dólar -agregó- la inflación de los últimos 7 años, que fue más o menos del 20% anual, surge un tipo de cambio, mucho más alto que 4,5, valor actual por debajo de la realidad.
De eso se trata cuando se habla de “Rodrigazo”, de una irrealidad que abruptamente, de la noche a la mañana, aflora en la superficie con fuerza inaudita y cambia todo, la economìa, la sociedad, la producción, los modos de vida y evapora todos los contratos. Una especie de tsunami, pero creado por hombres.
Hay muchos ciudadanos, profesionales o no, que no vivieron aquellas jornadas de 1975 o eran muy chicos para evaluarla. Y ahora sólo reconocen aquel episodio sólo en los libros. El ministro que eligió Perón en su retorno, José Ber Gelbard, buscó contener por todos los medios drásticos e imperativos la inflación. Tuvo éxito un corto período porque después la caldera estalló.
La producción se detuvo (fábricas enteras carecían de insumos: por ejemplo los autos se entregaban, pero sin las puertas traseras o sin rueda de auxilio), se incrementó el contrabando, la sub y sobre facturación según la ocasión. Crecieron los planteles de agentes de la administración nacional, provincias y municipalidades (350.000 nuevos agentes). El Banco Central comenzó a financiar al Estado a través de valores nacionales ajustables. El país mostraba un complicado escalonamiento de vencimientos externos. El shock petrolero de 1973 siguió generando serios prejuicios, con un aumento descomunal del precio de la energía. Surgieron restricciones comerciales de todo tipo que dañaron nuestra balanza comercial. Celestino Rodrigo, proveniente de las sectas del “brujo” José López Rega, sucesor del peronista histórico Alfredo Gómez Morales, quien había sido el ministro que reemplazó a Gelbard, dispuso en la noche del miércoles 4 de junio de 1975 una devaluación del 100%, se elevó el precio de las naftas el 175%, la energía eléctrica el 76% y el transporte entre 89 y 120%. Se congelaron los salarios y se anularon los incrementos recientemente acordados en convenciones paritarias. Elevó el 50 % la tasa de interés para créditos de corto plazo e impuso restricciones al crédito bancario.
Resultados : muchos entraron en bancarrota, la clase media se hundió y los sectores asalariados quedaron profundamente dañados. El Rodrigazo tenía una explicación: se proponía desahogar el sector externo, disminuir la actividad en el mercado interno para frenar la inflación y conseguir la elevación de las tarifas de los servicios públicos y mejorar la competitividad de las exportaciones.
El 21 de julio, pocas semanas después, por la presión sindical y popular Rodrigo y su equipo renunciaron y el “Brujo” López Rega se escapó al exterior con el título de “embajador itinerante”.
Sin duda las situaciones y los tiempos son distintos. Argentina de 1975 no es lo mismo que el mismo país en 2012 pero hay fuerzas que actúan en contra de la vida económica que inquietan. La inflación, el atraso tarifario, el atraso cambiario y la pérdida de la competitividad, los mayores gastos del Estado, entre otros, rompen el equilibrio imprescindible. Eso no significa que el “Rodrigazo” vuelva a ocurrir. Queda todavía un margen para que la historia no se repita.
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Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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