La situación de Mariano Rajoy es paradójica: es el presidente del Gobierno con mayor poder real de la historia constitucional y, al tiempo, es el que tiene menos apoyo popular y más baja estimación de voto de todos, a solo un año de su llegada a La Moncloa. En esta situación debe afrontar el 2013 que arranca con los retos más enormes a los que ha tenido que hacer frente un jefe del Ejecutivo en España: la crisis económica y el desafío soberanista de Cataluña, combinados con notables crisis institucionales y políticas.
Según el sondeo de Metroscopia para EL PAÍS, la imagen de Rajoy cae en picado y la estimación de voto del PP se desploma hasta el 29,8% de los votos. Con ese dato nunca ningún partido ha ganado unas elecciones generales en España. Incluso, un partido perdedor no tiene ese resultado desde 1989, cuando el centro derecha se llamaba Alianza Popular (AP), su líder era Manuel Fraga, su voto era del 25% y el PSOE de Felipe González gobernaba con mayoría absoluta holgada desde siete años antes. La estimación de voto del PP ha bajado 15 puntos en solo un año en el Gobierno y su desgaste le lleva a estar diez puntos por debajo de su resultado de 2008, cuando perdió por segunda vez frente al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero.
La debilidad de Rajoy es la de su pérdida acelerada de respaldo ciudadano, con la fidelidad de voto del PP más baja de hace más de diez años, que le lleva a que solo un 45% de sus votantes esté dispuesto a repetir en este momento. Su debilidad es también su pésima valoración entre los españoles, ganada con esmero en solo 12 meses. Rajoy nunca fue un político carismático o especialmente bien valorado por los ciudadanos, pero ahora es el presidente más rechazado y a un 84% de los encuestados no le inspira confianza. Ni siquiera a él parece importarle cuando admite abiertamente que ha incumplido su programa y sus compromisos.
Cuenta José María Aznar en sus memorias que, tras descartarse Rodrigo Rato, optó por Rajoy como sucesor por su habilidad para manejar y negociar a los nacionalistas. La realidad del desafío de Artur Mas en Cataluña pone a prueba ahora esta supuesta virtud del presidente, una vez derrumbada la etiqueta de previsible que él mismo se atribuía.
IU sigue subiendo (15,6% ) y Rosa Díez es la líder política mejor valorada
En esa pérdida de respaldo, está acompañado por sus ministros, porque ninguno aprueba y todos siguen cayendo. El rechazo afecta a los ministros clave, porque el peor valorado es José Ignacio Wert, encargado de la ambiciosa reforma educativa que requiere de fortaleza política y apoyo social; le sigue Fátima Báñez, responsable de las políticas de Empleo que han de paliar las terribles cifras de paro; a continuación está Alberto Ruiz-Gallardón, el ministro estrella, con la agenda más amplia de reformas y también el más rechazado por los sectores afectados por su gestión en Justicia y luego Cristóbal Montoro, quien como responsable de Administraciones Públicas tiene sobre la mesa el desafío territorial.
Por el momento no hay visos de cambios en el Gobierno, salvo que Rajoy quiera sacar a Javier Arenas de la sombra.
La ventaja de Rajoy con este panorama y en un momento tan crítico es que no hay elecciones a la vista hasta las europeas de 2014. Y su evidente fortaleza está en que mantiene su apabullante mayoría absoluta en las Cortes y el control de los principales ayuntamientos y casi todas las comunidades. También tiene su fortaleza en la debilidad del adversario, porque el PSOE ha mejorado ligeramente respecto al anterior sondeo, pero está en el 23,3% de los votos (5,4 puntos menos que el último resultado en generales).
La explicación de la estrategia futura de Rubalcaba está más en la física elemental que en la política: primero hay que frenar la caída y luego empezar a pensar en subir. Para eso tiene un año para recomponer su posición ideológica con la tranquilidad de no tener elecciones previstas que, en su caso, se cuentan por derrotas. Esa situación la afronta también con un rechazo ciudadano notable y con un 81% de sus propios votantes que dicen no confiar en él.
Los beneficiados siguen siendo IU y UPyD. La formación de Cayo Lara llega al 15,6% de los votos, casi nueve puntos más que su resultado de las generales de noviembre de 2011. Rosa Díez es la mejor valorada en su gestión política entre los líderes de los cuatro principales partidos.
Según el sondeo de Metroscopia para EL PAÍS, la imagen de Rajoy cae en picado y la estimación de voto del PP se desploma hasta el 29,8% de los votos. Con ese dato nunca ningún partido ha ganado unas elecciones generales en España. Incluso, un partido perdedor no tiene ese resultado desde 1989, cuando el centro derecha se llamaba Alianza Popular (AP), su líder era Manuel Fraga, su voto era del 25% y el PSOE de Felipe González gobernaba con mayoría absoluta holgada desde siete años antes. La estimación de voto del PP ha bajado 15 puntos en solo un año en el Gobierno y su desgaste le lleva a estar diez puntos por debajo de su resultado de 2008, cuando perdió por segunda vez frente al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero.
La debilidad de Rajoy es la de su pérdida acelerada de respaldo ciudadano, con la fidelidad de voto del PP más baja de hace más de diez años, que le lleva a que solo un 45% de sus votantes esté dispuesto a repetir en este momento. Su debilidad es también su pésima valoración entre los españoles, ganada con esmero en solo 12 meses. Rajoy nunca fue un político carismático o especialmente bien valorado por los ciudadanos, pero ahora es el presidente más rechazado y a un 84% de los encuestados no le inspira confianza. Ni siquiera a él parece importarle cuando admite abiertamente que ha incumplido su programa y sus compromisos.
Cuenta José María Aznar en sus memorias que, tras descartarse Rodrigo Rato, optó por Rajoy como sucesor por su habilidad para manejar y negociar a los nacionalistas. La realidad del desafío de Artur Mas en Cataluña pone a prueba ahora esta supuesta virtud del presidente, una vez derrumbada la etiqueta de previsible que él mismo se atribuía.
IU sigue subiendo (15,6% ) y Rosa Díez es la líder política mejor valorada
En esa pérdida de respaldo, está acompañado por sus ministros, porque ninguno aprueba y todos siguen cayendo. El rechazo afecta a los ministros clave, porque el peor valorado es José Ignacio Wert, encargado de la ambiciosa reforma educativa que requiere de fortaleza política y apoyo social; le sigue Fátima Báñez, responsable de las políticas de Empleo que han de paliar las terribles cifras de paro; a continuación está Alberto Ruiz-Gallardón, el ministro estrella, con la agenda más amplia de reformas y también el más rechazado por los sectores afectados por su gestión en Justicia y luego Cristóbal Montoro, quien como responsable de Administraciones Públicas tiene sobre la mesa el desafío territorial.
Por el momento no hay visos de cambios en el Gobierno, salvo que Rajoy quiera sacar a Javier Arenas de la sombra.
La ventaja de Rajoy con este panorama y en un momento tan crítico es que no hay elecciones a la vista hasta las europeas de 2014. Y su evidente fortaleza está en que mantiene su apabullante mayoría absoluta en las Cortes y el control de los principales ayuntamientos y casi todas las comunidades. También tiene su fortaleza en la debilidad del adversario, porque el PSOE ha mejorado ligeramente respecto al anterior sondeo, pero está en el 23,3% de los votos (5,4 puntos menos que el último resultado en generales).
La explicación de la estrategia futura de Rubalcaba está más en la física elemental que en la política: primero hay que frenar la caída y luego empezar a pensar en subir. Para eso tiene un año para recomponer su posición ideológica con la tranquilidad de no tener elecciones previstas que, en su caso, se cuentan por derrotas. Esa situación la afronta también con un rechazo ciudadano notable y con un 81% de sus propios votantes que dicen no confiar en él.
Los beneficiados siguen siendo IU y UPyD. La formación de Cayo Lara llega al 15,6% de los votos, casi nueve puntos más que su resultado de las generales de noviembre de 2011. Rosa Díez es la mejor valorada en su gestión política entre los líderes de los cuatro principales partidos.