A pesar de que lleva años analizando la política, Rosendo Fraga sigue sorprendido con la marcha del 13 de septiembre convocada desde las redes sociales, a la que consideró el punto de inflexión de un año que el Gobierno parecía dominar. Desde ese día, el proyecto del cristinismo que tenía como eje la re-reelección se complicó, indicó en un reportaje con El Cronista. Escenario, agrega, ideal para las aspiraciones del gobernador bonaerense, Daniel Scioli.
¿Qué pasará en las legislativas?
Es una elección decisiva porque, al estar en juego la reforma de la constitución, está en juego más que una reelección. CFK dijo que hay que institucionalizar los cambios que estamos realizando, con lo cual busca una reforma ideológica de la Constitución que es más importante que otro período. El oficialismo necesita más del 40% de votos. Hoy parece difícil porque la economía será peor que en 2011. Además, a raíz del 13 de septiembre, vivimos la primer crisis política, desde 1983, en la que no incide la economía. La dos crisis anteriores del kirchnerismo (campo y recesión de 2009) eran de perfil económico.
Sin reforma, ¿quién será el sucesor?
El gobernador Daniel Scioli. Si no hay reforma, su candidatura como presidente toma cuerpo en el peronismo. Y si Scioli va como presidente, toma cuerpo la candidatura del intendente de Tigre, Sergio Massa, como gobernador.
¿Cómo puede mantener esa ambigüedad Scioli?
Tiene mucha habilidad. En mayo dijo que se postulaba si la Presidenta no lograba la re-re. Y ese discurso no se mueve. A medida que se complica la reforma, más peronistas piensan que Scioli será candidato. También crea un conflicto de intereses porque cuanto peor le vaya a Cristina, mejor le irá a Scioli.
Sin embargo, desde el Gobierno siempre apuntan contra Macri como el adversario a vencer en 2015.
Sin reelección, en el cristinismo prefieren a Macri, sostienen algunos. Esa es la lógica del peronismo que prefiere competir con alguien de afuera del partido. Es que piensan que otro presidente peronista genera un nuevo liderazgo que anula el anterior.
Sin un sucesor ultraK, ¿de qué depende el kirchnerismo para mantener el poder y el liderazgo político?
El kirchnerismo siempre buscó más el temor que la adhesión. Acá se diferencia del liderazgo de Perón o Irigoyen, que se basa en la adhesión de sectores populares. Este Gobierno es más un legado de aparatos. Depende más del alineamiento de los intendentes, de los gobernadores, sindicatos, empresarios o hasta de la justicia. Muchas veces no le habla a la gente, sino que le habla a estos actores de la política cuya adhesión está más vinculada al temor. En los sectores populares hay una disposición mucho más fría respecto al liderazgo del kirchnerismo. Se notó durante el 9 de diciembre, en el Día de los Derechos Humanos, cuando una película de Disney tuvo más rating que los canales que proyectaron la cadena en un momento político crucial.
Ese momento crucial se debía al fallo de la Ley de Medios por el que el Gobierno tensó la relación con la Justicia. ¿Cómo seguirá esa relación?
La relación tensa y conflictiva se mantendrá este año. La clave fue el comunicado de la Comisión de Independencia de la Justicia contra las presiones del Gobierno. En el discurso, el oficialismo llegó muy lejos en el cuestionamiento al Poder Judicial y ahí no es fácil el retroceso: en la política uno va y viene, pero en la Justicia es difícil.
La Casa Rosada tuvo un duro año con el sindicalismo. ¿Qué le depara?
A pesar de las diferencias que tienen la CGT oficial con la disidente, en 2013 es probable que se una el sindicalismo peronista. La vertiente de Antonio Caló (CGT oficial), Luis Barrionuevo (CGT Azul y Blanca) y Hugo Moyano (CGT disidente) se pueden unir como estrategia. Le cuesta mucho al cristinismo atender esa alianza con una parte del sindicalismo peronista por su ideología setentista. Estos mismos dirigentes sindicales eran los de la Juventud Sindical Peronista que se enfrentaban a la JP y Montoneros, donde militaban muchos de los actuales líderes del cristinismo.
Usted habla de cristinismo. ¿Cómo lo define? ¿Es peronismo?
Más que peronismo, tiene mucho del postmarxismo de Ernesto Laclau, y también del neopopulismo latinoamericano.
¿Qué pasará en las legislativas?
Es una elección decisiva porque, al estar en juego la reforma de la constitución, está en juego más que una reelección. CFK dijo que hay que institucionalizar los cambios que estamos realizando, con lo cual busca una reforma ideológica de la Constitución que es más importante que otro período. El oficialismo necesita más del 40% de votos. Hoy parece difícil porque la economía será peor que en 2011. Además, a raíz del 13 de septiembre, vivimos la primer crisis política, desde 1983, en la que no incide la economía. La dos crisis anteriores del kirchnerismo (campo y recesión de 2009) eran de perfil económico.
Sin reforma, ¿quién será el sucesor?
El gobernador Daniel Scioli. Si no hay reforma, su candidatura como presidente toma cuerpo en el peronismo. Y si Scioli va como presidente, toma cuerpo la candidatura del intendente de Tigre, Sergio Massa, como gobernador.
¿Cómo puede mantener esa ambigüedad Scioli?
Tiene mucha habilidad. En mayo dijo que se postulaba si la Presidenta no lograba la re-re. Y ese discurso no se mueve. A medida que se complica la reforma, más peronistas piensan que Scioli será candidato. También crea un conflicto de intereses porque cuanto peor le vaya a Cristina, mejor le irá a Scioli.
Sin embargo, desde el Gobierno siempre apuntan contra Macri como el adversario a vencer en 2015.
Sin reelección, en el cristinismo prefieren a Macri, sostienen algunos. Esa es la lógica del peronismo que prefiere competir con alguien de afuera del partido. Es que piensan que otro presidente peronista genera un nuevo liderazgo que anula el anterior.
Sin un sucesor ultraK, ¿de qué depende el kirchnerismo para mantener el poder y el liderazgo político?
El kirchnerismo siempre buscó más el temor que la adhesión. Acá se diferencia del liderazgo de Perón o Irigoyen, que se basa en la adhesión de sectores populares. Este Gobierno es más un legado de aparatos. Depende más del alineamiento de los intendentes, de los gobernadores, sindicatos, empresarios o hasta de la justicia. Muchas veces no le habla a la gente, sino que le habla a estos actores de la política cuya adhesión está más vinculada al temor. En los sectores populares hay una disposición mucho más fría respecto al liderazgo del kirchnerismo. Se notó durante el 9 de diciembre, en el Día de los Derechos Humanos, cuando una película de Disney tuvo más rating que los canales que proyectaron la cadena en un momento político crucial.
Ese momento crucial se debía al fallo de la Ley de Medios por el que el Gobierno tensó la relación con la Justicia. ¿Cómo seguirá esa relación?
La relación tensa y conflictiva se mantendrá este año. La clave fue el comunicado de la Comisión de Independencia de la Justicia contra las presiones del Gobierno. En el discurso, el oficialismo llegó muy lejos en el cuestionamiento al Poder Judicial y ahí no es fácil el retroceso: en la política uno va y viene, pero en la Justicia es difícil.
La Casa Rosada tuvo un duro año con el sindicalismo. ¿Qué le depara?
A pesar de las diferencias que tienen la CGT oficial con la disidente, en 2013 es probable que se una el sindicalismo peronista. La vertiente de Antonio Caló (CGT oficial), Luis Barrionuevo (CGT Azul y Blanca) y Hugo Moyano (CGT disidente) se pueden unir como estrategia. Le cuesta mucho al cristinismo atender esa alianza con una parte del sindicalismo peronista por su ideología setentista. Estos mismos dirigentes sindicales eran los de la Juventud Sindical Peronista que se enfrentaban a la JP y Montoneros, donde militaban muchos de los actuales líderes del cristinismo.
Usted habla de cristinismo. ¿Cómo lo define? ¿Es peronismo?
Más que peronismo, tiene mucho del postmarxismo de Ernesto Laclau, y también del neopopulismo latinoamericano.
otro ilustre nabo con pretensiones de agudo analista político. Un mero portavoz de la derecha, que le paga y le asegura un lugar. Un miembro del batallón de los mediocres