Por Diego Schuman. No logró convencer a Julio Grondona para que incluya a Carlos Tevez en la selección nacional pero está convencido de que seducirá a los gobernadores peronistas para sumarlos a su proyecto presidencial.
No logró convencer a Julio Grondona para que incluya a Carlos Tevez en la selección nacional pero está convencido de que seducirá a los gobernadores peronistas para sumarlos a su proyecto presidencial.
Daniel Scioli, de él se trata, exuda fe y esperanza. Y lo dice en público y en privado, amén de que esas dos palabras sigan siendo las muletillas a la que echan mano sus imitadores para ridiculizarlo.
El gobernador bonaerense quiere que todos sus pares del PJ que no tienen posibilidad de ser reelectos sean sus ministros en caso de resultar catapultado como sucesor de Cristina Kirchner en el 2015.
La «jugada federal» del precandidato del Frente para la Victoria busca garantizar despliegue territorial y, por ende, votos que le aseguren sortear las primarias y, posteriormente, la elección nacional.
Como parte de la estrategia Scioli inició una gira por el país para instalar su candidatura. «Voy a necesitarlos a todos para gobernar», blanqueó en Catamarca, en el marco del Día de la Minería, donde se mostró junto a la mandataria local Lucía Corpacci y al riojano Luis Beder Herrera, a quien volvió a cruzar este fin de semana.
El viaje incluyó una escala en Mendoza. Con la excusa de participar de un Congreso de Parlamentarios Latinoamericanos, obtuvo allí una polaroid con Francisco «Paco» Pérez, el gobernador cuyano.
El libro de fotos se completó con otro retrato, también la semana pasada, con José Manuel De la Sota. El mandatario cordobés y Scioli se prodigaron elogios, minimizado las críticas de la Casa Rosada al «Gallego» por el faltazo al encuentro del Partido Justicialista en Parque Norte.
Corpacci, Beder Herrera, Pérez y De la Sota no son los únicos jefes distritales que tienen vedadas la posibilidad de una reelección por las respectivas constituciones provinciales. Lo mismo ocurre con José Luis Gioja, en San Juan; Oscar Jorge, en La Pampa; José Alperovich, en Tucumán; Alberto Weretilnek, en Río Negro; y Daniel Peralta, en Santa Cruz.
A ellos su suman Sergio Urribarri, en Entre Ríos, quien se presenta en sociedad como el aspirante a presidente por el kirchnerismo paladar negro –o sea, el competidor interno del «moderado» Scioli– ; y Fabiana Ríos, en Tierra del Fuego, cuya militancia no es peronista y, sin embargo, el gobernador bonaerense la imagina tributando a su proyecto político.
Temiendo que el cupo ministerial no alcance para todos, o que alguno prefiera seguir su camino buscando una banca en el Congreso, la oferta que el sciolismo lleva a sus pares en las giras también son cargos en directorios de empresas del Estado o directamente el guiño para que se conviertan en autoridades parlamentarias.
En ese sentido, dejaría que los líderes territoriales del PJ confeccionen íntegramente las listas de legisladores provinciales y municipales, garantizándoles así cierta independencia y poder de fuego en sus propios distritos. Las listas nacionales, en cambio, dependerán de la lapicera de la Casa Rosada y serían comunes a todos los precandidatos del Frente para la Victoria.
El «cierre por arriba» no excluye las negociaciones paralelas para que referentes del peronismo que no encuentran lugar en el mundo, o que militan con Sergio Massa, decidan sumarse al equipo de la «ola naranja» ¿Algunos ejemplos? Roberto Lavagna, quien dialoga indistintamente con el ex intendente de Tigre y con el gobernador bonaerense, y Alberto Fernández, quien decidió abandonar a Scioli cuando confirmó que no iba a sacar los pies del Frente para la Victoria.
Precisamente difiere del esquema de trabajo de Massa, quien se esmera en desgajar de intendentes al oficialismo, sobre todo los de la provincia de Buenos Aires, comarca clave para definir cualquier elección nacional.
Para retenerlos, Scioli apela a la caja de la provincia, sobre todo para dar soluciones a los problemas de inseguridad, que están al tope de las demandas de la sociedad. Pero también hizo correr hace rato su promesa de autonomía financiera, un beneficio que únicamente podría hacer realidad si se convierte en presidente de la Nación.
En efecto, el anzuelo del gobernador para los jefes comunales es modificar la Ley 24.621 que desde el año 1996, cuando fue promulgada, puso un tope de 650 millones de pesos al llamado Fondo del Conurbano.
El inciso b del artículo 1° de esa ley es clara: otorga al Fondo del distrito «el 10% de lo recaudado por Impuesto a las Ganancias hasta un monto de 650 millones de pesos anuales, proporcionados mensualmente, el que será incorporado a su coparticipación, con destino específico a obras de carácter social».
Según un informe del equipo técnico de la ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, el tope de 650 millones hizo que en 2013 se perdieran más de 15 mil millones de pesos. Ese monto sería aproximadamente el 10% de lo recaudado por Ganancias y lo que le correspondería al Fondo del Conurbano si se eliminara el tope.
«Buenos Aires genera el 36% del PBI, concentra el 48% de la industria, habita en ella el 38% de la población y posee el 34% de los habitantes del país con Necesidades Básicas Insatisfechas», enumera el estudio, para fortalecer sus argumentos sobre la necesidad de obtener mayores recursos que los actuales.
Promesas y análisis aparte, Scioli seguirá explotando aquello de lo que hizo virtud: las alianzas con las personalidades del mundo del deporte. En su reciente paso por la Fundación Mediterránea, al que concurrieron empresarios de renombre y otros de menor cuantía, tuvo su instantánea con David Nalbandian.
El ex tenista y amante de las competiciones de rally llegó al encuentro de la mano de presidente del Grupo BAPRO, su coprovinciano Santiago Montoya. Con Tevez, Scioli no sólo compartió picaditos en La Ñata, Tigre, sino que presentó obras de urbanización –apertura de calles, mejoramiento de servicios– en el Barrio Ejército de los Andes, popularmente conocido como Fuerte Apache, donde nació y se crío el futbolista de la Juventus.
Eso sí, no logró convencer a Grondona para que Alejandro Sabella lo llevara al Mundial de Brasil. Habrá que ver si su poder de persuasión mejora con el Rey David, tan cortejado por estos días por todas las corrientes del peronismo, para que banque su proyecto presidencial en Córdoba.
No logró convencer a Julio Grondona para que incluya a Carlos Tevez en la selección nacional pero está convencido de que seducirá a los gobernadores peronistas para sumarlos a su proyecto presidencial.
Daniel Scioli, de él se trata, exuda fe y esperanza. Y lo dice en público y en privado, amén de que esas dos palabras sigan siendo las muletillas a la que echan mano sus imitadores para ridiculizarlo.
El gobernador bonaerense quiere que todos sus pares del PJ que no tienen posibilidad de ser reelectos sean sus ministros en caso de resultar catapultado como sucesor de Cristina Kirchner en el 2015.
La «jugada federal» del precandidato del Frente para la Victoria busca garantizar despliegue territorial y, por ende, votos que le aseguren sortear las primarias y, posteriormente, la elección nacional.
Como parte de la estrategia Scioli inició una gira por el país para instalar su candidatura. «Voy a necesitarlos a todos para gobernar», blanqueó en Catamarca, en el marco del Día de la Minería, donde se mostró junto a la mandataria local Lucía Corpacci y al riojano Luis Beder Herrera, a quien volvió a cruzar este fin de semana.
El viaje incluyó una escala en Mendoza. Con la excusa de participar de un Congreso de Parlamentarios Latinoamericanos, obtuvo allí una polaroid con Francisco «Paco» Pérez, el gobernador cuyano.
El libro de fotos se completó con otro retrato, también la semana pasada, con José Manuel De la Sota. El mandatario cordobés y Scioli se prodigaron elogios, minimizado las críticas de la Casa Rosada al «Gallego» por el faltazo al encuentro del Partido Justicialista en Parque Norte.
Corpacci, Beder Herrera, Pérez y De la Sota no son los únicos jefes distritales que tienen vedadas la posibilidad de una reelección por las respectivas constituciones provinciales. Lo mismo ocurre con José Luis Gioja, en San Juan; Oscar Jorge, en La Pampa; José Alperovich, en Tucumán; Alberto Weretilnek, en Río Negro; y Daniel Peralta, en Santa Cruz.
A ellos su suman Sergio Urribarri, en Entre Ríos, quien se presenta en sociedad como el aspirante a presidente por el kirchnerismo paladar negro –o sea, el competidor interno del «moderado» Scioli– ; y Fabiana Ríos, en Tierra del Fuego, cuya militancia no es peronista y, sin embargo, el gobernador bonaerense la imagina tributando a su proyecto político.
Temiendo que el cupo ministerial no alcance para todos, o que alguno prefiera seguir su camino buscando una banca en el Congreso, la oferta que el sciolismo lleva a sus pares en las giras también son cargos en directorios de empresas del Estado o directamente el guiño para que se conviertan en autoridades parlamentarias.
En ese sentido, dejaría que los líderes territoriales del PJ confeccionen íntegramente las listas de legisladores provinciales y municipales, garantizándoles así cierta independencia y poder de fuego en sus propios distritos. Las listas nacionales, en cambio, dependerán de la lapicera de la Casa Rosada y serían comunes a todos los precandidatos del Frente para la Victoria.
El «cierre por arriba» no excluye las negociaciones paralelas para que referentes del peronismo que no encuentran lugar en el mundo, o que militan con Sergio Massa, decidan sumarse al equipo de la «ola naranja» ¿Algunos ejemplos? Roberto Lavagna, quien dialoga indistintamente con el ex intendente de Tigre y con el gobernador bonaerense, y Alberto Fernández, quien decidió abandonar a Scioli cuando confirmó que no iba a sacar los pies del Frente para la Victoria.
Precisamente difiere del esquema de trabajo de Massa, quien se esmera en desgajar de intendentes al oficialismo, sobre todo los de la provincia de Buenos Aires, comarca clave para definir cualquier elección nacional.
Para retenerlos, Scioli apela a la caja de la provincia, sobre todo para dar soluciones a los problemas de inseguridad, que están al tope de las demandas de la sociedad. Pero también hizo correr hace rato su promesa de autonomía financiera, un beneficio que únicamente podría hacer realidad si se convierte en presidente de la Nación.
En efecto, el anzuelo del gobernador para los jefes comunales es modificar la Ley 24.621 que desde el año 1996, cuando fue promulgada, puso un tope de 650 millones de pesos al llamado Fondo del Conurbano.
El inciso b del artículo 1° de esa ley es clara: otorga al Fondo del distrito «el 10% de lo recaudado por Impuesto a las Ganancias hasta un monto de 650 millones de pesos anuales, proporcionados mensualmente, el que será incorporado a su coparticipación, con destino específico a obras de carácter social».
Según un informe del equipo técnico de la ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, el tope de 650 millones hizo que en 2013 se perdieran más de 15 mil millones de pesos. Ese monto sería aproximadamente el 10% de lo recaudado por Ganancias y lo que le correspondería al Fondo del Conurbano si se eliminara el tope.
«Buenos Aires genera el 36% del PBI, concentra el 48% de la industria, habita en ella el 38% de la población y posee el 34% de los habitantes del país con Necesidades Básicas Insatisfechas», enumera el estudio, para fortalecer sus argumentos sobre la necesidad de obtener mayores recursos que los actuales.
Promesas y análisis aparte, Scioli seguirá explotando aquello de lo que hizo virtud: las alianzas con las personalidades del mundo del deporte. En su reciente paso por la Fundación Mediterránea, al que concurrieron empresarios de renombre y otros de menor cuantía, tuvo su instantánea con David Nalbandian.
El ex tenista y amante de las competiciones de rally llegó al encuentro de la mano de presidente del Grupo BAPRO, su coprovinciano Santiago Montoya. Con Tevez, Scioli no sólo compartió picaditos en La Ñata, Tigre, sino que presentó obras de urbanización –apertura de calles, mejoramiento de servicios– en el Barrio Ejército de los Andes, popularmente conocido como Fuerte Apache, donde nació y se crío el futbolista de la Juventus.
Eso sí, no logró convencer a Grondona para que Alejandro Sabella lo llevara al Mundial de Brasil. Habrá que ver si su poder de persuasión mejora con el Rey David, tan cortejado por estos días por todas las corrientes del peronismo, para que banque su proyecto presidencial en Córdoba.
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