Sergio Berni, un soldado K en el frente de la conflictividad gremial

No falta en el Poder Ejecutivo quien compare su influencia sobre la presidenta Cristina Fernández con la que ejercen Guillermo Moreno y Axel Kicillof. Pero antes que hacer valer sus dotes de estratego, moldeadas por su formación militar, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, prefiere destacarse por otra cualidad ejercitada en esos años: la de ejecutar con eficiencia todas las órdenes que recibe. Y las últimas semanas lo tuvieron ciertamente como brazo ejecutor de delicadas operaciones en el frente de la conflictividad social.
«Las mujeres en política se enamoran de los hombres que les resuelven problemas», explica un funcionario que lo ha visto en acción. Y tiene razón. Al repasar sus hitos profesionales se atraviesan con facilidad algunos de los principales cuellos de botella que le tocó transitar al Gobierno en estos diez años de gestión.
Como ladero de Alicia Kirchner en el Ministerio de Desarrollo Social (a cargo de Asistencia Crítica y Abordaje territorial) fue el encargado, en diciembre de 2010, de la negociación con los ocupantes del parque Indoamericano. Además de haber fijado el plan de acción de la Gendarmería, fue quien se encargó de negociar con los acampantes su retirada del predio. Berni estuvo tres días y tres noches en Villa Lugano. Su labor ayudó a desactivar un estallido social a veinte minutos del Obelisco.
Para lograr ese resultado ayudó la experiencia forjada en años de negociación «cuerpo a cuerpo» con los piqueteros, aislando a los duros, integrando a los dialoguistas. Tanto en los acampes en la avenida 9 de Julio como en decenas de situaciones similares que no llegaron a la tapa de los diarios, Berni hizo valer dos armas poderosas: sus modales recios y el generoso presupuesto social del Estado.
«Cumplía el rol de la emergencia, la asistencia, la contención. Eran otros tiempos. Hoy Desarrollo Social es parte de una red política que tiene la mira puesta en las elecciones de 2013 y la candidatura de Alicia Kirchner por la provincia de Buenos Aires. Para eso trabaja Berni, para eso arma», asegura un viejo colaborador del área.
Poco a poco, los piqueteros pasaron a ser un riesgo secundario para la Casa Rosada. La sucesión presidencial y el factor sindical minaron de nuevos adversarios el panorama político. Y Berni, a quien muchos apodan el «Loco», recibió nuevas misiones. Primero se mudó a la Legislatura bonaerense, para secundar a Gabriel Mariotto en la embestida contra el gobernador Daniel Scioli. Y después, por expreso pedido presidencial, se instaló en el Ministerio de Seguridad para reemplazar a Cristina Camaño.
Berni es médico de formación, pero luego de obtener su título se unió al Ejército y llegó a tener el grado de teniente coronel. Por eso no tuvo problema para convertirse rápidamente en un interlocutor respetado dentro de las fuerzas que debía coordinar (Policía Federal, Gendarmería y Prefectura). La calle es, además, el ámbito donde se siente más cómodo. Al no haber formado familia a sus 50 años, nadie se sorprende al verlo en pleno patrullaje de las fronteras de la ciudad con el conurbano a altas horas de la madrugada.
Cuando la semana pasada el paro de camioneros puso al país al borde del desabastecimiento de combustibles, quedó a cargo de una operación política sensible: burlar el bloqueo que Pablo Moyano había impuesto a un centro de logística de YPF, haciendo manejar los camiones de la petrolera con choferes de la Gendarmería.
Hace una semana, le tocó volver al Sur, a Chubut, para tratar de desactivar la toma del yacimiento Cerro Dragón (perteneciente a Pan American Energy, la sociedad de la británica BP, los hermanos Bulgheroni y los chinos de Cnocc), un viejo conflicto laboral que se había salido de cauce.
Una vez más Berni fue el enviado para poner calma donde había crisis. Presionó a Los Dragones, un grupo indomable de trabajadores de la construcción que había causado enormes destrozos y paralizado la producción del principal pozo del país, hasta habilitar una nueva negociación. El enviado regresó sin resolver la cuestión de fondo, pero logró instalar la sensación de que el problema era de raíz política, más que laboral. Antes de irse, apuntó al ex gobernador Mario Das Neves por haber favorecido el crecimiento de esta agrupación, que hace reclamos sindicales aunque ni siquiera tiene personería jurídica.
Podría haber sido un caso terminado, al menos para la agenda nacional, si no fuera porque 48 horas más tarde, un trágico accidente vial terminó con la vida de 12 personas, entre ellas 9 gendarmes que habían trabajado en la zona.
Pingüino bonaerense
Aunque desarrolló casi toda su actividad profesional en el Sur, Berni es un acuariano nacido el 3 de febrero de 1962 en Capilla del Señor, provincia de Buenos Aires. Tiene tres propiedades en Capital Federal y desde hace cinco años eligió para vivir una casa que compró en Lima, partido de Zárate.
Su inclusión a último momento como candidato a senador provincial por la segunda sección electoral llamó la atención a varios peronistas. Su cercanía con La Cámpora quedó a la vista cuando, a instancias de Mariotto, fue elegido vicepresidente primero del cuerpo. Luego, por haber estado a cargo de la gobernación hasta que Scioli asumiera su segundo mandato, fue señalado como el responsable de que los militantes de la agrupación kirchnerista ingresaran a los balcones del recinto legislativo, provocando serios incidentes tras enfrentarse con la policía.
«Acá todos estamos por Cristina», bramaba el entonces senador en los debates internos del bloque, ante lo cual los históricos se plantaban detrás de frases como «eso valdrá para vos, nosotros hace 30 años que defendemos al peronismo».
La etiqueta de pingüino, sinónimo de incondicionalidad kirchnerista, la recibió por haber residido 20 años en Santa Cruz, donde aún conserva su casa en 28 de Noviembre, pegadito a Río Turbio, y dos complejos de cabañas turísticas, uno en su pueblo y otro en El Chaltén (construidos con sus propias manos, como se ufana en remarcar ante sus amigos).
Conoció a los Kirchner en 1989. Néstor era por entonces intendente de Río Gallegos y Cristina había sido elegida diputada provincial. Se sumó al equipo no bien Alicia estuvo al frente del Ministerio de Acción Social (MAS) de Santa Cruz. Aunque no tenía militancia previa, su familia sí era de raigambre peronista. Su abuelo era maestro rural y amaba a Evita.
Su adhesión el Ejército no fue un obstáculo, porque había sido fruto del pragmatismo. Vencida la prórroga de la conscripción, estuvo al borde de perder tres años de la carrera de medicina, situación que se podía remediar si hacía la residencia médica en el Hospital Militar. Terminó convertido en médico y militar. Actuó en el regimiento de Rospentek y llegó a estar a cargo del Hospital de Río Turbio. Experto en artes marciales, además, ejerció como instructor de karate muchos años. Algunas versiones lo asocian a otro tipo de golpes, como los alzamientos carapintadas de Semana Santa de 1987. Pero su entorno lo desmiente.
Varias veces fue al hospital policial Churruca a ver cómo evolucionaban policías internados por haber sido heridos en actividad. Gestos que, obviamente, despertaron la simpatía de la fuerza policial y que hasta son reconocidos por sus adversarios políticos.
«Es un animal de laburo. Un tipo con códigos. Eso no quita que existan diferencias. Una cosa es en lo ideológico y otra en lo operacional», explica un experto en la materia que trabaja cerca del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y que asegura que gracias al desembarco de Berni hoy han retomado los contactos con la Nación, interrumpidos mientras Garré era la exclusiva interlocutora para los temas de Seguridad.
Esta referencia pone en evidencia lo que hoy es un secreto a voces en el Gobierno: la voz autorizada, con línea directa a Olivos, es la de Berni, no la de Garré.
El bypass fue hecho por la propia Cristina, quién empezó a desconfiar de su ministra cuando, por ejemplo, la hizo decir que eran 250 efectivos de la Policía Federal los que custodiaban los subtes (y que habían decidido retirar). Y cuando no le informó a tiempo que personal de Gendarmería estaba allanando el departamento de su vicepresidente, Amado Boudou, comprometido en el caso de la ex Ciccone Calcográfica.
Hubo otro episodio que complicó aún más la situación de Garré. El polémico Proyecto X, un software utilizado por Gendarmería para almacenar información de activistas sociales, obtenida a través de espionaje. Un dolor de cabeza para el Gobierno, defensor de los derechos humanos a ultranza, que tuvo que salir a dar explicaciones.
Cristina tomó nota y reescribió su lista de aliados. El jueves 10 de mayo, la Presidenta se reunió en Olivos con intendentes que le atienden el teléfono a Mariotto. Fue después del lanzamiento de la Juan Domingo, la agrupación política del sciolismo. La única autoridad nacional presente fue Sergio Berni. El hombre que alguna vez quiso hacer su propia apuesta política y ser intendente de Zarate, pero que tuvo que postergar su proyecto para ser un soldado del proyecto K.
Nombre y apellido: Sergio Berni
Edad: 50
Médico y militar: Nació en Capilla del Señor, en la provincia de Buenos Aires, en una familia de raigambre peronista. Estudió medicina y se unió al Ejército, donde terminó su carrera y alcanzó el rango de teniente coronel. Con los Kirchner al poder: Conoció a los Kirchner en 1989, en Santa Cruz, donde residió. Secundó a Alicia Kirchner en Desarrollo Social, llegó a la Legislatura bonaerense de la mano de Mariotto y se convirtió en secretario de Seguridad de Nilda Garré..

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *