Un conflicto que puede alterar el mapa del poder

Antes de partir, 2016 dejó planteadas algunas incógnitas políticas de primera magnitud. Esos enigmas, que se irán despejando a lo largo del año que comienza, afectan la identidad del oficialismo y la de la oposición. Comienza a vislumbrarse que, en octubre, el país podría ir a elecciones con un nuevo mapa de poder.
Durante los últimos días de diciembre, Cambiemos fue sacudido por una crisis delicada. Mauricio Macri y Elisa Carrió ponen lo mejor de sí para disimular la irremediable tensión que hay en su vínculo. Pero esta vez quedaron al borde del conflicto. El motivo es recurrente: Ricardo Lorenzetti .
Carrió amplió su denuncia contra el magistrado, involucrándolo con una cooperativa que traficaría dinero negro con cheques de la AFA. La diputada recurrió al juzgado de María Servini de Cubría, que investiga esa institución. Al mismo tiempo, Carrió emitió un tuit en el que pide que se investigue en qué condiciones conducía Lorenzetti cuando, el 13 de noviembre, chocó con un motociclista en Rafaela. La pregunta de Carrió es inquietante: el joven que, según Lorenzetti, atropelló su auto con una moto falleció el martes pasado como consecuencia del accidente. La carátula del caso pasó de lesiones graves a homicidio culposo. Carrió insinuó que podría ser doloso, pero que en Rafaela nadie se anima a investigar al juez.
Envuelto en llamas por esas imputaciones, Lorenzetti envió un mensaje al oficialismo: renunciaría a la presidencia de la Corte, que podría pasar a Horacio Rosatti. Este ministro, que tiene buena relación con Carrió, hace tres semanas creyó necesario declarar que «el liderazgo de la Corte debe ser, además de jurídico, moral».
Apenas se enteró del malestar de Lorenzetti, Peña le prometió un pronunciamiento de Macri. Horas más tarde, el Presidente declaraba que ni el Gobierno ni Cambiemos suscriben las denuncias de Carrió contra el magistrado. Esas definiciones provocaron la reacción del diputado Fernando Sánchez, íntimo de Carrió, quien dijo en un comunicado que «por suerte en Cambiemos la inmensa mayoría decidió luchar contra la corrupción y terminar con la impunidad». Por primera vez un dirigente del oficialismo corregía al Presidente.
Habrá que ver cuántos almuerzos se necesitan para restaurar la relación de Macri con Carrió. La diputada había prestado un servicio valiosísimo a la Casa Rosada al bendecir el reemplazo de Alfonso Prat-Gay, quien milita en la Coalición Cívica, por Nicolás Dujovne. Pero hay otros ruidos en la línea. El enfrentamiento con Susana Malcorra por las tratativas con el Reino Unido recrudeció. Además, Carrió protesta por el intento de desplazar al procurador del Tesoro, Carlos Balbín, quien consiguió lo que se creía imposible: que lo auspicien a la vez la diputada y Daniel Angelici.
Foto: LA NACION
Hay otra escena en la que Macri aparece cerca de Lorenzetti y distante de Carrió. El Presidente pretende el reemplazo de Juan Cubría como administrador del Consejo de la Magistratura. Cubría ha sido un crítico severo de Lorenzetti por el control del presupuesto judicial. Lo acusó de implantar una cultura monárquica. Cubría es el hijo de la jueza Servini, en cuyo juzgado Carrió conectó al presidente de la Corte con los cheques de la AFA. No hace falta advertir que Servini y Carrió comparten una antipatía. Servini tiene otros motivos para estar inquieta con Lorenzetti. Sobre todo desde que le dijeron que él está interesado en disponer cuanto antes que los jueces deben retirarse al cumplir 75 años. La cuestión está planteada por un amparo de un amigo de Carrió, el camarista Leopoldo Schiffrin. Si la Corte sigue el criterio de Lorenzetti, Servini, que cumplió 80 años, debería dejar su juzgado. La magistrada tuvo suerte, porque hace una semana la jueza de la Corte Helena Highton recurrió a la Justicia para quedarse más allá de los 75 años, que cumplirá en diciembre. El problema del retiro de los jueces tardará un poco más en resolverse.
Los radicales también sostienen al hijo de Servini. Razonan así: «Si lo vamos a sacar, saquemos también a la madre del juzgado. Si la dejamos herida, nos volverá locos todo el año». Tal vez Servini ya empezó. El miércoles pasado dictó la falta de mérito de Ibar Pérez Corradi, acusado de ser el autor intelectual del triple crimen de Quilmes/General Rodríguez. Corradi había amenazado con ventilar vinculaciones de la SIDE de los tiempos de «Jaime» Stiuso con el narco. Su absolución fue un golpe duro para el Gobierno, que al repatriarlo había anunciado el final de varios kirchneristas, con Aníbal Fernández a la cabeza.
El impulsor del reemplazo del administrador Cubría es el nuevo gerente judicial del Presidente: su amigo José Torello. A Torello se atribuyen numerosas negociaciones desde que Angelici, herido por las acusaciones de Carrió, comunicó que se desentendía de esos trámites. Entre las iniciativas de Torello estuvo el reemplazo de Servini por Juan Manuel Culotta como subrogante del juzgado electoral de la provincia de Buenos Aires. Culotta es un ex Newman, como Torello y como Macri. También se advierte la mano de Torello en el intento de desplazar al procurador Balbín. Macri quizá deba interrumpir las vacaciones de Fabián «Pepín» Rodríguez Simón, como él en Cumelén, para una mediación urgente entre Carrió y Torello. «Pepín» es amigo de ambos.
La crisis entre Macri y Carrió pone en tela de juicio la agenda de Cambiemos. Y se proyecta sobre el campo electoral. Carrió planea competir en la provincia de Buenos Aires, tal vez como diputada nacional. Lorenzetti será uno de sus temas de campaña. Acaba de obtener un respaldo interesante: Julián Ercolini procesó a Cristina Kirchner en una causa que ella había iniciado hace casi una década. El lanzamiento de Carrió bloquearía a Jorge Macri, el primo del Presidente, a quien ella ha acusado de ser cómplice, junto con Sergio Massa y Gustavo Posse, de una mafia judicial vinculada al narcotráfico. Jorge Macri es el candidato predilecto de María Eugenia Vidal para encabezar la fórmula de senadores. Lo secundaría Gladys González, quien de intervenir el sindicato del «Caballo» Omar Suárez pasó a encargarse del saneamiento del Riachuelo. Una responsabilidad del ministro Sergio Bergman, quien seguirá en el cargo, bajo la supervisión oficiosa de Carlos Grosso.
El papel de Carrió en las elecciones bonaerenses es estratégico. Allí el Gobierno juega buena parte de su suerte. La importancia que Macri asigna a este torneo se expresa en un solo dato: está por girar a María Eugenia Vidal $ 25.000 millones, para actualizar el Fondo del Conurbano. Rogelio Frigerio deberá explicar esa transferencia con los demás gobernadores. El año pasado Macri elevó la coparticipación porteña y el resto del país se amotinó.
El ecosistema bonaerense está mutando por otro proceso que se aceleró en los últimos días de diciembre. El jueves pasado, el PJ del distrito confirmó en un congreso que, en agosto, kirchneristas y ex kirchneristas dirimirán sus candidaturas en una interna. Daniel Scioli se postulará por el bando de los leales a Cristina Kirchner. Todavía no se sabe si ella competirá. En la otra orilla, esperan que Florencio Randazzo se defina. Si no, hay otros tres candidatos a la senaduría: el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde; el de San Martín, Gabriel Katopodis, y Fernando «Chino» Navarro, del Movimiento Evita. Esta novedad plantea interrogantes significativos sobre el destino del poder. ¿Qué hará Massa si su base peronista acepta el argumento de un PJ renovado? ¿Qué plan tiene Cambiemos para enfrentar a ese PJ?
La única reacción que hubo hasta ahora es difícil de entender. Vidal, que se propone como una novedad casi absoluta, fue a buscar refuerzos a los sótanos del PJ bonaerense. De ese averno, convocados por Eduardo Duhalde, salieron en su auxilio Mario Ishii, Aldo Rico y Alejandro Granados. Cuando Emilio Monzó recomendó, para irritación de Macri, atraer a figuras del PJ, tal vez no pedía tanto. Esta galería de celebridades es capaz de destruir, en un solo minuto, la obsesiva vigilancia de Marcos Peña sobre la imagen de Cambiemos. ¿La gobernadora fue asesorada por Gustavo Ferrari, que ya lidiaba con estos dinosaurios cuando servía a Francisco de Narváez? ¿O siguió un consejo de Jaime Durán Barba? Estos dilemas no irían más allá de la estética si no fuera porque, en su pragmático viaje hacia la prehistoria, la gobernadora está reivindicando la peor política de seguridad que hayan conocido los bonaerenses. Granados fue el último responsable de esa área durante la gestión de Scioli. Al convalidarlo, Vidal envía un mensaje muy contradictorio hacia la policía.
La aproximación de Vidal a estos dirigentes del PJ provoca reacciones en Cambiemos. Algunos se preguntan si, en la búsqueda de apoyos electorales, esa coalición tiene algún límite. Para otros el problema es menos teórico: cuantas más facciones participen, menos lugar habrá en las listas. Estas inquietudes están estimulando una convergencia entre sectores del oficialismo que se sienten excluidos de las decisiones del poder. Hay conversaciones entre Monzó y el radical Ernesto Sanz. También, contactos con Martín Lousteau. El embajador en Washington ya recibió un ultimátum de Peña: «Si volvés para competir en la ciudad, olvidate de participar en la interna de Cambiemos». La coartada de Peña es que el bloque de Lousteau en la Legislatura no apoyó la aprobación de varios proyectos, sobre todo de uno en el que está empeñado Macri: el barrio privado que la empresa IRSA proyecta en la antigua Ciudad Deportiva. Los legisladores de Lousteau contraargumentan: «¿Por qué a Carrió, que no autoriza esos proyectos, no le niegan el derecho a ser candidata de Cambiemos?». El reparto de candidaturas dirige la política. Por eso los radicales se autoconvocaron el 16 y 17 de febrero, en Córdoba, para discutir su inserción en la Coalición.
Estas fracciones del oficialismo entendieron que Macri les envió un mensaje de fin de año. Una advertencia. Fue el tratamiento que aplicó a Alfonso Prat-Gay en su salida. El jefe de Gabinete puso un empeño especial en que Luis Caputo, íntimo amigo de Prat-Gay, continuara en el equipo. Caputo sintió que le exigían una traición y resistió cuatro días. Pero cedió cuando lo llamó Macri, que lo premió con un ascenso. El aparato de comunicación oficial machacó con que el Presidente había echado a su ministro. Prat-Gay no cometió irregularidades. Y prestó servicios importantes al Gobierno. Igual le hicieron bullying. «No se dejaba coordinar». Inadaptados de Cambiemos: a poner las barbas en remojo.

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