En un país donde la política siempre termina sometida al relato oficialista, una nueva, y grotesca, interpretación comienza a instalarse en el espacio público: que la oposición es tan culpable de la situación del país como el propio gobierno . Es decir, así como la inflación no existe, la inseguridad es una percepción subjetiva, y el vicepresidente es honesto, por citar algunas perlas del relato oficial, se escucha hoy que la gran protesta del jueves 13 fue contra el gobierno, pero también contra la oposición. Inclusive algunos políticos opositores, ya sea por ingenuos o por ser sospechosamente funcionales al oficialismo, suscriben de esta nueva bajada de línea.
Ahora se nos dice que el país que salió a la calle esa noche, los que votaron al gobierno y los que no, los bien vestidos y los mal vestidos, los que viajan a Miami y los que viajan a Mar de Ajó, la clase media y la menos media, los que quieren ahorrar en dólares y los que no tienen capacidad de ahorro, para todos ellos resulta ahora que el problema del país es la supuesta inoperancia de la oposición.
Por curiosa que sea, esta construcción surreal no deja de ser otro insulto para el país entero .
Desde el Proceso, de hecho, no es tan difícil ser oposición. Gobierna un régimen para el cual el disenso es una conspiración desestabilizadora, y que por ende cree tener legitimidad para callar a quien piense distinto, sea este un periodista, un corredor inmobiliario, o un gobernador opositor.
Este gobierno kirchnerista que corrompe, divide, intimida y empobrece a sus opositores como nunca se hizo desde el retorno de la democracia en 1983, entonces después dice que “la oposición no existe”.
Y así algunos repiten que la oposición no existe, ignorando a los parlamentarios que van a las cárceles a investigar al Vatayón Militante, van a las escuelas a parar el intento de bajarle línea a chicos de escuela primaria, publican todos los meses el índice de inflación real, interpelan a Schoklender, investigan a Boudou y escriben una ley alternativa a la de la confiscación de YPF, entre otros logros. Dadas las condiciones bajo las cuales se hace política hoy, la oposición no sólo existe sino que es también heroica.
El jueves 13 el país salió a la calle porque rechaza ser el país de jardín de infantes que nos cantaba María Elena Walsh, porque sabe que nadie come por seis pesos y porque sufre por no contar con la insulina que Moreno no deja salir del puerto. No nos confundamos, todo eso es culpa del gobierno de Cristina Kirchner.
¿La oposición? La oposición estuvo en la calle junto a todos esos argentinos que salieron a protestar.
Ahora se nos dice que el país que salió a la calle esa noche, los que votaron al gobierno y los que no, los bien vestidos y los mal vestidos, los que viajan a Miami y los que viajan a Mar de Ajó, la clase media y la menos media, los que quieren ahorrar en dólares y los que no tienen capacidad de ahorro, para todos ellos resulta ahora que el problema del país es la supuesta inoperancia de la oposición.
Por curiosa que sea, esta construcción surreal no deja de ser otro insulto para el país entero .
Desde el Proceso, de hecho, no es tan difícil ser oposición. Gobierna un régimen para el cual el disenso es una conspiración desestabilizadora, y que por ende cree tener legitimidad para callar a quien piense distinto, sea este un periodista, un corredor inmobiliario, o un gobernador opositor.
Este gobierno kirchnerista que corrompe, divide, intimida y empobrece a sus opositores como nunca se hizo desde el retorno de la democracia en 1983, entonces después dice que “la oposición no existe”.
Y así algunos repiten que la oposición no existe, ignorando a los parlamentarios que van a las cárceles a investigar al Vatayón Militante, van a las escuelas a parar el intento de bajarle línea a chicos de escuela primaria, publican todos los meses el índice de inflación real, interpelan a Schoklender, investigan a Boudou y escriben una ley alternativa a la de la confiscación de YPF, entre otros logros. Dadas las condiciones bajo las cuales se hace política hoy, la oposición no sólo existe sino que es también heroica.
El jueves 13 el país salió a la calle porque rechaza ser el país de jardín de infantes que nos cantaba María Elena Walsh, porque sabe que nadie come por seis pesos y porque sufre por no contar con la insulina que Moreno no deja salir del puerto. No nos confundamos, todo eso es culpa del gobierno de Cristina Kirchner.
¿La oposición? La oposición estuvo en la calle junto a todos esos argentinos que salieron a protestar.
Un comentario en «Un gobierno que no reconoce ninguna oposición legítima»