Unidos y Organizados: el brazo ejecutor del Estado

Jóvenes kirchneristas distribuyen víveres. Foto: Télam
¡Cadena para ropa!», grita un joven de unos 30 años, con el pelo cortado al ras. En cuestión de segundos, una decena de militantes forma, con precisión coreográfica, un pasamanos para trasladar a otro sector bolsas de ropa que acaban de subir por el ascensor hasta el primer piso.
Como el resto de los centros de ayuda, la sede de la Facultad de Periodismo de La Plata es un hervidero . En la entrada del predio, sobre la diagonal 113, se reciben las donaciones que no paran de llegar. En la puerta hay una mesita sostenida con caballetes donde se registra en detalle lo que entra. «Es para controlar que todo llegue a destino», explica un chico, de menos de 20 años, sobre la vereda. Allí nacen dos cadenas, de más de 150 militantes cada una, que terminan en el hall central del edificio. Desde arriba se las ve como dos riachos azules por el que navegan con rapidez las cajas de mercadería. El color se los dan las pecheras que usan los militantes de La Cámpora , mayoría entre los miles de pibes que trabajan sin pausa, y con andar acelerado. También se ven jóvenes del Movimiento Evita, de Kolina y de Nuevo Encuentro, y de distintas ONG, como Un Techo para mi País, Banco de Alimentos de La Plata y Cáritas, casi todos identificados. Los que no están en el pasamanos clasifican la mercadería. Son productos sueltos, sin identificación oficial. Es un caos organizado.
El operativo, que LA NACION presenció durante una recorrida que hizo el viernes a la tarde, se coordina desde un improvisado búnker instalado en el buffet de la facultad, de acceso restringido. Allí está reunida la plana mayor de Unidos y Organizados (UyO), el frente de agrupaciones más cercanas a la Presidenta. Desde las primeras horas del miércoles, la fuerza desempeñó un papel central en el operativo para auxiliar a los miles de platenses afectados por las inundaciones. El «Cuervo» Andrés Larroque, diputado nacional y jefe de La Cámpora, estuvo al lado de la Presidenta cuando visitó las zonas más afectadas. «Ocupate, vos, Cuervo», le ordenó Cristina Kirchner cuando una vecina le reclamó colchones y frazadas.
Esa instrucción era un símbolo. Gracias a la inserción territorial de sus agrupaciones y al trabajo voluntario de miles de militantes, UyO funcionó en los últimos días como un brazo ágil a disposición del Estado. El frente cumplió dos misiones principales: «Por un lado, teníamos que asegurarnos de que las cosas llegaran a los que más las necesitaban y, por otro, tratar de desactivar los conflictos que se habían generado en las zonas más delicadas», dijo a LA NACION el líder de una de las agrupaciones de UyO. Como contracara de lo que se veía en la Facultad de Periodismo, la orden para los militantes que «bajaron» a los barrios era clara: ir sin identificaciones partidarias.
«Para nosotros no hay contradicción: somos organizaciones políticas y muchos de nosotros tenemos responsabilidades en el Estado. Hay lugares en donde las organizaciones tienen un gran trabajo territorial y es natural que colaboren. Son más flexibles y permiten una llegada más directa a la gente. Estado y organizaciones van de la mano», dijo a LA NACION uno de los líderes del Movimiento Evita, el «Chino» Fernando Navarro. «Al haber organización, el Estado encuentra en la militancia una posibilidad de complementarse frente a la catástrofe», había dicho Larroque en una entrevista.
Con zapatos negros llenos de barro, el Cuervo lidera el grupo reunido en el búnker del buffet, cubierto con pizarras para que no se vea desde afuera. Allí también están su hermana, Mariana Larroque, directora del Centro de Documentación Presidencial; el líder de la JP Evita, el diputado nacional Leonardo Grosso; el diputado porteño Juan Cabandié; el diputado bonaerense y líder de la JP, José Ottavis; el jefe del Movimiento Evita, Emilio Pérsico; los diputados nacionales Adriana Puiggrós y Mario Oporto, y el secretario Administrativo del Senado, Juan Zavaleta, entre otros.
Sobre la mesa, los dirigentes tienen desplegado un mapa de la ciudad de La Plata. Para el operativo se trazaron 38 zonas de los barrios más afectados, Tolosa, Villa Elvira, Los Hornos y San Carlos. Cada zona quedó a cargo de un «coordinador». Cada uno de ellos hizo un relevamiento para detectar necesidades y focos de conflicto, según detalló a LA NACION un dirigente afectado a Los Hornos. «Hicimos un relevamiento de piquetes y actores en el territorio. En los lugares en los que había cortes, no podíamos ir casa por casa porque iba a parecer una provocación. Primero teníamos que ir a conversar con los que estaban en los cortes», explicó el coordinador.
En los casos en los que lograban controlar la situación, los dirigentes se comunicaban con el búnker central de UyO para que hicieran llegar la mercadería, con indicación de cuáles eran las familias más necesitadas. Los coordinadores esperaban los camiones en el territorio, para asegurar la entrega.
El trabajo articulado de los militantes con la estructura del Estado también se puede ver en la facultad. En la parte trasera del edificio se preparan los camiones que llevan la ayuda. Los militantes trabajan en forma mancomunada con los soldados. En la caja de uno de los Unimog, los móviles del Ejército, dos militantes con remeras blancas sin identificación se sientan junto a una decena de militares. Un dirigente de La Cámpora se dirige al chofer, que viste ropa de fajina y boina roja: «Compañero, éste ya está listo, ya pueden salir»..

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