¿Y si la reforma electoral se limita a la paridad de género?

Por José Di Mauro
Si bien la próxima semana el proyecto de reforma electoral recibiría media sanción, se hace difícil que sea ley en tiempo y forma. La paridad de género avanza con proyectos paralelos en ambas cámaras.
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Fue una de las grandes propuestas de campaña y de las primeras en comenzar a andar ni bien Cambiemos se hizo cargo del poder. En efecto, a poco de asumido, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, convocó a los ministros de Gobierno de todas las provincias del país y la Ciudad de Buenos Aires, a los efectos de comenzar a analizar la Reforma Electoral. Y tras ese primer encuentro en la Casa Rosada quedó la sensación de que lo que parecía improbable -que se aceptaran modificaciones del tenor de la Boleta Unica Electrónica- era claramente factible.
El trabajo realizado por las autoridades a cargo del tema, encabezadas por el secretario de Asuntos Políticos e Institucionales, Adrián Pérez, fue muy prolijo e incluyó en la convocatoria de todos los sectores para que cada uno hiciera su aporte en la elaboración un anteproyecto que, sin embargo, terminó demorando su llegada al Parlamento. Tantas eran las urgencias oficiales que la explicación resultó convincente: la reforma era uno de los temas que quedarían para la segunda mitad del año.
Sin embargo al cabo del receso invernal quedó claro que algo había cambiado y que la iniciativa oficial ya no contaba con los bríos iniciales. Una alta fuente parlamentaria de Cambiemos se lo confirmó a este medio, cuando dejó claro en principio que el proyecto no le parecía prioritario y que en consecuencia no se preocuparía especialmente por su aprobación. Paralelamente otras fuentes oficialistas aseguraban lo contrario y en ese contexto el titular de Asuntos Constitucionales -la comisión cabecera del debate-, Pablo Tonelli, insistía en que el proyecto saldría. Pero la iniciativa original comenzó a alterarse cuando el colectivo femenino decidió incorporar al tratamiento la paridad de género, que en el marco de una concesión del oficialismo, terminó siendo incorporada al proyecto, pero su dictamen se demoró peligrosamente. Esto es, cuanto más tiempo pasara, más difícil sería su implementación para el próximo año.
En el ínterin comenzaron a surgir versiones atribuidas al propio oficialismo, respecto de un cierto desinterés de parte de Cambiemos para que la tradicional boleta de papel desaparezca en los próximos comicios. De hecho, por razones operativas se había sugerido circunscribir por esta vez la implementación del voto electrónico a solo ocho distritos, aunque finalmente la presión massista hizo dejar de lado esa propuesta. Sin embargo la posibilidad de postergar el cambio seguía -y sigue- vigente, conforme siempre la alternativa tradicional favorece a los oficialismos. ¿Será que cuando se prometía que de llegar al gobierno en 2015, sería la última vez en que se votara con el «sistema arcaico», no se pensaba que la provincia de Buenos Aires sería de Cambiemos?
Finalmente salió el dictamen y al cabo la semana pasada se le puso fecha al tratamiento en Diputados: el miércoles 19 de octubre. Pero lejos de aclararse el panorama, el resultado final aparece aún más incierto.
Pasa que fuentes parlamentarias del oficialismo aclararon que para la implementación de la Boleta Unica Electrónica en las elecciones de 2017, la ley debería estar sancionada antes de fin de octubre. Sino, se complica todo por los tiempos necesarios para poner en marcha el proceso licitatorio para las máquinas para votar, su compra, y la implementación del sistema operativo para las PASO de agosto del año que viene.
De hecho, hace tres semanas trascendió que en algunos despachos de la Casa Rosada se estaban elaborando los pliegos correspondientes para apurar el trámite. Lo cual sería cuanto menos desprolijo.
Si la media sanción sale el 19 de junio, como todo indica, no hay tiempo material para que sea ley a fin de mes. Porque el Senado tiene sus tiempos y entre el dictamen y el tratamiento en el recinto deja pasar siempre por lo menos una semana. Como mínimo, podría estar debatiéndolo en la segunda de noviembre. Sería una gran muestra de buena voluntad, pero como en todos los casos que involucran al Senado debería estar precedida de una señal de parte de los gobernadores, que en este caso no parece probable. Pero por otra parte, una característica del nuevo Congreso que las urnas supieron conseguir es que cada cámara no solo se toma su tiempo para analizar un proyecto, sino que tienen inclinación a modificar lo que reciben. Sobre todo pasa en la Cámara alta, y en caso de darse algo así, el proyecto debería volver a Diputados, que recién a fines de noviembre podría darle una aprobación definitiva. Demasiado tarde para licitaciones.
A todo esto, conviene recordar que el kirchnerismo en Diputados ha adelantado su decidido rechazo a la Boleta Unica Electrónica. Lo cual, como el oficialismo cuenta con la anuencia de renovadores, justicialistas y otras bancadas, no es en sí un problema… En Diputados. Pero en el Senado hay que recordar que si bien el kirchnerismo puro y duro es más reducido, conforme la intención de Miguel Pichetto de mantener a esa bancada unida no es de esperar que decida ir fácilmente detrás de lo que apruebe la Cámara baja.
Ahora bien, antes o después la ley saldrá, e incluirá la paridad de género, una norma ya aprobada en la provincia de Buenos Aires y otros distritos, que no convence a muchos, pero como nadie quiere dejar de ser «políticamente correcto», no lo dicen en público. Es una probabilidad entonces que para 2017 el voto electrónico no pueda ser implementado por razones operativas, pero sí habría tiempo para el 50%-50%. ¿No sería acaso una señal de derrota para el gobierno ese resultado? No debería llamar la atención que si los tiempos «no dan», se cajonee directamente el proyecto.
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La particularidad de este proceso es otra alternativa que muestra este Congreso cargado de sorpresas. En el marco de esta puja de cámaras, en la que ninguna quiere ser menos que la otra, de manera relámpago el 27 de septiembre pasado obtuvo dictamen un proyecto de Paridad Electoral, que amplia al 50% la representación de la mujer en los cargos nacionales electivos y partidarios. Se trata de un proyecto que unificó ocho iniciativas, y que a diferencia del de la Cámara baja extiende la paridad a las listas de parlamentarios del Mercosur, y a los cargos partidarios.
Lo cual hace prever que cuando llegue a manos de los senadores la media sanción de Diputados, es seguro que intentarán modificar la parte correspondiente al 50-50, extendiéndola según el deseo de los senadores, y alargando en consecuencia la sanción definitiva.
O bien, una alternativa más deshonrosa aún para el oficialismo: que la reforma electoral sea obturada en el Senado, o modificada, y que antes o después el proyecto de paridad numérica de los senadores reciba media sanción y termine siendo aprobado en Diputados, con una oposición unificada en ese sentido.
Sería toda una paradoja que la reforma electoral tan prometida y esperada termine convirtiéndose por la magia parlamentaria en una ley de paridad de género.

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