La conformación de las listas para estas elecciones legislativas, que en Tucumán reparte cuatro diputaciones, deparó escasas sorpresas. Podemos mencionar la permanencia en la lista PJ de Osvaldo Jaldo, vicegobernador y primer candidato a diputado nacional por el Frente Justicialista por Tucumán (FJT) y la disputa entre radicales, alfaristas y macristas por el orden en que secundarían a José Cano, el primer candidato de Cambiemos. Vamos por partes.
El peronismo. Muchos auguraban un pronto quiebre entre el gobernador Juan Manzur y su predecesor y tres veces gobernador, José Alperovich. No sólo no ocurrió sino que quien lidera la lista, Jaldo, es un hombre cercano a ambos pero con capacidad electoral para tener peso propio en el PJ local. Cierto es que siendo oficialismo es más simple tramitar algunas contradicciones, pero el peronismo tucumano tuvo también la capacidad suficiente para surfear la ola macrista; desde unas iniciáticas relaciones cordiales con el PEN a las actuales críticas de Manzur a la administración de Mauricio Macri. ¿Las razones de este vuelco? Los chispazos tienen explicación en la economía sturzeneggista, sin duda, y en el incumplimiento de promesas y acuerdos por parte del gobierno nacional (indisimulable durante las últimas inundaciones que sufrieron amplias zonas del sur provincial), pero también razones estratégicas: al debatir con Macri, Cano es ninguneado o puenteado, y puede leerse en este reposicionamiento de Manzur una aspiración por nacionalizar su figura, discutiendo las políticas económicas del oficialismo nacional.
Cambiemos. Tucumán tiene su historia y particularidades, como la que apunta que nunca un radical ganó la gobernación provincial. Ni siquiera en 1983; estuvieron cerca en 1987 pero Rubén Chebaia perdió en el Colegio Electoral. Otra particularidad fue Antonio Bussi, quien fuera gobernador quebrando la hegemonía bipartidista PJ-UCR, pero extrayendo parte de sus votos del caudal que antes había acompañado a los boinas blancas, fundamentalmente en Capital y Yerba Buena. El voto radical supo recuperarse con la caída del bussismo. ¿Y ahora? En las últimas elecciones, Cano perdió frente a Manzur por casi 110.000 votos. Y aún en balotaje Macri cayó frente a Scioli. En las filas de Cambiemos hay caras largas, aunque dinero para proselitismo no falta. Dicen estar arriba por un punto, cuando ello implicaría el traslado de alrededor de 50 a 70.000 votos. Parece poco probable cuando, amén del bolsillo, también fue golpeado el candidato cambiemista con denuncias de corrupción que rebotaron a nivel nacional. La gestión del inexistente Plan Belgrano fue también un ancla antes que velas al viento para José Cano y hasta periodistas del mayor diario de la provincia reconocen que las encuestas no le sonríen al candidato radical.
Desde el oficialismo provincial, en cambio, consideran la diferencia de 11 puntos porcentuales de 2015 como un piso y creen que pueden estirar la diferencia hasta 200.000 votos, casi un 20%. Hugo Haime, encuestador cercano al FJT, arriesgó los mismos 10, 11 puntos de diferencia, aunque en 2015 fue conservador al pronosticar 8 puntos —un 46 a 38, que fue luego un 51 a 39—. Es probable que las encuestadoras sobrestimen las grandes ciudades, subestimando el interior provincial. Un resultado similar al de 2015 determinaría un 2 a 2 en Diputados. Si los números fueran los que señalan desde el oficialismo provincial, sería un 3 a 1 lapidario para las aspiraciones de Cano en 2019 y una dolorosa derrota para Alfaro, el intendente capitalino ex PJ, quien ostenta el segundo lugar en la boleta de Cambiemos en nombre de su esposa y militante Beatriz Ávila. Un 3 a 1 constituiría, además, un espaldarazo importante para Manzur y su proyección más allá de la provincia.
Cuando restan días para las PASO, la encuesta inapelable que impone la ley, Cano pide un aval que difícilmente llegará para conservar expectativas a la gobernación en 2019. El peronismo, en cambio, apela a una larga tradición del país profundo: alguien que nos defienda en Buenos Aires. ¿De quién? No es una respuesta difícil. En pocos días sabremos si Tucumán es un canto al jardín de la República o, como la letra de la canción, una alegre zamba que traigo desde el norte pa’ bailar con entusiasmo propio de aquí.