La moneda en el aire

(Abelardo Vitale, Mariano Fraschini, Nicolás Tereschuk, decimos)

Faltan diez días para que termine la primera campaña del resto de nuestras vidas y la moneda está en el aire. ¿O no? Sí. En democracia siempre hay incertidumbre, siempre la moneda está en el aire. Y eso es lo lindo que tiene.

Con nuestros amigos de Consultora Dicen, Hilario Moreno del Campo y Fernanda Cancela, pensamos que qué bueno sería una encuesta que nos diga un cachito más, no tanto sobre quién va a ganar y cuándo, sino sobre la moneda. A qué velocidad se mueve la moneda. Si todavía está subiendo o ya está cayendo. Si la vamos a poder atajar con la mano o mejor sería dejarla caer al piso. Qué está pasando por detrás de un voto que siempre se está moviendo para algún lado. Y para tener claro cómo es ese movimiento, mejor que leer el dato frío de cuanto se lleva cada uno, es tratar de entender un poco más sobre cómo están, que sienten y piensan los argentinos y argentinas que se detienen unos minutos a contestar unas preguntas político- electorales.

Encuesta Nacional 7 a 10 de octubre:

Los que leen Artepolítica saben que no nos gustan demasiado los análisis sobre encuestas. Que nos parece más sólido ver cómo se mueven los actores (algunos de los cuales sí leen encuestas, claro). Si sólo hiciéramos eso, podríamos decir que:

  • En estos últimos días, una vez más, la presidenta Cristina Kirchner y el candidato Daniel Scioli, no mueven su estrategia. La campaña es más de esto con más de esto con más de esto con más… Ninguna nota periodística sobre “ahora sí Scioli cambia el tono de la campaña” la ha pegado. Scioli anda y anda y anda. Busca “presidenciabilidad”. Peso específico. Por adentro. Hubo “tensiones discursivas” con el affaire Urtubey, pero se metabolizan. Que sí, que no. El 10 de diciembre cambia la etapa. Sobre esta base. Con fe, con optimismo sí, pero también con los gobernadores, con las obras y con los sindicatos y el mercado interno que necesariamente se vinculan con los votos de esta coalición. Votos que se construyen como un edificio que va de abajo hacia arriba de la pirámide social, de la periferia al centro del territorio, de menor a mayor instrucción formal y de la juventud a la vejez. El FPV, mucho gusto.
  • Mauricio Macri perdió el mes de septiembre metido hasta el cuello en los pantanos ubicados en el límite entre Laos y Camboya bautizados con el nombre de un periodista deportivo. Eso le costó tiempo y esfuerzo. Le costó explicaciones. Le costó un desenfoque de su mensaje. No sabemos si votos. Y tampoco nos parece relevante porque a eso se llega con una investigación “de veras”. No nos cierra eso de “por ese tema perdió dos votos”, como tampoco le damos credibilidad al “porque Scioli no fue al debate perdió 1,5%”.
  • Sergio Massa, mientras tanto, mostró todas las ganas y la juventud que tiene. Eso sí, no se olvida, en estos últimos días, de llevar a Lavagna y a De la Sota en cuanto programa lo invitan. Se le nota (y mucho) que quiere.  
  • Tanto Macri como Massa cambiaron varias veces de tono en lo que va de esta larga campaña. En el centro de ese problema está que el oficialismo no ha chocado. El oficialismo ocupa un cierto “centro”, si se quiere, este “centro corrido un poco a la izquierda”, uno en el que el establishment se la ha “llevado con pala” pero no todo lo que quisiera o cediendo porciones del control de ciertas cuestiones al Estado o permitiendo mayores niveles de regulación en ciertos sectores, etc. El resto se mueve entonces por donde puede.
  • Toda la polémica por el “voto útil” es positiva para el oficialismo porque parece poner la libido opositora en “salir segundo”, lo cual no es -no puede ser- muy excitante para nadie. Además pensamos que es un tanto complicado decirle a alguien ”che, votalo a Macri, porque si no perdés el voto”. Y al que es antikirchnerista, y no le gusta ni medio el presidente de Boca, ¿qué hace?. El ‘vamos todos contra ellos’ es más funcional para una legislativa, o una votación menos trascendente, que para una en la que se juega el destino de muchos.
  • El oficialismo quisiera imponerse en primera vuelta. El “viento a favor” para esta opción está en varios puntos. Como decíamos en el párrafo anterior, esta vez se votan cargos reales y eso “pesa”. Esta vez hay intendentes y gobernadores que revalidan mandatos y eso “pesa”. Esta vez vemos que hay dirigentes que no quieren quedarse afuera y hasta llegan a pasarse al FPV al final o dar guiños de que nunca votarán a un opositor en segunda vuelta.
  • El “viento en contra” también está. La oposición se muestra competitiva. Daniel Scioli nunca ha sido una “luminaria electoral” -siempre que ganó una elección lo hizo pegado a candidaturas o boletas de Néstor y Cristina Kirchner-. Esta es una elección en la que se “cambia de pantalla”. En ese sentido, se parece en algo a la de 2003, pero, claro, con un jugador que mira desde el piso de arriba.

Decíamos, la encuesta de Consultora Dicen es interesante porque nos permite verificar algunos climas:

  • La aprobación de la gestión de Cristina Kirchner es alta para un gobierno que se va y cimentada en el esquema ya dicho: mayor entre los menores, los que tuvieron menos oportunidades de seguir en el sistema formal educativo. Sólo un 6 por ciento de los que votan a Scioli dicen que desaprueban la gestión gubernamental. Juntitos, juntitos. No hace falta explicar mucho sobre la estrategia de amucharse de DOS y prestarle poca atención a eso de “si Scioli se despegara de CFK…”. Por otro lado, el 80 por ciento de los votantes de Macri desaprueban, sobre todo allá, en la zona central del país, la gestión gubernamental.
  • En cuanto a la gestión económica, la mirada parece superponerse bastante a la que hay sobre el gobierno. Aquí el votante de Scioli está más conforme, el de Macri disconforme y en el medio hay algún lugar para ir a pescar.
  • Sobre el año próximo, hasta el votante de Macri está optimista. ¿Tanto cree en que Mauricio será presidente el votante de Macri? ¿O hay un clima ahí? ¿Sirve, en este sentido, la batería de “todo está mal, hasta cuándo!?” de ciertos formadores de opinión?
  • Casi el 70 por ciento de los votantes de Macri tienen buena imagen de Massa. Los votantes de Macri tienen una mejor imagen de Scioli que lo que ocurre viceversa. Datos que sirven para ir entendiendo la estrategia del tigrense sobre los avatares de una virtual segunda vuelta.
  • Los polos se marcan también en continuidad-cambio. Los votantes de Scioli piden más continuidad. Los de Macri más cambio. Los restantes quieren cambio, menos que los de Macri.
  • Esto se ve también reflejado cuando se pregunta -hipótesis- sobre voto en balotaje. Los votantes que no se inclinaron por Macri o Scioli tienden a respaldar más a Macri. Pero en una proporción, digamos de 2 a 1. Hay gente que no le gusta y no le gusta y no le gusta Mauricio. Para decirlo en los términos que se escucha en estos días, pero para la oposición: “Hay un 76% que no eligió a Macri en la PASO”.
  • Cuando preguntamos por cercanía con el peronismo, el 31% se muestra “lejos”. Un 38 por ciento de los votantes que no votan a Scioli se muestran “lejos” del Peronismo. Tiene dónde pescar Macri, pero ¿pesca? ¿por qué no pesca? La hipótesis de que hay un antimacrismo que va más allá del FPV parece clara. Lousteau existe.
  • Y sí, el 57% se muestran “lejos” del PRO. Teléfono para “el que sale segundo le gana al oficialismo en el balotaje”
  • El 52% se consideran “lejos” del radicalismo (hop!).
  • El kirchnerismo recoge algo más de “cercanía” que el “peronismo”. Esperablemente, es la identidad con menos “neutros” y tiene más rechazo que el peronismo (pero menos que el PRO y la UCR). ¿He aquí una de las claves de la persistencia política? Es bueno que te quieran, claro. Pero tampoco tanto que luego se sientan decepcionados y pasen a odiarte. El peronismo, al menos con estos datos, es querido como se quieren los matrimonios que duran: sin tanta pasión, pero con lealtad. Y eso capaz sea el amor.
  • El 47 % dijo estar lejos del socialismo. No preguntamos si se trataba del “del siglo XXI”
  • En el ránking de “de quién se siente usted cerca” vemos: 1) Kirchnerismo. 2) Peronismo. 3) Socialismo. 4) PRO. 5) Radicalismo. Argentina, mi país.
  • Scioli tiene más dónde pescar en las identidades. Tiene gente que se dice cercana al peronismo y al kirchnerismo que no lo vota. Más que la que se dice del PRO y radical que le queda como territorio de caza a Macri, que, seguramente ¡por eso ahora canta loas a Perón!!!!!!!!
  • Somos lo que comemos porque comemos lo que somos: El 70% de los votantes de Scioli ven frecuentemente Fútbol (para Todos). Comparten el hábito de sólo el 19 por ciento de los que votan a Macri. Pueden hacer los sonidos correspondientes mientras leen esto.
  • Los votantes de Macri están mirando mientras tanto “frecuentemente” a Lanata. 41% de ellos. “Audiencias redundantes” le llama nuestro amigo Artemio López. 53% de los votantes de Scioli dicen que no ven “nunca” al bueno de Jorge.
  • 69 % de los votantes de Scioli ven 678. Solo 24% de los que están en la ancha avenida de Massa. Se parecen más al 16% que dice verlo en los votantes de Macri…Y eso que los candidatos opositores prometen cerrarlo cuando comiencen sus mandatos…
  • Incluso el 21% de los que votan a Macri dicen “nunca” leer Clarín. Década Perdida para el Gran Diario…
  • La vieja pregunta y un esbozo de respuesta: ¿son los medios que determinan sus audiencias o las audiencias (en este caso votantes) que “buscan sus propias voces” reflejadas en los medios? Miles de libros con esto eh. Pero, nunca está de más no perder de vista, sobre todo en estos tiempos tan políticamente mediáticos: los medios influyen, pero no determinan. Nunca. Ojo al piojo.
  • Y esto, que no sale de la encuesta, pero que vale tener presente siempre al leerlas: son indicios, datos parciales, fotitos. Una abstracción. Sirven para tratar de entender qué pasa en la opinión pública. Pero las elecciones no se ganan en “la opinión pública”. Se ganan o se pierden en la sociedad, sin abstracciones, sin mediciones. Cuando una campaña -o mejor aún, un político- habla, debe hablarle a los ciudadanos, no a sus mediciones.  

Así estamos a 10 días. La moneda está en el aire. Pero ya está por caer. Una vez más, hay que aguantarla. Juntos.
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