Volteando muñecos

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Parte de la riqueza y la excepcionalidad de la época que nos toca vivir tiene que ver con la posibilidad de empezar a cuestionar aquellos temas que hace unos años parecían intocables.

Dentro de esta categoría el periodismo y la justicia ocupan los lugares protagónicos. En los dos casos habían abusado de un escudo que se había tomado como una verdad irrefutable. Ciertos periodistas (me refiero especialmente a las estrellas periodísticas cuya palabra vale por el culto a la personalidad que han sabido fomentar) se protegían en la sentencia que rezaba que cuestionar al periodismo implicaba atacar la libertad de prensa. Los Supremos, por su parte, argumentaban algo parecido: la independencia de poderes se sostenía en la ausencia de opinión sobre la justicia, especialmente de parte de los funcionarios del poder ejecutivo y legislativo. Quienes eran capaces de juzgar y sancionar a los demás (sea de forma virtual o real) no podían ser cuestionados por nadie. Este era el modo en que se sostenía la democracia.

Hoy estamos generando un tipo de democracia mucho más interesante que se basa en una crítica que yo definirá como colectiva para diferenciarla de otro cuestionamiento al que llamaría individualista. El cuestionamiento individualista es el que surge como respuesta a esta crítica colectiva y que se ha expresado elocuentemente en figuras como Jorge Lanata y Martín Caparrós. Cuando Lanata exclama:” ¡Me tienen harto con la dictadura!” convierte a esa discusión, a ese cuestionamiento en un estado de ánimo meramente individual. No quiero decir con esto que esa crítica no tenga una articulación colectiva, me refiero a que es expresada como una sensación elemental, un hartazgo personal que pretende imponerse a un colectivo histórico.

Algo similar ocurrió esta semana con las enfurecidas y apresuradas críticas hacia el discurso de Hebe de Bonafini. Partieron, en muchos casos de un apuro que evitó el pensamiento. Hebe no cultiva la corrección política y siempre será más fácil criticar al que es presa de un exabrupto que al que dice las peores canalladas cuidando las formas. Es parte de la hipocresía que ejercemos todos y estaría bueno empezar a revisar. Pero Hebe, en sus palabras, no deja de tomar en cuenta el riesgo de lo que su discurso enuncia, sabe que no es un mero capricho. Hebe es la manifestación extrema de una época que a veces requiere de temperamentos embravecidos para poder sostener la complejidad de un momento histórico. Las Madres necesitaron muchas veces de esas expresiones que permitieran saltar las vallas de lo prudente.

En esas acusaciones se deshistoriza a la Presidenta de Madres de Plaza de Mayo ( y con esto no quiero decir que se convierta en una figura intocable, paso previo para construir el autoritarismo) se la aísla como si sólo se tratara de una mujer enfurecida. Dejar de hablar de la dictadura implica también banalizar el dolor, no tener un mínimo gesto de piedad hacia el que fue torturado, asesinado, apropiado. Señala el modo en que algunos sectores de la sociedad carecen de la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de entender un drama aunque no lo hayan vivido y padecido en su propio cuerpo. Esa manera de reducir la historia y lo político a mi esfera meramente individual y encima aspirar a que ese capricho se convierta en norma, no sólo se parece demasiado a la ideología del menemismo sino que también delata un modo en que la inteligencia de ciertos personajes se degrada sin que ellos parezcan notarlo.

Nuestra crítica a los medios y a la justicia se inscribe en un momento histórico, quienes la asumimos reconocemos la densidad y espesura de los conflictos a los que nos enfrentamos, el desgarramiento, los riesgos, complejidades y contradicciones que debemos asumir. Del otro lado muchos responden corriendo el cuerpo, sacándose de encima el debate sobre el terrorismo de estado como si fuera una bolsa pesada que se deja a un costado del camino. Corren a diferenciarse del discurso de Hebe (que merece ser cuestionado como cualquier arenga) para evitar el conflicto que adherir a esas palabras podría implicar, para refugiarse en su universo individualista donde siempre encontrarán una excusa para no involucrarse.Para ellos todos esos temas que provocan cansancio, aburrimiento o fastidio deberían ser eliminados de la faz de la tierra sólo porque ellos se cansaron. Añoran una época donde el conflicto estaba ausente y los deseos individuales eran la única ley, el único reflejo de lo social y lo histórico con el que valía la pena identificarse.

15 comentarios en «Volteando muñecos»

  1. Muy buen post, Alejandra. Cabe señalar que muchos de quienes se horrorizan ante los dichos de Hebe no parecen tener ningún problema en insultar y desmerecer a nuestra presidente, sin que esta contradicción les mueva un pelo.

  2. Esto es un modo de expiar las culpas. Los que arrastran culpas por no haber hecho nada durante la dictadura se la toman con Magdalena. De modo idéntico los que vivían la fiesta menemista se la agarran contra Lanata, Caparrós y Tenembaum. Lavar la culpa es limpiar la propia cobardía.

    Sé de uno solo con autoridad para hablar mal de los periodistas (pero de todos los periodistas sin exclusiones) y no era político, filósofo el hombre: Krisnhamurti.

    1. «Los que arrastran culpas por no haber hecho nada durante la dictadura se la toman con Magdalena. De modo idéntico los que vivían la fiesta menemista se la agarran contra Lanata, Caparrós y Tenembaum.»

      ¿En qué te basás para hacer una afirmación tan rotunda y general? ¿Descubriste una segunda Ley de la Gravedad?

      1. En la experiencia.
        Nestor y Barone, nada hicieron durante la dictadura ni durante los primeros duros años de democracia. Ahora redecoran viejos cuarteles o hablan hasta por los codos.
        Y el Kirchnerismo está repleto de viudas de Menem.

      2. Ah, Francisco, Francisco… Queda feo cambiarse de nick para parecer dos (o vaya a saber cuántos).

        Por otra parte, yo tampoco hice nada durante la dictadura. Claro, era un simple estudiante. Néshtor un simple abogado recién recibido al final de la dictadura. Barone un pinche. ¿Qué se supone que podríamos haber hecho en tales condiciones? ¿Ponernos un cinturón de trotyl y pedir una entrevista con Videla para detonarnos? Parece que no advertís ninguna brecha entre los medios y los fines.

        Sin embargo, con el correr de los años esta situación original se modifica. Si antes no pudieron, ahora pueden. Y por suerte hacen lo que corresponde.

        A propósito ¿Vos qué hiciste, Che Francisco?

      3. «Néshtor un simple abogado recién recibido al final de la dictadura. Barone un pinche»…Hay que cuidarlo a Real, es uno de los ultimos talibanes Kachigani en la isla desierta que creen que Kirchner y sus ex-procesistas y ex-menemistas reencarnados en progres alguna vez siquiera mencionaron la palabra «derechos humanos» antes del 2003.

      4. Cansa un poco el argumento ese de «a los K les interesan los DD.HH. desde que son gobierno».
        Menos mal. No hubiera servido de nada que les interesaran cuando estaban en jardín de infantes y no ahora o a partir de 2003.
        Y me cansa porque se juzga a las personas por las acciones y no por las intenciones. Lo primero es lo real, lo segundo sólo psicologismos baratos.
        Pero sigan discutiendo tonteras nomás, mientras la realidad los desacomoda.

        Saludos.

      5. No te canses tan facil. El problema es que Nestor y sus lemings creen que la lucha por los derechos humanos llego recien con ellos. Y no son mas que recien llegados oportunistas que tratan de imponer una suerte de amnesia colectiva o, mucho peor, embarrar la lucha de otros que se la jugaron mas y mucho antes. Pero si la verdad y la historia te incomodan, siempre existe Disney Channel donde podes vivir tu mundo de ilusion progre.

      6. Eduardo:
        En otros comentarios anteriores he venido tratando esta cuestión del miedo puede que aquí parezca más contundente.
        HH Aguirre / Cooke señalaban sobre la agitación de los símbolos del peronismo como elemento esencial para la movilización popular.
        Varias veces señalé que el gobierno optó por la auto-victimización ante el conflicto por la 125, de ahí las prédicas de destituyente, golpistas, la exhaltación de estos símbolos negativos (la Sociedad Rural), caóticos para referenciarse. La auto-victimización es una forma de la cobardía, aunque bien podríamos hablar de mojigatería (disimulo, afectación de cobardía). Luego, repite la fórmula contra el poder mediático.
        Rivas en el reportaje aquel que tuvo más trascendencia por el argumento de su adhesión al kirchnerismo («por sus enemigos»), indicaba que la causa de la derrota electoral del 28 de junio era la falencia (del gobierno) en su política comunicacional.
        Es a través del periodismo afín donde se exhacerba este tema del miedo. Resulta absurdo, adolescente, construir lo simbólico-negativo en periodistas críticos del gobierno (cuánto costaría apreciar a los periodistas que encarnaran lo contrario). Qué mínimo, qué lejos de la antinomia Braden o Perón.
        La bravura es la reacción al miedo no hay que confundirla con el valor. Saber de la naturaleza del miedo es una cuestión práctica, científica.
        Por último, no te confundas que no soy Francisco.
        Saludos

      7. Eduardo,

        Durante la dictadura estaba aprendiendo a tomar leche de la teta de mi madre, después pasé a la mamadera. En 1983 tenía 3 añitos. Y era tan bonito.
        El punto, mi querido Eduardo, es que cuándo Strassera dijo «Señores jueces, nunca más», era una mera expresión de deseos y – por experiencia – sabía que probablemente, un par de años después un muchachito de verde diera las órdenes. El se jugó, se jugó también Gil Lavedra, jugaron se el resto de esos jueces. Tendrían que lavarse la boca antes de hablar de Strassera.
        Y en esa época, muchos «pinches» se jugaron pero Barone no era un pinche. En 1983 tenía 46 años

  3. «…Hebe es la manifestación extrema de una época que a veces requiere de temperamentos embravecidos para poder sostener la complejidad de un momento histórico…».
    Uffffffff …sobredosis de chamuyo para mí, ni Horacio González dice semejantes idioteces de una manera tan alambicada. A partir de esta frase se me hizo imposible seguir la lectura.

  4. sobre el»discurso»de la Sra.Hebe ya señale en otros comentarios que me parecio un exceso inoportuno que no ayuda a la causa que cree defender o sea al gobierno.

  5. Yo estuve preso, y no sè por que me imagino que por aquel entonces Homero estarìa entre los que decìan «Algo habràn hecho».

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