Este miércoles 6 de marzo el presidente de la Nación subió a su cuenta oficial de Instagram un video con dos testimonios: el de un jubilado, que manifiesta cobrar poco más de la mínima pero argumenta que “tenemos 70 años de crisis y que los cambios no se hacen de un día para el otro” y el de un empresario que luego de admitir que hace cuatro meses que no vende nada, dice “hay que hacer un sacrificio, no se puede vivir de prestado y ahora hay que sufrir. El problema de los argentinos somos los argentinos”.
Resulta comprensible que Macri suba este video a sus redes, porque de algún modo viene a sintetizar la operación discursiva que el oficialismo llevará adelante en su campaña electoral. Ahí, en poco más de un minuto y medio, se condensa lo que hasta hace poco tiempo Cambiemos sabía disfrazar: su profunda ideología. O mejor dicho: su ideología más profunda.
Conscientes de que no tienen éxitos económicos que mostrar (lejos quedó el veranito pre elección del 2017 y más lejos aún la salida del cepo y “el regreso a los mercados”) y que el malestar social es creciente, la estrategia está más que clara y es la misma de todos los gobiernos antipopulares: “jodansé ahora, y jodansé bien jodidos, pero más adelante vamos a estar bien. Créanme, confíen, tengan fe. Y si no lo hacen es porque este país está lleno de argentinos, que son el problema”.
En verdad, lo nuevo de esto es la utilización como argumento de campaña, porque si se rastrea la discursividad de Cambiemos está lleno de ejemplos similares. González Fraga fue el primero diciendo “Le hicieron creer al empleado medio que podía comprar celulares e irse al exterior”, siguieron un sinfín de funcionarios hablando de “la pesada herencia” –que primero hacía referencia al kirchnerismo y luego pasó a ser los “70 años de fiesta” que decía nuestro jubilado- o la mismísima Elisa Carrió, que numerosas veces planteó, acorde a su animosa religiosidad, “la necesidad de un sacrificio”.
Y esto es interesante. Porque “sacrificio” es, según el diccionario, la ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación; la matanza de animales o de personas; el peligro o trabajo graves a que se somete una persona; y, por último, la acepción más benévola de todas: el acto de abnegación por la vehemencia del amor.
Recordemos el sacrificio más famoso de todos: Dios pidiéndole a Abraham que sacrifique a su propio hijo para que le demostrara su obediencia.
¿Cuál de todas estas nos está pidiendo el gobierno a los argentinos?,¿es el sacrificio un concepto político?¿O efectivamente solo puede ser, lo sacrificial, un acto de fe?¿El presidente quiere que lo amemos?¿Que lo obedezcamos?¿Que le entreguemos nuestros derechos civiles y sociales como expiación de tanta joda loca como tener vacaciones pagas, obra social, comer un asadito con vino el domingo?¿Qué quiere usted de nosotros los argentinos presidente?
Otra cosa distinta al sacrificio, bien distinta, es el esfuerzo. Que, también según el diccionario, se define como:empleo enérgico de la fuerza física contra algún impulso o resistencia; empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades; Ánimo, vigor, brío, valor.
Y esta sí es una idea que puede ser política. A tal punto que la usó Churchill en plena segunda guerra mundial, cuando iban perdiendo como en la guerra. Y dijo a su pueblo: “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. O el mismo Perón, que en 1973 se paró delante de un micrófono en la CGT y herbívoramente dijo: Los pueblos se han esclarecido y ya no quieren sacrificarse; y si se los somete a sacrificio, se rebelan. Aceptan un esfuerzo mancomunado, un esfuerzo realizado por todos en bien de la colectividad y de cada uno, dentro de un régimen de acuerdo y no de presiones.”
De eso, de hacer esfuerzos, sí sabe el pueblo argentino presidente. Sabe de resistir, de vencer dificultades, de tener vigor y brío para sobreponerse. Porque lo que usted llama “fiesta” para nosotros son derechos. Conquistados. Con esfuerzo. Con sangre, con sudor, con lágrimas.
Ese esfuerzo que vamos a hacer para que este año, en las elecciones, los argentinos elijamos hacer un esfuerzo y no un sacrificio. El esfuerzo de ganarle a usted, Macri. Y luego el más importante: el de hacer un país para todos.
Parafraseando al tango «Yo anduve siempre en sacrificios ,q me van a hablar de sacrificios»Grandioso Mendieta
Hay algo que se te escapa: Para
el votante de Macri mayoritariamente no hay afecto sino un mero calculo.
Macri representa un disvalor menos repudiable que Cristina.
Macri no es «uno de los nuestros» sino el gerente contratado para gestionar la republica, a quien ademas se voto con «conocimiento de prontuario»,
Esto deberia darte una idea de cuan negativa es la percepcion de Cristina para el votante de Cambiemos.
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