Por Ezequiel Ipar
El periodismo político sostiene que los mitos están ocupando, con una intensidad que no existía en el último tiempo, el lugar de los argumentos y el análisis racional de los problemas que conciernen a la política. No quisiera entrar aquí en el debate entre mitófilos y mitófobos en el campo de la teoría política. Lo que me interesa, en cambio, es analizar la lógica de los mitos de la comunicación política del gobierno, eso que un gran antropólogo de las comunidades americanas llamaba las “mito-lógicas” de una determinada cultura. En esta oportunidad, quisiera analizar las lógicas de los mitos políticos a partir de uno de sus extremos, explorando ese espacio de textos y mensajes un tanto nauseabundo que nuestra lenguaje político denomina “pescado podrido”. Voy a concentrarme en lo putrefacto que circula en los mitos de la comunicación política del oficialismo, intentando demostrar que en sus exageraciones destempladas, en sus distorsiones alucinadas y en sus prejuicios agresivos aparecen con más claridad fragmentos de las mitologías que luego nutren y estructuran al discurso serio y oficial del gobierno. Así, veremos que todo lo exagerado, inexacto, fantaseado e ilusorio de estos mensajes no tiene nada de arbitrario o absurdo, sino que está construido a partir de una distorsión que posee una lógica muy potente.
La pieza por la que voy a comenzar –y que fue incluso criticada por simpatizantes intelectuales de Cambiemos– fue escrita por el responsable de la estrategia político-cultural del gobierno, el “consultor profesional” Durán Barba, y lleva por título: “Cristina, Maduro y el autoritarismo». Allí leemos que “si Cristina gana las elecciones, cambia la Constitución y arma a los barras bravas, a su Vatayón Militante de presos comunes, a los motochorros y a grupos de narcotraficantes para que maten a sus opositores”. Esta es la primera versión del mito (m1), que no es un mensaje aislado, un momento excepcional del enunciador o un descuido del comunicador oficial, provocado por el vértigo de la campaña del 2019, sino que forma parte de una familia de mensajes que giran en torno al mismo mito (cuya formulación se remonta, al menos, a los inicios de 2016). Las otras tres versiones del mito son las siguientes:
m2) “Cristina es de ultraderecha y manipuló a los pobres”.
m3) “A Cristina la sigue una base autoritaria” .
m4) “Un país al margen de la ley”, que puede confundir por su título, pero su tema no deja dudas de que pertenece a la misma familia del mito originario: “Cristina lidera a un millón de personas vinculadas al narcomenudeo, fanáticos, que quieren que caiga este gobierno para que vuelva a funcionar con tranquilidad el país al margen de la ley”.
Podemos ver que el tema principal de estos mitos es el problema del autoritarismo en general, y del autoritarismo político en particular. Las asociaciones lógicas que provee son siempre explícitas, simples, absolutas y narran de mil formas que el problema del autoritarismo se circunscribe a todo lo que expresa y se asocia con una serie de nombres propios: Cristina, Perón (Yrigoyen), el peronismo. Si esta fuera una mitología que sólo narra el “origen del autoritarismo en la Argentina”, no quedan dudas de que sólo reencontraríamos allí el léxico trivial del anti-peronismo, difundido en distintas zonas de nuestra cultura política. Pero el momento, la forma y el uso que se hace de este mito cambian significativamente las cosas. En primer lugar, porque estos textos (estrategias) aparecen en un contexto en el que efectivamente está creciendo el autoritarismo político entre la ciudadanía. En un trabajo recientemente publicado, intenté mostrar la dificultad interna del concepto de autoritarismo, así como su pertinencia para comprender la fase actual del capitalismo neoliberal. Analizando distintas fuentes de datos de opinión pública, queda claro que el sesgo político es exactamente el contrario al que se difunde en la mitología oficial sobre el autoritarismo, ya que lo que aparece en estos datos es una asociación estadística significativa (que no es absoluta, ni simple) entre los votantes de Mauricio Macri y los posicionamientos más autoritarios dentro de nuestra sociedad.
Otros trabajos recientes van en la misma dirección. Ezequiel Adamovsky ha reflexionado sobre el vínculo histórico que Macri reactualizó entre liberalismo y autoritarismo. Gabriel Kessler y Gabriel Vommaro analizaron el crecimiento de las nuevas sensibilidades autoritarias, que coincide con la circulación de esta mitología que estamos buscando comprender. En el mismo sentido, desde el observatorio crítico de la opinión pública (OCOP) estudiamos las afinidades que existían entre el electorado de Bolsonaro y el de Macri. En estos análisis y en estos datos (publicados, junto con sus fuentes y su metodología) podemos ver que el momento que elige Durán Barba para hacer circular el mito “Cristina-peronismo=Autoritarismo” no es para nada casual, ni una mera repetición ritual de un prejuicio anti-peronista. Esos mitos, en su circulación actual, aluden a problemas reales, pero invierten los hechos y su significado político.
Ahora bien, estos textos excesivos en su retórica y distorsionados en términos de su pretensión de verdad, poseen una gramática y un léxico muy bien organizado. Veamos lo que sucede con los personajes que se van agregando en esta historia. La lógica de aparición de los personajes es muy precisa, siempre aparecen de a pares las figuras públicas, que combinan por lo general a un intelectual y un político. Voy a esquematizar esta dialéctica del “nosotros y los otros” según se trate del “nosotros intelectuales” o del “nosotros políticos”. Lo mismo sucede con la categoría “the others”. Debido a la proliferación de nombres que aparecen en los textos de Durán Barba, en algunos casos voy a recurrir a una economía de su exposición, que no modifica nada sustancial relativo a su construcción. Como ya dijimos, la contraposición en los personajes es muy clara y se refiere a: “nosotros los amantes de la libertad” y los “otros los autoritarios”. Agrego en el esquema las propiedades que estos mitos le atribuyen a los Otros, tal como aparecen en los textos:
Personajes que ocupan el lugar del “Nosotros y los otros” en la mitología sobre el autoritarismo de la comunicación oficial del PRO | ||||||
Amantes de la libertad | Los autoritarios | |||||
Versiones
del mito |
Nosotros
intelectuales |
Nosotros políticos | Los Otros intelectuales | Propiedades de los Otros intelectuales | Los Otros políticos | Propiedades de los Otros políticos |
m1 | Theodor Adorno | Ilia-Frondizi-Alfonsín; Macri | Norberto Ceresole | Nazi, misógino, machista, anti-semita, homofóbico, mesiánico. | Cristina, Maduro y Chávez; Perón (L. Rega, Montoneros) | Odian a quienes piensan con independencia |
m2 | Svetlana Aleksiévich (Nobel literatura 2015) | Macri | (Karl Marx) | Borracho (y comunista), no podía pensar por sí mismo. | Maduro y Chávez, Cristina, Perón-Yirigoyen | Cucarachas, Autistas, Se creían Dios (Locos) |
m3 | Durán Barba | Macri | ? | ? | Cristina | Despierta pasiones autoritarias (Loca) |
m4 | Carlos Nino, Emile Durkheim | Macri | ? | ? | Cristina, Videla-Maduro; Micheli-Moyano-Baradel; Bonafini-D`Elia | Dictadores, avaros, corruptos. |
Sería largo analizar todo lo que aparece en la lógica de los personajes de estos mitos. Me detengo en dos o tres elementos. Comienzo por algo que siempre aparece borrado, que desaparece en estos textos de Durán Barba: los intelectuales peronistas. Por más hiperbólica o disparatada que sea la asociación, siempre queda claro desde donde habla el Nosotros intelectual sobre el que funda su mensaje el gobierno, es decir, en sus mitos, ese lugar siempre aparece lleno (Adorno = Aleksiévich = Nino = Durkheim = Durán Barba). En cambio no hay pensadores entre “los otros” con los que se pueda discutir, no hay intelectuales con nombre propio para polemizar o negociar visiones sobre la Argentina, salvo una vaga alusión a Marx (un “borrachín”, según m2) y Norberto Ceresole (el ideólogo típico del peronismo, un ser que no piensa según m1: antisemita, homofóbico, machista, mesiánico, etc.).
El hecho de que estos mitos nunca refieran o confronten con intelectuales del “otro campo” deriva en un segundo elemento relevante que se deduce de esta estructura: los otros no piensan, o no pueden pensar por sí mismos, o no pueden pensar correctamente (por eso son peronistas, parece sugerir esta mitología). Toda esta construcción sobre el origen del pensamiento defectuoso aparece en reiteradas asociaciones de los Otros con situaciones en las que el hombre pierde (de manera momentánea o duradera) la razón o se transforma directamente en un animal (astuto, escurridizo, pero “insignificante”). En sus diferentes versiones los Otros de Durán Barba son: borrachos, autistas, locos, cucarachas. Obviamente el mito no analiza ni discute la causa del pensamiento defectuoso, simplemente lo diagnostica y lo usa en el cuadro de las oposiciones que construye y reproduce esta mitología: independientes/dependientes, demócratas/autoritarios, argentinos/venezolanos, decir la verdad/engañar, respetan las normas/fuera de la ley.
Vemos que ahora el mito no clasifica a los representantes, sino directamente a la ciudadanía y propone rígidamente dos polos excluyentes que en todas las versiones aparecen de la misma manera. Estos polos, como lugares de reconocimiento e identificación, son puestos a disposición del “público”, bajo la condición de adquirir y reafirmar el paquete completo: sólo nos podemos reconocer como seres independientes, que pensamos correctamente (en el límite, que no estamos locos), si aceptamos que Macri se animó a decir la verdad en tiempos de crisis y es un demócrata ejemplar que combate a los autoritarismos. Lo importante acá no es el juicio de cada término o situación por separado. El mito funciona bloqueando precisamente esa posibilidad y proponiendo la asociación obligatoria desde uno de los términos hacia el conjunto: Macri – independiente – se animó a decir la verdad – me permite pensar correctamente – es un demócrata – lucha contra los venezolanos autoritarios.
El último punto que me interesa analizar es la estrategia que utilizan los mitos de Durán Barba, que se confiesa un “amante del hombre común”, para llegar a sus destinatarios y cobrar sentido en sus propias vidas. Es decir, cómo atraviesan, interpretan y codifican estos mitos distintas situaciones –rutinarias o novedosas– de la experiencia cotidiana de la ciudadanía. Lo podríamos llamar: el código político del PRO. Lo que voy a proponer es simplemente una variación “lógica” que está contenida en la estructura de este mito. Para ello sólo voy a modificar el lugar de los términos, sin modificar la esencia del mito, que supone la permutabilidad de los términos asociados. El mensaje quedaría así: venezolanos – seres dependientes – que nos engañan – permaneciendo fuera de la ley – esconden su autoritarismo y su deseo de matarnos. Este mensaje está parcialmente sugerido en m1, recordemos: “Las que cometen asesinatos masivos en Venezuela son guardias revolucionarias paramilitares. Si (Cristina) radicaliza su posición revolucionaria podría participar directamente del negocio del narcotráfico como lo hace la cúpula militar venezolana, apresar a los jueces que combaten el delito como anuncia uno de sus voceros y dictar una amnistía preventiva para todos los asesinos y narcotraficantes” con el objetivo de “matar a sus opositores”. No nos detengamos ahora en el episodio, hagámosle a este fragmento del mito la pregunta por su uso político y su relación con “el hombre común”: ¿qué experiencia cotidiana pretende interpretar esta variación sobre los venezolanos, el engaño, la deslealtad y el deseo de matar, que muestra en toda su eficacia al código político del PRO?
En un trabajo de Nicolás Tereschuk y Nicolás Freibrun sobre la base electoral del macrismo, los autores analizan, junto con otras representaciones sobre el orden social y la imaginación sobre las jerarquías, las vivencias y las opiniones sobre los venezolanos que tenían los simpatizantes de este espacio político. En uno de esos grupos de discusión organizados por Tereschuk y Freibrun una simpatizante del PRO resumía de este modo su punto de vista sobre lo que vivía como una invasión por parte de los venezolanos: “las guardias de los hospitales están llenas de venezolanos, que trabajan por menos plata” y hacen que “nuestros profesionales terminen manejando un taxi”. Este miedo a ser desplazado en el mercado de trabajo o a que te maten los que se “dedican al narcotráfico”, iba de la mano de un diagnóstico que afirmaba que los venezolanos siempre aparecen como seres dependientes, que “dan pena”. Pero en el fondo se terminan revelando desleales y personas que viven al margen de la ley, porque “trabajan en negro” y buscan que los argentinos tengan que “pagar con sus impuestos a un venezolano para que se opere de cáncer, de vesícula o lo que sea”.
Es fácil darse cuenta ahora cuáles son las experiencias cotidianas que busca codificar el mito de Durán Barba, ya que estas experiencias incluyen varios de los términos que aparecen luego en la mitología: venezolanos = fuera de la ley = engañan = nos atacan. Lo que hace el código político del PRO es completar esa serie difusa de experiencias, seres y propiedades, y la ordena con mucha precisión. Al pasar por el sistema de codificación de Durán Barba esa experiencia difusa (recogida en los grupos focales) queda organizada tal cual aparece en el mito originario (m1) que hemos analizado: Cristina – junto con los venezolanos – que engañan – como todos los dependientes que dan pena – nos van a matar – porque son desleales y autoritarios. El reverso de este mensaje se completa sólo: el único modo de escapar de esta amenaza es aceptar la propuesta de Macri – que siempre dice la verdad – porque es independiente – y nos permite pensar correctamente.
No me detuve en esta mitología por la relevancia del tema en sí mismo, sino porque me parece que ilustra cómo construye el partido de gobierno sus mitos y cómo los usa en el espacio público democrático. Lo que observamos en estos textos destemplados de Durán Barba no es la comunicación política oficial trastabillando, sino el mito oficial comunicándose en todo su esplendor con los “hombres y las mujeres comunes”. Sería un error creer que por esta vía el oficialismo busca no hablar de la economía, de la realidad o de la vida cotidiana, porque lo que hacen estos mitos es precisamente hablar de la realidad, la economía y la vida cotidiana de otra manera.
Si en verdad quisieses entender, en lugar de analizar la trivialidad de los discursos de tablon deberias empezar por hacer una comparativa del significado que el liderazgo tiene para liberales y nacionalistas.
Para los liberales, sean de izquierda o de derecha el valor central en juego es el individuo como representacion de la libertad, en tanto premisa indispensable para la realizacion y desenvolvimiento del ser.
En el imaginario liberal el pueblo es suma indiscriminada de los individuos que componen la poblacion de un pais, con el solo e indispensable requisito de obedecer las leyes.
Para los nacionalistas (kirchneristas, stalinistas, facistas, peronistas, etc…) la libertad es meramente instrumental, subsidiaria y subordinada al proyecto de pueblo, que en modo alguno se identifica con la totalidad de la poblacion sino con la faccion de «los propios» y cuya integridad no se define por afinidad ideologica sino por una percepcion emocional comun de pertenencia y a la vez por una renuncia al librepensamiento cediendo su voluntad, en parte o toda al lider que conduce y contiene.
Para los nacionalistas los lideres son figuras parentales protectoras, para los liberales son meros administradores descartables.
Gran parte de los errores que Macri ha cometido devienen de saber (sentir o sospechar) que su liderazgo no concita ni concitara por definicion afectividad sino solo una mera demanda de eficacia, demanda que para los lideres nacionalistas es de un orden muy secundario.
El fracaso, para un lider liberal representa un despido seco sin indemnizacion mientras que para el nacionalista devela una conspiracion siniestra de las fuerzas de la antipatria.
Muy interesante la nota….los invito a visitar mi sitio web….Gracias!!!