Escribimos Mariano Fraschini y Nicolás Tereschuk
El contundente triunfo de Alberto Fernández en las PASO y el previsible recambio presidencial en la Argentina sorprendió por su magnitud a propios y extraños. Además, desafió a una serie de certezas apresuradas acerca de un giro a la derecha en la región y generó la necesidad de replantear algunas preguntas sobre el devenir sudamericano.
Los ciclos políticos en Sudamérica parecen bien marcados por la historia: en los ochenta, las transiciones a la democracia; en los noventa, las reformas neoliberales orientadas al mercado, a principios del siglo XXI el giro a la izquierda y luego del triunfo de Mauricio Macri en 2015, una buena parte de la intelectualidad, de académicos y de analistas internacionales marcaban el inicio de un nuevo giro en Sudamérica, este más inclinado a las propuestas conservadoras que se afianzaban en la región. Los triunfos de Sebastián Piñera en Chile, la descorreización de Lenin Moreno en Ecuador y las ratificaciones neoliberales en Perú, Colombia y Brasil tras las victorias de Pedro Pablo Kuczynski, Iván Duque y Jair Bolsonaro respectivamente, imprimían un rumbo muy diferente al transitado por la región en la última década. Sin embargo, la consolidación, aún en la adversidad evidente tanto económica como internacional de Nicolás Maduro en Venezuela, y de Evo Morales en Bolivia, sin los condimentos aciagos venezolanos, mostraban que no toda la región tenía el mismo color. El aliciente del triunfo de López Obrador en México, luego de treinta años de políticas neoliberales, aún por fuera de las fronteras de Sudamérica, hizo ver que lejos de tratarse de un despliegue indetenible de un nuevo giro a la derecha, la región transita por un sendero de convivencia entre que gobiernos conservadores y progresistas. En ese sentido, siempre sospechamos, por tratarse de reacciones apresuradas (y muchas veces sin contenido), de la idea de un ciclo conservador consolidado en la región. A pesar de la catarata de triunfos neoliberales, advertimos acerca de la posibilidad de que se tratase de un tiempo de grandes dificultades para los oficialismos -inestabilidades presidenciales incluidas-, más que de ciclos claros.
Mirado desde esta lógica, podemos indicar que los recambios presidenciales se vienen acelerando en Sudamérica y a los oficialismos les cuesta retener el gobierno. Pareciera que se trata más un problema de elencos gobernantes con dificultades para reelegir, que de ciclos que nacen. Los recambios priman sobre las continuidades. Vamos a la experiencia empírica, a los datos. En los últimos cuatro años asistimos a nueve elecciones presidenciales (sumamos a México por peso específico y simbólico) en las que hubo recambios de elencos gubernamentales en siete de ellas.
Si a esto le sumamos la victoria de Alberto Fernández en las PASO y la proyectamos a octubre estaríamos hablando de ocho casos de recambio presidencial sobre diez elecciones. Y aún resta dilucidar qué ocurrirá en las elecciones de Bolivia y Uruguay en octubre, en donde dos gobiernos del “giro a la izquierda” ponen en juego su hegemonía electoral de más de una década.
En el mismo lapso histórico, en sólo dos casos (tres si tomamos el “fallido” caso ecuatoriano) hubo continuidad: Nicolás Maduro en Venezuela, en elecciones que continúan siendo cuestionadas a pesar del aval del CNE de ese país, y el de Mario Abdo Benítez en Paraguay, pese a tratarse de una línea interna muy diferentes del predecesor Horacio Cartes en el interior del Partido Colorado. Es decir, de las nueve elecciones presidenciales sólo en tres, si contamos Ecuador, primó la continuidad y en seis triunfaron las propuestas opositoras. En las dos terceras partes de las elecciones los oficialismos cayeron derrotados. Si comparamos estos últimos cuatro años con la experiencia del giro a la izquierda que se abrió con el triunfo de Chávez en 1998 hasta el triunfo de Macri, debemos subrayar que la continuidad presidencial fue la marca registrada de ese extenso periodo.
Pasando en limpio la historia más reciente:
País | Año | Presidente saliente | Presidente entrante | Continuidad |
Argentina | 2015 | Cristina Fernández | Mauricio Macri | No |
Perú | 2016 | Ollanta Humala | Pedro Pablo Kuczynski | No |
Ecuador | 2017 | Rafael Correa | Lenin Moreno* | ¿? |
Chile | 2017 | Michelle Bachelet | Sebastián Piñera | No |
Colombia | 2018 | Juan Manuel Santos | Iván Duque | No |
Venezuela | 2018 | Nicolás Maduro | Nicolás Maduro | Si |
México | 2018 | Enrique Peña Nieto | Andrés López Obrador | No |
Paraguay | 2018 | Horacio Cartes | Mario Abdo Benítez | Si |
Brasil | 2018 | D Rousseff- M Temer | Jair Bolsonaro | No |
*A pesar de tratarse de una continuidad, en el ejercicio del poder, Moreno se alejó de las políticas del correismo dando un giro copernicano a su política económica
¿Se trata, entonces, de un nuevo giro a la derecha en la región? ¿El giro a la izquierda ha concluido en Sudamérica? ¿O, como planteábamos, de oficialismos que tienen muchas dificultades para revalidarse? ¿Se trata en todo caso de ciclos más cortos? ¿O estamos asistiendo a una nueva etapa de inestabilidad presidencial?
Si miramos el presente de la región, veremos además más de cerca a los presidentes neoliberales, observaremos que se encuentran transitando por procesos marcados por importantes bajas en su imagen y en la gestión de gobierno. Por citar algunos casos:
- En los últimos seis meses, la desaprobación del colombiano Iván Duque pasó del 48% al 64%, un aumento de 16 puntos porcentuales, según firma Gallup.
- Sebastián Piñera muestra un 65% de desaprobación, según un sondeo de Agencia Ciudadana Criteria de este mes.
- La desaprobación de Jair Bolsonaro pasó desde el 28,2% en febrero al 53,7% en agosto, de acuerdo a la medición del Instituto MDA para la Confederación Nacional del Transporte (CNT).
- La aprobación del Gobierno de Lenín Moreno bajó casi 30 puntos en el último año, reveló una encuesta de Perfiles de Opinión, divulgada el mes pasado por medios ecuatorianos.
Habituados a las reelecciones presidenciales, la región está por asistir por primera vez desde la recuperación democrática en esta tercera ola iniciada en los ochenta, la derrota de un presidente en ejercicio que va por su reválida. También en Bolivia puede haber novedades, aunque el liderazgo de Evo Morales se encuentra mucho más fortalecido que el de Macri. Mucho vértigo para una Sudamérica más habituada a las reelecciones de sus presidentes, y a las continuidades periódicas de sus giros y tendencias socioeconómicas. Todo un dato que evidencia la dificultad de predecir a ciencia cierta el devenir futuro en la región.