Se acercan las FARC
Por Marcos Aguinis
Especial para lanacion.com
Las FARC se acercan a la Argentina. De esto se viene hablando, pero sin tomarlo aún con suficiente preocupación.
Sabemos que esta guerrilla nació en Colombia hacia 1964 y es no sólo la más antigua en permanente actividad, sino la que más potencia tiene debido a que su línea marxista original ha derivado hacia los secuestros extorsivos y un desembozado narcotráfico. Poco queda de los ideales voceados al principio. No obstante, ha conseguido desplegar una vasta red de aliados y cómplices en América latina y Europa, muchas veces por ignorancia o desinformación, pero sobre todo por intereses espurios, como la conquista del poder y su retención a toda costa.
En la provincia de Jujuy corre la voz de que han ingresado armas de las FARC y que en los escondrijos de nuestro bello y laberíntico Norte hay gente entrenándose con esas armas de fuego. Muchas de esas armas tienen origen venezolano.
Según Douglas Farah, multipremiado corresponsal e investigador, las FARC han aumentado su presencia en Bolivia desde que Evo Morales ganó la presidencia. Los irrefutables documentos encontrados en la computadora de Raúl Reyes, comandante de esa guerrilla, revelan vínculos estrechos con Hugo Chávez. Pero, sobre todo, el entrenamiento paramilitar de bolivianos. En esa computadora había 57 e-mails muy comprometedores para Bolivia, considerado un país central para expandir otra vez los rayos de la violencia en nuestro subcontinente.
La Coordinadora Continental Bolivariana (CCB) es la organización paraguas que recauda fondos y actúa como el rostro cordial de las FARC. Tal como expresa un e-mail dirigido a Reyes por otro militante, «públicamente la CCB no aparece como FARC, pero nuestros amigos están ahí».
La supervisión de las FARC en Bolivia es realizada por Nubia Calderón de Trujillo, quien utiliza el alias de «Esperanza» o de «Ana María». Su responsabilidad se extiende, por ahora, a Perú, Ecuador y Bolivia; aún no manifiesta de forma abierta que también mira hacia la Argentina. Antes se había creado el Estado Mayor del Pueblo (EMP), que articula a gremios, organizaciones sociales y «pueblos originarios», que tuvo un alto protagonismo en el derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada. El presidente Morales le agradeció enseguida, ofreciéndole espacio en su gobierno. El jefe del EMP, Hugo Moldiz dijo: «El propósito es defender el proceso de cambio, que conquistamos con sangre, huelgas, sacrificios y dolor; nuestros enemigos son el imperialismo norteamericano y la oligarquía boliviana». Moldiz se desempeña como personaje clave en las operaciones de cubanos y venezolanos llegados a Bolivia porque mantiene relaciones con los servicios de inteligencia de los hermanos Castro y Hugo Chávez. Paradójicamente, tensiones internas han minado la confianza que le tenían las FARC, porque sospechan que Moldiz mantiene una estructura de inteligencia paralela al Estado. En un clima de ambiciones sin transparencia es inevitable que aparezcan esas intrigas y sean inestables las alianzas.
Ojotas para todos. Incluso el primer contacto de las FARC en Bolivia no había sido Evo Morales, sino el líder aymara Felipe Quispe, quien acuñó una frase de antología sobre la prosperidad que conseguirán los pueblos de América bajo su conducción: «¡Si algunos usan zapatos y otros ojotas, que todos usemos ojotas!» Es decir, justicia social mediante la reducción a la pobreza y la indigencia. No propone que todos accedan a los zapatos, y para ello habría que estimular las inversiones, abrir fuentes de trabajo y producir de forma intensiva. No: la magia consiste en hacer tabla rasa y hundir en la miseria. Su objetivo no es dar mejor calidad de vida a los pobres, sino convertir en pobres a los que aún no lo son. Incluso llegó a decir que Evo Morales era una herramienta de la oligarquía. No obstante, consiguió hacer enviar a Colombia un contigente de compatriotas para entrenarse con las FARC. La sorpresa fue expresada por «Esperanza» en un mensaje a Reyes: «Esos bolivianos se desesperaban por volver a casa; sus jefes no les habían advertido sobre las dificultades que sufrirían».
Antes y después que Evo Morales acceda a la presidencia, tuvo el apoyo irrestricto de Chávez. Las evidentes relaciones de Chávez con las FARC son desmentidas, es cierto, pero no es fácil creerle. El éxito notable que está logrando Colombia en su extenuante guerra contra esa organización desalmada e inmoral lo irrita. Lo considera su propia derrota. Y usa cualquier argumento para fogonear la belicosidad con su vecino. Quizás su constante descenso de popularidad pueda llevarlo a la locura de desencadenar una guerra, esperanzado en que el patriotismo unifique detrás suyo a un pueblo cansado de tanta demagogia, corrupción y promesas incuumplidas. Lo cierto es que en vez de disminuir la pobreza de su país, Chávez la mantiene en los mismos o peores niveles mientras incrementa sin pudor sus gastos personales. Ha comprado una desproporcionada cantidad de armas y es obvio que las reparte, así como repartió petrodólares en muchas valijas. Una cantidad sustancial ingresó en Bolivia y desde Bolivia cruza fronteras. Ojo, que las fronteras de Argentina son porosas.
No contento aún, su alianza absurda con la teocracia reaccionaría iraní lo llevó a ordenar a Evo Morales que eliminase las visas para los ciudadanos de Irán, de la misma forma que lo ha hecho Caracas. Los vuelos directos Teherán-Caracas transportan armas y entrenadores. Evo Morales ya anunció que su única embajada en el Medio Oriente, instalada en el Cairo, será trasladada a Teherán, «porque somos dos países amigos y revolucionarios.» ¿Espera realizar en Bolivia la revolución islámica colgando homosexuales y asesinando mujeres acusadas de adulterio? Es posible que ni se haya enterado de esas medidas. Lo cierto es que Irán levantará una estación de TV en el Chapare, que cubrirá muchos países de nuestro subcontinente y ni hablar que será visto en toda la Argentina. Morales anunció que gracias a esas emisiones, Bolivia será «el centro de la democracia revolucionaria».
Lazos. El gobierno argentino, en lugar de intensificar sus lazos con países que han fortalecido su institucionalidad, que avanzan en su respeto a los contratos, aumentan la paz social y reciben inversiones que abren fuentes de trabajo, se empeña en mantener lazos de excesiva amistad con gobiernos cada vez más corruptos y profanadores de la Constitución como Venezuela, Boliva, Ecuador y Nicaragua, el llamado «eje bolivariano» que produce en los huesos de Bolívar una loca e indignada convulsión.
«En la provincia de Jujuy corre la voz…»: un párrafo entero sin un solo dato verificable, sólo rumores. Todo lo que sigue habla de Bolivia, no Argentina (con toda la pinta de ser un saraseo infernal, pero démosle el beneficio de la duda) y en el párrafo final vuelve a hablar de Argentina, pero en tono de sermón y, otra vez, sin dar un solo dato.
¡Qué buena escuela de periodismo es la Facultad de Medicina, como lo demuestra el doctor Aguinis!
Es indignante, pero cada vez menos gente toma en serio las advertencias de Marcos Aguinis. Lo deploro sinceramente ya que las FARC están realmente operando en nuestro país. O al menos en Jujuy.
Y no solo las FARC. También los Khmer Rojos, que aprovechando la complacencia oficial venden electrodomésticos sin factura en La Salada y el Bajo Flores, enriqueciendo las arcas del terrorismo apátrida. O las Brigadas Rojas que expulsadas de Italia gracias a la mano firme de Berlusconi hoy se pasean impunemente en crocks por Palermo Rúcula, pretendiendo que el resto de la ciudadanía utilice el mismo tipo de calzado para financiar sus siniestros planes bajo el apoyo encubierto de la APDH y de nuestra presidenta. O los Guardianes de la Revolución importados desde Irán por el piquetero de color Luis D´Elía para imponer un sistema contrario a nuestro estilo de vida.
Con o sin FARC, con o sin Guardias de la Revolución, se perfilan dos tendencias claras en Latinoamérica. Modestamente, prefiero la orientación que siguen Brasil, Chile y Uruguay. Lo cual no significa que algún día todos debamos ir en ojotas, a 3 minutos por ducha, y a mear con linterna, pero felices.
Lucas, también me llamó la atención la nota, creo que es un documento interesante. Tuvo muchos comentarios en el sitio del diario. Y también quería aprovechar para hacerte una consulta sobre un tema que me intriga: a qué podría atribuirse que en tan pocas líneas el texto tenga tres errores de tipeo? (Contigente-Incuumplidas-Boliva). Me intriga ese tema, y sinceramente no sé la respuesta.
Es que cuando se escribe crispado pueden pasar estas cosas, había que contarle a los lectores de La Nación de donde viene la próxima escalada de violencia, acordate que ellos son los primeros que tienen que estar enterados, y eso hay que hacerlo rápido, cuando las cosas son de tanta importancia y van a tener tanta trascendencia, consecuencias a las que nuestro patriota escritor nos tiene acostumbrados, las cosas tienen que fluir rápido. Ah y si es de manera crispada mejor.
la cuestion problematica para Aguinis no es ni las FARC, ni Argentina. Simplemente le molesta como israeli, la influencia del eje bolivariano y su alianza con Iran. Ni mas ni menos que eso. Lo que si, diferencia a Brasil, pero las relaciones entre Brasil e Iran no pasan por un mal momento. Pero claro, una cosa es criticar a Venezuela y Bolivia y otra meterse con Brasil. En eso Aguinis no es tonto y sabe sus limitaciones como opinologo. Despues, el macartismo barato para los lectores de La Nacion es algo que Aguinis siempre utilizo y no es novedad.
Pero que no se embadere de nacionalismo ni de preocupacion por el pais, ni Jujuy ni nada….lo unico que defiende y le importa es la legitimidad cada vez mas desgastada de la ocupacion israeli y no la cuestion social en el norte del pais. Los pobres del Norte nunca le importaron a Marquitos.
¿Cuánto tiempo dijo Marquitos que falta para que lleguen? Bueno, entonces él se salva, porque está viejo y gagá. Que se joda el rabino Bergman…
Bueno, Aguinis apenas está dando rienda suelta a su talento literario. Como cuando escribió El combate perpetuo, su biografía del almirante Guillermo Brown, por encargo de Massera.
Saludos.