Ganamos (otra vez)

DILMA RECEBE FAIXA PRESIDENCIAL

(Armamos estos apuntes Mariano Fraschini y Nicolás Tereschuk)

Como preveían las encuestas preelectorales, que esta vez sí acertaron, Dilma Rousseff resultó reelecta presidenta de Brasil por escaso margen. La candidata del PT obtuvo  53.943.191 votos, el equivalente a 51,5%, frente a los 50.739.709, el 48,4% del candidato del PSDB, Aécio Neves. A continuación unas viñetas cuantitativas de esta elección crucial para los intereses de los sudamericanos y algo más

  • La candidata presidenta sumó en esta segunda vuelta más de 10 millones de votos, mientras que el candidato opositor creció en 16 millones, por lo que la ventaja en términos absolutos de más de 8 millones de votos que Dilma llevaba se redujo a casi 3. Es evidente que, en su mayor parte, quienes eligieron otros candidatos en la primera vuelta se inclinaron casi en las dos terceras partes por el candidato opositor.
  • La victoria petista se explica a partir del cambio en la composición de su voto histórico. Ganó en el norte y perdió en el sur. Si uno observa el mapa electoral, visualiza que la victoria del gobierno se extiende en una medialuna que abarca el norte y parte del este del país, sacando el pequeño estado de Espírito Santo y Roraima en los cuales se impuso la oposición. La derecha brasilera, por otro parte, venció en el centro y sur del país.
  • Los guarismos electorales del norte brasileño evidencian la hegemonía oficialista en una región que hasta la llegada del PT se encontraba alejada de la modernización económica y de la ampliación de derechos sociales del país. Promediando casi el 70% de los votos, el PT se alzó en los estados de Amazonas, Pernanbuco, Rio Grande del Norte, Bahía, Sergipe, Pará, Maranhao, Tocantins, Piaui, y más escueto en las populosas Rio (55%) y Minas Gerais (52%).
  • La oposición ganó por mucho en San Pablo y por poco en Río Grande do Sul (dos históricos bastiones del PT previo a su cambio electoral), en los dos Mato Grosso, Goias, Paraná, Acre, Rondonia  y Santa Catarina.
  • A pesar de la sensible disminución de votos (los 60% de Lula en 2002 y 2006 y el 56% de Dilma en el 2010) el PT mantiene una envidiable potencia electoral superior al 50% después de 12 años de gobierno.
  • Comparado con el primer turno electoral, las preferencias de los brasileños por Estado no variaron significativamente. Los que ganó Marina Silva, se los repartieron Dilma (Pernambuco) y Neves (Acre). Sólo Río Grande do Sul cambió de mano. Allí con seguridad tuvo incidencia la elección de gobernador en el que el candidato del PT perdió en la segunda vuelta electoral.

  • La disminución del voto en blanco y anulado en alrededor de 4 millones se explica en parte por la disminución de votantes y en la importancia de esta elección definitiva. De todas formas, por lo diminuto, este voto no incidió en el resultado final.
  • Esta nota de O Estado refleja algunos de estos fenómenos. El PT empeoró su desempeño en 15 estados y el distrito federal con respecto a la segunda vuelta de 2010. Y al mismo tiempo, en 11 estados, Dilma sacó más votos.
  • La campaña -se ha dicho- fue muy brava. Primero ,con las dudas e internas dentro del PT sobre la posibilidad de presentar a Lula -ahora se ve un poco más claro el por qué del debate- y los ataques al Gobierno del aparato mediático/opositor. El oficialismo jugó con dos ideas. Una, cierto “jogo bonito” expresado en sus eslogans: “Más cambios, más futuro” y “Gobierno nuevo, ideas nuevas”. Se trata de planteos que toman parte de lo que marcan “las encuestas” en cuanto a mirar al futuro, expresar una renovación, reconocer que son necesarias modificaciones en ciertas políticas. A la vez, el PT no dejó de responder -y con fuerza- a cada uno de los ataques opositores. Y en el último tramo hizo fuerte campaña negativa contra Neves. Lula lo llamó “filinho de papai”, lo acusó de hacerse el valiente contra una mujer y puso en duda si contra él se animaría a tantos ataques. En la última parte de la campaña, los discursos del PT eran “ellos o nosotros”, “ellos son el pasado neoliberal y de derecha y vienen por todos los avances logrados”, “nuestros gobiernos fueron mejores que los de ellos en todos”. Nada de jogo bonito.
  • Un párrafo aparte merece Lula: hermano mayor de los líderes latinoamericanos. Carismático, claro en sus conceptos, pedagogo, batallador, fino pero no flojo, sutil pero dispuesto al roce político contra la oposición de derecha puso el cuerpo en toda la campaña. Fue muy interesante ver la importancia de tener dos “jugadores de peso” en un oficialismo con la presencia de Dilma y Lula todos los días por todo el país en dos y hasta tres actos públicos diarios. Uno al Norte y otro al Sur. Uno en la costa y otro al Oeste. La imagen potente actualiza la pérdida política enorme que significó para estos gobiernos del “giro a la izquierda” en la región las partidas de Hugo Chávez y Néstor Kirchner. ¿Ayuda a ver además el rol que puede tener la “expresidenta Cristina Kirchner”? “Nosso presidente eterno” -atención, alérgicos de las extravagancias populistas-  le llaman a Lula en cada acto público del PT.
  • Fue también muy interesante ver en esta elección cómo quedó bien dibujado en el escenario político – mediático regional y global qué es el PT y qué es la oposición. El diario La Nación fundamentó su preferencia por Aécio en un extenso editorial. Mauricio Macri dijo anoche que él hubiera votado por Neves. Sergio Massa se reunió hace unos meses con Fernando Henrique Cardoso. El diario español El País analizó que “el miedo de los más pobres a perder lo conseguido ha prevalecido sobre la incógnita de apostar por el cambio”. Nada quedó del “queremos ser un país serio como Brasil”, en la campaña electoral de Ricardito Alfonsín 2011.
  • Al haber sido estrecho el margen por el que se impuso Dilma, se apelotonan las interpretaciones de la derecha reclamándole «diálogo y consenso» con los que perdieron la elección. Las ideas de diálogo y unidad -necesarias- estuvieron en párrafos del discurso de festejo de Dilma. También una frase que dice mucho: “algunas veces en la historia los resultados apretados produjeron cambios más rápidos que las victorias amplias”.
  • El PT tendrá que interpretar el voto: ¿el electorado le pide a Dilma que se parezca más a Aécio -como lo hace la Bolsa paulista- o le está diciendo que no llega a ver bien la diferencia entre ella y el tucano? ¿Los ciudadanos le piden que mantenga la inflación más bajo control o que aumente más los ingresos? ¿La “nueva clase media” le está diciendo que ya no se acuerda de su origen pobre o le dice que está muy poquito por encima de la línea que la diferencia de la clase baja? ¿Le piden a Dilma, simplemente, “mejores servicios públicos” -cosa que Aécio prometió hasta cansarse- o más bien terminar de alejar a Brasil verdaderamente de la Bel-India que fue? ¿Le están diciendo que el Mercosur no sirve y que mejor ir a los TLC o que Brasil se tiene que decidir a ser la verdadera locomotora productiva de la región? ¿Qué pide el elecotrado con respecto al eje primarización / industrialización de la economía? En el centro de ese debate está la tensión que esté dispuesta a generar Dilma con “los mercados” locales e internacionales. Sí, esos que suben cada vez que ella baja y que bajan cada vez que ella sube…
  •  Como se dijo en un post anterior a los oficialismos sudamericanos, cada vez les cuestan más los triunfos. Sea al “izquierdista” PT y al “derechista” partido del colombiano Juan Manuel Santos. Es evidente que los resultados son más trabajados y los márgenes menores a los de otras épocas pero también lo es la imbatibilidad electoral. El PT brasileño va para los 16 años de gobierno, el chavismo hacia los 20 y el Frente Amplio se encamina a los 15. El único oficialismo del “giro a la izquierda” sudamericano que cayó, por el momento, fue víctima de una ruptura del orden institucional: Paraguay.  ¿Y con el Frente para la Victoria? ¿Qué pasará el año próximo? La reelección de Dilma da cuenta de que el suspenso se mantiene hasta el último minuto. Y que por lo tanto, falta mucho todavía.

Foto.
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