Falta menos de un año para las elecciones presidenciales en la Argentina. Dentro del oficialismo, son siete los pre-candidatos que, con distintas estrategias, perfiles y niveles de apoyo, aspiran a continuar el legado de Néstor y Cristina. La relativa calma por la que transita desde hace algún tiempo la interna del FPV constituye para muchos un indicio de que Scioli es “el elegido”.
Nuestra hipótesis, por el contrario, es que dicha calma es transitoria y solo expresa el objetivo de cerrar filas de cara al “traumático diciembre”. La estrategia parece estar dando sus frutos: el gobierno recuperó iniciativa política, evidenció por contraste la falta de ideas programáticas en la oposición y consiguió estabilizar –por ahora- el frente cambiario. Estas tendencias de relativo fortalecimiento gubernamental restan fuerzas al argumento según el cual Scioli es la opción obligatoria de un kirchnerismo débil y/o en retirada.
En este contexto, parece relevante entonces analizar las posibilidades de los siete pre-candidatos.
Scioli. Su principal fortaleza es que “mide siempre bien”. No es un mérito menor, luego de dos períodos al frente de una provincia “difícil”. Supo construir un perfil que parece ajustarse a la perfección con lo que demanda la época: la “Gente”, dicen las encuestas, quiere cambios con continuidad, y él parece tener ese traje a medida. Este perfil de “moderado”, además, lo convierte en el candidato del FPV más competitivo en una eventual segunda vuelta contra Macri o Massa. Tiene otros activos valiosos: recursos económicos (los que salen de la propia gobernación y los de importantes sectores empresarios), buena prensa y un apoyo significativo de gobernadores.
Ninguno de estos signos de fortaleza, sin embargo, rompen las cadenas de dependencia que tiene Scioli con el gobierno nacional. No solo por los recursos federales para manejar la provincia. En términos políticos, Scioli ya no está a tiempo para ir por afuera: si quiere ser Presidente, su única opción es imponerse dentro del FPV. Si no logra ser el candidato único de este espacio, lo mejor para él es que compitan muchos en las primarias (los siete, si es posible), y lo peor es enfrentar a un solo contendiente. En ese caso, polarizada la primaria, no le será tan fácil imponerse en una elección donde seguramente el grueso de los votantes responda al núcleo duro del kirchnerismo.
Randazzo. Es uno de los ministros con mejor imagen dentro del gobierno. A su modo, supo construir un perfil de kirchnerista con buena llegada a los sectores medios. Haber simplificado el trámite del DNI lo convirtió en un “buen gestor”, y ahora parece decidido a profundizar ese papel con el manejo de los trenes. Cuestión no menor es que dispone de importantes recursos económicos para mejorar el sistema ferroviario y eso a su vez le permite tender puentes políticos en localidades del interior. Tiene la posibilidad además de ser candidato a gobernador por Buenos Aires.
Presentarse como el gran reconstructor ferroviario es una apuesta interesante pero riesgosa. Cabe recordar que en 2013 muchos lo daban como seguro candidato a encabezar la lista de diputados nacionales en la provincia y esa posibilidad quedó trunca tras el accidente ferroviario de Castelar. Otra debilidad es que hasta el momento no logró concitar apoyos dirigenciales importantes dentro del FPV.
Uribarri. Fue uno de los primeros en declarar sus intenciones presidenciables, y logró instalarse con relativo éxito. A diferencia de Scioli y de Randazzo, su perfil no es la moderación sino la lealtad. Su discurso hace eje en la continuidad del modelo (ni retoques ni profundización). Estar al frente de una provincia le da recursos económicos para la campaña.
Su debilidad principal reside en que no le será fácil atraer votos por fuera de lo que constituye el núcleo duro del kircherismo. Asimismo, en su rol de Gobernador de Entre Ríos no goza de la misma visibilidad que Scioli en Buenos Aires o Randazzo como Ministro.
Domínguez. Aspira a diferenciarse por sus propuestas, como por ejemplo, el traslado de la Capital, que mereció el elogio de la Presidenta. Tiene un interesante apoyo a nivel dirigencial dentro del peronismo, y destaca su exitosa gestión al frente del Ministerio de Agricultura en el peor momento de la relación del gobierno con el campo. Al igual que Randazzo, tiene la posibilidad de ser candidato a Gobernador en Buenos Aires.
Su gran debilidad es que es desconocido para el gran público. Además, es difícil mostrar gestión en su rol de Presidente de la Cámara de Diputados y no dispone de una “caja” importante para la campaña.
Rossi. Es un dirigente respetado dentro del FPV. Fue la gran espada legislativa que tuvo el gobierno durante casi una década. Al igual que Domínguez, en los peores momentos sostuvo el proyecto, resistiendo los embates del Grupo A en el Congreso.
Tiene dos debilidades marcadas. Una es que su condición de “cuadro político” no la ha podido plasmar hasta el momento en una buena performance electoral (le tocó transitar, es verdad, una crítica situación del peronismo en Santa Fe). La otra es que le va a costar tener visibilidad y recursos como Ministro de Defensa.
Taiana. Fue uno de los últimos en declarar formalmente sus ambiciones presidenciables pero de todas formas logró reunir una gran cantidad de militantes en el Luna Park. Es uno de los pocos pre-candidatos que habla de profundizar el modelo “por izquierda”. Probablemente, para el sector “progre” que apoya al gobierno sea la mejor opción.
Su gran debilidad es que hace campaña casi desde el llano. Es legislador de la Ciudad de Buenos Aires, un lugar difícil para posicionarse, no solo por la escasa visibilidad del cargo sino también por falta de recursos económicos.
Fernández. Es el caso más complejo para analizar. Aunque en muchas oportunidades declaró su intención de competir en las primarias presidenciables, no hizo hasta el momento ningún acto de campaña. Es un todo terreno que ocupó distintos lugares dentro del FPV, entre otros: Ministro del Interior y de Justicia, Jefe de Gabinete y Senador. Nunca tuvo, sin embargo, fuerza electoral propia. No parece fácil que su figura pueda atraer a votantes que no sean fieles al kirchnerismo.
En resumen, existe una multiplicidad de factores para evaluar las perspectivas de los pre-candidatos del FPV: la relación con el núcleo duro del kirchnerismo, la capacidad de atraer a nuevos votantes, la disponibilidad de recursos económicos, la posibilidad de mostrar gestión, el acceso y apoyo de los medios de comunicación, el respaldo dirigencial, entre otros. Estos factores, además, no tienen el mismo peso en las distintas instancias electorales previstas para 2015: las PASO, las generales, y -tal vez- el ballotage. Por último, aunque no menos importante, hay que tener en cuenta que además del candidato a Presidente, hay otros dos casilleros clave a completar en el esquema electoral y no todos los pre-candidatos aquí analizados tienen posibilidades de cubrir: el de Vice-Presidente y el de Gobernador de la provincia de Buenos Aires.
No se trata de hacer futurología sino de sopesar las condiciones actuales en las que se encuentran cada uno de los siete pre-candidatos, con la convicción de que, pese a que no están en una situación de igualdad, el final aún está abierto y en disputa.