«Mejor, ¿no?»

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– ¿Y? ¿Cómo estamos?

– Mejor, ¿no?

Participé de diálogos calcados durante los meses de octubre y noviembre pasados. Estuve del lado de quien los inició y del que los remató. Con el «¿no?» al final casi siempre, denotando cierta incredulidad y necesidad de ratificación de la hipótesis. Todo fue muy rápido en este 2014 que comenzó con la devaluación de enero.

La última semana de septiembre, los que desde febrero decían que se iba a tener que devaluar en septiembre lograron que se creyera que se iba a tener que devaluar (en septiembre). A los pechazos, el Gobierno lo evitó. Cambió al presidente del Banco Central, metió controles, acomodó medidas, gatilló el «swap» con China y la mar en coche. Mejoró su desempeño político, volvió al centro de la escena.

¿O fue al revés? ¿Porque mejoró su desempeño político y volvió al centro de la escena es que controló la cuestión cambiaria?

Hay algunos datos más: el 5 de octubre fue la primera vuelta brasileña, donde Dilma Rousseff salió bastante fortalecida y la «cara nueva» de Marina Silva se fue a la banquina.

En ese contexto, el oficialismo mantuvo orden -no sabemos todavía bien si progreso-. Recordemos algunos episodios. El 10 de junio, Daniel Scioli se sacó una foto con Héctor Magnetto en el MALBA. Por entonces, el gobernador pensaba endeudar a la Provincia en el exterior por mil millones de dólares. ¿Y ganar así más autonomía política naranja? Seis días después vino la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de beneficiar a los fondos buitre. Y la posibilidad de endeudamiento para la Provincia, por lo tanto, no caminó.

Luego de eso, casualmente, Scioli pareció convencerse de que quiere ser el candidato del Frente para la Victoria con los votos kirchneristas. ¿Lo logrará? (Falta mucho. Y le falta mucho).

La presidenta Cristina Kirchner -la Constitución le da la responsabilidad de manejar las relaciones exteriores del país- generó en pocos meses luego de pasar la línea de la mitad del año votaciones de los plenarios de la OEA y de la ONU a favor de la Argentina por el tema fondos buitre. Los especialistas serios y la prensa mundial generaron un consenso en el sentido que la decisión de la Justicia norteamericana es una vergüenza. El Congreso aprobó la ley de pago soberano. La oposición patinó sobre el hielo fino con ese tema. Punto gratis.

Después estuvo la catarata de proyectos del oficialismo en el Congreso, ante la cual la experimentada analista política Elisa Carrió alertó: «esto es como la segunda mitad de 2009, guarda que nos comen». Abastecimiento, Defensa del Consumidor, Código Civil, Código Procesal Penal, Telecomunicaciones, Hidrocarburos, Presupuesto. Me quedé corto, debe haber más.

Con los indicadores económicos y sociales abollados pero no rotos, la segunda mitad del año pasó con una conflictividad sindical-social más o menos promedio. A Hugo Moyano, sin ir más lejos, se lo vio en los últimos meses con la libido puesta en el desempeño futbolístico de Independiente y por no mostrarse «desestabilizador».

Si al oficialismo  se  lo ve sellado al vacío -al menos, se lo ve-, los precandidatos presidenciales opositores ocupan más tiempo y espacio por seducirse y pelearse entre ellos que otra cosa. Los chispazos en el Frente para la Victoria, fuerza que cuenta con un liderazgo, parecen -por ahora- de más baja intensidad.

Y noviembre cerró con una foto del estabilshment con todos los precandidatos opositores. Si me preguntan, no dejan de sorprenderme estas cosas. Lo normal no es que un gobierno que lleva once años en el poder logre que la línea que, una vez, allá, hace tiempo, trazó con un palito en el polvo de la calle principal del pueblito, frente al Saloon y el edificio de madera bastante descuidado que dice «Sheriff», se mantenga todavía ahí. Esa raya siempre a punto de desdibujarse por cualquier viento que dice «allá, ustedes, muchachos; acá, nosotros». La que significa «socialismo no hacemos, no, pero lo que corno hagamos se define de este lado». O también «¿cómo te llamabas vos, CEO del HSBC?».

Me sorprende todavía, qué quieren que les diga. No sé, les comento a los más jóvenes. Esto no es lo normal en el país en el que -está estudiado eh, no lo invento yo- desde que echaron a Bernardo Grinspun del Ministerio de Economía, el poder de los Grupos Económicos tuvo -hasta 2001- cada vez más injerencia en la gestión diaria y directa de las políticas económicas. Lo normal es «basta de tiros, muchachos, me rindo, negociemos». Lo normal es que te llenen la canasta de goles. Con mucha suerte y viento a favor, hacerles goles pero, en algún momento, cansarse, quedarse sin nafta. Cansarse de  quitarles el Ministerio de Economía, las AFJP, la Aerolínea de bandera, la mayor empresa privada del país, el Banco Central, los espacios publicitarios para candidatos presidenciales por radio y TV. Lo normal es que ni se te ocurra cantarle «mancha» al «derecho humano» del argentino de tener una cuenta negra en Suiza. Lo normal no es no aflojar. Lo normal no es haber hecho el despelote que se hizo y, finalizado el año once de gestión, estar «mejor, ¿no?».

Por ahora -falta casi todo diciembre, que no es poco- este año cimentó la primera condición para lograr que eso que damos en llamar kirchnerismo tenga algún futuro en el mediano plazo: gobernar hasta el último día del mandato.

La segunda parte de la operación que haga que el kirchnerismo tenga futuro político en el mediano plazo es montar algo que jamás se hizo. Jamás en la Historia de la Argentina. Implica, ni más ni menos, que un peronista electo le coloque la banda presidencial a otro peronista electo. Menos aún se hizo en la Historia que el presidente en ejercicio (electo en comicios limpios) le ponga la banda presidencial a un integrante de su partido y que además sea «de su palo».

Es difícil. Al peronismo le cuesta («…mi único heredero es el pueblo…»). Al kirchnerismo le cuesta. Vaya si le cuesta. Le cuesta un montón.

No será la primera vez que seamos realistas y pidamos lo imposible. No nos quedemos sin intentarlo.

Foto.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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