Algunas reflexiones acerca de un libro clave sobre los años ’80

alfonsin

Esta nota fue escrita originalmente por Mariano Fraschini y Nicolás Tereschuk para El Estadista

“Los tiempos de Alfonsín. La construcción de un liderazgo democrático”, el reciente libro del politólogo Andrés Masi, tiene muchos aspectos estimulantes para el debate y el aprendizaje en torno a una época clave para la historia del país. La llegada al poder y el despliegue del liderazgo del primer presidente de esta etapa democrática requiere aún hoy de indagaciones y discusiones.

Sin embargo, hay un punto en especial del planteo de Masi que nos parece sobresaliente porque no siempre es expresado con tanta claridad ni en el marco de un enfoque teórico en el que cobra un sentido clave. En casi todo el libro, el profesor e investigador principal de la Universidad Católica de Cuyo identifica la existencia de una “oposición políticocorporativa” que se enfrenta a Raúl Alfonsín.

¿Podemos pensar en un país como la Argentina que los presidentes sólo tienen frente a ellos a oposiciones conformadas por la dirigencia políticopartidaria? ¿O también en algunos casos a actores sociales que se suman a aquellos y que dan forma, como parte de distintas secuencias y con diferentes formas, a obstáculos para las políticas del jefe de Estado? ¿Cómo es esa oposición “políticocorporativa”? ¿Qué actores la conforman según el momento y las acciones que lleva adelante un presidente? ¿Qué estrategias le permiten al primer mandatario debilitar a esa oposición y qué es lo que puede llevarlo –como ocurrió en el caso de Alfonsín– a quedar condicionado por ese conjunto de actores políticos pero también corporativos?

Y decimos esto porque nos parece que esta es una dinámica que no ha sido lo suficientemente estudiada desde la ciencia política. Desde la disciplina escasamente se ha estudiado el liderazgo presidencial y los actores que se enfrentan a las políticas impulsadas por el presidente. Asimismo, se ha evitado abordar las dinámicas y qué tipo de alianzas conforman estos actores “políticos corporativos” para enfrentarse al primer mandatario. Como si los presidentes argentinos (y de la región) sólo tuvieran en el horizonte de sus preocupaciones las estrategias político partidarias opositoras y no también sectores de poder que se ubican por fuera de los partidos, con fuerte capacidad de incidencia sobre la agenda de gobierno. En ese marco, el libro de Masi pone en debate un aspecto de la dinámica política regional que en nuestro concepto deviene clave, como son los sectores “políticoscorporativos” en la conceptualización del autor.

Inspirado en escritos de la politóloga María Matilde Ollier, Masi adopta un enfoque que hace centro en el liderazgo presidencial entendido como “la actividad que entraña la forma de gobernar de un presidente, la cual significa la existencia de lazos que el jefe de Estado efectúa con los actores políticos, con los poderes estatales y con la sociedad en su conjunto”. El liderazgo presidencial es así acción y relación. De esa forma, dicha perspectiva apunta a hacer foco en los recursos objetivos y subjetivos que un presidente posee (o no) o es capaz de generar (o no) durante el ejercicio del poder. Es en función de la generación y despliegue de estos recursos de poder que el presidente puede llevar adelante (o no) determinadas acciones, producir (o no) determinados resultados que mejoran su posición político institucional y, con ello, su propia estabilidad. A su vez, apunta Masi, siguiendo a Ollier, estos recursos se desenvuelven en un contexto socioeconómico y se encuentran impactados positiva o negativamente por ese entorno, al que denomina factor externo a la dinámica política.

Este enfoque, al hacer énfasis en esa diferencia que puede generar (o no) el liderazgo presidencial en cabeza del jefe de Estado, a nuestro entender, resulta particularmente fructífero, en un contexto como el de la Argentina y otros países de Sudamérica, que se pueden enmarcar en lo que Ollier llama “democracia presidencial de baja institucionalidad” y otros autores, como Steven Levitsky y María Victoria Murillo han denominado “debilidad institucional”. Se trata de contextos en los que las reglas formales son cambiantes o bien no son efectivamente aplicadas tal como lo indica la normativa escrita.

En ese marco, el objetivo específico del libro de Masi es “analizar los recursos del jefe radical para la construcción y consolidación de su liderazgo, la incidencia de la dimensión económica sobre el mismo y los recursos de la oposición-políticocorporativa”. Y es aquí donde hay mucho para decir de un libro que está muy bien documentado, que utiliza una variedad de fuentes primarias y secundarias y que, aún desde una perspectiva en la que se puede notar que el autor adopta ciertas formas de mirar y evaluar la realidad que coinciden con las que el propio alfonsinismo tuvo en su momento –tanto sobre la transición a la democracia como sobre los éxitos y obstáculos que experimentó aquella gestión–, no deja de generar una serie de enfoques y de preguntas que sirven no sólo para entender el mandato del líder radical sino para comprender cuáles son los dilemas y desafíos que puede enfrentar cualquier presidente argentino y sudamericano. Allí es donde reside el mayor logro del libro y en donde creemos que el texto realiza un aporte importante en el objetivo de comprender la relación que se establece entre los presidentes y su entorno político, económico y social.

La información que aparece en este trabajo nos permite ver a un Alfonsín que pone en juego sobre todo el recurso del “apoyo ciudadano” en la primera parte de su mandato, pero luego esa herramienta no le resulta suficiente en un contexto adverso. “La arremetida y la actitud no cooperativa de esta oposi-ción y una dimensión económica adversa (factor externo) debilitaron su liderazgo, motorizaron el agotamiento de ese capital político (apoyo ciudadano) y devinieron clave en su salida anticipada del poder”. En la lectura del libro se observa también claramente cómo Alfonsín, si bien tratándose de un dirigente que apunta a fortalecer la institucionalidad democrática, buscó por todos los medios obtener más “recursos de poder” en un contexto en el cual los recursos de la “oposición político-corporativa” –en la que actúan partidos políticos pero también sindicatos, cámaras empresarias, sectores de las Fuerzas Armadas, etcétera– aumentaban. Los vaivenes de la disputa con estos sectores marcó el mandato del alfonsinismo y nos permite escapar de la mirada que pone el énfasis en la oposición partidaria, sin tomar en cuenta el rol central de actores corporativos en el contexto de recuperación democrática

Así, vemos como el mandatario radical en ningún caso pareció apegarse a una especie de republicanismo naïf o consideró como inmodificables las reglas del momento. Ya desde su primer año del mandato puso en estudio una reforma constitucional –sin excluirse a sí mismo de los lugares de poder que pudiera abrir el nuevo esquema institucional–. Fue el primer presidente radical que impuso ser, al mismo, tiempo presidente de su partido –generó una modificación de la Carta Orgánica a tal efecto– . De la lectura del libro de Masi, surge que se trataba de un mandatario que evitaba las reuniones de gabinete y que ejercía un fuerte liderazgo partidario, imponiéndose a voces bastante estridentes de disi-dencia interna. También buscó llevar a su partido a nuevas estrategias, vinculándolo con sectores del centroizquierda –cambió las reglas de de la UCR para admitir en sus filas a candidatos extrapartidarios– y también de la base peronista, coqueteando con la idea de un “tercer movimiento histórico” que fortaleciera su posición. El autor recuerda también cómo Alfonsín tuvo durante la primera parte de su mandato una herramienta para contrarrestar la influencia de los gobernadores –uno de los factores clave en un país federal–: como no existía una ley de coparticipación vigente, distribuía los fondos a las provincias de manera discrecional, situación que cambió a partir de 1988 con la última norma que se sancionó a tal efecto.

Es decir, el Alfonsín que surge del libro de Masi es uno que –la historia es conocida– “no supo, no quiso o no pudo”, pero que no se privó de intentar generar recursos de poder mediante mecanismos formales e informales ante “una oposición políticocorporativa no colaborativa”. El mandatario radical no buscó entonces ser un líder presidencial “débil” o constreñido por el andamiaje institucional vigente: buscó modificar normas, hizo pie en mecanismos discrecionales y manejó su partido con modalidades que dejaban a la oposición interna rápidamente fuera de juego. Lo que nos lleva a interrogarnos acerca de las estrategias que adoptan en los hechos los primeros mandatarios en estas democracias para lograr gobiernos estables y efectivos. Para decirlo de un modo más claro: ¿será que los presidentes argentinos necesitan generar variados recursos de poder (concentrar el poder político) para lograr tener gobiernos sólidos y estables? La evidencia empírica muestra que cuando no lo tuvieron resultaron ser presidentes débiles e inestables. El caso de Alfonsín, en la segunda parte de su mandato, cuando –en palabras de Masi– pierde su principal recurso de poder como es el apoyo “ciudadano” y sin la capacidad de generar recursos alternativos ante una oposición político corporativa que se fortalece, es paradigmático en ese sentido.

Para finalizar, nos preguntamos, ¿qué lectura han tenido Néstor y Cristina Kirchner –proviniendo del peronismo, con todos los recursos de poder que eso brinda de entrada a un primer mandatario, por ejemplo, mayor ascendencia sobre los sindicatos, los gobernadores y el Senado– de los años alfonsinistas? ¿De qué manera han pensado y actuado estos presidentes frente a la oposición? ¿La identifican sólo como una oposición políticopartidaria o creen, como consideró Alfonsín y también identifica Masi, que hay actores “corporativos” que generan obstáculos a la acción de un gobierno democrático? Seguramente se necesitarán nuevos estudios en este sentido para comprender mejor la dinámica política de los años recientes.¿Podemos pensar en un país como la Argentina en el que los presidentes sólo tienen frente a ellos a oposiciones conformadas por la dirigencia políticopartidaria?

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