Desde que leí la nota en La Nación Revista me pareció que ahí hay alguna clave para entender lo que pasa y lo que pasará. Estas que siguen no son unos comentarios contra lo que dice la nota. Enojarse con la realidad no suele llevar a buenas conclusiones.
«El sacrificio perdió por goleada ante el placer«, señala Matías Martin. Me da la impresión de que la frase surge pensada. Aparece por tratarse el entrevistado de un periodista con una formación que le brinda herramientas para saber dónde poner el foco. No es una frase celebratoria. Describe nomás.
«Antes estaba muy instalada la idea del sacrificio. Hoy, el valor que ganó es el hedonismo. El trabajar de lo que te gusta, el hacer lo que querés (…) Hoy el objetivo es pasarla bien, ser feliz. Por algo es el auge de la meditación. Todo eso va con el mismo objetivo, que es pasar mejor el durante, ya no es llegar a un lugar. Estar un poco mejor, quererte más, cuidarte más».
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«Un ejemplo es Daffunchio (Germán, cantante de Las Pelotas). Él me explica que el golf es el deporte zen: ‘Ni fuerte ni despacio, la fuerza justa’. Hablás con Ricardo Mollo y lo mismo: vida sana. ¿Cuál es el objetivo? Seguir pasándola bien. Muchas veces pensé que todos estos reventados hicieron un trabajo por nosotros. La vivieron de una manera como para que vos digas: ‘Este ya la hizo, no lo tengo que hacer yo’. Él vivió por nosotros. Todos nos pusimos en pedo, todos jugueteamos más o menos con algún exceso para pasar algún límite, pero me parece que no está ahí la felicidad. Experimentar con algún exceso puede ser la búsqueda de la felicidad, pero no está ahí».
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«¿Qué sentido tiene lastimarse? Antes estaba instalada la idea del sacrificio. Lo que no implica que no te tengas que romper el culo para conseguir las cosas. Pero la idea del sacrificio perdió por goleada con la idea del autoplacer. La idea de darse los gustos, de darse para sí la experiencia (de un viaje, de lo que sea) es lo que ganó. Eso lo tuve muy presente desde chico. Yo siempre lo tuve como un plan».
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«Se estiró la edad del placer. Nuestros padres no escucharon rock, y el rock cumplió 50 años».
Luego vienen las reflexiones más políticas en la nota. Por ejemplo, que todo indicaría que «tiene que venir un gobierno conservador, y no parece«. Pero creo que esas reflexiones políticas dicen menos, son menos estimulantes que estas primeras frases supuestamente no políticas.
Creo que en pensar qué significan estas reflexiones está parte de la clave de lectura de la Argentina de hoy y de la que viene. Insisto, no las leo con desprecio, no soy despectivo hacia ellas. Me gusta mejor pensar qué dicen de mí, qué dicen de otros. Qué dicen de nosotros y qué dicen de los otros.
Yo las leo y no tengo una interpretación clara sobre ellas. Lo digo: no sé bien qué significan en clave «política». No lo sé. Una lectura lineal diría que el kirchnerismo ha apelado a una épica más «sacrificial» y que entonces Scioli, Macri y Massa blablablabla. Pero no creo que eso sea así. No de esa forma. Ni el kirchnerismo está desfasado del signo de los tiempos ni Scioli, Macri y Massa lo aciertan. Pensar que el kirchnerismo se parece menos a esta sociedad que los principales candidatos presidenciales actuales es una pifia grosera. Insisto, no da para lecturas lineales esto porque lo que marca Martin se trata de un proceso que viene de algún lado y va hacia algún otro. Es algo que va mutando, se va engrosando o afinando, se vuelve de un color más oscuro o más suave.
De lo que sí estoy seguro, insisto, es que en estas palabras hay una clave. Que puede estar más o menos oculta. Con la que hay que convivir, pero como quien baila con alguien, no como quien despliega la vela y se deja llevar por el viento.
Se trata entonces de ver quién o quiénes serán los que mejor sepan cruzar la pista, sacar a bailar y bailar. Se trata de algo tan desafiante como eso.
Suena (otra vez) nuestra canción y siento un calor en las tripas, un temblor. Entonces me despego de la pared y voy hacia vos.