Ocho meses, siete puntas:
Estado y Sociedad: El Gobierno de Mauricio Macri entiende que la principal tarea del Estado es brindar certidumbre a sectores muy específicos de la sociedad. Son esos que Guillermo O’Donnell llamaba “Gran Burguesía” y que Eduardo Basualdo divide en Oligarquía Pampeana, Oligarquía Diversificada y Empresas Transnacionales. En los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, el Estado buscaba dar más certidumbre “abajo” (certidumbre de que la próxima paritaria empatará o le ganará a la inflación o que seguirá habiendo empleo, por ejemplo) que “arriba” (donde también hay “certidumbres”, pero de menor espesor; hay más”incomodidad”). Con el macrismo, esa ecuación se invierte. La preocupación va desde la inversión al consumo y no al revés. Otra forma de ver lo mismo: los peores momentos en términos políticos del gobierno de Cristina Kirchner tuvieron que ver con situaciones que más o menos amplios sectores sociales (en el “medio” de la pirámide social, pero también “abajo”) consideraron de excesiva incertidumbre. ¿Cepo cambiario?: excesiva incertidumbre. ¿Inflación demasiado alta?: excesiva incertidumbre. ¿Demasiado poca creación de empleo privado?: excesiva incertidumbre. Bueno, si eso fue así, ahora la certidumbre va principalmente “arriba”. Este elemento se nos ocurre desde el inicio de la actual gestión como aquel que más ayuda a marcar el contorno de la gestión macrista. La idea de “vuelta al neoliberalismo” y al “Estado mínimo” es, en cambio, más confusa. Insistimos entonces: se puede no ser “hostil per se a una expansión del aparato estatal” pero “siempre que sirva a la expansión de la estructura productiva oligopólica de la que surgen” los “principales portavoces” del Gobierno.
Gobernabilidad: En contra de lo que suele afirmarse, a ocho meses de gobierno, los sectores que han aportado más a la gobernabilidad (con lo poco que a uno le gusta esta aceitosa palabra) han sido justamente los que no componen en gran medida la coalición Cambiemos. Dicho en criollo: PJ y CGT han aportado más a la gobernabilidad que sectores medios urbanos y grandes empresarios. ¿Pero cómo es esto? Paritarias negociadas a la baja, una calle relativamente tranquila y manos alzadas en el Congreso son la contracara de las lluvias de dólares que se resisten a llover. ¿Sorprende realmente esto? No debería. Los gremios en la Argentina gustan de negociar y son organizaciones que han obtenido concesiones importantes, de Onganía a Menem, su ruta. ¿Prefieren beneficiarse de “modelos de matriz diversificada con inclusión social”, como le llaman socarronamente los críticos de Cristina? Probablemente. Pero si no, allá vamos. Porque primero la organización, que vence al tiempo. El PJ (el peronismo), por su parte es un partido que -en contra de lo que se afirma- gusta de la gobernabilidad, sobre todo cuando está ocupado reconfigurando sus liderazgos internos. Otro cantar puede ser cuando se alinea detrás de un plan de vuelo o en caso de que vea amenazadas sus posibilidades de tenerlo alguna vez. Al no estar en ninguno de esos escenarios: manos alzadas. Es tu legitimidad, es tu gobierno, es tu plan, hacete cargo, la ley sale, “arreglate”. Mientras tanto, trato de obtener concesiones que me permiten disputar el liderazgo interno con más fuerza. Casos de Menem abrazando a Alfonsín en La Rioja en 1984, Cafiero en el balcón de la Rosada en 1987 o el Senado peronista de 2001 aprobando todo el plan de ajuste del ministro Cavallo. Los apoyos de la coalición Cambiemos (internos y externos), mientras tanto, no se deciden a invertir en este gobierno. Porque ¿las elecciones de medio término se ganarán? ¿podrá gobernar sin el peronismo? ¿y en cuatro años quién ganará? ¿por qué “poner” ahora si mis amigos están gobernando y pueden darme mucho más? ¿invertir para qué, en qué sectores, de qué manera? Entre 1989 y 1991 un Carlos Menem ultra-mimado por los mercados no lograba domar las hiperinflaciones, sobre todo por disputas entre las fraccioes del capital. Los últimos coletazos “sorprendentes” de la inflación que se resiste a bajar se parecen más a situaciones de ese estilo, de grandes jugadores disputándose excedente o mexicaneándose medidas de política económica. Si los sindicatos están negociando paritarias a la baja y cae el consumo ¿por qué no baja la inflación “core”, compañeros? La apuesta al blanqueo, dicen todos, ¿será la penúltima forma de conformar la “comunidad de negocios” que ahora sí le permita a los que votaron a Cambiemos apoyar (y no de pico) al gobierno de Cambiemos?
Estado de Derecho de baja intensidad: Como todo gobierno en la Argentina, no gobierna desde un “centro”, no es “moderado”. Ocurre que el gobierno de Mauricio Macri parece ir unos pasitos más allá. (¿Como el gobierno de Onganía?) el Gobierno está en su primera etapa, “etapa económica” (¿necesita por ello cerrar la política por reparaciones?). Y coquetea con cambiar las reglas del juego político. Gusta del juego brusco, tiene presos políticos como Milagro Sala, amenaza con tener más, hay jueces que denuncian “aprietes”, hay dirigentes políticos de la oposición amenazados con carpetas judiciales, tiene a los servicios desbocados y muy conectados con los de los países centrales, quiere entrar al submundo del delito de la mano del submundo de la DEA, rehabilitó los fondos reservados de la ex SIDE, se disgusta con el disenso o cuando lo “satirizan de mala manera”, quiere acceder a los correos electrónicos de todos los habitantes con el declarado fin de hacerles llegar propaganda gubernamental y siguen los ejemplos de acciones que si las hubiera realizado Cristina Kirchner desde la Casa Rosada, se estaría llamando a los Cascos Azules de la OEA para una pronta invasión. Como frutilla del postre, el PRO, con ocho meses de gestión, está planteando la mayor reforma en la forma de votar en cien años. La exmandataria habló de un Estado de Derecho de baja intensidad, expresión que impresionísticamente expone ese panorama.
Todo lo popular les es ajeno: Todo lo popular le es ajeno al Gobierno. “Fuimos a la fiesta del poncho”. “Hice un asado por el día del amigo”. “Humahuaca”. Poses “pop” del gobierno que se pelea con el peronismo díscolo, la Iglesia, con Tinelli, el fútbol, los intelectuales, los que “no quieren pagar lo que vale las tarifas por un tema cultural” y varios etcéteras como podría ser una Justicia laboral que supimos conseguir. Locro gourmet del 25 de Mayo con Señoras Bien en Olivos, Campo de Polo y Bandas Militares Aburridas el 9 de Julio, Tecnópolis Zombie. Todo lo popular les es ajeno.
Crecimiento ¿qué crecimiento?: Cuando el Gobierno habla de crecimiento económico, cuando habla de una tasa de crecimiento de 3,5 puntos para el año que viene ¿habla de lo mismo que cuando crecía la economía kirchnerista? El PBI creció más de 6 puntos en 1969, el año del cordobazo. Crecimiento ¿qué crecimiento? ¿en qué sectores? ¿de qué manera? ¿hacia dónde? ¿Con asados todos los domingos? ¿O con pulover en casa en invierno?
Hay margen y no es magia: Más allá de los bolsos del Sr. López y de errores políticos de la última etapa kirchnerista, si hay margen en el macrismo es porque hay con qué. Es porque hay fierros. Si la artillería naval de los medios y la Justicia mantienen a varios kilómetros de distancia a las defensas enemigas es porque esos barcos y esos cañones de 76 milímetros están. Medios, Jueces, Fuerzas de Seguridad, Servicios, Estados Unidos (CIA-DEA-FBI-Departamento de Estado), son fierros que están y tiran. Si hay margen es porque tienen poder de fuego. Podrían llamarse “recursos de poder”. El Gobierno por ahora tiene estos y buscará otros. Pero por ahora usa los que tiene. Porque puede.
Todo esto puede funcionar: Como el Estado Mexicano, como Colombia, como Perú, como los países donde no hay casi sindicatos ni derechos civiles medianamente serios, como el Milagro Brasileño de la década del 70 con tasas de crecimiento “chinas” y distribución india, todo esto puede funcionar. Puede funcionar política y económicamente. De Estados democráticos que benefician -sobre todo- a los oligopolios está repleto este mundo. Aquí el futuro dependerá sobre de la política -de la del gobierno (el Presidente), que en la Argentina juega con blancas, y de la de la oposición-. Pero sobre todo dependerá de la sociedad y de sus anuencias o resistencias.
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