(Publicado origilamente aquí)
La Gobernadora María Eugenia Vidal dio el 1 de marzo su tercer discurso de apertura de sesiones en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. Para el análisis que se realiza a continuación, hay que tener en cuenta tres factores contextuales: 1) el discurso de Macri brindado el mismo día, pero unas horas antes, en la apertura de sesiones legislativas; 2) la caída en la imagen presidencial de los últimos meses, que contrasta con una valoración positiva superior que aún ostenta Vidal; 3) la pelea por la paritaria docente, que ocupa gran parte de la agenda pública provincial y nacional.
Dime a quién agradeces y te diré cómo gobiernas. El discurso de Vidal empezó y terminó de la misma forma, con el agradecimiento a todas las fuerzas políticas “por el trabajo que hicieron en la legislatura”, “no solo sancionando el Presupuesto sino también otros proyectos como la eliminación de las jubilaciones de privilegio, la Ley de Declaraciones Juradas Públicas para funcionarios y la reducción de cargos y gastos de la política”.
Este gesto no fue meramente protocolar. Expresa la alianza estratégica y de largo alcance que Vidal ha decidido entablar con una parte del peronismo dentro de la legislatura bonaerense. No ocurre lo mismo en Nación, donde los acuerdos parlamentarios que oficia el gobierno son puntuales, transitorios y tal vez por ello, más desgastantes.
El destinatario de la gratitud presidencial por el contrario, fue más abarcativo: incluyó a todos los argentinos por el esfuerzo realizado, seguido inmediatamente de la aclaración -otras veces repetida- de que “lo peor ya pasó”. Un sentido homenaje a las víctimas del ajuste.
Gracias, pero sigo sola. El Presidente apareció tercero en la lista de agradecimientos de Vidal, quien también supo reconocer el apoyo financiero de Nación por las obras realizadas y por el respaldo en el reclamo por el fondo del conurbano. Pero sobre este mismo punto, la Gobernadora aprovechó para deslizar una suerte de advertencia que no debería pasar desapercibida: “los bonaerenses no vamos a depender nunca más de nadie”. Fue el preámbulo de un discurso en el que no faltaron los gestos de diferenciación con la Casa Rosada.
Lo peor ya pasó, lo mejor está en Provincia. Vidal repitió el mantra del gobierno nacional: “lo peor ya pasó”. Pero solo mencionó como “logro” macroeconómico que “la inflación ha comenzado a bajar y seguirá bajando”. Rápidamente, se refugió en Buenos Aires para enumerar los éxitos de su propia gestión, evidenciando, por un lado, la escasez de resultados del modelo Cambiemos y, por otro, la intención de promover su propio sello.
En la sucesión de éxitos narrados, sobresalió sin dudas la pelea con las mafias y con el poder real (¿): el narcotráfico, la delincuencia, las purgas policiales, la lucha contra el juego. Es el terreno donde Vidal se siente más cómoda y en el que emerge la épica que escasea en la administración Macri.
Pelea docente. La educación ocupó un lugar central en el discurso de Vidal. La estrategia de la Gobernadora fue ampliar la lista de temas a discutir con los gremios, para que no todo quede confinado a la disputa salarial. Así, dedicó un buen párrafo, por ejemplo, a la incorporación (parcial) de la robótica en las escuelas. También hizo alusión al bajo rendimiento escolar de los alumnos. Y en la misma línea, mencionó el “grave problema” del ausentismo en las escuelas públicas, que alcanzó el 17% en 2017 (no tan grave si se lo compara con lo que ocurre en el sector privado, pues según el Ministerio de Trabajo, en 2015 el ausentismo en el ámbito de la construcción y de la industria rondaba el 20%).
En la problemática estrictamente salarial, por su parte, la Gobernadora faltó a la verdad. Sostuvo que, en sus dos años de gestión, los docentes no habían perdido poder adquisitivo. Sin embargo, en 2016 (último dato anual) el salario docente de Buenos Aires tuvo una caída real del 5%, un descenso mayor al promedio nacional, que fue del -3,5% (Chequeado, según datos del Ministerio de Educación de la Nación).
Para que no queden dudas sobre cuál es el objetivo de fondo (bajar el costo laboral) y el gran obstáculo que lo impide (los gremios), Vidal sostuvo, ya cerca del epílogo: “Los verdaderos protagonistas son los que se levantan todos los días a trabajar más de 10 horas y también los que no tienen trabajo y se sostienen con un plan. Los que no presionan por privilegios, ni salen en los diarios, ni consiguen reuniones con funcionarios, que no tienen representantes empresarios o gremiales que peleen por ellos. Son los que no tienen voz. Su única voz es votar cada dos años y no aflojar”.
Jornada laboral extendida. Trabajadores libres de representación gremial, y cuya única participación sea ir a votar cada dos años. Pueden diferir en las estrategias, pero Macri y Vidal tienen fantasías similares.
Agenda de Derechos Humanos. Un contraste claro entre los discursos de Macri y de Vidal fue en lo referido a la política de derechos humanos y los crímenes cometidos en la última dictadura militar. El tema no apareció en el mensaje presidencial ni suele formar parte de su agenda. Muchos recordarán, además, que, al iniciar su gestión, Macri se negó a reunirse con las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo “por falta de tiempo” y hubo a partir de ese momento, diversas rispideces entre el gobierno nacional y los organismos de Derechos Humanos.
Pues bien, Vidal y su Secretario de Derechos Humanos Santiago Cantón supieron construir un vínculo más fluido, especialmente con Abuelas. En ese contexto, Vidal anunció en su discurso la digitalización de las partidas de nacimiento confeccionadas entre 1975 y 1981 para agilizar la búsqueda de hijos de desaparecidos.
Por otra parte, frente al discurso mano-dura que baja desde Casa Rosada (el 1 de marzo atenuado, pero muy palpable en los últimos meses), Vidal fue más amplia, enumerando una serie de reformas en el sistema penitenciario. Seguramente pueden encontrarse muchos elementos para decir que las cárceles siguen siendo un infierno del que es muy difícil volver. Pero lo que se pretende subrayar aquí es que al menos desde lo discursivo, la Gobernadora intentó despegarse de la línea nacional de mano dura: “Porque no alcanza con que las penas se cumplan. La permanencia en los penales debe ayudar a evitar un segundo delito, no a promoverlo”, sostuvo Vidal, quien, cabe recordar, nunca se pronunció por el caso Chocobar.
La perspectiva de género. Acá se encuentra otro nítido contraste. En este caso, fue el Presidente el que incluyó la problemática de género, con la predisposición manifiesta a discutir la legalización del aborto, y la necesidad de extender la licencia por paternidad y revertir las desigualdades salariales.
En Vidal, por el contrario, hubo una sola y breve mención, casi al pasar, a la violencia de género, además de que al principio se congratuló por ser la primera Gobernadora en dirigir los destinos de los bonaerenses. Otra vez, su imagen preferida: la leona dando la pelea en un mundo de hombres. No casualmente, en su gabinete escasean las mujeres (Ver Informe de Economía Feminista).
Una concepción del Estado diferente. No abundaron las alusiones de Macri en esta materia. Subrayó, apenas, que se debe trabajar en un “Estado moderno y facilitador, que de las herramientas a los argentinos para mejorar sus vidas y obligue a los funcionarios a rendir cuentas”.
En Vidal, por el contrario, hubo lugar para una prédica de tono más popular, con algunos giros retóricos próximos al peronismo: en Buenos Aires, recalcó, el Estado llegó a los barrios y está presente, para aliviar la pobreza, para aumentar la ayuda en los comedores escolares, para ampliar los programas sociales. Vale insistir en lo dicho anteriormente: aquí no interesa tanto el nivel de correspondencia entre lo dicho y lo hecho, sino más bien las diferencias que hubo en los dicursos de uno y otro mandatario.
La figura del Estado presente se superpone además con la omnipresencia de la Gobernadora: “Hace 4 años, al menos una vez por semana, visito una casa, una cooperativa, una organización barrial de las zonas más vulnerables de nuestra Provincia”. Subtexto: “yo no hago timbreos solo en tiempos de elecciones”.
Transparencia. Quien lea esta nota, puede hacer el siguiente ejercicio: enumerar los escándalos de corrupción que afectaron al gabinete presidencial y al de la Gobernadora en estos más de dos años de gestión. Adelantamos el resultado: por goleada, gana Nación. El mejor equipo de los últimos 50 años.
Hay múltiples razones que explican este desenlace: el distinto origen social de Macri y Vidal, la composición y perfil de los Gabinetes (CEOS versus profesionales de la política), una protección mediática tal vez similar pero que resulta más efectiva en provincia que en Nación, entre otras.
Lo cierto es que esta disímil situación se plasmó en sendas aperturas de sesiones: Macri tuvo que dedicar una buena parte de su discurso a demostrar que su gobierno es ético y transparente, consciente de que la sucesión de escándalos de corrupción afectaron la relación con un importante sector de sus votantes. Vidal, por el contrario, se sintió libre de culpas y con el suficiente espacio para exaltar, una vez más, su “heroica” pelea contra las mafias.
Reformas a futuro. No hubo mucho espacio para el planteo de iniciativas concretas de reforma. Un aspecto sobre el que sí abundó Vidal fue el referido al Poder Judicial. En consonancia con Nación, propuso discutir un nuevo código de reforma procesal penal orientado a endurecer las prisiones preventivas.
Otro de los ejes fue la necesidad de modificar el proceso de selección y remoción de jueces, acaso una de las grandes obsesiones que poco se conocen de la Gobernadora. Cabe recordar que mientras la destitución de la Procuradora Nacional Gils Carbó y de otros jueces federales se llevaron todos los flashes, Vidal dio batallas similares pero que tuvieron -cuándo no- escasa repercusión: en 2016, forzó la renuncia de la Procuradora de la Provincia, María del Carmen Falbo y, además, impulsó –con éxito diverso- la remoción de jueces y fiscales díscolos (Julio Novo, Luis Arias).
¿La construcción de un camino propio?
Desde diciembre último, cuando el gobierno nacional entró en un declive en las encuestas, crecieron las especulaciones sobre una posible candidatura presidencial de Vidal para 2019. Muchos consideran que es la mejor opción para asegurar la continuidad de Cambiemos en el poder.
Al mismo tiempo, se evidenciaron distintos gestos de diferenciación por parte de la Gobernadora. Dos de los más importantes fueron el silencio sobre el caso Chocobar y la postergación de la reforma jubilatoria en la provincia hasta nuevo aviso.
Con ese prisma fueron analizados los discursos de apertura de sesiones de ambos mandatarios y se encontaron, efectivamente, diferencias importantes tanto en las palabras como en los silencios. Ello no implica desconocer, sin embargo, que hay también una serie de objetivos estratégicos compartidos entre Nación y provincia. En la paritaria docente, por ejemplo, confluyen actualmente las energías de Cambiemos, en un esfuerzo mancomunado por torcer la voluntad gremial y reducir los costos laborales.
Como cierre, algunas preguntas: ¿la proyección presidencial de Vidal para 2019 dependerá exclusivamente de la suerte del gobierno de Macri? ¿Hay una estrategia coordinada entre Nación y provincia para que la Gobernadora logre despegarse, o por el contrario, los gestos de diferenciación de Vidal son expresión de una incipiente interna dentro de Cambiemos? Y finalmente, ¿qué margen de autonomía tendrá Vidal a futuro para no quedar subordinada a los destinos nacionales?