El domingo próximo se realizarán finalmente las elecciones regionales en Venezuela. Esta representa la compulsa electoral número 21 en los 18 años desde que el chavismo es gobierno. Mas de una elección por año promedia el país que es sindicado, por los grandes medios de comunicación internacionales y por buena parte de la intelectualidad, de ser un país donde la democracia brilla por su ausencia. Estarán en juego 23 gobernaciones y la oposición aparece como favorita para llevarse la mayoría de ellas. Veamos con más detalle
- Las elecciones regionales debieron realizarse a finales de 2016. Sin embargo, ante la posibilidad concreta de que la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) alcanzase las firmas necesarias para activar el referendo revocatorio que se efectuaría en esa fecha, obligó al gobierno a posponer las mismas. Finalmente, la oposición no logró obtener las voluntades suficientes para llevar a Maduro al revocatorio, quedándose además sin la posibilidad de elegir los cargos ejecutivos regionales. Como dirían en el barrio “se quedó sin el pan y sin la torta”, Dicha situación fue ampliamente criticada por la comunidad internacional, quien le adjudicó al gobierno venezolano “querer perpetuarse” en el poder anulando las elecciones. En lo interno, la estrategia oficial sufrió un embate opositor furioso, cutas huellas llegan a la fecha.
- Sin elecciones en el horizonte inmediato, la MUD decidió jugar a dos puntas: por un lado, tomar las calles del país demandando la renuncia de Nicolás Maduro y por el otro, apostar al juego brusco institucional. La primera de las estrategias, se desplegó entre los meses de abril y julio del año pasado y es por todos conocida. La segunda implicó la abierta deslegitimación del poder ejecutivo por parte de la Asamblea Nacional de amplia mayoría opositora.
- Ambas estrategias lograron ser neutralizadas por el gobierno chavista, quien apostó en forma audaz a la convocatoria de una Asamblea Constituyente (AC) como estrategia para superar del “empate catastrófico” en el que se encuentra el sistema político venezolano desde el triunfo electoral de la MUD en las parlamentarias de 2015. El éxito del referendo oficialista del 30 de julio permitió superar los momentos de mayor inestabilidad política en el país y dio lugar a las postergadas elecciones regionales.
- Como afirmábamos aquí, la jugada política de Maduro fortaleció su posición política institucional logrando “calmar” la calle (escenario que había tomado como propio la oposición) y movilizar más de 8 millones de venezolanos (más del 40% del padrón) con la bandera de la paz. La arriesgada apuesta oficialista brindó sus frutos y la AC comenzó a funcionar a principios de agosto tomando decisiones que descolocó a una oposición que creía que a esas alturas el chavismo sería historia. Los analistas argentinos (politólogos de varias comarcas), con escasísimas excepciones, se suelen “perder” en la vorágine de sus fuentes de información y en sus deseos más íntimos de ver destronada la fuerza política creada por Hugo Chávez.
- Las elecciones regionales representan, en este marco, un triunfo político para el presidente venezolano, ya que oposición casi en pleno participará de las mismas, haciéndole, de esa forma, un guiño a la institucionalidad. Luego de desconocer en sus múltiples variantes la legitimidad del gobierno chavista, la MUD se allega al campo electoral por necesidad política. Luego de intentar en diferentes ocasiones la vía violenta, la oposición abraza la institucionalidad chavista deseosa de ganar cargos ejecutivos provinciales. Sin lugar a dudas, el cambio de estrategia evidencia el fracaso de las intentonas golpistas. Una parte menor del antichavismo, sin embargo, se opone a legitimar al “régimen” participando de las regionales.
- La MUD eligió sus candidatos en elecciones abiertas. Como viene sucediendo desde 2010, la oposición utiliza esta herramienta que le ha otorgado importantes dividendos. La sorpresa en esta primaria fue que el gran ganador resultó el histórico partido Acción Democrática. La agrupación política que supo gobernar mayoritariamente Venezuela desde 1958 hasta a caída de Carlos Andrés Perez en 1993 tiene a 12 de los 23 candidatos a gobernador. El Partido del suspendido Henrique Capriles sólo pone al frente de la boleta a 6 y Voluntad Popular del aguerrido Leopoldo López sólo 2. El resto de las candidaturas se lo reparten COPEI, Avanzada Progresista y la Causa R. El triunfo adeco premia al veterano dirigente del partido y ex presidente de la AN Henry Ramos Allup, un “viejo zorro” que comprendió con su olfato político de antaño que el momento de la institucionalidad le ganaría al de las guarimbas. Sin embargo, los heridos dejados en dicha compulsa electoral, y las acusaciones de fraude se proyectaron a la elección regional en ausencia de “tarjetas unitarias” en todos los distritos. Esto abre un signo de interrogación en la capacidad de movilizar por parte de los sectores internos de la MUD derrotados en las primarias opositoras.
- El chavismo llega a estas elecciones fortalecido tras la coronación de la convocatoria a la AN, pero con escasos éxitos en la arena económica. A pesar de los buenos índices sociales que aún el gobierno puede reivindicar, la desgastada economía venezolana aún continúa sin mostrar datos duros que hablen de una recuperación en lo inmediato. La capacidad de movilización, de logística y un aparato aceitado durante años le permiten al oficialista PSUV pelear una elección que aparece como muy adversa a sus intereses.
- El mapa político actual de las gobernaciones lo estableció las elecciones regionales de diciembre de 2012, donde el chavismo realizó una votación histórica. Logró obtener 20 de las 23 gobernaciones en juego, en un contexto sumamente único, y diríamos sin temor a equivocarnos, irrepetible. Ese año, el chavismo obtuvo gobernaciones históricamente opositoras como Táchira, Nueva Esparta y Zulia, en las que inclusive Chávez como candidato solía caer derrotado. Como decíamos en aquellas crónicas electorales sólo Miranda, Lara y Amazonas lograron sobrevivir al huracán rojo. El contexto económico, político y social de las del domingo es radicalmente distinto.
- Las encuestas pre electorales reflejan sin excepciones un triunfo opositor. Sin embargo, se mantiene la incertidumbre acerca de cuanto será la diferencia entre la MUD y el oficialismo, y cuantas gobernaciones obtendrá la oposición y el chavismo. Desde el antichavismo advierte que la cantidad de ejecutivos provinciales que ganará la oposición, y por ende la ventaja en votos frente al chavismo, girará en torno a la participación ciudadana. Es decir, a menor ausentismo, la distancia entre la MUD y el PSUV será mayor; y viceversa, a menor participación, la distancia entre ambos espacios partidarios bajará y las posibilidades del gobierno de hacer una buena elección aumentará en forma sideral. De un promedio a ojo, las encuestas más cercanas a la MUD hablan de que la oposición obtendrá un mínimo de 12 y un máximo de 20 gobernaciones, siendo la variable explicativa clave, como dijimos, la abstención.
- Una viñeta complementaria (y explicativa) de la abstención: En general en Venezuela suele haber escaso traslado de votos entre ambas opciones políticas. Por lo tanto, la forma de restar apoyo a la fuerza propia es abstenerse de votar y adherirse al constitucional voto optativo. La abstención ha sido clave en las derrotas del chavismo en las elecciones de diciembre de 2007 y del mismo mes de 2015. Y lo puede ser ahora para que la oposición no logre imponerse en todo el territorio nacional. No concurrir a votar opera en Venezuela como una especie de “voto castigo” a la propia fuerza política.
- ¿Por qué los simpatizantes antichavistas podrían recurrir a la abstención? Varios serían los motivos, pero el principal es el enojo por la performance política de la dirigencia de la oposición. En palabras de Bruno Sgarzini “la instalación en buena parte de la base opositora de que la MUD no cumplió con las expectativas de golpe de estado, de instalación de un gobierno paralelo, del plebiscito para “echar a Maduro” y de que de esta forma se le da “aire al régimen”, serían algunas de las razones de la abstención.
- Otro elemento a destacar, y que puede resultar decisivo al igual que la abstención, es la migración que desde 2015 viene siendo un fenómeno recurrente ante la crisis económica. Como se analiza aquí, la mayoría de esos migrantes suelen inclinarse mayoritariamente por la oposición.
- Desde allí que se hable de una participación cercana al 55%. Mayor a ella redundara en ventajas hacia la oposición, menores a ese guarismo lo hará a favor del gobierno. En ese marco van las expresiones de Maduro en las que afirma que “todo el que vote el domingo estará votando por la Asamblea Constituyente”. Dicha declaración pega de lleno en la interna opositora entre el sector que no se muestra favorable a la participación para no legitimar al Régimen y entre quienes alientan la misma para lograr cargos políticos.
- En consecuencia, la principal estrategia opositora está centrada casi exclusivamente en movilizar a sus bases para evitar “el triunfo de Maduro”, y el del oficialismo en aceitar su maquinaria y apuntar al “voto fiel”, priorizando los territorios por sobre la figura del presidente. La paradoja de la jornada del domingo se encuentra en que la oposición aún con sus escisiones internas y malherida por los reiterados fracasos políticos tenga muchas posibilidades de victoria, y el chavismo, que a pesar de lograr frenar la avanzada opositora, de haber instalado la ANC y de movilizar en esa estrategia a millones de venezolanos hoy tenga escasas posibilidades de triunfar.
- En cuanto al porotaje de gobernaciones el chavismo apuesta a hacerse fuerte en Apure, Guárico, Portuguesa, Barinas, Trujillo, Sucre, Monagas, Cojedes, Falcón y Vargas. Mientras que la oposición aparece como candidata (y casi ganadora) en los Estados de Carabobo, Anzoátegui, Zulia, Aragua, Nueva Esparta, Bolívar, Miranda, Lara, Táchira y Mérida.
- Por último, estas elecciones se desarrollan en un contexto particular tras el anuncio del presidente norteamericano Donald Trump de avanzar sobre Venezuela con el pretexto de la “ayuda humanitaria”, eufemismo ya utilizado por la potencia del norte para llevar adelante intervenciones militares en el mundo. Asimismo, la agresión a Venezuela se enmarca en las sanciones financieras y comerciales de EEUU contra Rusia, China e Irán de las semanas anteriores y en el aumento de la tensión con Corea del Norte.
En un contexto, como dijimos, ameno para la estabilidad política de Maduro, incluida su reciente gira por Asia Central, el norte de África y Argelia, (uno de los países de la OPEP) con el propósito de afianzar relaciones en materia petrolera y comercial, Venezuela irá a las urnas para elegir gobernadores. Lo que era impensado meses atrás, ya que se preveía que Maduro saldría por la puerta trasera del Palacio de Miraflores, hoy está ocurriendo en la tierra de Bolívar: elecciones libres, la oposición partidaria jugando a pleno para lograr ejecutivos provinciales y un gobierno que se apresta a festejar, a pesar de la previsible derrota, que la legitimidad democrática está fuerte. Lejos de las acciones violentas, la MUD se dirige a cantar victoria y a volver tal vez a convertirse en fuerza hegemónica a nivel regional. El antichavismo, que ya domina con la comodidad de los dos tercios la Asamblea Nacional, va en dirección a superar el record histórico de gobernaciones durante la era chavista. Parece mucho para un régimen que desde los cuatro costados del hemisferio se lo sindica de antidemocrático. Así las cosas, el domingo habrá festejo en Venezuela. Daría la sensación que todo se encamina hacia una celebración opositora, y también, por qué no, oficialista.