Este post lo hicimos entre Mariano Farschini y Juan Francisco Turrillo (enviado especial -y ya devuelto al país- en Ecuador)
Ecuador elegirá su presidente el domingo 2 de abril. Finalmente, y luego de tres días de conteo manual de votos, se confirmó que habrá segunda vuelta. El candidato oficialista Lenin Moreno, a pesar de superar en más de 10% al empresario Guillermo Lasso, no logró alcanzar el 40% requerido para ganar la elección. El juego está abierto. La distancia entre Moreno y Lasso es amplia, pero el candidato opositor se encuentra en mejores condiciones para captar al votante descontento con el gobierno de Correa. Si los electores de la primera vuelta mantienen sus preferencias habrá casi un 30% de votantes en disponibilidad para aumentar o achicar diferencias.
Hablemos un poco de la elección. Como en la previa, acudamos a las viñetas explicativas:
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A los números vamos. El oficialista Lenin Moreno obtuvo 3.709.947 de votos, el 39,35% de los sufragios, mientras que Guillermo Lasso logró 2.649.679, es decir más de un millón menos, y alcanzó el 28,1% de las preferencias. El tercer lugar le correspondió a la candidata socialcristiana Cynthia Viteri con 1.538.002, el 16,31%. Más lejos aparecen Paco Moncayo (6,7%), Abdalá Bucarán (4,8%) e Iván Espinal (3,1%).
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A pesar de que ninguna encuesta predecía un triunfo en primera vuelta, en las primeras horas de cerrado el comicio y conocidos los boca de urna, la chance del triunfo de PAIS aumentaron en forma sideral. El resultado final da muestra que sólo por décimas de votos Lenin Moreno no fue proclamado por estas horas presidente de Ecuador. Un hecho curioso resultó observar al candidato opositor hablar de fraude electoral cuando al candidato oficialista le faltó menos del 0,7% de los votos para ganar en primera vuelta.
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La distribución del voto presentó un formato nada original desde que Correa es presidente: triunfos en la costa del país y dificultades electorales en la sierra. Para decirlo con la evidencia empírica en la mano: en Manabi, la principal provincia costera y un importante centro urbano del país (1.193.002 electores), fue donde la fórmula de Alianza País obtuvo su mejor resultado. Allí, el candidato oficialista alcanzó el 53% de los votos frente a un 18% del candidato opositor. En cambio, en los dos centros urbanos de mayor magnitud, la victoria del oficialismo fue por un porcentaje menor que el alcanzado a nivel nacional. En la provincia serrana de Pichincha (2.254.570 de electores) donde se encuentra la capital nacional, Quito, el oficialismo se impuso por una diferencia de 37,2% a 32,2%. En la provincia de Guayas, por su parte, la mayor del país con 3.073.271 de electores y que incluye a la capital económica Guayaquil, Lenin Moreno ganó en forma contundente y con una diferencia mayor al promedio nacional (38,5% a 21,26%), mientras el candidato opositor, que es el oriundo de esa ciudad quedó en tercer lugar detrás de la candidata del Partido Social Cristiano que gobierna Guayaquil, Cynthia Viteri.
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El voto mayoritario de Lasso provino, como dijimos, del este del país. En las serranas provincias de Napo, Pastaza, Morona y Zamora Chinchipe, poblaciones entre 70.000 y 120.000 electores, Lasso ganó con porcentajes promedio de 50% frente a una media de Lenin del 27%. Se trata de regiones con escasa cantidad de habitantes, desde allí que no tenga un peso significativo en el total. En los sectores del mismo relieve geográfico, pero ya en provincias con una cantidad media de población (400.000 electores) como Chimborazo, Tungurahua y Loja, Lasso triunfó pero con una menor diferencia. En Chimborazo el candidato de la alianza Creo-Suma ganó con un 43% frente al 27,5% del candidato de la Revolución Ciudadana, mientras que en Tungurahua lo hizo por 37,8% a 28,7% y en Loja 42,19% a 32,6%. Sin embargo, no todo fue negativo para los intereses electorales de PAIS en la sierra, ya que en provincias de esta región como Azuay e Imbabura Lenin Moreno obtuvo más del 43% de los sufragios, es decir, por encima de los guarismos obtenidos a nivel nacional.
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En cuanto al corte de boleta entre los candidatos a presidente y asambleístas nacionales de los partidos que ingresaron al balotaje se pudo observar un mayor porcentaje en la alianza Creo-Suma ya que sus asambleístas obtuvieron el 20% de los votos, es decir 8% menos que su candidato presidencial. En cambio la boleta de legisladores de Alianza País cosechó un porcentaje de votos similar (38,9%) que la candidatura de Lenin Moreno. Estos datos permiten inferir la expresión de un “voto útil” en favor de Lasso y en detrimento de su boleta de legisladores que hay que tomar en cuenta en el análisis.
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Como ya describimos en el post anterior, la política en Ecuador se expresa abierta y libremente sin que por ello estimule la crispación generada por la polaridad política. Cada casa, negocio, auto o persona tiene una bandera, o una remera del partido que apoya. La campaña electoral en vez de estar particularizada en spots televisivos o en carteles publicitarios en la vía pública, se vuelca completamente sobre todo el pueblo ecuatoriano. Con el mismo grado de compromiso y responsabilidad toman a la elección misma: la gente se pone su “mejor” ropa para ese día. En los pueblos más chicos donde solo se vota en una o dos escuelas se corta la calle y se arma una feria en torno a las elecciones. Así, como durante la campaña electoral, el día de la elección es una fiesta. En estas ferias, entre puestitos que venden helados o brochettes de salchichas y patas de gallos, se mezclan carpas donde plastifican el certificado de votación, ya que es tan o más importante que el documento nacional de identidad. La abstención electoral implica el pago de una multa de 5 dólares debido a que el certificado de emisión de voto es solicitado para cualquier trámite público.
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Las denuncias de un posible fraude electoral antes y después de la elección fueron rechazadas por los veedores internacionales, por el rol de las Fuerzas Armadas y por la propia realidad. Solo hubo conflictos menores en Guayas, donde el escrutinio se detuvo por presuntas agresiones a funcionarios de la alcaldía opositora. A pesar de ello, los medios tradicionalmente anticorreistas difundían “que si no fuera por los militares que se encontraban vigilando el oficialismo ya estaría realizando maniobras fraudulentas”. Asimismo, tanto Lasso como Jaime Nebot (Alcalde de Guayaquil y líder del partido socialcristiano que llevó a Viteri como candidata) llamaron a una “vigilia por un posible fraude” y a “salir a la calle en defensa de la democracia”. Como fue costumbre durante los años de los gobiernos del “giro a la izquierda” cada vez que la oposición salía derrotada (y esto ocurrió muchas veces) la denuncia de fraude siempre estuvo “a mano”. En este caso, el 39,35% exime de todo comentario, y deja en ridículo a la oposición ecuatoriana.
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Las preguntas que nos interesa formularnos a raíz de los resultados de esta elección, y por qué no de las el resto de Sudamérica son las siguientes : ¿los gobiernos del “giro a la izquierda” no logran retener los votos históricos porque no “la pegan” con los candidatos en las sucesiones presidenciales? ¿O es que hay un desgaste de las políticas aplicadas? ¿Sólo el liderazgo presidencial original es el único que lograría mantener ese caudal de votos? ¿La moderación es una buena estrategia para ganar el “voto del medio” en el marco de una polarización? La experiencia ecuatoriana no permite responder en forma categórica a estas preguntas. Es cierto que el candidato de PAIS sobresale por su discurso moderado, pero también lo es que la performance electoral del correísmo viene en descenso desde el histórico 56% de 2013. En Brasil, una candidata “moderada” permitió las victorias de 2010 y 2014 aunque esta última fue posible cuando se polarizó al máximo. En Argentina, la moderación, que a priori resultaba la fórmula infalible de victoria, trocó en “polarización” cuando las papas quemaban, y no alcanzó. En ambos casos, el desgaste es otro factor clave para dar cuenta de los retrocesos electorales. El calibrar más fino el mix “desgaste” de gobierno y “moderación” del candidato, es en nuestro concepto la clave para comprender la viabilidad de esa estrategia.
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De cara a la segunda vuelta electoral, el panorama emerge como abierto, y es muy probable que debido a la competencia reñida que se avecina, el ganador lo hago por estrecho margen. Es harto conocido la trillada frase de que los votantes no son cautivos y que cada elector lo hace tomando poco en cuenta la orientación que le aconseje el candidato/a que votó en la primera vuelta. El caso testigo de esta afirmación es lo sucedido en las últimas elecciones en Brasil donde Marina Silva, la candidata que quedó tercera en la elección general con el 21% de los votos, pidió públicamente el apoyo a Aécio Neves en la segunda vuelta y una buena (y decisiva) parte de sus votantes terminaron votando por Dilma Rousseff. A diferencia de esta elección, la candidata que quedó en tercer lugar con el 16% Cynthia Viteli es una genuina representante de la derecha neoliberal y es una acérrima opositora a la Revolución Ciudadana. Lo que indica que es altamente probable que el mayor caudal de sus votos terminen yendo a Lasso. A favor del gobierno, surge la posibilidad de asociar con más énfasis que en la primera vuelta la figura de Lasso a la crisis financiera que vivió Ecuador a finales del siglo XX. La participación de este banquero como dueño del Banco de Guayaquil en el llamado “Feriado Bancario” (algo así como el corralito ecuatoriano) y que sumió al país en una profunda crisis que desembocó en el fin de la moneda Sucre y en la dolarización de la economía nacional aparece como un flanco débil del candidato opositor.
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Posiblemente lo que defina la elección será el destino de los sufragios de los votantes de los candidatos que quedaron ubicados en el cuarto, quinto y sexto puesto. Como observamos al comienzo del post el cuarto lugar correspondió a Paco Rosendo Moncayo Gallegos quien llevó adelante una propuesta electoral de centro izquierda. Más atrás Abdalá Jaime “Dalo” Bucaram Pulley (el hijo del ex Presidente del mismo nombre) mantuvo desde siempre una propuesta hiperopositora (en declaraciones post electorales dijo que Rafael Correa iba a terminar preso). Mientras que Iván Espinel (“el Massa ecuatoriano”) quien culminó en sexto lugar y que ya se reunió con Lenin Moreno para coordinar una agenda común.
Este es el panorama que se abre a partir del 39,35. Si bien Lenin Moreno parte de un piso muy alto (le faltan 10,65 puntos porcentuales para alcanzar el 50%) y con menos margen para captar votos opositores, y a la inversa Guillermo Lasso parte de un piso bajo (le faltan 21,9 puntos) con mayor margen de captación de votos, la diferencia entre ambos es muy grande a favor del candidato correista. Por ende pareciera que la segunda vuelta se terminará definiendo por una pequeña diferencia tal como viene sucediendo en la mayoría de las elecciones de la región. Resta más de un mes para el 2A y todo indica que será apasionante.