Nadie dice qué ocurrirá finalmente en 2015 porque nadie lo sabe. Serán las primeras elecciones nacionales desde 2003 sin el apellido «Kirchner» en la boleta presidencial. Serían las primeras elecciones nacionales con unas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias competitivas para algunos de los partidos políticos que se presenten. Se vende mucho humo, el humo atrae más humo, pero en concreto nadie sabe bien qué va a pasar. Quiénes serán finalmente los (pre) candidatos, en el marco de qué alianzas, con qué ejes de campaña, en medio de qué situación socioeconómica. Y en medio de todo eso, qué efecto producen las primarias nacionales, qué efecto -si es que alguno- las elecciones provinciales anticipadas, cómo «arrastran» las boletas de «abajo hacia arriba» o de «arriba hacia abajo». Hay hipótesis, hay hinchadas, hay apuestas, hay jugadas a pleno, a color y a columna, pero nadie está seguro.
En ese contexto, a la vez, el mundo se mueve. Siempre se mueve. Si estas elecciones fueran en el contexto del auge de los commodities de 2004-2005 diríamos entonces que biri-biri, si hubieran sido durante la caída de Lehman de 2008, entonces sasasasa y ahora, en el marco de la recomposición global del poder del dólar (Estados Unidos), la crisis rusa, la caída de los commodities, el cierre del conflicto Estadounidense-cubano, pues fafafafa. ¿Quieren analistas? Se venden por docena. Y sin embargo…
Hay algunas cosas que sí sabemos, que se vienen escribiendo en este blog o en los mails que nos enviamos quienes lo editamos, ya no me acuerdo:
- El kirchnerismo se jugó el pellejo en 2014 y zafó. Estacionó una limusina en dos maniobras en un espacio de un metro y quince centímetros. No me pregunten cómo, pero lo hizo.
- En este diciembre tranquilo y primaveral ha comenzado otro partido. O el segundo tiempo de un partido. Y -como dicen los comentaristas de fútbol que apelan a muletillas como «la previa» y «en los papeles»- hay que «cambiar el chip». El de este año es otro partido. No es ni puede ser el de «defender lo hecho». Eso quedará para 2016. Este año que comienza nadie tiene pasado, nadie tiene futuro. Es el presente continuo.
- En todas las elecciones presidenciales desde 1983 hasta acá se ha ido a votar «por algo». El candidato lleva en la frente un «para qué». Ese para qué no siempre lo impone él. A veces le viene impuesto y el candidato se sube a la ola. Más allá de eso, es muy difícil -sobre todo después del Fernando de la Rúa de 1999- que la ciudadanía se levante esa mañana de domingo a votar sin saber bien por qué o a un candidato que sea el que «mejor surfea la ola» o que no le «caliente» un poquito, casi casi diría que en el sentido sexual del término. Esta es una elección presidencial en la Argentina, no es todo lo mismo.
- En general, los candidatos buscan ganar un cierto «centro» que incluye una cierta dosis de «moderación». Ni 2003 ni 2007 ni 2011 fueron años «revolucionarios» o de «muchos cambios» en la década larga kirchnerista. Más bien todo lo contrario. Recurrid a los archivos. Ahora, cuál es ese centro exacto desde el cual hacer palanca para ganar no viene dado (sólo) por una encuesta o un grupo focal. Los desesperados malabares de Sergio Massa para encontrar algo parecido a ese centro nos eximen de más comentarios.
- ¿Que todos los candidatos busquen un cierto «centro» implica que se queden quietos? Difícil ir por ahí. Raúl Alfonsín denunció el pacto sindical-militar, golpeó la mesa, prometió juzgamientos por los crímenes de la dictadura -a su modo- y ahí fue. Carlos Menem hizo todo el ruido que tuvo que hacer. Néstor Kirchner prometió ser su propio ministro de Economía. Cristina Kirchner dio a entender que algo se traía abajo del brazo que no era exactamente lo de su marido. Todos ellos -insisto- «calentaron» a los argentinos de algún modo u otro.
- La última vez que los argentinos votamos «algo como esto pero más desteñidito» fue en 1999, no sé si se acuerdan. Y nos hicimos recontra torta.
- ¿Y 2016? ¿Es cierto que todos los candidatos son «realmente» moderados? ¿Que lo digan o no todos harán lo que dice que hará Miguel Bein? ¿Que aireando un poco y saliendo a pedir un poco de plata afuera los empresarios pondrán fin a su huelga de inversiones y así entonces todos viviremos en un país gris, aburrido y (ay) feliz? Yo tengo mis dudas. En la Argentina, los presidentes son presidentes. Y no hay doscientos mil coloquios de IDEA. Hay uno solo que funciona como Facebook: «me gusta» o no. ¿Volver a enamorar en IDEA significa el programa que dice que hará Bein?
- ¿Y cuánto espacio habrá en el futuro para rebelarse? ¿Para que haya un poco más de mercado interno del que debería haber? ¿Un poco más de tiempo para que consuman o trabajen los que no deberían consumir ni trabajar? ¿Para que las paritarias duren un tiempo más del que deberían durar? Supongo que de algunas de esas cuadraturas del círculo está hecha la política. Si no, que gobierne el doctor Cormillot. Pregunto esto porque no sea cosa que «ganemos» y haya que ir a preguntarle a Dilma Rousseff cuál es el teléfono del ministro de Economía que les gusta a los que perdieron…
Ya no falta muuuuuuuuuuuuuucho…. como hace un par de meses. En enero comienzan las definiciones. Salen los jugadores a la cancha ¿hizo cambios el DT?
Haz de mí según tu voluntad, 2015.