No hay líder que gane una elección y que no busque transformar en permanentes las condiciones que le permitieron hacerlo. Por eso puede resultar interesante interpretar algunos elementos de la trayectoria de Sebastián Piñera para imaginar qué tendrá en mente
La señal de largada de su maratón hacia la presidencia habría que situarla en su opción por el “no” en el plebiscito de 1988 en el que fue derrotado Augusto Pinochet. En ese mismo acto se convirtió en la imagen especular de quien sería su Némesis en la derecha durante las próximas dos décadas, Joaquín Lavín, por entonces uno de los voceros de la plataforma del “sí”.
Piñera advirtió muy tempranamente (y también lo hizo su partido, Renovación Nacional, el más tradicional de la derecha, descendiente del conservadurismo pre-Pinochet) que el 40% de apoyo que su sector tuvo desde el fin de la dictadura no alcanzaba para llegar a La Moneda. Al mismo tiempo, identificó en la ultrapinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI) al partido de masas necesario para mantener movilizado a un electorado tan grande y al complemento ideal del “partido de notables” que era (y es) RN. La UDI tenía en el mismo Lavín a su único líder con atractivo electoral. Piñera se hizo entonces a la idea de que había que dejar que la UDI y su candidato se probaran incapaces de darle la victoria a la derecha y los acompañó en su derrota ante Ricardo Lagos. Cuando hubo que enfrentar a Michelle Bachelet, Piñera dio la puntada decisiva, de la que su victoria de ayer es el nudo de cierre: se negó a reconocerle al perdedor de la elección anterior la condición de candidato único y se dispuso a derrotarlo en primera vuelta, sin importar demasiado que la Concertación ganara de nuevo: ya caería de madura. Aun sin ganar el ballottage, Piñera quedó parado en 2005 como candidato unitario para 2009.
En el camino, fue espectador privilegiado de cómo la Concertación se astillaba, por derecha y por izquierda. Cosechó algunas de esas astillas, como el ex ministro de Salvador Allende y senador del Partido por la Democracia Fernando Flores. Se fue vistiendo así de liberal moderno, un perfil que no era ni el de la vieja derecha prepinochetista, ni el de la síntesis UDI de corporativismo y neoliberalismo hardcore.
En la elección que hizo presidente a Piñera, Lavín no pudo ni siquiera hacerse elegir al Senado. El terreno está despejado para que la estrategia de seducción se extienda ahora a otros Flores que pueda haber en una Concertación derrotada y para convencer a Chile de que la suya es una derecha herbívora que se merece una estadía en el poder más allá de los cortos cuatro años que se se acaba de ganar, para empezar.
El fenómeno Piñera está bien analizado. Es sin duda el político más hábil que tiene la Alianza aunque su proyecto político es probablemente mas peligroso que el de la UDI pinochetista ya que esta al menos tiene una fuerte componente popular, mientras que el sueño de Piñera implica una gran endogamia entre la política y los negocios, mientras el Estado pondrá el foco en la inseguridad, problema irrelevante en el Chile de hoy frente al drama de la inequidad pero que tiene la gran ventaja de implicar una delincuencia sin cuellos blancos. La UDI aportará el apoyo popular que «el partido de notables» no lograría obtener por su cuenta.
Su éxito dependerá de los tránsfugas parlentarios de la Concertación y en menor medida, del encanto de MEO.
Primero, varias inexactitudes: UDI pertenecía a RN. Luego de una crisis interna, uno de los ideólogos de la Constitución de 1980, Jaime Guzmán, se marchó de RN junto a los más conservadores, o si se quiere más pinochetistas. Guzmán, con los años y no por esta razón, sería asesinado cuando ostentaba el cargo de senador. Segundo, Joaquín Lavín fue el primer candidato que hizo vislumbrar a la derecha la posibilidad de ganar una presidencial; en 1999 obligó a Ricardo Lagos, uno de los mejores candidatos de la Concertación y el último «estadista» que tuvo Chile, a ir a segunda vuelta, con el país por primera vez dividido en dos. Tercero: en este sentido, el eslogan «El cambio» y la manera de conducir la campaña que ganó Piñera tuvo como modelo a Lavín. Cuatro: hay una perspectiva de Piñera que no está mencionada y que es relevante: es un especulador de bolsa. Hoy, a dos días de su elección, la Bolsa de Santiago detuvo las operaciones de Axxion, la empresa a través de la cual Piñera controla sus empresas (LAN, Chilevisión, Colo Colo, Clínica Las Condes). Esta condición de «Presidente especulador» puede evitar que la derecha se perpetúe en el poder.
asi es la democracia muchachos,a veces se gana a veces se pierde,a veces tu ideologia gana el poder otras veces lo pierde en manos de otra ideologia,mientras ganadores y perdedores sigan respentado las reglas de juego (lease los preceptos contitucionales) y no se quieran bandear utilizando artilugios tipo «decretazos» para pasar por encima del congreso o articulos constitucionales,tudu bom tudu legal.
se habran equivocado los chilenos al votar a piñera? solo el tiempo tiene la palabra,la proxima eleccion es dentro de dos años creo,ahi se votara de nuevo y se vera q pasa.
perder una eleccion no es «el fin del mundo» (como pontificaba nestor en la campaña del 28j) el mundo sigue andando.
el quid de la cuestion en el sistema democratico es aceptar la renovacion del poder,eso hace a las democracias mas «flexibles» para adaptarse a un mundo en constante cambio. (lo q hoy es de izquierda y funciona bien,quizas en el futuro ya no sea lo mas adecuado para enfrentarse a nuevos desafios).
q el pueblo decida (y se haga cargo de las consecuencias en todo caso).
una vez a fidel castro le preguntaron por las elecciones en cuba,este respondio «el pueblo cubano ya «voto» en el 59′» no hace falta q vote mas,ya eligio.
mientras vivamos en un SISTEMA DEMOCRATICO,estas son las reglas del juego.
si algun dia logran cambiar el SISTEMA,bueno,ese dia podran decir orondamente igual q fidel «la gente ya «voto» en el 2003″.
mientras tanto…ajo y agua.
«A veces se gana y a veces se pierde». Es realmente muy bueno. Lo leíste en un sobrecito de azúcar o tenés un libro de aforismos de Narosky en tu mesa de luz?
Gabriel hay muchas maneras de mentir con la informacion; nos podrias contar cuales fueron los decretazoz, que por fuera de las normas constitucionales, emitio este gobierno y el anterior y cuantos DNU rechazo el parlamento.
Gabriel:
Me equivoco o tu análisis político es una paráfrasis
de Cambalache, el texto de Discépolo. Por lo menos citá la fuente pa-
ra evitar el plagio. El escepticismo o cinismo, dále que vá, es un
buen analgésico para algunos. Prfiero a Homero Expósito. Agur. Miguel
Gonzalo, sin ánimo enciclopedista, es cierto que la UDI formó parte de RN, cuando ese espacio se concibió como ámbito de agrupamiento de toda la derecha chilena, idea que no cuajó porque la UDI, que lo preexistía, se negó a disolverse dentro del mismo. Lo que importa, creo, es que la UDI es una rama de la derecha que no viene del conservadurismo tradicional (que sí se reagrupó en RN), sino de una fusión poco vista en otras latitudes de un movimiento universitario reaccionario antirreformista, de orientación corporativista fascistizante, con las ideas de los Chicago Boys. De esa fusión del Movimiento Gremial (de allí que un sinónimo de UDI en Chile es «gremialismo», así como UCR es sinónimo de radicalismo en Argentina) originado en la Universidad Católica de Chile y de las tesis de Milton Friedman et al, nace la UDI. Me parece que su paso (sin fusionarse) por RN es anecdótico: nunca fue lo mismo que la derecha tradicional, por más aliada de ésta que haya sido y siga siendo.
Caramba, podriamos alterar los nombres y sería la carrera de la mayoría del Poder Ejecutivo y gran parte del legislativo.