«Estoy ansioso por dedicarme a solucionar los problemas de la familia argentina» (dijo Domingo Cavallo en 2001 tras cerrar el lamentable megacanje de deuda).
Querido diario: la ortodoxia lo hizo de nuevo. Ha chocado el país productivo y social para alegría de amigos, acreedores amantes de la timba, de la renta energética y de algunos agroexportadores de productos primarios. En lo que va del año el dólar subió casi 100% y el deterioro social nos recuerda al rodrigazo.
A primera hora del 29 de agosto de 2018, curiosamente el día de los ñoquis, el presidente Mauricio Macri dio un mensaje que buscaba llevar tranquilidad a los mercados:
«Hemos acordado con el Fondo Monetario Internacional los fondos necesarios para garantizar el cumplimiento de las obligaciones financieras del año que viene».
«Esta decisión apunta a eliminar cualquier incertidumbre que se puede haber generado antes las complicaciones del contexto internacional».
Resultó, al contrario de lo buscado, la evidencia de que los dólares no están. Cosa que sorprende, porque hay todo un protocolo sobre cómo anunciar estas cosas, el nivel de detalle que se debe dar, mostrar certezas y no frases hechas. No se le puede hablar con el manual de Durán Barba al mercado, porque se da cuenta. Por eso los mercados que siempre huelen la sangre se fueron al humo de nuevo con otra corrida. El dólar saltó más de 2 pesos hasta 34,50 pesos. El problema es que volatilidad destruye precio, se rompen las cadenas de pagos, se genera un círculo vicioso.
El dólar llegó a 34,5 pesos, y el plan B resultó ir de nuevo al FMI, que curiosamente fue el plan A, que no funcionó. ¿Qué significa que los mercados ya no le creen al gobierno, y qué impacto tiene ello en la subida del dólar?
Cuando se habla de mercados, en referencia al mercado de cambios, que se puede entender como una parte del mercado financiero, se habla de los grandes jugadores que deciden dónde ponen dólares, en qué activos financieros invierten. Usar generalizadores como “los mercados”, “la gente”, “los inversores”, “los intereses internacionales”, en realidad son eufemismos para no hablar de los grupos de interés o de los fondos de inversión involucrados. En la Argentina grandes jugadores de este sector, que afectan el mercado financiero local, en la actualidad son Singer, Templeton, BlackRock, JP Morgan, otros bancos extranjeros que traccionan inversores individuales, otros bancos extranjeros que colocan (o colocaban) deuda externa argentina (Deutsche Bank por ejemplo), etcétera.
El modelo que impulsó Macri, fue prometerles a estos jugadores que por cada dólar que ponían iban a poder llevarse más dólares, conocido como bicicleta localmente, o carry trade, técnicamente, y la evidencia de esto es una deuda neta que creció 100.000 millones de dólares en 30 meses (que también se usó para importaciones, etc), con una fuga de casi 52.000 millones.
Según el balance cambiario BCRA, publicado en agosto, hasta julio 2018, se fugaron U$S 54.150 millones desde diciembre 2015 (inclusive). En julio la fuga (formación de activos) fue 3.351M, 9% más que en junio y 35% más que en julio de 2017. En los últimos 12 meses la cuenta corriente, fue negativa en U$S 19.266M . O sea, la situación externa se viene agravando hace tiempo y el gobierno no tomó la alerta que ya todos señalaban, incluso algunos exponentes de la ortodoxia liberal. Era muy probable que el FMI solo no iba a ser solución. Porque todo el modelo es equivocado.
Desde abril de este año, el saldo de inversiones externas de portafolio (capitales golondrinas, que tienen su ingreso – egreso desregulado por Prat-Gay y Dujovne) es negativo, resultando en egresos netos por 3517 millones de dólares entre abril y julio (28% de todos los ingresos netos por este ítem desde 2015, dato BCRA) esto evidencia que dichos “mercados” huelen sangre, se comen los dólares antes que suban y huyen.
El primero en irse fue el JP Morgan, el ex empleador de varios funcionarios (muy lindo todo), se llevó U$S 900 millones a 20 pesos, y visibilizó la debilidad estructural de la economía argentina y del modelo Pro en particular. Desde entonces se perdieron U$S 22.000 millones de reservas.
Ahora la solución propuesta fue mostrarles a los que quedaron enganchados con Lebacs (recordemos que son el espejo de la deuda, para evitar subir la base monetaria, a medida que suben las reservas) o con otros activos, que hay oferta posible de dólares para que no quieran irse ya. Pero la solución, nuevamente con Cambiemos, sólo sirvió para agravar el problema.
Allí entra el FMI, que llega con sus paquetes de devaluación, tarifazo y perjuicio al bienestar social, y propone ajuste tras ajuste para recrear alguna mejora en el saldo del sector externo a costa de la actividad. Opinaba al respecto, como si fuera hoy, Aldo Ferrer sobre FMI en 2003 (Guardianes del Dinero):
La Argentina tiene el FMI que se merece por la dimensión de su endeudamiento y la vulnerabilidad de sus pagos internacionales. Pero además porque negocia mal con el FMI. Por dos motivos. Primero, porque como vuelve a suceder en la actualidad (Ferrer escribía esto en el año 2003), el gobierno coloca al FMI en el centro del escenario, en el supuesto de que su ayuda es cuestión de vida o muerte. El FMI adquiere así un protagonismo innecesario e impropio para un país que cuenta con los recursos necesarios y se autorrespete. Segundo, porque el diagnóstico oficial es equivocado, como lo es plantear que problema actual radica en el exceso de gasto público…
Para que no queden dudas a los destinatarios del mensaje, se renuncia a los principales instrumentos de política económica y se condecora a los acreedores como benefactores de la Patria.
No es cierto que una política propia de reactivación es imposible porque sería rechazada por el Fondo, y recaerían sobre el país sanciones tremendas por la suspensión del pago de su deuda externa. Por el temor a este riesgo el país pagó el siniestro del desempleo, la pobreza y la recesión interminable.
Increíblemente actual y lúcido el profesor Ferrer, Cambiemos nos hizo retroceder 16 años sólo en 32 meses, y la sensación que va entre recordar 2001 y 2002 genera zozobra en la sociedad.
El problema de fondo, es que el FMI no te resuelve el problema estructural, que son los motivos por los que la oferta de dólares (exportaciones, especulación, deuda, inversión extranjera, turismo receptivo) no alcanza a la demanda (impo, turismo, intereses, remisión, especulación-fuga-atesoramiento).
Entonces para lo único que sirve el FMI es para endiosar acreedores pero no para resolver la situación estructural que requiere más producción estratégica y regulación. Así los mercados podrán posponer su temor frente a un paquete nuevo del FMI, pero no sólo no es fácil, sino que por ejemplo hoy eso no ocurrió y hubo corrida contra el peso. Así la calesita te pone en el mismo lugar en poco tiempo: en el peor de los casos, la estabilidad es momentánea pero te deja de nuevo al borde del default y con el dólar volando (over shooting) al poco tiempo y con más deuda, en el peor de los casos nadie te cree y la única respuesta es el default. Nótese que escribí dos veces en el peor de los casos, en el mejor de los casos el modelo sería otro.
El dólar a 34,5 pesos, refleja una suba de más de 90% durante 2018. Una depreciación de 47% de la moneda local. No hay forma de que la inflación no pase 40 por ciento, salvo que intenten un default productivo y social estilo 2002, lo cual sería igual de grave.
Por su parte, se ha pulverizado el ingreso de los sectores trabajadores. En efecto, el salario promedio registrado privado está llegando a 930 dólares por mes, un 34% menos que hace un año atrás. Cabe señalar que, no se perforaba el piso de los 1000 dólares mensuales desde 2009, y que había llegado a U$S 1588 en 2015. ¿En serio ustedes creen que las cosas pasan sin querer o por turbulencias? Les aseguro que no. Siempre hay intereses beneficiados. ¿Quería el gobierno esta volatilidad? No lo creo, pero no lo veo tan incómodo con sus consecuencias.
Entonces, visto que sacaron el cepo antes de endeudarse y devaluaron. Se endeudaron para bajar la inflación (por déficit fiscal), y pagar a los buitres. Y considerando que subieron la tasa para tomar Lebacs y aumentar reservas y no el circulante (porque comprar dólares al Tesoro genera aumento del circulante, si no se entiende es culpa mía, me preguntan ¿eh?). Se puede decir que fueron al FMI porque ya no tenían otra alternativa, para la salida de Lebacs, pero también para sostener la cuenta corriente negativa o la fuga de distintas posiciones (hacia la calidad). En este contexto, ya nadie les cree. Winter is coming.
En síntesis, ¿cómo se frena el descalabro del modelo macrista? Haciendo ya lo que habría que hacer en el caso extremo, lo que se haría en el default, porque si se espera ajustando y ajustando a llegar a un default, o una maxi devaluación, todo lo que se haga en ese momento va a ser tarde. Aprendamos de la historia, regulemos la timba y promovamos producción, ¿cómo se promueve la producción desde una política macro (que después deberá ser complementada por estrategias sectoriales)? En principio equilibrando las rentas: la renta energética no puede tener una brecha inmensa con la renta Pyme o industrial, esto debe equipararse hasta puntos viables y estratégicos. Lo mismo para la renta financiera o la agroexportadora.
Y si …