Un chico de 18 años, David Moreyra, anda en moto con otro muchacho en un barrio de Rosario. Según dicen testigos, le arrebatan el bolso a una joven mamá. Se cae de la moto. Los que miran la escena lo agarran, lo derriban, lo patean en el piso. Le siguen pegando más de una hora y, según cuentn algunos, discuten cómo hacer para turnarse. Cuando llega la policía y la ambulancia, lo llevan al hospital, en donde muere por la pérdida de masa encefálica. Su mamá, madre de otros tres hermanos, dona sus órganos.
En los días siguientes, un efecto imitación hace aparecer turbamultas que casi matan a golpes a supuestos delincuentes en la Ciudad de Buenos Aires, en General Roca, en La Rioja. En Rosario, un grupo de personas golpea hasta mandar al hospital y prende fuego a la moto de dos adolescentes, confundiéndolos con ladrones. En una entrevista, uno de los golpeadores de estos episodios dice “sí, le pegamos, pero nos cuidamos para no matarlo.”
Todas las principales figuras opositoras rápidamente engloban en el “no, pero…”. Sergio Massa y Mauricio Macri dijeron: ante la falta de estado «los vecinos” hacen justicia por mano propia. Hermes Binner dijo “esto sucede por la impunidad.” Mauricio Macri dijo “no avalo los linchamientos.” «No avalo», no “condeno.” Macri además dijo que Macri “La Argentina se está yendo de madre en términos de inseguridad.” Yendo de qué manos, hacia quién. El diario Clarín habla en tapa de «palizas a delicuentes» por parte de «vecinos.» como si pudiera ser nombrado como delincuente alguien que no ha sido juzgado. Cómo si un vecino fuese alguien que se baja de un auto para pegarle a otro en el piso.
¿El estado está ausente? Seguramente, y aquí lo hemos dicho varias veces, hace falta más y mejor estado en la Argentina. El tema es qué estado hace falta: ¿hace falta más policías que administren y manejen la frontera del delito? ¿Más trabajadoras sociales? ¿Más maestros? ¿Más obreros de obra pública? ¿Más empleados de Anses? ¿Más agencias impositivas? ¿Qué estado? ¿Financiado con qué dinero? ¿Orientado con qué leyes?
Mauricio Macri, Sergio Massa y Hermes Binner lamentan la ausencia del estado. Pero ellos son «el estado.» El jefe de gobierno de la ciudad en donde un grupo de vecinos casi matan a un supuesto asaltante en una de las esquinas más emblemáticas de la ciudad es el estado. El ex jefe de gabinete, ex intentedente de Tigre y hoy diputado nacional es el estado. El candidato a presidencial de la fuerza que gobierna hace años Santa Fe y Rosario es el estado. Ustedes son el estado. Además, recordemos, la seguridad pública es potestad primaria de las provincias. ¿Que van a hacer? Sean específicos, por favor. El estado está en los detalles.
También debe ser específico en este punto el gobierno nacional. ¿Cuál es la agenda de políticas públicas del ministerio de seguridad nacional, por ejemplo? ¿No sería hora de convocar a un consejo amplio, con representación de todas las provincias y organizaciones sociales para discutir un tema del que no se sabe cuál es la solución?
El estado también era la comisión multpartidaria que, durante dos años, discutió la reforma del Código Penal, tijereteado por las reformas pedidas por Blumberg (dicho sea de paso, cuánto mucho mejor estábamos en ese momento, cuando las demandas sociales se dirigían al código penal y no al vigilantismo civil clasista.) Segio Massa no tardó ni un minuto en desechar ese estado, en nombre de «la gente.» Pero el estado que reclaman a veces, tiene que ir en contra de «la gente.»
Es cierto: la inseguridad y el delito es una preocupación muy grande de los habitantes de la Argentina. Es cierto, falta mucho en materia de política pública. Es cierto, en un año y medio se juega una elección presidencial de enorme importancia y todo es justo en política. Pero no nos engañemos: estamos en un momento crucial de nuestra comunidad política.
Por primera vez en treinta años hay un grupo de dirigentes políticos relevantes (no todos, pero algunos muy importantes) que desafían abiertamente el marco discursivo que la sociedad argentina se dio a si misma a la salida del Proceso: mantenimiento del estado de derecho, reivindicación del juicio y castigo con todas las de la ley, antiautoritarismo. (Vaya un homenaje a las organizaciones de derechos humanos, que nunca reivindicaron el linchamiento como forma de retribución, ni siquiera cuando los torturadores de sus hijos caminaban entre ellos.) Sí, siempre hubo crímenes y sí, siempre hubieron autoritarios entre nosotros. Pero, por lo menos, hasta ahora ciertas cosas no podían decirse abiertamente. Ahora se han dicho. ya sea por convicción o por cálculo, pero se ha normalizado y legitimado la violencia abierta.
Es posible que los políticos que así justifican un orden aún más violento y aún más injusto ganen una o varias elecciones Sin embargo, es poco probable que lleguen a ser líderes.
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