(Articulo publicado originalmente en la revista Ni un paso atrás, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo)
La coincidencia entre la agenda de medios de comunicación hegemónicos y el avance o estancamiento de determinada causa judicial no es casual. Hace tiempo que existe un triángulo perverso entre medios de comunicación, servicios de inteligencia y sectores del Poder Judicial. La dinámica es sencilla: los servicios proveen datos de apariencia jugosa a periodistas ávidos por figurar, aún al precio de publicar elementos inconexos e imposibles de chequear, amparados en la protección simulada de fuentes. Nota al pie: la protección de la identidad de la fuente es un elemento central para el periodismo que investiga al poder, cuando se asume que la fuente es débil frente a aquellos sobre los que aporta datos y la no publicación de su nombre tiene como objetivo protegerla de represalias. Este sentido se pierde cuando se establece una relación promiscua entre agentes de inteligencia y periodistas, donde los primeros necesitan a los segundos para operar y los segundos se suman al juego para obtener la tan sobrevalorada primicia que, a fin de cuentas, suele quedar en la nada. Retomando, el periodista publica, el medio de comunicación, que tiene sus intereses, fomenta o deja hacer. Un diputado o diputada o abogado atento a la caza de minutos mediáticos toma la nota periodística y presenta la denuncia. De ser necesario, actúan de nuevo los servicios para garantizar el forum shopping, que en la jerga judicial significa digitar el destino de la causa hacia un juez y fiscal que les garantice que siga el juego. No vaya a ser cosa, como en el caso de la denuncia del fiscal Natalio Alberto Nisman, que recale en un juez como Daniel Rafecas que la desestime. Segunda nota al pie: denuncia, la de Nisman, de 288 páginas con la misma dinámica de información inconexa, basada en notas periodísticas insustentables, que fue desestimada finalmente por todas las instancias judiciales. Retomando la dinámica del triángulo, con la denuncia en sede judicial aparecen de nuevo los medios de comunicación que parieron el caso. El diputado o diputada o abogado al rato es tapa de un portal, recorre los programas nocturnos, se busca al día siguiente en las páginas de los diarios con el celular abierto para las radios que sigan la agenda. Pasan las horas, las desmentidas, y si el caso se cae el triángulo tiene dos opciones: o los servicios sueltan alguna escucha telefónica ilegal o imágenes de cámaras de seguridad que mágicamente aparecen en los noticieros, o el forum shopping rinde sus frutos y el juez o el fiscal avivan el fuego con alguna medida, sea pertinente o no. De nuevo el caso Nisman es ejemplificador: Nisman presentó su denuncia el miércoles 13 de enero, en plena feria judicial, y a la noche ya estaba publicitándola en TN junto a Marcelo Bonelli y Edgardo Alfano a pesar de que no se conocía su contenido. Al día siguiente, el jueves, la tapa de Clarín afirmó: “AMIA: acusan a Cristina de encubrimiento a Irán”. Las diputadas Patricia Bullrich y Laura Alonso invitaron a Nisman a exponer en el Congreso al lunes siguiente, el 19, a lo que el entonces oficialismo anunció que asistiría para hacerle preguntas. La historia posterior es conocida: el día anterior el fiscal sin vida en su departamento, un nuevo entramado judicial de forum shopping para tironear la causal de muerte, el blindaje mediático hacia los desfalcos financieros de Nisman y, a fin de cuentas, el mutismo que es regla sobre la causa AMIA y su real encubrimiento, juicio cuya cobertura pasará a encabezar la antología de la complicidad mediática con el silencio.
Este triangulo promiscuo se retroalimenta constantemente. Nueva nota al pie: ninguno de sus sectores es homogéneo. Tanto en los medios como en los servicios y el Poder Judicial hay internas, intereses cruzados, rencillas personales, equívocos y fallidos. Un caso paradigmático es el que involucra al ex jefe de la SIDE Juan Bautista “Tata” Yofre como jefe de lo que el fiscal que lo investigó definió como un “microemprendimiento criminal” dedicado al espionaje de mails a funcionarios públicos y su comercialización hacia periodistas como Carlos Pagni, entre otros. Los personajes se repiten, y la jueza que intervino en la causa fue Sandra Arroyo Salgado, ex mujer de Nisman, quien en una primera instancia pidió el procesamiento de todos los involucrados pero retuvo su elevación a juicio oral al momento de los cambios en la vieja SIDE para, finalmente, apenas asumido el gobierno de Mauricio Macri, contradecir toda su investigación y dictar el sobreseimiento de Yofre, Pagni y los demás involucrados. La medida fue apelada por el fiscal Javier De Luca y está con un recurso extraordinario ante la Corte Suprema. Pero el triángulo promiscuo reincide: uno de los procesados, el ex editorialista de Ámbito Financiero Roberto García, no se privó de brindar con Ricardo Lorenzetti el último día del periodista, a pesar de que el cortesano debe definir el destino de una causa por la que ex espías robaban información para que algunos periodistas la usaran en sus notas. Una de las espiadas era la propia Cristina Fernández de Kirchner Otro, el entonces señor 5 de la SIDE, Héctor Icazuriaga.
Por último, en el triángulo hay códigos que no se rompen. Así como en su momento el Ministro de Justicia Gustavo Béliz pagó caro mostrar la cara de Antonio Stiuso en televisión (causa por la que fue absuelto, a modo de ejemplo de todo lo anterior), el poder del triángulo también se basa en sus silencios. Ni el juez Julián Ercolini se atrevió a indagar a Héctor Magnetto, Ernestina Herrera de Noble y Bartolomé Mitre en la causa Papel Prensa, ni los medios hegemónicos incomodan a jueces y fiscales afines. Los regentes de Comodoro Py, por su lado, saben que la exposición es un arma de doble filo, y prefieren las formalidades arcaicas que los blindan de dar explicaciones.