El baldazo de agua fría tempranero despabiló de golpe toda La Pampa. Carlos Verna anunciaba el 6/9 que se pedía licencia para luchar contra una enfermedad oncológica y que no volvería a ser candidato a Gobernador.
Es un político profesional fogeado tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo. Fue Intendente de General Pico, Ministro de Obras Públicas, Senador Nacional y Gobernador por dos periodos no consecutivos. Ningún cacique, caudillo o cualquier adjetivo despectivo como podría pensar algún distraído. No está atornillado a la Gobernación. Nunca reeligió ni lo hará.
El Gobernador recibe esta estocada en el clímax de su carrera política, justo cuando parecía haber encontrado la alquimia para amalgamar todo el peronismo local. Desde la derecha a la izquierda, mayores o menores extracciones peronistas o pamperonistas se habían aglutinado decididamente en torno a su conducción.
Luego de una encarnizada interna en 2015, vió por TV cómo Cristina se floreaba en campaña en Santa Rosa pero contuvo la calma y la quietud, fiel a su estilo. Aprovechó la pared y jugó a polarizar. Ganó las elecciones y tendió puentes. Ofreció olvidar viejos reconoces y trató de contener todas las facciones, principalmente de cara a las elecciones legislativas de 2017. Hizo concesiones para todas y todos en el partido y en sus márgenes exteriores. Pero después de acordar una lista de unidad, el PJ inesperadamente sacó menos votos que la alianza Cambiemos en las primarias. El Gobernador acusó recibo de inmediato y con un golpe de timón se puso al frente. Se cargó la campaña al hombro, sintiendo que su cuero y el de todo el peronismo estaba en riesgo. Se adaptó rápido a una nueva forma de comunicar, ocupó el centro de la escena y se expuso de lleno. Supo leer correctamente por dónde era y concentrar todos los recursos al efecto. Se la jugó, lo dio vuelta y se consagró como líder indiscutido del partido. Desde diciembre hasta ayer había venido consolidando esa posición.
Mostró energía y resistencia, también, como opositor serio y en serio. “Afuera” confrontó fuerte con Mauricio Macri, marcando distancia en todo lo que pudo. Rechaza con vehemencia al acuerdo con el FMI, el recorte a la educación, el Pacto Fiscal, el Presupuesto 2019, entre otros. Denunció al Presidente por ser parcial con Mendoza, en los conflictos que La Pampa mantiene por el Río Atuel y Portezuelo del Viento. A pesar de sus 72 años, un tema tan moderno como la ecología está en el centro de su agenda hace rato.
Tal vez intentó polarizar la mañana del 14 de junio en la Cámara de Diputados de la Nación, cuando se movió para garantizar los votos que faltaban para la aprobación de la media sanción de la ley del aborto legal seguro y gratuito. Se convirtió en el héroe verde menos esperado. 100% Verna. Es cultor de un modo recatado de hacer política y permanece siempre inescrutable. Organiza actos, apariciones, discursos y declaraciones minimalistas pero con mucho contenido. Como ingeniero egresado de la universidad pública, prefiere ser analizado por lo que hace y no por lo que dice. Cada palabra es pensada y simple, con oraciones directas al interlocutor. Confrontativo o conciliador según lo requiera la circunstancia, es un indiscutido animal político que domina ampliamente el arte.
Esa sagacidad lo impulsaba y comenzaba a proyectarse tímidamente en el ámbito nacional. Si bien tiene poco conocimiento, el escenario de incertidumbre frente a la sucesión presidencial abre posibilidades de llegar. Y tiene qué mostrar. El Estado pampeano paga el 82% móvil y se niega a “armonizar”; eufemismo de bajar las jubilaciones. Muestra cuentas saneadas y suple la falta de obras de la Nación con recursos propios. Medido por diversos indicadores tales como acceso a la educación, salud, internet, cloacas, gas natural, penetración de cable y teléfono, déficit habitacional, entre otros, La Pampa tiene uno de los niveles de desarrollo humano más altos del país. En ese sentido, Verna tenía un referente empírico para sustentar su prédica opositora.
De cualquier manera, el Gobernador venía a todo vapor y, por eso, el frenazo en seco contribuyó al estado de shock local. Un político tan importante, que parecía encaminado a la reelección, dificulta ahora la emergencia de un sucesor claro. Eso era para 2023.
El cronograma apuró a dirigentes y funcionarios tradicionales y de generación intermedia de todas las vertientes peronistas. Se confirmó que La Pampa desdoblará por primera vez en su historia las elecciones provinciales de las nacionales, lo que motiva una mayor urgencia para dirimir la sucesión. Aún más, antes de estas deben realizarse las elecciones internas provinciales, que son obligatorias para los partidos pero no para la ciudadanía. El Gobernador avisó que no las prefiere y que esta vez hay que evitarlas. El partido no tiene músculo para tanto desgaste. En un gran gesto, dijo que no va a apoyar a ningún candidato en las primarias. Ni siquiera de Peronismo Plural, la propia. Propuso una lista de unidad y que, si no es posible, se haga una interna sólo sobre modelos de desarrollo de la provincia y no sobre las personas.
Carlos Verna se toma licencia para luchar contra la enfermedad dejando como legado un partido unido. Puede ser difícil, pero hay solidaridades interfacción densas y tales lazos, junto con el temor a perder la Gobernación, podrían encarrilar un acuerdo. Tal vez pueda contribuir con una ultima movida maestra y lograr que su partido se siga manteniendo el poder.