El próximo domingo habrá elecciones parlamentarias en la República Boliviariana de Venezuela. Se tratará de la segunda elección más importante del año en la región, luego de la del domingo 22 de noviembre en Argentina. Su relevancia radica en que, a pesar de no tratarse de una elección presidencial, el resultado tendrá un impacto directo hacia adentro y hacia afuera de Venezuela. En un contexto signado por la desinformación mediática, la violencia, la crisis económica, las largas colas, las amenazas de la oposición de no reconocer los resultados si les son adversos y de un chavismo que tendrá su mayor desafío desde que es gobierno, se elegirán los ediles para el lapso 2016- 2021.
A continuación unas viñetas explicativas (o que intentan serlo, al menos) de lo que se viene en las próximas horas.
- En la elección del domingo se pondrán 167 cargos en juego, es decir, se renovará la totalidad de los diputados de la Asamblea Nacional, órgano legislativo unicameral: 113 serán elegidos en forma personal (con nombre y apellido para decirlo en criollo), 51 por lista (por representación proporcional) y 3 curules corresponderán a los indígenas. Es decir, el sistema electoral venezolano combina la elección directa individual por diputado/a y por lista de partido. Asimismo, como viene sucediendo desde 2004, el voto electrónico es quien define las contiendas electorales. Hasta hoy, este sistema electoral es uno de los más elogiados por su simpleza y transparencia, a pesar de que la oposición venezolana ha denunciado fraude en varias ocasiones, pese a triunfar en el 2007 y haber arañado la victoria en 2010 y 2013, en donde el chavismo venció por menos de 2% en ambas jornadas.
- Al tratarse de un sistema electoral mixto puede darse la paradoja que exista un partido que tenga mayor cantidad de votos y otro que consiga la mayoría parlamentaria. La última elección legislativa, en las que el oficialismo obtuvo más de 102.960 sobre la oposición, la traducción en bancas parlamentarias fue de 98 a 65 a favor del chavismo. Eso se explica a partir de la existencia de una importante sobrerrepresentación de las zonas menos pobladas favorables al chavismo y de una subrepresentación de los distritos más populosos donde la oposición tiene la mayoría de sus votantes. Es decir, los circuitos electorales donde el chavismo suele obtener mayores porcentajes de votos poseen más diputados en relación al número de electores de las zonas urbanas y más pobladas (Zulia, Miranda, Carabobo), más propicias al antichavismo. De lo mencionado se desprende, insisto, que puede darse un resultado en que todos festejen: unos por ser los más votados, otros por tener mayor representación parlamentaria.
- Como toda elección venezolana, chavismo y antichavismo hacen jugar todo su potencial. El gobierno pone en marcha toda la maquinaria estatal, partidaria, de movimientos sociales y de calle. En ese sentido, y a pesar de ir por los 16 años de gobierno, el chavismo mantiene una base electoral fiel que pese al desgaste se mantiene inalterable al lado del gobierno. Luego de la muerte de Hugo Chávez acaecida en marzo de 2013, y de una transición política para nada exenta de problemas económicos y sociales, el oficialismo se encuentra ante la elección más difícil desde que es gobierno. Al tratarse de una votación legislativa, que en principio no involucra el mandato del presidente, el electorado puede enviar señales claras al gobierno en cuanto a su disconformidad por la marcha de la economía. Como dijimos hace mucho tiempo, el desabastecimiento, la guerra económica, las colas infinitas y las iniciativas golpistas de una parte de la oposición configuran un paisaje político cotidiano, del cual una buena parte del electorado conoce y le adjudica al propio gobierno también una responsabilidad a la hora de dar respuesta efectiva. A pesar de que el desabastecimiento ha sido frenado, quedan aún cuentas pendientes. Asimismo, la cultura del contrabando, que históricamente sólo se observó en las regiones fronterizas, hoy es común en todo el territorio nacional. La figura del «bachaquero», una forma de denominar a estos personajes, que mayoritariamente tienen relación con la política y emergen como “punteros” que resuelven y en un contexto de voto personalizado como hay el domingo cuentan con hándicap extra para sumar votos.
- Por su parte, la oposición pone en marcha sus armas políticas sostenida en su dominio mediático nacional, pero sobretodo internacional, y su capacidad de aglutinar el voto disconforme con el gobierno. A pesar de las divisiones internas, llega a esta elección envalentonada con las encuestas que la dan como favorita (siempre la dan antes de cada elección, pero en esta con guarismos exorbitantes) y con la intención de convertirse en mayoría en la Asamblea Nacional. El plafón mediático internacional le garantiza “cantar fraude” en caso que las urnas no les sean favorables, y de esa manera continuar con el proceso de deslegitimación política sobre el gobierno de Maduro, como viene sucediendo desde la llegada del ex canciller de Chávez a la presidencia.
- La democracia venezolana goza de una vitalidad sin par en la región. Luego de 19 contiendas electorales en 16 años de Revolución Bolivariana, se viene una nueva jornada en las que los dos modelos en pugna vuelven a medir fuerzas. Como viene sucediendo desde los últimos ocho años, una buena parte de la oposición ha jugado con mayor fuerza al juego electoral. Sus éxitos en este campo (al revés de sus fracasos en los fallidos golpes militares, guarimbas y lock out patronales del periodo 2001-2005 y de los últimos años) le permitió ganar escaños parlamentarios y un conjunto importantes de alcaldías y tres gobernaciones. Desde allí que resulta sumamente incorrecto caracterizar a Venezuela como una autoritarismo competitivo, una seudo democracia o una solapada dictadura, como suelen definirla livianamente políticos y académicos del continente. En los hechos, se trata del país que más ha celebrado procesos electorales en el mundo y su sistema electoral ha sido elogiado por importantes organizaciones, como la Fundación Carter, la Unión Interamericana de Organismos Electorales (Uniore), el Consejo de Expertos Electorales, Mercado Común del Sur entre las más importantes. A eso se suma los innumerables veedores internacionales que concurren a Venezuela cuando hay elecciones.
- A primera vista, daría la sensación que la oposición parte con ventaja, debido a que recogería el descontento de buena parte de la sociedad, sumado a que este clase de elecciones permiten un voto menos “fiel” que envía señales hacia el oficialismo y la oposición. Al no involucrar en forma directa el mandato de Maduro, algunos sectores chavistas se animaría a dar cuenta de cierto descontento con el actual rumbo del gobierno. Eso no significaría que pasen sin vueltas al campo opositor, pero si al de la abstención, que suele subir en estas disputas. La fracción crítica «Marea Socialista», que finalmente no pudo presentarse a la elección de este domingo, expresa este descontento con el gobierno madurista. Desde allí que el presidente haya llamado a votar por la Revolución y no traicionarla. Desde la oposición entienden que de ganar la elección del domingo estarían en condiciones de pedir un revocatorio de mandato (desde abril de 2016 se puede hacer) para hacer caer al primer presidente chavista por vía electoral.
- El domingo quedará definido el mapa electoral del país y el impacto del mismo será inminente en la región. Como apunta acertadamente Bruno Sgarzini, el chavismo sigue siendo el único espacio político, con sus más y sus menos, que hoy le puede dar estabilidad al sistema político venezolano, “Ahí está un poco el centro, cuando la confrontación se radicaliza el único factor estabilizador es el chavismo”. La oposición hoy se muestra incapaz de asegurar un orden estable en el país. Es decir, puede ganar elecciones menores, pero no ponerse al frente del Estado y dotar de gobernabilidad al sistema. Una variable central, y que poca relevancia se le adjudica a la hora de dar cuenta del proceso político en Venezuela.
A dos días de la elección legislativa más importante para el chavismo, en un contexto regional que complica aún más las posibilidades oficialistas, el país de Bolívar va hacia una nueva contienda electoral. Los acalorados cierres de campaña de ambos espacios políticos, el Gran Polo Patriótico y la MUD así lo atestiguan. Para la medianoche de nuestro país casi con seguridad estarán los resultados finales. ¿Habrá doble festejo?