La región está cambiando aceleradamente, y no se la debe enfrentar con categorías antiguas e ineficaces.
Las ciencias sociales buscan subsumir la multiplicidad de eventos en una serie limitada de categorías de un grado mayor de abstracción. Las categorías conceptuales funcionan como cajas contenedoras, en los que se dejan caer los “casos” en una u otra, según ciertas características que los asemejan entre sí o los diferencian de otros. La función de la teoría política es, o debería ser, definir y crear estas cajas con rigurosidad. Por supuesto, los conceptos implican un esfuerzo de estilización y reducción, y lo que se gana en generalidad se pierde en riqueza y densidad del detalle. La creación de mapas conceptuales conlleva la pérdida del territorio.
Sin embargo, sin creación de conceptos es casi imposible comparar, es decir, avanzar hacia un conocimiento de lo social más generalizable. De esta manera funciona también la ciencia política. Sin embargo, hay algunas cuestiones específicas a la historia de su acervo conceptual. A riesgo de simplificar excesivamente, puede decirse que la ciencia política latinoamericanista se ha caracterizado por un afán de mantener el número de “cajas” reducido, es decir, utilizar una cantidad pequeña de conceptos para explicar un número muy grande de casos.
Estos conceptos se han organizado, además, normativamente. Así, la ciencia política de y sobre la región ha tendido a organizar sus conceptos sobre un eje normativo binario, con una caja “buena” de un lado y una caja “mala” del otro. Los casos, debían ser clasificables de manera neta: o caían dentro de una caja o dentro de la otra. Durante las primeras tres cuartas partes del Siglo XX, la dicotomía conceptual de base era clara: la disciplina compartía, a grandes rasgos, la aceptación del par conceptual autoritarismo/democracia.
Hasta años recientes, al estudiar los procesos políticos en un país latinoamericano, la mente del analista en la gran mayoría de los casos ya tenía una pregunta prefigurada: “¿Es un caso de autoritarismo o un caso de democracia?”. A esta pregunta madre le seguían otras: “Si es un caso de autoritarismo, ¿cómo podría y cuán lejos está de volverse democrático?”; “¿de qué tipo de autoritarismo se trata?” o “¿cuáles son los actores potencialmente aliados de la democracia que existen?”.
No es que este binarismo conceptual fuera errado, ya que la oscilación entre democracia y autoritarismo fue el principal tema político de la región durante la primeras tres cuartas partes del siglo pasado. Nadie podría reprocharle a la ciencia política el comprometerse teórica y políticamente con el avance de la democracia en la región. Sin embargo, la cuestión se ha complicado desde la década del ‘80 hasta la fecha. Las naciones que atravesaron transiciones a la democracia han logrado, hasta ahora, escapar a las por entonces tan temidas reversiones al autoritarismo, y la región lleva en conjunto treinta años cumpliendo con los criterios mínimos (y en varios países, no tan mínimos) de una democracia aceptable: elecciones libres, libertad de asociación partidaria, alternancia en el poder, sociedad civil activa y libertad de prensa.
Como dice, entre otros, Manuel Alcántara Sáez, las democracias de la región pueden considerarse (en términos generales) incluidas dentro del concepto de “poliarquía”. En este escenario, el par autoritarismo/democracia ha dejado de ser el único, o el más útil, andamiaje conceptual con el cual comprender la realidad política regional. Es decir, es posible afirmar que los países de la región, con la excepción de Cuba y Honduras, son democracias en donde se realizan elecciones libres, en donde no existen amenazas inminentes de golpes de Estado y en donde las fuerzas de oposición pueden llegar al poder en un futuro mediante medios electorales.
Aun en el caso de Venezuela, las reformas constitucionales del chavismo han sido refrendadas en las urnas y las últimas elecciones fueron consideradas limpias por los observadores internacionales. Por supuesto, Venezuela se encuentra entrando en su propia transición al poschavismo, y los escenarios a futuro son múltiples. En Chile, Brasil, Uruguay, Bolivia, Colombia y también en la Argentina vemos procesos en los cuales la democracia no sólo demuestra resiliencia sino inclusive posiblidad de incluir a poblaciones antes excluidas del juego político.
Parece más útil, entonces, preguntarse qué tipo de democracia encontramos en tal o cual país y cómo podemos caracterizarla en términos de modelos institucionales, extensión de derechos y participación, que plantearse si es una democracia o un autoritarismo de viejo cuño. Esto no implica negar los problemas que aún tienen nuestros países, pero para solucionarlos no parece la mejor opción impugnar la totalidad de los regímenes con la bandera del autoritarismo. Además, las sociedades civiles de la región han demostrado un enorme compromiso democrático. Tampoco ayudan en este sentido las categorías de derecha e izquierda para comprender la realidad política de la región.
Hoy hay aún más dificultades que en el pasado para definir qué es izquierda o qué es derecha con rigurosidad. Steven Levitsky y Kenneth Roberts definen izquierda en “The Resurgence of the Latin American Left” como aquellos gobiernos que buscan reducir la desigualdad social. Esta definición que intenta ser vaga a propósito es, sin embargo, problemática ya que, por ejemplo, los gobiernos de la Concertación en Chile no podrían ser considerados de izquierda con esta categoría o el gobierno kirchnerista debería ser considerado el más de izquierda del continente, algo con lo que seguramente la mayoría de los analistas no coincidirían. En los derechos sociales, por dar otro ejemplo, gobiernos considerados de derecha tomaron medidas de la agenda del progresismo histórico, como el caso de Carlos Menem, que combinó una agenda liberal en lo económico con la sanción de la ley de Cupo Femenino y la inscripción de los derechos de los pueblos originarios en la Constitución.
En síntesis, cualquier intento de calificar a todos los gobiernos de la región como de izquierda o de derecha culmina en una multiplicación de tipos híbridos y subtipos que, más que aclarar, complican. Un par que resulta, a mi juicio, es el de tecnocrático/populista. El uso de estas categorías tiene una dificultad: que apuntan a dimensiones relacionadas con el tipo de liderazgo, el tipo de coalición política de apoyo y el tipo de relación entre política y políticas públicas más que a cuestiones que tienen que ver con el contenido de las políticas en sí.
Sin embargo, es más fácil comprender a la Concertación chilena desde su concepción tecnocrática de la gobernabilidad que como un puro gobierno de izquierda, así como queda claro que el gobierno de Alvaro Uribe en Colombia resultó más similiar, por su estilo de construcción de poder, al chavismo que a Sebastián Piñera. Por supuesto, no es la idea el reemplazar un binarismo por otro y la pregunta por el carácter populista o tenocrático de las fuerzas políticas no agota la totalidad de los fenómenos. La realidad latinoamericana está cambiando aceleradamente, y no resulta adecuado enfrentarla con categorías que se crearon en otro lugar y para otro momento histórico. De no ampliar el baúl de conceptos teóricos, se corre el riesgo de quedar hablando un lenguaje cada vez más para pocos.
(Nota publicada en El Estadista)
creo que los conceptos de izquierda-derecha siguen siendo utiles,porque,ademas de despertar una ubicacion y actitud emocional en cada persona,lo que lo lleva a una identificacion politica y clasista,no solo tienen connotacion de inclusion social,o economica,sino tambien cultural y hasta filosofica.
Bajar el coeficiente de Gini es de izquierda.
«las últimas elecciones fueron consideradas limpias por los observadores internacionales. » o sea los de la unasur, capitaneado por chacho, quien las declaró limpias cuando todavía estaba acá
No: también por el ex presidente de EEUU, James Carter, quien conduce desde hace rato una fundación que se ocupa de monitorear los sistemas electorales del mundo y siempre ha dicho que el de Venezuela es el mejor de todos ellos.
donde se informa HG?
María, creo entender que tu post es una respuesta a una especie de consenso, un intento de polemizar para abrir un debate e incorporar categorías que describan mejor las diversas realidades que instrumentos cosificados que no suelen pasar de ser armas arrojadizas entre diversas posiciones políticas.
En ese sentido, me parece útil, sugestivo y renovador.
Pero debo confesarte que no creo muy fértil el tipo de conceptos que proponés para dar cuenta de la dinámica social en los distintos países, en profundidad. Creo que el enfoque más adecuado sería comprender la dinámica específica de tensiones de clase, en cada país, y el grado de organización que los andamiajes de representación de las clases tienen a efecto de disputar por distintos aspectos del poder, siendo la disputa por el control del Estado quizá el central, pero no el único.
Creo que el concepto «lucha de clases» sigue siendo la matriz más fecunda para comprender lo social, en lugar de hablar de «sociedades», que son complejas y ajenas a toda homogeneidad interesante que pudiera encontrarse para caracterizarlas.
Muy buen texto, como siempre; invita a pensar y discutir, gracias.
No recuerdo si era Aristóteles el que decía que había «más cosas que palabras»… o tal vez fue Platón, o Georgios Samaras (el 9 del Celtic). Está interesante el texto, e invita a pensar, como dice el chamigo Donnantuoni. Lo de «tecnocrático» vs «populista» se me ocurre que guarda cierta relación en la economía. Recuerdo que el gabinete del gobierno de la Alianza estaba integrado por seis economistas: Machinea, JJ Llach, López Murphy, Rodríguez Giavarini, Colombo… y terminaron llamando a otro economista, el «salvador» Mingo Cavallo.
Abrazo!
hay termimos que encierran conceptos utiles para mejorar nuestra calidad de vida social,que es la base o el sintoma de todos los demas aspectos,pienso.Invito a considerar no solo la antinomia civilizacion-barbarie
(actualizandola,claro esta)sino las que integran el codigo psicoanalitico,como son los mecanismos de defensa aplicados a nosotros como colectivo humano,como division,esquizofrenia,paranoia,omnipotencia,negacion,proyeccion,entre otros.
El par conceptual tecnocrático / populista provee una perspectiva útil para analizar el gobierno argentino actual. María advierte sobre los problemas de enfocar “el tipo de relación entre política y políticas públicas más que a cuestiones que tienen que ver con el contenido de las políticas en sí,” pero a mí me parece que es precisamente la posibilidad de que el contenido se desvirtúe por falta de rigor técnico lo que hace que el tema adquiera interés más que académico.
Desde ya, las palabras “tecnócrata” y “populista” tienen un contenido peyorativo que puede desviar la atención, pero supongamos, al menos para enfocar esta discusión, que ni los tecnócratas subestiman la voluntad popular ni los populistas son unos cínicos que pretenden manipular a la gente apelando a sus emociones.
Una cosa que descubrimos a medida que nos vamos poniendo viejos es que grandes males que en nuestra juventud atribuíamos a conspiraciones de alcance cósmico se deben más bien a simple ignorancia e incompetencia. Yo también creo, como dice A. Donnantuoni, que el concepto de lucha de clases proporciona una perspectiva indispensable para entender la historia. El problema es la escala temporal. En tiempos “geológicos”, todo se entiende en términos de lucha de clases. Pero en tiempos “humanos”, la simplificación no alcanza. No podemos subestimar el poder de las ideas, como diría Keynes. Por ejemplo, las políticas de austeridad que se llevan a cabo actualmente en Europa a mi juicio se explican mejor por simple incapacidad intelectual de las elites europeas, que aplican la medicina medieval de desangrar al paciente, que por la imposición de una clase social.
Volviendo a la Argentina, creo que es útil mirar algunas políticas del gobierno, como por ejemplo en energía y transporte, desde el eje tecnócrata-populista. Para los desaforados que comentan en La Nación o Clarín, todo se explica desde la corrupción infinita de De Vido et al., pero a mí me parece que ha habido una gran incompetencia técnica, desde el tren bala hasta los subsidios mal aplicados, que ha tenido consecuencias “macro” importantes y ha desvirtuado la intencionalidad política del gobierno. ¿Cómo se tomaron las sucesivas decisiones en estas materias? ¿Con qué cuadros técnicos contaba el gobierno? Tereschuk comenta en Mide/No Mide que en la apertura del congreso el año pasado Cristina ni comentó la posible nacionalización de YPF. Debe haber algún límite a la efectividad de un gobierno que gobierna de esta manera… En un comentario anterior yo indiqué que me parecía que la imagen presidencial se manejaba de una manera poco profesional, y no faltó quien criticara mis remilgos pequeñoburgueses. Creo que tenemos que prestar más atención a la técnica aburrida y menos a la épica gloriosa.
A mí me gusta compararnos con España e Italia, porque representan modelo “aspiracional” dado nuestro ADN sociológico. El otro día Luis Garicano, del blog “Nada es Gratis”, editorilizaba contra la falta de nivel técnico, que lleva a que muchas leyes bien intencionadas mueran en los tribunales, y pedía una burocracia profesionalizada y estable a los vaivenes políticos, que sólo deberían afectar a los niveles más altos de los ministerios. Quizá un consejo que se aplique a la Argentina. De hecho, un aspecto atractivo y novedoso del fenómeno La Cámpora es una cierta preocupación por la formación de cuadros técnicos. Necesitamos muchos más.
Está muy bien ese comentario! Leo a muchos izquierdistas reducir la cuestión de Once a la moral de los funcionarios o al slogan «la corrupción mata» o etc. Roberto Gargarella tiende a repetir discursos del tipo los cadáveres estaban tibios y la presidenta no pidió perdón y bla bla bla.
Es una obviedad que la corrupción tiene incidencia, y hay que controlar la plata de los subsidios y etc., pero deben existir déficit técnicos en el tema de los ferrocarriles.
O para decirlo mejor, soluciones «científico-técnicas».
Muy bien lo dicho.
la insuficiencia que se observa en los cuadros tecnicos que manejan las cuestiones gubernamentales,es relativa.No puedo medir bien que pasa en aerolineas y en la empresa nacional de petroleo.Pareciera que son dirigidas con eficacia.El problema de los ferrocarriles es muy amplio y se esta encarando primero en el sector de cargas.En cuanto a la administracion economica,un proyecto que apunta a un equilibrio entre las ganacias empresariales y las mejoras sociales y salariales requiere tecnicos que mas bien subordinen la economia a la politica,gambeteando las situaciones.Hay que tener siempre presente que no es un gobierno socialista,ni marxista,y la veta peronista segun la cual lo emocional y hasta visceral predomina sobre lo intelectual no puede ser nunca tecnocrativa,sino mas bien populista,sin que esta caracteristica aparezca como ofensiva.
Tambien se percibe una mayor eficacia en la recaudación impositiva.
QUé significa que una categoría es eficaz?. Por ejemplo, populismo ha sido edicaz para descalificar a los movimientos populares, en especial al peronismo, mostrarlos incivilizados, bárbaros, despreciativo de las normas republicanas. La cuestión es que cuanto más edicaz resulta menos valor tiene como categoría. Me parece que este debate tiene más que ver con la formalización e instauración de la ciencia política que con la real dinámica de las fuerzas sociales y políticas.
eficaz:aplicable y exitosa.
claro que todo depende de los objetivos que se hayan aceptado previamente.
Maria, no tengo nada que objetar a la necesidad de establecer ciertas clasificaciones para poder estudiar los fenómenos que viven los países de la región. Pero me surgen muchos interrogantes a lo que propones, por ejemplo: ¿Porque no se tiene en cuenta para hablar de democracia el grado de colonización del estado por parte de los factores económicos prevalecientes en el país?o ¿ Porque no se tiene en cuenta la fuerte presencia de los EEUU en la política interna de nuestros países?Por ejemplo ¿tiene algo que ver con la democracia en colombia su relación política, diplomática y militar con los EEUU? Creo que si no vamos a los contenidos de las politicas es muy dificil hablar de democracia.¿Paraguay, está en la lista junto a honduras y Cuba? No nos olvidemos que Stroessner también hacía elecciones.
Rodolfo
es que se buscaban conceptos,no factores.Estos son importantes,pero entonces habria que hablar de economicismo,de imperialismo,de penetracion cultural o militar,por ejemplo.
Se nos ha ido Hugo Chávez un grande de la historia de la Patria Grande.
¡¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!
Mi recuerdo y respeto a un gigante, hijo de la tierra y hermano de los que siempre sufren. Hugo Chávez, no vamos a olvidar tu gran esfuerzo por mejorar el mundo un poco.
Ante la ensalada ¨niu eiy¨ imperante. Ante lo mucho que se ensalza a los pueblos nativos y lo poco que se profundiza respecto a América Nativa, como jóven otoñal de 62 de la generación de Néstor, flautero de Contraluz en los tiempos que nuestro rock nativo gateaba, practicante de yoga desde niño, habitante de la comarca andina del paralelo 42 de 1975, amante del Agua y de la geografía, los invito a observar por un momento desde esta estrecha perspectiva que me toca, aquello que veo nadie señala respecto a estos tiempos que transitamos. En vuestro eco conoceré si resulta significativo: http://historiadeamorahora.blogspot.com
muy bueno e interesante,gracias