La renovación de autoridades nacionales en la CGT se ha convertido en uno de los acontecimientos políticos del año. La fuerte apuesta del Gobierno Nacional, consistente en bloquear una nueva reelección de Hugo Moyano, ha convertido esta pulseada en algo más que una puja entre dirigentes: podemos afirmar que se trata, hasta cierto punto, de una pugna por el modelo de sindicalismo que ha de imperar en los próximos años.
Lo que cambia.
Si Hugo Moyano finalmente no es reelecto, puede postularse una suerte de clausura sobre el proceso de reconversión de los sindicatos en sustento de la actividad política de sus dirigentes, un fenómeno que tiene en la Argentina precedentes muy significativos. Haciendo un ejercicio de memoria, no fue distinta la intención de los líderes gremiales que, en el momento fundacional del peronismo, fundaron el Partido Laborista como una expresión autónoma de la clase trabajadora. Ya en los años sesenta, la apuesta de Vandor en torno al control del peronismo local, con independencia del mandato de Perón, se reflejó igualmente en la constitución de un justicialismo a su imagen y medida. Finalmente, a la muerte del anciano caudillo, y tras desplazar a José López Rega, el sindicalismo peronista, con Lorenzo Miguel a la cabeza, inició una etapa de predominio político en el seno de la coalición de gobierno de Isabel Perón.
Todas estas experiencias quedaron, sin embargo, signadas por el fracaso. Pese a que el peronismo se reconocía entonces como un movimiento político diferenciado de los partidos tradicionales, e identificaba al sindicalismo con una de sus ramas, la “columna vertebral” nunca pudo hacer valer sus derechos si estos no coincidían con los intereses de Perón. Desaparecido su máximo líder, el sindicalismo no supo trascender la lógica corporativa basada en el poder de veto que había desarrollado en la oposición, y su efímero paso por el gobierno implicó un traslado de todos sus conflictos internos al seno de la gestión. Tras un rotundo fracaso, visible dos meses antes del golpe de 1976, los dirigentes sindicales se resignaron a replantear el juego de presiones que conocían.
Con el retorno de la democracia, y tras la derrota histórica del peronismo en elecciones abiertas, el sindicalismo enfrentó dos oposiciones que, aún en sus diferencias, coincidían en el deseo de desplazarlo de la arena política. Por un lado, el gobierno de Alfonsín, con la iniciativa delineada por Antonio Mucci, intentó modificar las relaciones de fuerza al interior de los sindicatos. La derrota del proyecto de Mucci en el Senado fue el primer gran revés sufrido por el radicalismo en el gobierno.
Pero los sindicalistas no tuvieron la misma suerte al enfrentar otro tipo de oposición. Apenas conocido el veredicto de las urnas, varios dirigentes políticos lanzaron diversas corrientes políticas que pronto adoptaron un nombre: la Renovación Peronista. Su programa se resumía en un conjunto breve de aspiraciones. El partido, arguyeron, debía tener primacía sobre el incierto “movimiento”. Los dirigentes políticos debían primar en la elección de candidatos por sobre los sindicalistas. El que otrora había sido uno de los movimientos políticos de mayor identificación clasista de América Latina debía, señalaban los renovadores, acomodarse a una situación en que emergían electorados de clase media y baja sin relación ni experiencia directa de fábrica. Finalmente, el peronismo debía iniciar un proceso de aggiornamiento a la nueva cultura política argentina, que volvía la democracia un valor sustantivo. La importancia adjudicada a las “formas”, tradicionalmente relegadas en el discurso peronista, tenía un sentido preciso: en ausencia de líderes indiscutibles, la nueva conducción, se afirmaba, debía ser refrendada por el voto directo de los afiliados.
Eventualmente, la Renovación triunfó. De los cuatro candidatos que disputaron las internas de 1988, ninguno provenía del campo sindical. La desindicalización del movimiento, su reconversión en partido, y más en general, el cambio en la composición de sus dirigentes y en las listas de candidatos fueron, como acertadamente ha señalado Ricardo Gutiérrez, el paso previo para el cambio doctrinario que sobrevendría en los años noventa, y que encontraría a los sindicatos desplazados y a la defensiva.
Es esta matriz de reclutamiento y selección de dirigentes la que impugna Hugo Moyano. En un contexto signado por la recuperación del empleo y de los niveles de agremiación, en un momento en que, como bien marca Sebastián Etchemendy, son los trabajadores formales bajo convenio con salarios superiores a la media los que lideran la disputa distributiva, recuperando posiciones a partir de la restauración de las negociaciones colectivas, el camionero ha creído oportuno replantear el legado de la Renovación. Pero ese planteo es problemático. Las bases electorales propias del sindicalismo son dudosas, por lo que su participación en las listas ha dependido, hasta ahora, de la buena disposición del FPV. Es sintomático que Moyano encuentre lícito cuestionar las posiciones obtenidas en el último cierre de listas, pero no lance una iniciativa electoral propia. Sabe que no puede hacerlo.
Por otra parte, con un empleo informal que camina entre el 35 y el 40%, sus bases en términos de agremiación son aún endebles.
Lo que no cambia.
En los últimos meses, el gobierno ha tratado de instalar que, en la nueva etapa, los planteos salariales deben ser “moderados” y “responsables”. Es decir, que deben guiarse por criterios diferentes a la recomposición del salario real según los márgenes de inflación. Para la dirigencia sindical, vieja o nueva, aceptar esto sería suicida. Sus bases de legitimidad, como demostraron las recientes elecciones en Comercio y Alimentación, no son muy anchas: en casi todos los sindicatos crecen oposiciones de diverso signo que cuentan con respaldos cada vez mayores entre los afiliados. No resulta fácil creer que una nueva dirección cegetista vaya a comprender los problemas del gobierno en el frente empresario.
Más importante aún: el sindicalismo, liberado de la lealtad que debía a la conducción en tanto componente del Partido Justicialista, se ha desarrollado libremente en estos años, tanto en sus reclamos corporativos como en su actuación política. Las distintas apuestas políticas de sus integrantes, si bien no impiden posteriores acercamientos, demuestran claramente que no existe, como sucedió en otros tiempos, una situación de subordinación política al gobierno que, objetiva o subjetivamente, pueda impeler a sus dirigentes a adecuarse a los tiempos políticos del gobierno.
Finalmente, incluso si suspendemos el juicio sobre la cuestión salarial, existen varias aristas conflictivas en la relación entre el gobierno y cualquier dirigencia sindical. La disputa por los fondos de las Obras Sociales, el cobro del impuesto a las ganancias, los límites impuestos al salario familiar para cargos por encima de cierto nivel de remuneraciones, continuarán actuando como motivo de reclamo en cualquier contexto. Porque, en definitiva, el sindicalismo puede renunciar a la voluntad moyanista de actuación en primera persona. Puede, incluso, renunciar a Moyano. Pero no puede renunciar a su matriz de reivindicaciones.
Ezequiel Meler,
Profesor de Historia (UBA).
http://ezequielmeler.wordpress.com/
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Está bien planteado el texto. Con la CGT está lo político y lo gremial. Con lo gremial podemos acordar, ellos tienen reclamos, son reclamos lógicos, se irá viendo. Con lo político, hay que decir que pretensión de Moyano de ponerle el vice a Cristina era un tanto, cómo decirlo, «invasiva».
La trampa de Moyano es que disfraza su diferendo político con Cristina presentándolo como una cuestión puramente reivindicatoria o gremial. Los problemas comenzaron con lugares en las listas. Después nos dijo que, por no darle lugares atractivos, éramos menemistas, atacábamos el salario, soy peronista de Perón y qué sé yo. Te corre el arco: empieza pidiendo desde lo político y termina reclamando desde lo sindical. En términos leninistas es un retroceso ideológico claro: hay que ir de lo sindical a lo político y él hace exactamente al revés.
Gane quien gane en las elecciones de la CGT, ninguno va a ser aliado del gobierno porque saben que no habrá regalitos en las listas. Entonces, «agenda compartida», mínimo no imponible. Después habría que escribir un post reseñando el triste fin de una experiencia que pintaba interesante: la vuelta de una CGT «politizada». Mi opinión es que Moyano tuvo cierta oportunidad de avanzar en ese plano. Tiró todo por la ventana. Una pena.
enfocado desde el marxismo,la relacion conflictiva de la CGT con el peronismo muestra a las claras que no es un gobierno de izquierda neta.Pero lo mantiene el hecho de que el sindicalismo,precisamente,no es marxista.
Es verdad lo que dice oca, en lugar de avanzar Moyano retrocede.Pone el tema político como meta del actuál sindicalismo y luego se contradice en dos cosas fundamentales.!) ataca a un gobierno claramente progresista y pro-redistribución. Y 2) no se hace cargo de los pobres, de las minorias, de los temas latinoamericanos,de la ley de medios , etc.Habla de una agenda propia del movimiento obrero y lanza una agenda corporativa(minimo no imponible, obras sociales y salarios familiares de los que mas ganan)¿ De que agenda de gobierno está hablando? tendría que leer el programa de Huerta Grande que el mismo reivindicó en el documento de Mar del Plata.
Del otro lado hay mas de lo mismo( los gordos, los ex moyanistas y Luis Barrionuevo)el gobierno no tiene mas opción que elegir la corporacion corrupta que menos lo dañe.Y algunos gremios muy respetables por sus posiciones políticas como SADOP. Farmacia, Molineros,etc, no tienen mas remedio que hacer lo mismo.La CTA que se presentaba como alternativa no alcanzó la etatura necesaria y se derrumbó.
Pro -distributivo? que paguen impuesto a las ganancias 350 mil laburantes más este año por un mísero 5 lucas es distributivo cuando no se les toca un pelo a los bancos y la renta financiera? andaaaaa
De acuerdo con el claro análisis que hace oca. Es una lástima que en su miopía Moyano no haya sido capaz de mirar un poco mas allá.
Creo que era Carlos Marx quien en un momento de exasperación planteaba que (cito de memoria), «de las trade unions no puede esperarse otra cosa que tradeunionismo».
Siento mucho respeto por este blog. El texto es un planteo que reconoce antecedentes históricos muy claros. Hoy hay un escenario de ruptura indisimulable, a mi humilde entender basado en diferencias personales alentadas por entornos que obtienen beneficios a partir del debilitamiento del gobierno y del movimiento sindical.El sindicalismo sufrió un gran deterioro en imagen durante la década del ´90. La pérdida de identificación intersubjetiva afectó principalmente al campo sindical, que fracasó en conformar un bloque opositor unificado y consistente que pudiera trabar las políticas del gobierno. Para entender los motivos de este fracaso es necesario tener en cuenta, en primer lugar, los cambios estructurales producidos por la implementación de las políticas neoliberales. Particularmente, debemos destacar el derrumbe del poder adquisitivo de los trabajadores y el incremento espectacular (mal definiendum para tamaño drama) del desempleo. Este último elemento no sólo disminuyó el número de afiliados sindicales, sino que contribuyó a generar un efecto paralizante, debido a que hacía muy difícil a los sectores laborales, amenazados por el despido, movilizarse y organizarse, en una coyuntura donde miles de compañeros (el “ejército industrial de reserva”, a decir de Marx), los podían reemplazar rápidamente. Sigo en otra entrada
mucha perorata para decir que el gruse de la CGT se entrégo ( y entregó las conquistas de años de lucha y sangre) al peronismo menemista por que era peronista. más claro echale agua
El movimiento obrero que se había estructurado en torno al MTA hizo mucho para que el neoliberalismo comenzara su «entierro» en los finales de los 90, no estuvieron solos, fueron acompañados por sectores de la producción, pequeños y medianas empresas que estaban en profunda crisis, también acompañaban intelectuales que percibian que la Argentina se estaba derrumbando en lo social, económico, político, que el grupo gobernante o los restos de lo que se llamó La Alianza había tocado fondo, se vislumbraba vacio de poder. Pasaron casi diez años, la sociedad Argentina cambió, los indices de desocupación se redujeron, hubo politicas públicas de inclusión social, la participación de los trabajadores en el PBI se incrementó en forma sustancial, los jóvenes se incorporan a la militancia política, de a poco crece la conciencia critica en los ciudadanos,con la nueva ley de medios aparecen otras voces que debilitan los argumentos de los medios concentrados, permitiendo que la puja distributiva sea un poco mas equitativa. Por lo expresado me permito vislumbrar que el movimiento obrero en cualquiera de sus expresiones va a seguir siendo un actor importante en los tiempos que vienen, no importa en que vereda se situen. No olvidemos tampoco que en diez años hubo cambios en las formas de organizar el trabajo y cambios tecnologicos que inciden en la productividad de la procesos industriales, esto sin duda modifica fuertemente las relaciones sociales, se van requerir nuevos lideres sociales que tengan una lectura acertada de la realidad que se está conformando y poder conducirlas.
Por otro lado, cabe destacar la función disciplinadora que ejercieron las políticas neoliberales implementadas por el gobierno. En este sentido, podemos mencionar la nueva Ley de Empleo “flexible”, que legalizó los contratos temporales (contratos basura), a domicilio y a tiempo parcial y disminuyó los costos por despidos, los cambios en el régimen previsional y las modificaciones a la Ley de Convenios Colectivos, que descentralizó la negociación a nivel de empresa y condicionó los aumentos salariales al incremento de la productividad, para hacerla consistente con la flexibilidad productiva requerida por el ajuste.El otro mecanismo que contribuyó a despolitizar la acción sindical fue la profundización de sus divisiones internas. Un papel importante, en este sentido, ejerció el gobierno a través de sus operadores, que se apoyaron en el control del PJ para manipular y reducir a la CGT mayoritaria, provocando divisiones internas e incentivando la dispersión en sus estructuras. Al mismo tiempo, en relación a los grupos de confrontación, no dudó en responder a las primeras protestas enviando a los actores en juego, señales inequívocas de su disposición a no negociar bajo presión de utilizar medidas de fuerza. Sigo en otra entrada
Con pocas afiliaciones, producto del incremento del desempleo y del cuentapropismo creciente, pero también de la crisis de la izquierda y la actitud pasiva e individualista de algunos sectores de base, principalmente jóvenes, muchos de los cuales se refugiaron en la cultura del consumo y los beneficios materiales, y sin el respaldo de las instituciones laborales, muchos de cuyos dirigentes fueron cooptados (como Cavallieri, Daer, Triaca, etc.), contaban con poca legitimidad social, o directamente no fueron reconocidos por el gobierno como interlocutores válidos, el sindicalismo, que tradicionalmente había expresado los reclamos de los sectores trabajadores, siendo la columna vertebral del movimiento peronista, experimentó una profunda crisis que se manifestó en un notorio declive de su poder político.Como prueba de ello, debe tenerse en cuenta que durante el peronismo, el sindicalismo aportaba los fondos para las campañas electorales, las listas de candidatos se armaban en las sedes gremiales y las redes de dirigentes y militantes obreros movilizaban a los trabajadores a la hora de votar. Además, en 1974 este sector manejaba el Ministerio de Trabajo y 8 vicegobernaciones y tenía 40 diputados en el Congreso, además de una fuerte influencia en los aparatos partidarios. En 1983, todavía había 35 diputados de origen gremial, diez años más tarde, eran sólo 10. En esas circunstancias de fuerte fragmentación y debilitamiento político fueron crecientes las dificultades para coordinar alternativas antagónicas al orden vigente. Sigue en última entrada.
Hoy claramente, frente a un escenario de ruptura, la pregunta es si el sindicalismo será capaz de construir un «Partido Laborista», lo cual parece difícil dadas las actuales circunstancias. Un alto grado de trabajo informal, cercano al 40 %, pérdida de poder dentro de la estructura del Partido Justicialista, falta de renovación de cuadros sindicales jóvenes, que entiendan la importancia de la inserción territorial, actividad política que se aprende desde edades tempranas, avizoran un horizonte muy poco probable de construir una herramienta política dentro del Movimiento Nacional. Tampoco podemos soslayar el rechazo clasista que surge de las capas medias de los grandes centros urbanos, sobre los líderes sindicales. Finalizo mi humilde aporte y visión. Saludos y gracias por el convite, no podía rechazarlo, es un tema que me apasiona.
Guillermo, con lecturas como esta que vos acabás de hacer en tus cuatro entradas es poco probable que surja un sindicalismo interesante en éste país. ¿Espero la 5ta entrada dedicada a la burocratización de la cúpula sindical peronista o mejor me voy a dormir?
Así que el rechazo de las clases medias urbanas se entiende desde un punto de vista «clasista», mirá vos…
lo que escribe Guillermo me resulta enriquecedor.El individualismo consumista y el disciplinamiento social son muy reales y ciertos.Hoy pesa mas el excluido que el»proletario»:de ahi la desactualizacion del marxismo clasico.Pero estamos analizando la relacion gobierno-sindicatos,no la relacion sindicatos-clases medias urbanas.En tal caso podriamos ver una oposicion de los dirigentes sindicales y de un sector de la clase media urbana convergente,aunque de origen distinto.
Para mi el gobierno intenta consolidar su posición por encima de los demás agentes o actores sociales, ejerciendo un rol de conductor con un intento de disciplinamiento o persuasión, por llamarlo de alguna manera, hacia estos. Y el sindicalismo caería dentro de esta lógica.
Acá un comentario sobre el momento presente del peronismo, el kirchnerismo y la clase obrera.
saludos
FR
http://elviolentooficio.blogspot.com.ar/2012/05/crisis-lucha-de-clases-y-kirchnerismo-o.html
Oca:
Efectivamente, Moyano mezcla dos lógicas. El sentido de la jugada reside en afirmar que sólo un sindicalista de cierto tipo puede entender la puja gremial. El peligro, entre otras cosas, es que le pase esto: le congelan la respuesta por el reclamo gremial hasta que sus pares lo desplacen de la puja política.
También es cierto que, contario a lo que habitualmente se afirma, el sindicalismo ha retornado de sus cenizas de un modo bastante novedoso, con mucha libertad de agenda y margen de acción. Esto vale para la CGT como para la CTA. Y, en la etapa que viene, hay algo de lo que afirma Silenoz: la necesidad de subordinar actores sociales para sentarse ante los empresarios con una ventaja comienza por el sector más dinámico de la lucha salarial desde 2004-2005: los trabajadores formales bajo convenio.
Rodolfo:
El sindicalismo de Huerta Grande era, más allá de la correspondiente genealogía, uno que podía hablar por el grueso de los trabajadores de la Argentina. No estoy tan seguro de que Moyano -o cualquiera que dirija la CGT- pueda hacer lo mismo. Por la simple razón de que se trata de una representación propia de un mercado de trabajo altamente segmentado, algo que era desconocido en la Argentina de los años 50 y 60. La agenda del MOO representado en la CGT HOY es la que enumera Moyano: no hay otra, y el gobierno se va a sorprender notablemente si espera que la conflictividad baje con la nueva conducción. Por otra parte, en un momento en que además hay mucho ruido por el lado del gasto fiscal, la puja redistributiva debe ser controlada. Este es un año de preocupación por el frente fiscal, por la inversión, la productividad, los precios y el tipo de cambio. No es sorprendente que el conflicto explote ahora.
Político Aficionado:
Yo creía recordar que era Lenin en el Qué hacer, pero no me sorprendería descubrir que era Marx. En cualquier caso, la frase refleja un punto de vista pesimista sobre las posibilidades del actor sindical de salir de la lógica reivindicativa salarios – condiciones de trabajo, y en ese sentido me parece sumamente acertada. Pero insisto: acá hay más que una disputa personal, aunque eso parezca ser antes que nada. O por lo menos, así lo veo yo.
Guillermo:
Tengo poco que agregar a tus dos primeras entradas, que describen de manera acertadísima los efectos de las reformas neoconservadoras en la Argentina. En la tercera hay muchos elementos, pero me quedo con uno: la constante pérdida de presencia política por parte del movimiento obrero organizado en el seno del peronismo, que como señalás coexiste con niveles crecientes de desempleo, informalidad y cuentapropismo (que no es otra cosa que el resultado del efecto desaliento generado por las políticas públicas respecto a sectores de mediana edad a partir de finales de los setenta). Incluso se podría plantear -se ha dicho, y mucho- que el desplazamiento político de la CGT en los años 80 como parte central del justicialismo fue una condición necesaria de la neoliberalización de los 90. Tu última entrada tira los cuatro ejes: falta de inserción en el territorio, falta de renovación de la militancia, informalidad y desplazamiento dentro del PJ. En esas condiciones, la apuesta a una estructura sindical que opere como base de alternativas políticas es endeble. Yo agrego otro dato: a lo sumo, en la Argentina de hoy, el sindicalismo peronista sería una fuerza regional. Fuerte en el área metropolitana y el GBA, débil fuera de esa zona. Y compitiendo en ella con intendentes que lo miran con poco cariño, incluso aquellos que, como el Barba, vienen de sus filas.
Saludos.
El sindicalismo en sí , si no está anudado a una estrategia revolucionaria, es una expresión pequeño-burguesa, por que si es corporativa. Esa es la concepción marxista ,no se maten parafraseando muchachos, zapateros a sus zapatos
Igual, Elvis, no tiene mucha importancia: hablar en marxista es como hablar latín. En términos prácticos, no sirve demasiado.
Insisto con algo que ya dije alguna otra vez: El 54% de octubre no es un número a la marchanta ni sacado de una galera. Es la expresión numérica de un grado de conexión DIRECTA entre la Presidenta y su pueblo. Una presidenta que ha elegido, en función de los resultados, comunicarse con su pueblo SIN INTERMEDIARIOS. Sin corporaciones encargadas de «traducir» lo que dice o hace, sean corporaciones mediáticas o corporaciones sindicales.
Pasar de 12 a 17 millones de trabajadores le dan el crédito necesario para hacerlo. Esos 5 millones de laburantes incorporados al agregado de valor y al consumo son chapa suficiente para convocarlos sin la intermediación de la corporación sindical. El primer valor del laburo es TENERLO, no el pichuleo de algún puntito más por la «inflación supermercado». Tener laburo es el gran valor. Lo demás, es accesorio y conversable. Y esos 5 millones extra, queda claro que se lo deben a la política y no al sindicalismo.
Si de ésto se hace una correcta lectura, la gerontocracia cegetista deberá asimilar su desplazamiento de la otrora «columna vertebral» a un papel mucho más modesto, como el expresado en el armado de listas para octubre. Deberán leer cuidadosamente lo que significa ese 54% para ellos. Que no es más ni menos que aceptar que hay un «per saltum» entre la Presidenta y los argentinos, y que su rol de interlocutor ineludible de los trabajadores ya no es lo que era.
Como comunicarse se comunicará, pero conducir un pais de 40 millones de tipos sin intermediarios parece medio difícil. Hasta Cafulcurá operaba con delegados y aliados.
Perón, no.
Acá me meto con el mito: ¿estamos seguros de que Perón es un modelo válido en lo referente a tratar cuestiones como la sucesión? ¿Es un modelo razonable no tener un partido estructurado, autónomo, dirigido por hombres con peso propio y marcado por conductas democráticas? ¿Es razonable suponer que puede subordinarse al sindicalismo en un contexto de estancamiento creciente, y que eso va a tener un efecto positivo sobre la eventual conflictividad social? Porque, si mal no recuerdo, si hay un tema que Perón resolvió mal, ese es la sucesión. Y ello afectó a todo el «proyecto» en aquel entonces
Iba a contestar a Eduardo con una chicana: ¿Cual Perón, el de Sebreli?
Me detengo, uy, no, ya lo hice. Sigo abajo en la respuesta a Ezequiel.
guido: ¿Perón se comunicaba con los trabajadores a través de Espejo? Bueno, éso.
Zequi: Hablé de comunicación, no de sucesión. No sé a qué viene.
Mi punto:
Si pensamos la conducción como un fenómeno sin mediaciones donde la legitimidad es sólo de la cúspide y nadie está habilitado para construir poder propio, eso te deja una estructura muy pobre para el momento en que ya no contás con el liderazgo original.
Eduardo el punto es que si te quedás con Perón hablando en la plaza y la gente escuchando no ves unas cuantas cosas. Por ejemplo cómo, con quien o quienes, llegó la gente a la plaza. Está encuadrada? de qué manera? cómo se expresa esa pertenencia fuera de la plaza escuchando al líder? si está encuadrada en un gremio cómo se organiza este gremio? cómo se eligen los delegados?porqué la gente va a la plaza? cómo deciden ir (o no)? qué recursos movilizan? qué toman y qué no del discurso? qué escuchan y que les chupa un huevo? qué festejan, de qué se ríen?qué les rompe los huevos?a quién el exigen el asfalto que prometió perón en el discurso?a quién el aumento?como arman la movida con el alambre de púas en bolsillo? contra quién y como? organizados cómo?quién va ser concejal?qué tiene para aportar al municipio?cómo se lo elije?cómo se lo controla? y un larguísimo etcétera.
No existe, creo yo, la posibilidad de una gubernamentalidad de una sociedad compleja sin mediaciones. El discurso del líder es, en todo caso, un ritual, pero la vida transcurre en el ámbito de lo profano y después de comulgar uno se va, a seguir pecando.
Ezequiel, me parece que una dimensión relevante del desplazamiento de Moyano del núcleo de gobernabilidad K es la percepción de los dirigentes peronistas que no tienen ligada su supervivencia a Cristina, que tienen construído poder propio, bah. Por parte de muchos no particularmente admiradores de Hugo (es difícil para un intendente, por ejemplo, sentir simpatía por el rol de los camioneros en el Gran tema de la basura), o del rol pre-renovación del MOO, me parece leer sin embargo una sensación de injusticia, o de forro usado, para utilizar una expresión más semánticamente exacta. Que no es nueva.
El otro día, con Fantino (cito de memoria, está en youtube) Mariotto explicaba que hasta el 2003 el acceso a cargos estaba ligado al poder acumulado previamente, ya fuera en el territorio, la academia, las empresas, etc. Se aplicaba el poderómetro y según eso se repartían los cargos. De acuerdo a Gabriel, esto habría cambiado y el acceso a un cargo dependía exclusivamente de la «confianza política». Más allá de la genealogía atribuible a semejante visión, y de su potencial a mi entender suicida, me parece importante ligar esta cuestión con tu planteo.
Aunque es exagerado suponer que las palabras de GM deben tomarse literalmente (es decir que han desaparecido las instancias de rosca y conteo de costillas y se han reemplazado en su totalidad por la birome de los dispensadores de confianza), creo que el «modelo» organizativo propuesto con semejante claridad conceptual (no fue un exabrupto de Mariotto, sino una visión claramente masticada y consistente, más allá de el juicio que merezca) implica una tercera opción con respecto al peso sindical pre-renovación (el laborismo de hecho) y la rosca eterna del pejotismo renovador (tal el «antes del 2003» del vice). Y no estoy del todo seguro de que no sea ese el conflicto de concepciones que deriva en el fly a Moyano, más allá de cuestiones personales o de gruesos errores políticos del camionero.
Y en ese sentido, de profundizarse esta vía, no es solo el MOO el que tiene poco margen de acción para articular la gobernabilidad con el gobierno (lo que no cambia en tu post).
Guido:
Es interesante tu percepción en el sentido de que se trata de una «tercera opción». Yo pienso lo mismo, pero por convicción metodológica afino la pregunta: ¿es una tercera opción respecto de PJ sindical vs. PJ político, o lo es respecto de la historia del peronismo in toto?
Porque, como te marca Eduardo, Perón cambiaba de mediadores como de fusibles. Claro, me dirás: existía una diferencia en el sentido de que Perón no debilitaba las instancias de mediación corporativa, por las que siempre sintió un respeto propio del clima de época en que comenzó a pensar la política. Él sólo cambiaba las dirigencias políticas, los elencos.
Acá hay algo distinto, tanto por el hecho de que Cristina no es Perón, como por el dato no menor de que Moyano no es Lorenzo, ni Vandor. No representan lo mismo, y no tienen la misma estructura social a mano. Pero además hay una vocación de fraccionar y reducir las instancias, no los hombres, las instancias de mediación. Eso es lo que pasa en el partido hasta ahora -me dicen que se viene un cambio en ese sentido-, y lo que ha pasado también en el mundo del trabajo, tanto en la CTA como en la CGT.
Más allá de las concepciones, no estoy seguro de entender la última oración que metiste. Debe ser un tema de redacción, o estoy muy dormido, o las dos cosas.
Mi última oración no se entiende. Quería decir, que así como vos planteás que hay una serie de cuestiones estructurales que implican focos de conflicto con el ejecutivo (con los ejecutivos) que no cambian al desplazarse Moyano, también existen focos de conflicto estructurales con otros actores que pertenecen a la coalición oficialista que no van a variar porque las listas se definan en función de la «confianza política». Al respecto, es interesante mirar «las cámporas» (u orgas afines) a nivel local y como, más allá de la supuesta pertenencia común a una corriente nacional, reproducen la lógica levitzkiana de agrupaciones autónomas entre si entregadas a la rosca, el poroteo, la cargofagia y la construcción de poder propio desde el cual negociar. Y si esto es perceptible en el espacio más afín a la «3ra opción» (la del centralismo democrático), esta me parece, además de inviable, irreal. Pero es, además, peligrosa: porque en la medida en que algunos de esos otros «los que no cambia» deriven en conflicto concreto, la falta de muñeca puede implicar problemas serios.
Yo creo que Eduardo está equivocado (como se ve en mi respuesta). Es una impresión. Perón cambiaba de mediadores como de fusibles en la medida que estaba atento a los cortocircuitos, no en que se comportaba como uno de los vectores que sacaban chispas. Por otra parte, entiendo que el momento más fuerte de concentración de poder y eliminación de mediaciones del general (final del segundo gobierno) fue en el que precedió su derrocamiento, con más que el famoso 54%, pero con una parte no despreciable de su estructura social y política de sostén limada, a veces por boludeces propias y de su club de fans con plazo fijo. Esto es lo que me preocupa.
Quiero decir, los cambios institucionales que se pretendan en el peronismo ni fu ni fa (por lo que decía más arriba de las cámporas, mi impresión es que sea lo que sea que se venga, «la» estructura van a seguir siendo las agrupaciones, por más que se las disfrace con el poncho institucional que se te ocurra), el problema es que la dinámica cotidiana de comunicación entre las instancias de mediación acentúe el tono expulsivo que hoy tiene. Porque hay demasiados que tienen a donde ir (o lo van a inventar). La defensa del «modelo» y el «proyecto» en manos y bocotas de fanáticos y, sobre todo, las acciones de los mismos pueden terminar por enterrarlo. Porque no va a salir a la calle el 54% de la población a bancarlo si se pudre, ni el 30% ni el 10%.
«Porque no va a salir a la calle el 54% de la población a bancarlo si se pudre, ni el 30% ni el 10%.»
¿Seguro?
Si. Un 10% son cuatro millones de tipos.
Vos sabés que me agarró la intriga por lo de Mariotto y fui a verlo en youtube.
En primer lugar me parece que hay que rescatar que al momento de largar con lo de la «confianza», se estaba hablando de Scioli.
La forma de elección de cargos, según Mariotto, antes del 2003 es como vos decís. Ahora, cuando se refiere a lo posterior o a partir del 2003 Mariotto dice que es la «confianza» (confianza solo). Fantino le pide que lo aclare y don Mario le responde «confianza en el proyecto político». Fantino sigue sin entender y ahí amplía diciendo que se está refiriendo a «no dejar las convicciones y enfrentar al poder blahh, blahh…»
Yo creo que de alguna manera Mariotto cometíó un acto fallido con lo de la confianza, el kirchnerismo realmente no le tiene confianza a Scioli, y su aclaración apunta a que ahora los cargos se dan a partir de la identificación que tengas con el proyecto o modelo nac&pop&dem.
De esta manera, si no entendí mal, el acceso a cargos está en la ¿lealtad? al ideario kirchnerista.
Esto sí podría ser una condición, no se si nueva, y por supuesto al igual que vos pienso que de ninguna manera se puede dejar de lado lo que citás como rosca, conteo de costillas, etc.
Para mi quedaría por ver cuál de las condiciones pesa primero en el acceso a un cargo: si la identificación con el modelo o el poder territorial
Avisé que era de memoria. Pero me parece que con la aclaración no cambia el fondo.¿Quien tiene el confianzómetro? Si lo tuviera Cristina todavía, pero la presi no puede poner a un secretario de deportes de Ingeniero Alan, qué sabe. Entonces, delega y delega aunque no quiera y a Eduardo le parezca innecesario. Y ahí es donde entran las mediaciones, con la bajada verticalista detrás, a armar y desarmar cuando no se les para de manos algún pesado. Y, a veces (no siempre, ojo) se mandan macanas incomprensibles. Como, donde vivo, hacer un acto de relanzamiento de la mesa local del FPV subiendo al escenario (la bajaron de la solapa, eso si) y coronando referente a una diputada provincial que hasta el 25 de octubre no solo no perteneció al espacio, sino que jugó resueltamente en contra y está casada con lo menos kirchnerista que hay en plaza. Porque nadie puede manejar todos los hilos, y el que así lo cree, es operado como un boludo por los que tienen mas cancha.
No está ok, lo que pasa es que Mariotto hace alusión a la fidelidad al modelo antes que la poseción de la que fuere, lo cual para mi es quedar bien ante la cámara y bueno… igual estamos en la misma ¿quién tiene el fidelidómetro?
Con lo cual las roscas y demás siguen vivito y coleando, no habría 3ra. vía, Moyano pidió cosas que Cristina no se las iva dar, se subió al carro y la presi lo bajó, me gustaría saber que le hizo pensar que conseguiría los cargos…
Y lo que pasó en donde vivís… son los gajes del oficio, sapos de eso se los comen todos, por abajo y más arriba también
La eleccion de cargos siempre estuvo EXCLUSIVAMENTE regida por la cantidad de poder (lease poder de movilización) de los candidatos.
Lo que dice Mariotto es que a eso, ADEMAS, ahora se le agrega otra condicion adicional y excluyente que es la lealtad al ideario kirchnerista. No es un cambio de una opcion por otra, ahora se sigue dando importancia al poder propio, PERO se le da MAS importancia a la lealtad al modelo.
Entre dos tipos de igual poder se da preferencia al mas leal. Entre uno que tiene mas poder pero no tanta lealtad, y otro con un poco menos de poder pero mas leal, tambien gana el leal.
El factor excluyente es la lealtad.
Donde no hay leales, se pondra a los leales, aunque no tenga poder individual. Por eso se enojo Cariglino, digamos.
Si Leandro pero ¿vos crees que realmente es así de puro?
Primero que en el 2003 difícilmente se haya aplicado ese criterio, de hecho probablemente y con alguna chance se aplicó para la elección pasada pero Urtubey, mismo Capitanich, etc… mmmmm.
En fin, para mi el tema es cual de los dos criterios es el más flexible o cual se puede doblar más….
Ojo yo creo que Cristina intenta aplicarlo y si no ver lo que pasó con la elección en Córdoba con De La Sota y el otro Juez, los dos le fueron con la escupidera y al final los sacó escarpiendo a los dos.
En fin, no se… veremos.
Moyano ha tenido unas cuantas torpezas hasta la fecha, casi siempre por confiar ciegamente en su poder, pero también por escuchar los cantos de sirenas de otros sectores que lo necesitaban para posicionarse. Esta vez superó toda espectativa abriéndose de un gobierno peronista en pleno crecimiento de popularidad, algo que sin dudas lamentará más temprano que tarde.
Su principal problema va a derivar de su propio estilo: En lugar de democratizar dominó a tarascones a una manada de lobos donde el que se tropieza es la cena. No puede parar ni para tomar agua y volverse rubio para cierta oposición mediática no hace más que demostrarle lo lejos que está de su territorio.
Y es que el partido peronista es un movimiento (justamente) territorial, con una base de afiliados, estructura jerárquica y una cierta lealtad del conjunto hacia el peronismo como institución. No es que cualquiera se vandoriza y tuerce el esquema de poder, por más morocho y camionero que sea. Nadie le avisó a tiempo que existe una historia que precede al instante que corre, y en esa historia sacar los pies del plato es quedar en un no lugar del que resulta muy difícil volver.
Por último, pero no menos importante: El estado no es una nada abstracta operando sobre la nada. El estado representa intereses, y opera sobre y para ellos, oponiéndose a otros intereses que a veces pueden ser tan fuertes como él, o incluso más. No se trata solo de construir el poder que nos genere un salvoconducto para hacer lo que nos venga en gana, sino que hay que manejarse en la línea divisoria de lo que podemos hacer y lo que no. Si el sujeto de derecho es el humano por sobre todo, entonces Moyano y su forma de hacer política de presión sindical caerá en el vacío, sin posibilidades de imponer su visión. Si por el contrario vuelve a primar la idea del derecho de las corporaciones por sobre el ciudadano asistiremos a un escenario cada vez más volátil en que la idea de tomar el poder por asalto parezca tan a la mano que todos se quieran probar la pilcha.
La primera intención de los sectores más reaccionarios ya fracasó, porque suponían que un distanciamiento entre Moyano y CFK debilitaba al gobierno, algo que terminó resultando un cálculo errado.
Muchos hechos al parecer inconexos nos hablan muy a las claras de cómo viene la tenida, pero los más importantes de estos días son la vuelta al redil de Scioli besando de nuevo el anillo, el fin de la presión Mariotto sobre el gobernador y el anuncio de Cristina de que entregará la posta al finalizar su mandato. De estas pulseadas laterales se compone la política, algo que las anteojeras de Moyano no le permiten ver.
Comparto.
Comparto la mayor parte del comentario, los límites de Moyano y sus errores y la concepción sobre el estado.
Disiento en último párrafo. Yo creo que Mariotto (Cristina) bajó los decibeles porque se dió cuenta de las consecuencias concretas de la joda en términos de gobernabilidad provincial. Al llegar la instancia de tener que aprobar un aumento de impuestos para poder financiar el aumento salarial a los docentes titulares con antiguedad y amplio abanico de licencias (para la gilada que aún no recibió el título nobiliario el acuerdo fue casi igual a la propuesta de Scioli) se chocaron con la realidad de que entre el vice y Ottavis habían debilitado la posibilidad imponer un quorum. «Comprar» un opositor para que se siente no es muy difícil, le proponés a un radical de Huanguelén una calle José Larralde en La Plata, o una ley que otorgue presupuesto a la Fiesta Nacional de la Carrera de Embolsados en Baigorrita y ya está. Pero al mostrar un oficialismo dividido, las acciones del bloque se caen en picada ¿Con cual de las dos partes hay que hablar?¿Quien me garantiza la efectivización de mi rosca? No es que el manco besó el anillo, es que Cristina olió que se fue al carajo, por ahora.
Bueno no lo tomes como que me la agarré con vos ni mucho menos pero si me permiten entrar a la discución yo creo que Cristina lo tiene agarrado de ya sabés donde al Manco de Lepanto, la jugada es buena y da para hacerla porque en el fondo no hay oposición y hay por donde correr no sólo en PBA y me refiero a los impuestos, el problema lo tiene Scioli que quizás por primera vez tenga que salir de la plancha
Desde la resistencia al 73 el sindicalismo peronista fue una fuente muy importante de actividad política al mismo tiempo que de financiamiento pero desde Grosso y Manzano que introdujeron el financiamiento empresario y los negocios desde el Estado, la voluntad de cumplir con la regla histórica del tercio se debilitó al tiempo que se sumaban Pierri, Urquía, Amoedo, Cavallo, etc., desde la profundidad ideológica del compromiso militante pero esta vez compromiso militante de y con la billetera.
Hugo Moyano fue un referente indiscutible contra el menemato, luego apoyó a Rodriguez Saa en el 2003 y con Kirchner supo acompañar una épica que ningún sindicalista argentino había podido ver desde el 76 al tiempo que simultáneamente conformaba el Grupo Moyano, (una empresa familiar de organizaciones sindicales con presencia política).
Como todos los muchachos está flojito de papeles en la administración de las Obras Sociales y en esta vorágine confunde tiempos, procesos, gradualismos y aliados, amigos, adversarios y enemigos porque es necio pensar que la cancha de Huracán es suya y no del peronismo que con sus aliados convocó a más del 54% de las voluntades.
El 54% mal que le pese, al igual que le pesa a Clarín, La Nación , la Asociación Empresaria Argentina, los Gordos, Duhalde, Barrionuevo, Scioli, Alberto Fernandez y toda la tira es de Cristina Fernandez de Kirchner.
Nestor y Cristina Kirchner han dado sobradas muestras de no aceptar se ponga en tela de juicio quién conduce y Scioli fue testigo de ello desde los primeros días de su vicepresidencia, cuando fue necesario confrontar con Clarín o ahora con Repsol se evidenció que los poderes fácticos no amedrentan cuando se discute el proyecto estratégico aunque sea un Rey el que se plante.
Repregunto a los 54istas: si perdemos una eleccion que onda? Se van todos? nos declaramos equivocados?
Yo creo que habria que evitar el democratismo de 5to bachiller.
Si perdemos una elección será fruto de la imposibilidad del kirchnerismo, como referente hegemónico del progresismo, de construir una continuidad política que garantice los ejes de las acciones emprendidas en esta última década.
El PJ se reduce a una liturgia del poder y tal como l establece la verdad undécima, la mayor traición es la derrota, en ese marco la mayoría de los jugadores, encuestas y sensación térmica mediante, renovaran sus votos de fe kirchneristas o volverán al conservadurismo popular donde se sienten tan cómodos y desde donde el kirchnerismo los arrancó sin consultarlos.
Sería necio pensar que la propuesta kirchnerista recogía las expectativas sociales del 2003, Kirchner instaló una nueva agenda, nuevos paradigmas y un inequívoco compromiso con el campo popular, de ahí que no sería sensato argumentar que triunfaremos por el peso de nuestros argumentos en la discusión ideológica, los que serán decisivo son los porotos, (nadie dejará de declararse heredero genuino y auténtico de Cristina, es patético ver a Alberto Fernández y a Moyano reivindicando a Néstor), hoy el esquema de elecciones internas tal como fue originalmente estructurado obligará a definir posiciones e impedirá juegos a dos puntas, es eso y no otra cosa lo que llevó a Scioli a abrir la boca.
Pese a la voluntad inicial el transversalismo naufragó en un mar de vanidades y el radicalismo K fue herido de muerte con la 125, el PJ al igual que la mona por más que se vista de seda mona queda, hoy los movimientos sociales y la juventud constituyen los ejes desde donde se podría dar una pelea pese a su juventud y sus naturales veleidades, impericias y errores, si no es así, será que nos toca otra vez sopa.
Si se pierde se rema hasta la próxima térmica ascendente. Ya perdimos en el 2009 y acá estamos.
¿Referente hegemónico…del progresismo!?? Hoy, el kirchnerismo es el «referente hegemónico» (el que lleva adelante la dirección intelectual y moral, el que te tira la agenda, el que imporne símbolos, al que todos miran) del peronismo, sino de la totalidad del arco político. ¿Lo vamos a rebajar a opción ideológica mejor rankeada en La Trastienda? Siempre hay tiempo para quedarte solo cuando tocás intereses, qué necesidad tenés de apurarlo.
perfecto
El problema de Moyano padre es de índole ideológica. Su proyecto de poder, en realidad, es cuasimarxista. Miremos: 1) el movimiento obrero no debe ser columna vertebral, sino «cabeza»; 2) en consecuencia, tengamos un presidente obrero; 3) la clase obrera es el sujeto social transformador y lo demás son patrañas. Estas máximas colisionan con el lugar que el peronismo le atribuyó históricamente a los sindicatos (véase Vandor).
Pero el tipo después dice cosas como «el Estado se está sovietizando» y que esto «no se compadece con la idiosincracia de los argentinos», acude a la liturgia peronista-de-Perón, ni-yanqui-ni-marxista y critica al marxista Kicillof. Dicho de otra manera, si Moyano quería «salir» de lo gremial hacia lo político, ¿qué tenía que hacer? INCORPORAR DISCURSIVAMENTE LAS DEMANDAS Y ANHELOS DE SECTORES NO-GREMIALES. Por ejemplo, tendría que haber salido a apoyar el aborto, hablar de lo bueno que es que los jóvenes de clase media se vuelquen a la causa del pueblo, hablar maravillas de los gays, ir a Comodoro Py todas las semanas, lanzar una campaña contra el paco, sacarse 40 fotos con Zaffaroni. ¿Qué hizo? Todo lo contrario: salió a la esfera política CON LA MENTALIDAD GREMIAL y encima posando de antizurdo. Así le fue. (Por eso Facundo Moyano la tiene clara: lanzó la JS el… 24 de marzo, marchando en la plaza, como debe ser. Lástima que el límite táctico de sus ideas bastante acertadas sea precisamente su padre. Es para Shakespeare lo que le pasa, pobre.)
Lo curioso es esto: nosotros lo acusamos de «corporativo», ¿y qué responde Moyano? ¡Se pone a reclamar el aumento del mínimo no imponible! En vez de decir «hay que legalizar el aborto» o putear a la Bonaerense, se hace cargo de nuestra acusación y la confirma. Así hay tradeunionismo para rato.
jua, jua, jua… é vero…
Oca, cuando Moyano dice que el estado se está «sovietizando» está hablando de una forma de manejarse políticamente, la del PC y los troscos, que cualquier sindicalista conoce bien, donde los delegados de base consultan con sus responsables antes de hacer cualquier cosa, donde se realizan autocríticas ritualizadas, donde el ascenso de un militante o de un dirigente se decide por una mesa chica de coductores y no en el reconocimiento de sus iguales, donde las luchas diarias y concretas se ordenan jerárquicamente detrás del asalto a los cielos. En una concepción, en suma, de vanguardia, no se si ajena a los argentinos, pero bastante poco común en el peronismo.
El kirchnerismo propone, a la clasica seleccion por «poder», agregarle un factor de «calidad», que dice, no me importa si sos muy popular entre los tuyos, si tus ideas son opuestas a la del proyecto de pais que tenemos, el lugar de poder nunca va a ser para vos. Acompaña si queres, pero las decisiones las toman aquellos consustanciados con el rumbo de pais.
No parece ser algo tan exagerado. De hecho, si lo analizamos seriamente, gran parte de los fracasos politicos se han debido precisamente, a darle lugares de poder a mercenarios politicos que llegan por tener cierta capacidad de movilizacion, lograda con metodos «un tanto flojos de papeles», y desde esas posiciones de poder se dedican a boicotear los proyectos.
No sera muuy «peronista», pero si muy racional.
Que querés que te diga, a mi el mote de mercenario me da más Budú que Hugo, pero a lo mejor me equivoco.
No pensaba en ellos precisamente, mas bien en algunos muchachos como cariglino y otros que se acercan al fueguito del calor del poder central, ofreciendo poner su capacidad de movilizacion (hasta ahi, porque real compromiso no hay ni habra) a cambio de cargos politicos de peso que le permitan aumentar su cuota de poder, y en la primera de cambio, cuando la cosa esta dificil o no se satisfacen sus pretensiones de paga mercenaria, se las toman. Vamos, esta lleno de mercenarios politicos el PJ. Otro ejemplo claro son los Libres del Sur.
Dejo de lado el último comentario de Guido (Gorgatti?) donde iguala a PC y «troskos», para autofortalecer sus prejuicios, al igual que los del amigo Meler sobre marxismo y el latín…
Sobre todo porque la discusión es interesante, y la disputa entre cristinistas paladar negro o moyanistas, llevan a afirmar varias verdades. Por ejemplo alguno dice por ahí «Hugo Moyano fue un referente indiscutible contra el menemato, luego apoyó a Rodriguez Saa en el 2003 y con Kirchner supo acompañar una épica que ningún sindicalista argentino había podido ver desde el 76 al tiempo que simultáneamente conformaba el Grupo Moyano, (una empresa familiar de organizaciones sindicales con presencia política).Como todos los muchachos está flojito de papeles en la administración de las Obras Sociales»
Y otro «La defensa del “modelo” y el “proyecto” en manos y bocotas de fanáticos y, sobre todo, las acciones de los mismos pueden terminar por enterrarlo. Porque no va a salir a la calle el 54% de la población a bancarlo si se pudre, ni el 30% ni el 10%».
Unos se acuerdan ahora que Moyano está flojito de papeles y otro reconoce que después de 9 años, ve difícil que el kirchnerismo logre movilizar ni al 10% para defender el arruinado por bocones.
Se le endilga a Moyano «coorporativismo», como si para lograr la hegemonía, el movimiento obrero deba resignar salario, para que haya guita para la AUH o el PAT. Pero no se toca la renta minera, sojera, las ganancias extraoridinarias en varias ramas…Cirigliano por Roggio y Romero bue…Y todo esto cuando Moyano, efectivamente es corporativista, porque no organiza al precariado etc etc. Las «fragmentación» obrera es histórica, no producto de fenómeno «natural» e inevitable llamado «neoliberalismo». Hubo agentes para su implementación (entre ellos los kirchner) y Moyano, de máxima fue cómplice, de mínima impotente en su estrategia…
Pero eefectivamente la vuelta a los intentos de autonomía sindical, son expresión cambios objetivos en las relaciones de fuerzas objetivas entre las clases y de la relación de fuerzas más «subjetiva» que dejó el 2001 (es decir, ay! la «latina» lucha de clases). La fragmentación hacen que Moyano, no pueda ser Vandor, así como la clase obrera no es la misma.
Ahora, tampoco Cristina es Perón (hace falta aclararlo?), por eso es muy probable que no salga ni el 10%, e incluso Perón se chocó con la lucha de clases en 55…
Ambos bandos (moyanismo-CFK) son corporativos y tienen los límites de sus estrategias (y de sus bases de clase o de casta) y de su política, de ahí Lanata «por derecha» (como bien se planteó en post anterior) y el «sindicalismo de base» por izquierda, como es evidente y marca muy bien Meler en el artículo. Un programa «hegemónico» (son uds, los que introducen conceptos marxistas y con abuso), solo puede tenerlo una clase universal y mucho más en una (semi) colonia como la Argentina
No es prejuico, me encanta el marxismo, es sumamente entretenido. Tengo para mi que es como La Naranja Mecánica o la obra de Tolkien. Al principio no entendés un carajo, muchas palabras raras, pero después de tiempo le vas cazando la onda, como que empezás a manejar el idioma. Y ahí ves que más allá de hobbits y drugos están hablando más o menos de las mismas cosas que habla cualquiera, quizás porque el conjunto de temas humanamente abordables, aunque amplio, no deja de ser finito.
Entonces le podés encontrar utilidad. Pasa que un partido marxista con 10 militantes produce más documentos escritos en dos meses que la UOM en toda la década del 60. Y en el fondo se habla de lo mismo: cuántos somos, cuántos son y cómo hacemos. Eso hace que la marxología tenga su miga si uno se quiere acercar con una actitud de orientalista, que es la que corresponde.
Por ejemplo, las pesadísimas notas de los cuadernos de AG sobre el manual soviético, donde se mete en una trifulca sobre cuestiones ontológicas clásicas no es en el fondo más que una extendida discusión de Unidad Básica: ¿Hacemos todo lo que dice (el dueño del local, el que conduce el espacio, el que la pone) y su mesa chica o exigimos espacios permanentes de debate y discusión donde participen todos articulando la diversidad interna en un proyecto común? El marxismo en general, diamat o trosco comparte más cosas de las que quisiera. Y, desde ya, esa especie de platonismo rojo de la vanguardia, que reserva a una minoría el camino para salir de la caverna.
«un partido marxista con 10 militantes produce más documentos escritos en dos meses que la UOM en toda la década del 60» no solo es una ironía muy lograda sino sabiduría y poder de observación,suerte que el peronismo nunca podrá ser tildado de onanista
Una clase universal podrían ser los gordos. En todas partes hay esa clase de personas, los gordos. Yo todavía no desarrollé la conciencia para sí, porque voy al gimnasio, pero ya van a ver.
Seguro fenómeno, no queda otra que rendirse ante tremendos argumentos
A ver, más allá de los inevitables chascarrillos, yo acordaría algunas cosas básicas.
1. El contexto económico local es recesivo. Basta con ver las cifras de producción industrial para darse cuenta de que se vienen y hay ya despidos y suspensiones.
2. Hay una apreciación cambiaria motorizada por la inflación, causada a su vez por la puja distributiva. Esto quiere decir que la vía tradicional de ajuste de los precios relativos, la devaluación, está clausurada por su efecto multiplicador sobre la inflación y las demandas salariales. Y la reducción del gasto es inflacionaria también, en la medida en que los subsidios a la energía se trasladarían directamente a precios.
3. Es natural suponer que todo lo anterior nos llevará a un período más espeso en lo que refiere a conflictividad social. Y perjudicará notablemente las chances del oficialismo, según su duración, hasta 2015.
4. Lo que no tiene nada de natural, y ha pasado como no, según circunstancias específicas, es que ello fortalezca una alternativa política determinada. Puede suceder, pero no tiene nada de necesario. Ni siquiera un colapso absoluto del capitalismo tendría esa consecuencia inscripta en su propia lógica interna.
Con respecto al punto 2. yo agregaría que la inflación es tambien causada por los distintos monopolios y su cartelización, ahí me parece que es un punto donde atacar, eso sí: muy difícil
Si hay un parate como el que citás en 1. probablemente sirva para atenuar los reclamos sindicales para lo que viene o lo que falte cerrar
Y si, me parece que cualquier oficialismo está condicionado por su desempeño frente a los problemas en la economía, por lo menos en estos pagos
El imperativo de la hora parece ser: «saquemonos este sindicalismo de encima porque ha fracasado en todo».
No hay otra opción puesto que el resultado está determinado de antemano: Sumamos partido laborista + vandor + lorenzo miguel y la suma no puede ser más que el fracaso. Ergo la dirigencia política del peronismo libre de culpa y cargo. Extraordinario.
Las analogías ni hace falta explicitarlas: Perón = CFK, con el agregado del interregno de la Renovación como precedente del menemismo, otro modo de justificar el neoliberalismo con ropaje peronista. Excelente.
Después del triunfo electoral de Alfonsín quien ejerció el rol de oposición política fue la cegeté (Ubaldini) y su programa de 26 puntos. La Central Obrera incorporó los derechos humanos (Secretaria DDHH) y la irrestricta defensa de la democracia, el papel que tuvo en las jornadas de semana santa ni hace falta hablar. Mientras el PJ no integró la Conadep. Recordemos Luder bancando la autoamnistía de la dictadura y el pacto denunciado por Alfonsín como «sindical-militar» aunque en el mismo estuviera involucrada la dirigencia política del PJ. (Hay un cierto tufillo antisindical, no? que no es exclusivo del radicalismo)
Vamos despuntando, que no todo el sindicalismo es el partido laborista, ni moyano es vandor, ni CFK es Perón.
Así como podemos identificar distintas corrientes político-sindicales, por ejemplo durante la dictadura, básicamente colaboracionistas y antidictatoriales (Comisión de los 25, CGT-Brasil) también encontramos sectores sindicales como gestores y partícipes de la Renovación Peronista. Una Renovación que no se legitimó en elecciones internas sino compulsando en generales, después vendrían las internas presidenciales.
Casi que nos acercamos al punto, porque el Carlos no desplazó a la dirigencia sindical, más bien se valió de los «gordos», de los «independientes», de los «barrionuevos», de los «ex-25» (que hasta el día anterior estaban con Cafiero) y de los «jóvenes brillantes» (que ayer nomás estaban con Ubaldini), todos ellos sindicalistas, eh, para sí desplazar a los que se quedaron en el ‘45 y se opusieron a la traición de la voluntad popular, no ya como una cuestión de disidencia partidaria sino en demanda del cumplimiento del mandato democrático. («si hubiera dicho lo que iba a hacer no me hubiesen votado» Menem dixit).
Si Menem dividió a la CGT (el «peronismo» por primera vez -siendo gobierno- iba en contra de la Central Obrera única que postulara el propio Perón) ¿por qué esta vez no hacerlo, si también están prestos los mismos beneficiarios del sindicalismo prebendario necesario a los tiempos de cambio (y ¿«renovación»?) que impusieron las leyes de precarización laboral, la desocupación, el vaciamiento del estado, la expoliación del patrimonio nacional, el «pensamiento único» y los indultos?.
Me dirán que eso no era «peronismo» que eso era neoliberalismo. Lo cierto es que las minorías tiene muy en claro que para conservar su poder es condición una clase trabajadora desunida. De este lado, del campo nacional y popular, cuán funcionales somos a ese poder en tanto y en cuanto perdemos de vista aquello de que no hay destino nacional sin la clase trabajadora.
En materia de sindicalismo y política, no es cuestión de simplificar (tampoco de complejizar, no) porque si además incurrimos en gruesas omisiones el barranco de la sinrazón está ahí a un paso. Algunas pequeñas omisiones, sin importancia, por decir nomás: el 17 de octubre, el cabildo obrero del renunciamiento de Evita, la resistencia, el hecho maldito del país burgués de Cooke, los programas de la Falda, Huerta Grande, CGT de los Argentinos, el Cordobazo, los sindicatos son el primer grado de conciencia política de los trabajadores de H.Arregui y por cuanto la política es anterior a los sindicatos G. Cárdenas nos dice que las ideas y prácticas del socialismo y el anarquismo van a ser parte y desarrollo del sindicalismo peronista, y de paso (ya que se la nombró junto al brujo) todavía respira la autocrítica y reflexión de Walsh (en sus «papeles») sobre las movilizaciones obreras contra Isabel.¿Qué nos querrán decir estos desvelados y otros tantos inscriptos en el pabellón del pensamiento nacional?,¿Mejor que sigan allí, porque cuidado: que no nos contaminen el presente?
Renovacion de autoridades de la CGT? es una contradicción, la CGT no renueva autoridades, siempre son las mismas.
Si te fijas la certificación de autoridades,aparecen siempre los mismos nombres.
Bajara Moyano, subira un Barrionuevo, Caló o Cavalieri?
Te tiro algunos nombres de quienes conforman la CGT, algunos hace mas de 30 años
Sec Gremial:Omar Viviani
Sec de Interior:Geronimo Venegas
Sec de Seg Social:Juan Zanola
Sec de Cultura,Ciencia y Tecnica:Jose Pedraza
Sec Relac Internacionales:Gerardo Martinez
Sec de vivienda y Turismo:Oscar Lescano
Sec de Accion Social:Armando Cavalieri
El orden de los factores no altera el producto, dicen