Por José Itzighsohn.
Al igual que la mayoría de mis amigos, estoy impresionado esta mañana por el resultado de las elecciones, temeroso sobre el futuro y preguntándome cómo explicar lo que ocurrió y qué podría significar una Presidencia de Trump. Entonces aquí van algunas reflexiones rápidas y aleatorias que reuní para tratar de darle sentido a las cosas.
1. La reacción blanca.
Parece claro que Trump ganó movilizando el resentimiento del electorado blanco. Los primeros números que he visto muestran que obtuvo una gran mayoría del voto blanco masculino, pero también obtuvo la mayoría del voto de las mujeres blancas. Algunas personas argumentan que esta es un voto de protesta de clase. Y que Trump se haya llevado el viejo “rustbelt” (ex Estados industriales) podría apoyar ese argumento. Pero el voto blanco a favor de Trump fue tan amplio que ha ido más allá del voto de los obreros manufactureros blancos y de las comunidades dejadas de lado por la globalización. Esto puede ser parte de la razón por la cual alguna gente votó a Trump, pero a mí me parece más una reacción a la Presidencia de Obama y al ascendente movimiento social de personas de color (Black Lives Matter o la oposición al oleoducto de Dakota). En la historia de Estados Unidos, cada avance de la gente de color, cada movilización de la gente de color se ha encontrado con una reacción racista blanca. Más aún, como Du Bois nos enseñó hace mucho, en este país (y en el capitalismo históricamente) clase y raza no han sido entidades separadas, la clase trabajadora siempre ha estado fracturada por la raza. La clase trabajadora blanca siempre ha elegido su identidad racial por sobre sus intereses de clase.
2. Los neoliberales demócratas.
Sin dudas que Hillary era una candidata con la suficiente calificación. Voté por ella y deseé que fuera nuestra próxima presidente. Pero también era una candidata muy débil. Era muy vulnerable a los ataques sobre sus correos electrónicos y las acciones de la Fundación Clinton y era percibida muy negativamente por el electorado. Sin dudas su imagen negativa era en parte el resultado del patriarcado y el sexismo (incidentalmente, han habido mujeres presidentes y primeras ministras en muchos países del mundo y sólo en este “faro de democracia” la perspectiva de una mujer presidente genera una oposición tan fuerte). Pero ella también era una candidata débil porque es parte del establishment y ha tenido lazos muy estrechos con Wall Street y las elites económicas. Clinton es el producto del Partido Demócrata que ella, Bill y sus aliados construyeron. Un partido neoliberal tecnocrático que ha abandonado a los trabajadores y los pobres. Un partido en el que ella reclamó la candidatura casi como un derecho natural. Con los números que vemos ahora -miércoles por la mañana- Clinton ganó el voto popular, pero obtuvo entre 1 y 2 millones de votos menos que Obama. Y perdió tantos estados que ganó Obama. Se habló mucho durante los últimos años sobre cómo las tendencias demográficas significaban una continuidad demócrata en la Presidencia. Pero demografía no es destino. Para ganar, tenés que mantener y movilizar a tus votantes y Clinton obviamente fracasó en esa tarea. Como muchos de mis amigos apoyé a Bernie Sanders y pensé que sería un mejor candidato. No sabemos qué hubiera pasado si Bernie hubiera sido el candidato (las encuestas sugieren que hubiera derrotado a Trump pero sabemos que las encuestas y los encuestadores estuvieron entre los grandes perdedores de la noche del martes). Los demócratas necesitan dejar ir al partido de Clinton. Estoy triste y lamento que Hillary no sea presidenta hoy, pero también tengo mucha esperanza de que los Clinton, todos ellos, se desvanezcan de la política nacional.
3. Deja-vu de 2000.
Hay un cierto deja-vu de 2000 en esta elección. Los votos que fueron a Jill Stein hubieran puesto Michigan y Wisconsin en la columna de Clinton (no así Pennsylvania ni Florida). Esta vez, el voto al tercer partido fue más complicado, porque Gary Johnson obtuvo más votos que Jill Stein. No sé si los votantes de Johnson usualmente votan al Partido Demócrata o al Republicano. Pero el voto a un tercer partido, sea al de Stein o Johnson puede haberle costado a Clinton la elección. De todos modos, nuevamente, eso marca las debilidades de la candidatura de Clinton y la incapacidad de los demócratas para mantener sus votantes.
4. El gigante dormido que despierta.
Antes de las elecciones se habló de que el voto latino iba a detener a Trump. Ese pudo haber sido el caso en Nevada. Pero los primeros datos que circularon en Internet sugieren que 30% del voto latino se inclinó por Trump. Dada la distribución geográfica del voto latino no creo que este voto a Trump tuviera impacto en los resultados fuera de Florida, pero ganar Florida fue una parte importante en el camino de Trump a la victoria. De cualquier modo, el punto importante es que el voto latino es muy heterogéneo (al igual que la población latina lo es). Y hay segmentos del electorado latino que por diferentes razones votaría al Partido Republicano, incluso por un candidato como Trump. Estos segmentos son una minoría,pero no una insignificante, y en cualquier evaluación de la demografía y las coaliciones políticas, este voto republicano latino requiere ser tomado en cuenta.
5. Instituciones arcaicas.
Esta es la segunda vez en 16 años que los demócratas ganan el voto popular y pierden el colegio electoral. Esto puede llevarlos a darse cuenta de que necesitamos deshacernos de él. Los republicanos, por supuesto lo defenderán porque generalmente los beneficia, pero si un gran partido realmente se convenciera de la necesidad de reformar el proceso electoral hay esperanza de que lentamente, con tiempo, las cosas puedan cambiar.
6. Encuestas y encuestadores.
Nate Silver podría ser el único no-votante de Trump que hoy está algo así como feliz (asumo que no votó por Trump). Fue fuertemente criticado por argumentar que los candidatos estaban prácticamente en un empate y en una situación volátil, mientras que otros encuestadores (y cientistas políticos) predijeron un fácil triunfo de Clinton. Silver fue así reivindicado, pero incluso él previó que Clinton ganaría. De la lectura de su sitio sólo había una encuesta seria que consistentemente tenía a Trump al frente (creo que era la de USC/Dornsife pero no estoy seguro). En cualquier caso, las encuestas y los encuestadores tuvieron grandes fallas durante todo el año (primero el Brexit, después el referendum colombiano y ahora las elecciones en Estados Unidos). Trump insistió en que las encuestas estaban erradas. No sé si fue una bravata o si veía algo que el resto de nosotros (y por ‘nosotros’ quiero decir mis amigos y yo) no. No sé si esperaba esta victoria o si lo tomó por sorpresa. Peor quizás sea tiempo de que dejemos de mirar las encuestas.
Hace cuatro años recuerdo la sorpresa de los estrategas republicanos cuando vieron a Obama ganar la reelección. Sinceramente pensaban que iban a ganar. “Nosotros” mirábamos las predicciones de Nate Silver y sabíamos que estaban errados. Pero fue una lectura completamente diferente de lo que estaba pasando lo que me llevó a pensar que la fenomenología de Shutz es relevante para analizar cómo entendemos nuestro mundo político. Esta vez ocurrió lo opuesto. Nosotros leíamos las columnas de Silver y pensábamos que íbamos a ganar y nos despertamos con una realidad que creo que ninguno de nosotros esperaba. Una vez más. No sé si Trump vio cosas que nosotros no vimos o si los resultados lo sorprendieron, pero mostró que una política que presenta una visión y apela al pueblo puede derrotar a las encuestas. En otras palabras, el populismo vence a las encuestas y los demócratas harían bien en aprender de esto al tiempo que tratan de organizarse para recuperar la presidencia, esperamos que más pronto que tarde.
7. Qué sigue.
¿Quién sabe? Pero nada bueno. Los republicanos controlan las dos Cámaras del Congreso y pronto solidificarán su control sobre la Corte Suprema. Y la representación republicana en el Congreso está llena de integrantes del Tea Party. Entonces podemos esperar una agenda política bastante reaccionaria. ¿Hará Trump algo por sus votantes de la clase trabajadora en términos de proteccionismo o desarrollo de la infraestructura? Necesitamos esperar y ver pero no lo creo. Podemos esperar el fin de los muy moderados esfuerzos de Obama por una reforma migratoria, una legislación anti-inmigración y la continuidad o expansión de las políticas de deportación de Obama. También podemos esperar un mayor crecimiento del estado de seguridad nacional y represión de la protesta política. Después de todo, Trump se definió a sí mismo como un candidato de “ley y orden”. Podemos esperar también ver un crecimiento del racismo y la violencia racial, luego de que Trump liberara el resentimiento racial blanco en la campaña. En relaciones internacionales, gerenciar el Imperio norteamericano, Hillary era un halcón pero uno predecible que mantendría el poder estadounidense dentro del statu quo global. Trump es una persona impredecible y vengativa al mando de los medios de destrucción más poderosos que haya visto la humanidad. Quién sabe, quizás será un aislacionista que dejará solo al mundo. De algún modo no lo creo. Creo que veremos un viaje global turbulento.
José Itzighsohn es sociólogo y profesor de la Universidad de Brown.